- El picaflor cola de espátula es endémico de la zona nororiente peruano. Gracias a un proyecto de reforestación su hábitat se ha recuperado y su población ha aumentado.
- ¿Cuál es la población de esta ave? ¿Cuáles son las principales amenazas para su conservación?
Tiene cuatro plumas que nacen de la parte trasera de su pequeño cuerpo, y dos de estas plumas terminan en dos raquetas de colores negro y azul metálico. Por su vistosidad se le conoce como “el picaflor más hermoso del mundo”, pero su nombre real es colibrí maravilloso o picaflor cola de espátula (Loddigesia mirabilis).
El picaflor cola de espátula es endémico de la región Amazonas, al nororiente del Perú. Esta es la historia de cómo un proyecto de reforestación salió al rescate de esta especie, considerada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la categoría En Peligro de Extinción.
El objetivo principal del proyecto de reforestación de la Asociación Ecosistemas Andinos (ECOAN por su sigla en inglés) era salvar al picaflor cola de espátula de una posible extinción. Entre los años 2007 y 2008 se calculó que existían un promedio de 800 individuos en los bosques de los valles de Utcubamba y Chido, entre las provincias de Bongará y Chachapoyas en Amazonas. “Era una cifra alarmante. Los colibríes maravillosos son agentes polinizadores, es decir, al trasladarse de flor en flor llevan el polen y así aseguran la vitalidad del bosque. Sin ellos, el hábitat se reduce. Además, esparcen las semillas que aseguran los nuevos árboles”, dice a Mongabay Latam el presidente de ECOAN, Constantino Aucca.
“El picaflor cola de espátula se dirige a las flores para obtener su néctar, pero al obtenerlo en su frente se pega el polen, el cual deja en otras flores cuando va a consumir el néctar. Es un trabajo maravilloso del que obviamente las aves no son conscientes, pero ahí reside su máxima importancia. Además, por supuesto, solo se le encuentra en Amazonas”, explica a Mongabay Latam el ornitólogo Fernando Angulo Pratolongo, quien años antes trabajó con Constantino Aucca para que el Gobierno Regional declarara al picaflor cola de espátula como patrimonio natural de la región, algo que finalmente se logró.
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La principal amenaza para el picaflor cola de espátula era la pérdida de su hábitat por deforestación. Constantino Aucca afirma que colonos que provenían de regiones cercanas, como Cajamarca o Piura, queman el bosque con el objetivo de hacer pastos para ganado vacuno, y eso iba desapareciendo el hogar de los picaflores. “Con la siembra de más de un millón de ejemplares, entre árboles y arbustos, hemos logrado aumentar la población de los picaflores cola de espátula hasta a más de 3000 de la población en total. Ha sido un éxito”, enfatiza.
El problema con las amenazas al picaflor es que también hay un tema cultural, advierte Aucca. “Aparte de deforestar para el ganado, los colonos también tienen la creencia de que si no hay lluvias es porque no hay nubes en el cielo. Es decir, cuando el colono observa que el cielo está despejado dice que necesita hacer humo para producir la lluvia en el cielo. Por eso hemos trabajado con ellos para que esto cambie”, indica el presidente de ECOAN.
Cuando personal de ECOAN llegó a la zona afectada, tuvo que trabajar muy de cerca con las comunidades campesinas porque muchas de ellas no tenían un título de propiedad y pensaban que les iban a quitar sus tierras con el proyecto de reforestación, recuerda Aucca. “Entre el 2003 y el 2005 hicimos la labor de socialización con la población local. Hasta el momento trabajamos con ocho comunidades campesinas”, precisa.
Efecto rebote
Constantino Aucca manifiesta que al incrementar la población del colibrí también se salva a otras especies. “El bosque es un hogar para innumerables especies”, detalla.
Gracias al proyecto de reforestación se logró asegurar el hogar de más de 150 especies de aves como las tangaras (del género Tangara); además de mamíferos como el gato montés (Felis silvestris).
Aucca advierte que siempre se han utilizado especies del lugar para la reforestación. Dieciocho especies de flora, para ser exactos. “El problema es que a veces los conservacionistas creen que reforestar con especies exóticas como los famosos pinos o eucaliptos es ideal, pero no, porque consumen mucha agua y el suelo amazónico no la tiene. De esta forma las especies exóticas deshidratan el suelo”, dice.
El proyecto de reforestación en la zona también priorizó actividades sostenibles que puedan volver rentable la conservación de los bosques y generar ganancias a los campesinos.
Entre las actividades que está desarrollando la población local están el ecoturismo y el avistamiento de aves. “Gracias a la popularización del picaflor cola de espátula entre la población local, lo han reconocido en lugares donde antes no se había registrado dentro de Amazonas, como en Kuélap o Gocta. Antes no se sabía cómo es ni su importancia, y por eso no se le cuidaba. Eso está cambiando”, señala Fernando Angulo.
Además de preocuparse por el presente, los campesinos también lo hacen por las futuras generaciones. Por eso han implementado un sistema de educación ambiental. “Más de 1700 alumnos saben del picaflor y quieren cuidarlo. Tienen que valorar lo que tienen para que lo cuiden”, finaliza Aucca.
Foto principal: Constantino Aucca/ECOAN.
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