- Con el grupo de presión Bancada Ruralista (que apoya la minería y los agronegocios) en control del gobierno de Temer y del Congreso, una empresa brasileña —Intertechne Consultores— considera que es el momento oportuno para restablecer un plan archivado para construir represas en la cuenca del Aripuanã en la Amazonía.
- La empresa pidió a funcionarios federales que permitieran llevar a cabo estudios de viabilidad para tres represas nuevas en esta remota región de biodiversidad: las represas Sumaúma y Quebra Remo en el río Aripuanã, y la represa Inferninho en su afluente, el río Roosevelt.
- Si se construye la represa Inferninho, esta tendrá un impacto grande sobre los indios cintas largas, víctimas del genocidio brasileño en los años sesenta. La Reserva Indígena Roosevelt contiene una de las cinco reservas de diamantes más grandes del mundo, lo que fue motivo de conflictos violentos en el pasado.
- Es posible que haya planes en marcha dentro del Congreso para finalizar la prohibición de desarrollar la minería en tierras indígenas. Si se aprueba, una ley nueva podría permitir la minería en tierra de los cintas largas, y estas minas nuevas podrían funcionar gracias a las nuevas represas hidroeléctricas. Estos proyectos, si se construyen, probablemente sean fuente de controversia y conflicto intensos en la Amazonía.
Una empresa brasileña, Intertechne Consultores, le solicitó a ANEEL (Agencia Nacional de Energía Eléctrica) que autorice estudios de viabilidad para construir tres represas nuevas en la cuenca del río Aripuanã: las represas Sumaúma y Quebra Remo a lo largo del mismo río Aripuanã y la represa Inferninho a lo largo de su afluente, el río Roosevelt. La empresa brinda servicios de consultoría, ingeniería y gerenciamiento de obra para represas hidroeléctricas y ha trabajado en varias represas en la Amazonía, incluida la controvertida represa Belo Monte.
La cuenca del Aripuanã está considerada como una de las regiones mejor preservadas de la Amazonía con una tasa alta de plantas y animales endémicos. Si bien, hasta el momento, no existen represas en el río Roosevelt, ya hay cuatro en el Aripuanã, que es un afluente del río Madeira, que fluye hacia el norte desde Bolivia para unirse al río Amazonas en Itacoatiara.
Una de esas represas existentes, Dardanelos, ha sido controvertida. En el 2010, los constructores dinamitaron un cementerio que les pertenecía al grupo indígena arara, lo que sirvió como muestra de la controversia que surgiría unos años más tarde cuando dinamitaron los rápidos de un río sagrado para los mundurukú para construir la represa Teles Pires en la línea divisoria del Tapajós.
El jefe arara, Aldeci Arara, dijo en aquel momento: “Este era un cementerio grande, que albergaba a todos nuestros ancestros, muchas generaciones de nuestra tribu, en medio del sitio de construcción. Es un lugar sagrado para nosotros”. Hoy ya no existe; fue algo similar a haber destruido el Vaticano para construir una ruta, según sostienen los expertos indígenas.
Hace tiempo que el Gobierno brasileño viene hablando de extender la red de hidroenergía en la cuenca del Aripuanã. En abril del 2012, afirmó estar planeando siete represas más para la zona: cuatro a lo largo del río Aripuanã, incluidas Quebra Remo y Sumaúma, y tres a lo largo del río Roosevelt, incluida Inferninho.
Sin embargo, los proyectos no siguieron adelante debido a las críticas generalizadas de medioambientalistas y de partidarios indígenas. Marcelo Cortez, analista de conservación de WWF Brasil por aquel entonces, afirmó que las represas tendrían un impacto sobre el Mosaico de Amazonía Meridional, creado en el 2011, que incluye 40 unidades de conservación que cubren siete millones de hectáreas (2703 mi2).
Las reservas indígenas también habrían sido afectadas de manera significativa.
Expertos en energía, incluido Anderson Bittencourt, quien, por ese entonces, trabajaba para el Ministerio de Medioambiente y Desarrollo Sustentable del Gobierno de Amazonas, criticaron la cantidad enorme de bosque que quedaría inundado a cambio de una cantidad moderada de energía. Él explica que las represas hidroeléctricas brasileñas necesitan inundar, en promedio, 0,5 km2 para generar 1 MW de electricidad, pero que las represas nuevas inundarían mucho más bosque que eso.
Ansioso por tranquilizar a los críticos, el presidente de Intertechne, Antonio Fernando Krempel, le dijo al diario Estado de S. Paulo que esta vez sería diferente: “Tenemos la intención de llevar a cabo estudios nuevos. Tendremos un enfoque diferente… Sabemos que hay alternativas viables”, afirmó.
