- Felimare sechurana se distribuye entre Punta Illescas y Cabo Blanco
- Las babosas marinas cumplen un papel fundamental como controladores biológicos de corales, anémonas, hidrozoos y esponjas marinas.
Felimare sechurana. Ese es el nombre de la nueva especie de babosa marina que habita en la costa norte del Perú, específicamente entre Punta Illescas y Cabo Blanco, en Piura. El anuncio fue hecho en un estudio científico elaborado por investigadores de Alemania, Brasil, Estados Unidos y Perú, y publicado en el “Journal of Molluscan Studies”.
La historia de Felimare sechurana —que mide unos 5 centímetros— es singular. Fue descubierta por el biólogo peruano Yuri Hooker hace algunos años (1999), pero no fue hasta este 2017 que se confirmó que se trata de una nueva especie.
“Se le confundía con una especie del Golfo de California, México, que se le llamaba Felimare ghiselini. Por otro lado, también había en Norteamérica otra que es Felimare californiensis, distribuida de California, Estados Unidos, hasta el Golfo de California. En Perú se encontró una que también era muy parecida y se le incluyó como Felimare ghiselini, así estaba en la literatura”, cuenta Hooker, del laboratorio de Biología Marina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y uno de los autores del estudio “Taxonomía integradora del complejo de especies Felimare californiensis y F. ghiselini (Nudibranchia: Chromodorididae), con descripción de una nueva especie del Perú”, que reconoce finalmente a la Felimare sechurana.
El investigador indica que cuando encontró estas babosas marinas en Isla Foca —en cuyos alrededores está la mayor población de esta nueva especie— empezó a comparar sus patrones de coloración con las de Estados Unidos y Baja California, y encontró que los de la especie peruana tenían ciertas características que no coincidían con las del hemisferio norte.
“Una de las principales es que a lo largo del cuerpo, como bordeando todo el dorso, tiene como una línea de manchas blancas. Todas las tienen, más o menos claras, siendo un carácter de coloración estable, lo cual no tiene los especímenes de Centro y Norteamérica que he observado. Dado que en estos grupos la coloración suele ser un carácter importante para definir especies, estaba seguro que la nuestra era una especie nueva para la ciencia, aunque anatómicamente era difícil demostrarlo porque los elementos internos no eran tan diferente a otras especies”, cuenta Hooker a Mongabay Latam.
Análisis clave: es una nueva especie
Hooker explica que en las babosas marinas, a diferencia de otros animales acuáticos, no hay muchas partes o estructuras del cuerpo que se puedan contar o medir para identificar una especie. “La primera separación se hace por la coloración. Para la descripción de la especie hay que hacer un análisis de anatomía interna u órganos, pero a veces cuando son babosas que están muy emparentadas unas con otras, internamente las diferencias son mínimas. Esto ha llevado a muchos errores de identificación, uniéndose como una sola especie a todas las que se parecían o separándolas solo por algunas diferencias de coloración. Así muchas se mantuvieron en el tiempo. En la última década se empieza a utilizar una nueva herramienta, el análisis genético, muy útil para estudiar estas especies confusas llamadas en taxonomía, especies crípticas”, relata.
El equipo internacional de científicos comparó especímenes y los analizó anatómica y genéticamente. “En el análisis sale que nuestra especie es muy diferente a la de Norteamérica y resulta que las dos especies que están dadas para el hemisferio Norte son la misma, la ghiselini ya no existe, queda la primera descripción, que fue la californiensis”, cuenta Hooker. El biólogo añade que, como la distribución de la especie peruana coincide con la región ecológica del desierto de Sechura, se le bautizó como Felimare sechurana.
“Ahora existen en el Pacífico la californiensis y la sechurana”, resalta.
Papel fundamental
Yuri Hooker explica que las babosas marinas son caracoles pero no tienen concha, y añade que evolutivamente hay un grupo de caracoles que se especializan en comer animales tóxicos como anemonas, corales e hidrozoos, todos ellos venenosos.
Cuando estos caracoles comienzan a comer animales tóxicos, empiezan a hacerse resistentes a estas toxinas. “Luego, en millones de años empiezan a acumular estas toxinas o a transformarlas en toxinas nuevas, entonces si algún depredador se quería comer a las babosas, las escupía porque la carne es tóxica”. Es precisamente en ese camino evolutivo que la concha empieza a perder importancia para la protección en este grupo de caracoles y cada vez se va reduciendo más, indica Hooker.
“Los nudibranquios, que es el grupo más especializado al cual pertenece nuestra especie nueva, son animales que ya han perdido la concha y son muy venenosos, esa es la razón por la que tiene esos colores tan fuertes, tan llamativos, porque advierte con el color: oye, soy venenosa, no me comas”, indica el experto.
La labor de estas babosas marinas es muy importante. “Toda especie, animal o vegetal, necesita un controlador biológico, por ejemplo los corales, las anemonas, los hidrozoos. Estos organismos pueden llegar a cubrir una roca, compitiendo con otros organismos que necesitan del espacio, de la luz o los recursos que ahí crecen para alimentarse. Si no tienen un controlador biológico, las especies potencialmente invasivas van a crecer sin parar. Acá está la importancia de las babosas marinas, que se comen a estos organismos que nadie más se come porque son venenosos”, indica el biólogo.
Hooker dice que lo que ocurre con muchas babosas marinas es que su proceso evolutivo adaptado a comer un animal tóxico es tan especializado que si el alimento desaparece, la babosa marina muere de hambre porque está muy adaptada a comer ese organismo. “Si se come un pariente de otra especie puede morir envenenada porque no está adaptada a esa toxina, solo come una especie o un grupo de especies similares”.
Finalmente, Hooker indica que “Felimare sechurana aparentemente es endémica de la región marina peruana de Transición Tropical Templado, es decir, no vive en ningún lugar fuera de estos límites, un área donde hemos encontrado numerosas especies nuevas para la ciencia. Isla Foca se encuentra en el centro de esta peculiar región y hace ya más de siete años venimos buscando que esta isla sea conservada como un Área Marina Protegida por el Estado. Esta hermosa especie endémica es una razón más para que así sea, esperemos que prontamente”.
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