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La acción internacional es fundamental para parar el daño irreversible de las presas del Amazonas, según expertos

  • Un estudio, publicado en Nature y dirigido por Edgardo Latrubesse de la Universidad de Texas en Austin, fue más allá de los impactos locales de las presas individuales para evaluar los impactos cumulativos por toda la cuenca que las presas planeadas están trayendo a 19 importantes subcuencas del Amazonas.
  • El equipo desarrolló una nueva métrica: el Índice de Vulnerabilidad Ambiental del impacto de las Presas (DEVI, por sus siglas en inglés) que incluye evaluaciones de la integridad de la cuenca (vulnerabilidad al cambio en el uso de las tierras y erosión, etc.); las dinámicas fluviales (la influencia de los flujos de los sedimentos y las inundaciones estacionales); y el tramo del río afectado por las presas.
  • Se asignó una puntuación para cada subcuenca de hasta un máximo de 100, donde los valores más altos indicaban una mayor vulnerabilidad. Se encontró que las subcuencas del Madeira, Ucayali, Marañón y Tapajós eran las más amenazadas; todas tenían unos totales DEVI por encima de 60.
  • Los investigadores dicen que se necesita urgentemente una evaluación colectiva, cooperativa y llevada a cabo por varios países de las presas de la región del Amazonas y sus impactos cumulativos para tener una idea de la verdadera magnitud de la amenaza al Amazonas, así como de encontrar una solución.
Un valle de la selva tropical en el alto Amazonas. La vertiente de la cuenca del Amazonas se extiende a más de 6 millones de kilómetros cuadrados (más de 2,3 millones de millas cuadradas), pero su red de ríos que fluyen libremente se enfrenta al auge en la construcción de presas hidroeléctricas, con 428 presas construidas, planeadas o en proceso de construcción. Fotografía de Rhett A. Butler / Mongabay

La cuenca del Amazonas se enfrenta a una perturbación medioambiental irreversible a una escala enorme debido al desarrollo de las presas hidroeléctricas. Cientos de presas existentes o planeadas tanto en las tierras bajas del Amazonas como en la cabecera de los Andes ya están impactando, y seguirán afectando, la vías fluviales, las llanuras aluviales y el estuario con la alteración del sedimento y los flujos de nutrientes.

Este es el mensaje del nuevo estudio, publicado en Nature, que cuantificó los impactos de las presas en la hidrología y geografía de cada una de las principales 19 subcuencas del Amazonas.

El estudio, dirigido por Edgardo Latrubesse de la Universidad de Texas en Austin, intentaba ir más allá de trabajos anteriores, que, generalmente, se centraban en los impactos locales de las presas individuales. En cambio, su equipo desarrolló una nueva métrica: el Índice de Vulnerabilidad Ambiental del impacto de las Presas (DEVI, por sus siglas en inglés) para evaluar, por toda la cuenca, los posibles impactos cumulativos que traerían las presas planeadas.

La métrica DEVI incorpora evaluaciones de la integridad de la cuenca, incluida su vulnerabilidad al cambio en el uso de las tierras y la erosión; la dinámica fluvial, como la influencia de los flujos de sedimentos y las inundaciones estacionales; y el tramo de río que estaría afectado por las presas. Tomados juntos, estos factores permitieron a los investigadores dar una puntuación a cada subcuenca en una escala de 0 a 100, donde los valores más altos indican una mayor vulnerabilidad.

En total, el estudio representó los posibles impactos de 428 presas construidas o planeadas que generan más de un megavatio; 140 de estas ya están en fase de construcción u operativas. Cuatro subcuencas —Madeira, Ucayali, Marañón y Tapajós— tuvieron puntuaciones del DEVI superiores a 60, lo que indica una grave vulnerabilidad.

La presa del Tucuruí fue construida en la década de los 80. Ubicada en el río Tocantis en el estado de Pará, Brasil, es una de las más grandes del mundo. 428 presas del Amazonas están operativas, en fase de construcción o planeadas, todas con probables consecuencias para los bosques, la biodiversidad terrestre y acuática, y la población indígena y tradicional, e incluso los patrones de las precipitaciones. Muy pocos estudios han observado los impactos cumulativos de tantas presas. Fotografía cortesía de International Rivers on flickr

Lectura obligada para los responsables políticos

La investigación fue recibida como “emocionante y muy esperada” por Alexander Lees, de la Universidad Metropolitana de Manchester, Reino Unido. Lees, que ha estudiado los impactos de las presas en la biodiversidad de la región, pero no participó en este último estudio, dijo que “debería ser lectura obligatoria para cualquier persona involucrada en tomar decisiones políticas ambientales en la región del Amazonas”.