Aun así, las preocupaciones de Bittencourt todavía parecen ser relevantes: las tres represas nuevas en cuestión inundarían 1085 km2 (419 mi2) de bosque, mientras que generarían solo 1035 MW. En otras palabras, sería necesario inundar 1 km2 para generar 1 MW: el doble del promedio para las represas brasileñas.
Además, zonas grandes de vegetación se pudrirían en el agua, lo que generaría preocupación por las emisiones de gases de efecto invernadero. Los científicos ahora comprenden que las represas tropicales contribuyen de manera significativa a la liberación de metano, un gas de efecto invernadero unas veinte veces más poderoso que el dióxido de carbono.
Quizás el impacto más grande lo sientan los cintas largas, quienes han sufrido en gran medida la llegada de forasteros a sus tierras. Su territorio se vería directamente impactado por la represa Inferninho en el río Roosevelt.
Estos indígenas se hicieron conocidos cuando siguieron a la legendaria expedición científica Roosevelt-Rondon sin hacer contacto con ellos. La expedición fue llevada a cabo entre 1913 y 1914 por Cândido Rondon, un oficial militar y explorador (reconocido por su apoyo de toda la vida a las comunidades indígenas), y por el expresidente de los Estados Unidos, Teddy Roosevelt y su hijo Kermit. Juntos trazaron la ruta que tomaron por el río hasta llegar a la Amazonía. La expedición casi desastrosa atrajo la atención de la prensa y hasta dio lugar al cambio de nombre del río, de Rio da Dúvida (Río de la Duda) a río Roosevel.
Si bien no ocurrieron incidentes violentos durante la expedición, los contactos posteriores de los indígenas con forasteros fueron mucho menos pacíficos. Años más tarde, los cintas largas participaron de una serie de contactos violentos con forasteros que ingresaron a sus tierras a extraer caucho, madera, oro o diamantes.
El incidente más infame ocurrió en la década del sesenta cuando una cantidad desconocida de cintas largas (tal vez más de tres mil) fue asesinada. Según Ulisses Capozzoli, quien trabajaba con los indígenas en aquel entonces, los terratenientes locales les dieron comida mezclada con arsénico, en colaboración con empleados del Servicio de Protección Indígena (SPI), precursor de la actual Funai (Fundación Nacional del Indio). “También sobrevolaban las aldeas y arrojaban juguetes contaminados con virus de la gripe, sarampión y varicela”, recuerda él. Se lo considera ampliamente uno de los peores incidentes de genocidio en la historia de contacto indígena en la Amazonía.
Hacia fines de siglo, los cintas largas comenzaron a extraer diamantes por su cuenta. En el 2004, asesinaron a 29 mineros no indígenas, quienes habían ingresado de forma ilegal a sus tierras para extraer diamantes. Las muertes provocaron un escándalo. Pasó un año de negociaciones hasta que las autoridades federales lograron que los indígenas aceptaran el cierre de la mina a cambio de un subsidio del Gobierno.
Sin embargo, con los diamantes aún en la tierra, parece poco probable que estos conflictos mineros hayan llegado a un final definitivo. Según la Compañía de Investigación de Recursos Minerales (CPRM) del Gobierno brasileño, la Reserva Indígena Roosevelt contiene una de las cinco reservas de diamantes más grandes del mundo.
Hoy en día, es ilegal explotar tierra indígena, pero eso podría cambiar. En 1996 el senador Romero Jucá, un miembro importante del grupo ruralista que, actualmente, controla la mitad de los votos en el Congreso, presentó un proyecto de ley (PL 160/1996) para permitir que empresas privadas explotaran tierras indígenas. Ese proyecto de ley, aprobado en aquel momento por el Senado, ha estado pudriéndose en la Cámara Baja desde entonces. Según información reciente, la medida ha subido escalones en la agenda política.
Si se aprueba el proyecto de ley, sin duda habrá una ola nueva de interés por parte de las empresas mineras en los diamantes ocultos bajo la Reserva Indígena Roosevelt. También parece lógico que la electricidad generada por la nueva represa Inferninho sobre el río Roosevelt fuera utilizada para dar energía a las minas nuevas en la zona. Todo esto abriría esta región remota a nuevos asentamientos, a medida que se construyan rutas y el tendido eléctrico de alta tensión.
Con Temer en el Gobierno y la Bancada Ruralista en el poder, todo podría alinearse rápidamente en la cuenca del Aripuanã para una nueva demanda de la industria y del Gobierno para beneficiarse de la riqueza mineral de la Amazonía y de su potencial hidroeléctrico. Los observadores temen que las cosas estén acomodándose para nuevos conflictos indígenas: con los organismos federales a cargo de asuntos indígenas y medioambientales afectados por duros recortes presupuestarios, y con las comunidades indígenas y sus adeptos (además de los ambientalistas), quienes están listos para oponer resistencia a grandes proyectos de infraestructura en esta región aislada de la Amazonía, rica en cultura y en biodiversidad.