Sarah Bardeen, de International Rivers, dijo que el estudio “perfila las amenazas muy reales a las que se enfrenta la región y defiende, convincentemente, la necesidad urgente de una planificación para toda la cuenca”.

El río Madeira recibió la puntuación DEVI más alta bajo las condiciones existentes (77), que empeora (a 83) cuando los impactos proyectados de las presas planeadas se tienen en cuenta. La cuenca del Madeira puntuó muy alto en los tres componentes del índice, debido a sus afluentes andinos ricos en sedimentos (con el rendimiento de sedimentos más alto en la cuenca andino-amazónica), y debido al complejo hidroeléctrico del río Madeira, que abarca las inmensas presas de Santo Antônio y Jirau recientemente construidas. Este complejo interceptará el sedimento del 80 por ciento de la cuenca del Madeira.

Se han referido a los impactos que el desarrollo de presas llevaría a la cuenca del Tapajós como “una crisis en ciernes”, y el nuevo estudio lo corrobora. Con 90 presas planeadas, y 8 ya en curso, “el río Tapajós y todos sus principales afluentes serán embalsados”, escriben los científicos.

Las consecuencias de la perturbación de los flujos de sedimentos para la corriente del Amazona y sus llanuras aluviales asociadas tendrá “impactos importantes” en la dinámica y la ecología de la región. “Al año, se intercambian 500 millones de toneladas de sedimento entre el río Amazonas y su llanura aluvial”, dijo Latrubesse, que ha estudiado el Amazonas durante más de 20 años.

El nuevo estudio cuantificó los impactos de las presas actuales y futuras en las 19 subcuencas más importantes del Amazonas. Se encontró que cuatro —Madeira, Ucayali, Marañón y Tapajós— eran altamente vulnerables a los desarrollos de las presas, con “enormes perturbaciones hidrofísicas y bióticas” pronosticadas. Aquí, las subcuencas están codificadas por colores según sus niveles de vulnerabilidad a los tres índices, que fueron combinados para calcular su Índice de Vulnerabilidad Ambiental del impacto de las Presas (DEVI). Cuanto más alto es el valor, más vulnerable es la cuenca. La subcuenca del Madeira es la más amenazada (coloreada en rojo), mientras que las cuencas de Ucuyali, Marañón y Tapajós están seriamente amenazadas pero algo menos (coloreadas en naranja). Las cuencas con un riesgo más bajo están coloreadas de azul. Las presas están representadas por círculos (verde = existentes o en proceso de construcción; amarillo = planeadas), con el tamaño de cada circulo en correlación con el tamaño de la presa. Figura cortesía de E. Latrubesse

¿Por qué importa el sedimento?

“[L]os sedimentos son un factor clave”, explicó Latrubesse. “[L]levan nutrientes y alimentan los ecosistemas, construyen accidentes geográficos y contribuyen a las morfodinámicas fluviales al desencadenar los procesos de erosión y de depósito y la recuperación forestal”, que, en última instancia, incrementa la diversidad de los hábitats y las especies que se encuentran en el “mosaico de las llanuras aluviales”.

Los impactos adversos no acabarán ahí: los sedimentos del Amazonas descargados en el océano también juegan un papel en los ecosistemas marinos y costeros, incluidos los manglares y un arrecife de coral en el océano Atlántico recientemente descubierto. El penacho de agua del Amazonas —que Latrubesse describe que se extiende a un área de 1,3 millones de kilómetros cuadrados (más de 500 000 millas cuadradas), o el tamaño de Perú— también influye la temperatura del océano. Por lo tanto, los cambios en la descarga de sedimentos “tienen el potencial de desencadenar impactos climáticos a escala regional e incluso interhemisférica”, dijo.

Al producirse cambios físicos e hidrológicos, la diversidad de los hábitats que forman el ecosistema del Amazonas, y las especies que dependen de ellos, serán puestas en peligro. “[E]l actual régimen de construir presas resultará probablemente en la extinción de un sinfín de especies en este, el ecosistema de agua dulce más biodiverso del planeta”, dijo Lees.

Una tormenta sobre lo alto del río Amazonas. Según el estudio, el agua rica en sedimento será impactada fuertemente por las presas propuestas, al cambiar la hidrología y la geografía de la red fluvial del Amazonas. Además de los impactos hidrofísicos, las especies en peligro de extinción también están amenazadas por el desarrollo de las presas, ya que los hábitats son degradados y se pierden. El equipo del estudio sugiere que se necesita urgentemente una acción colectiva de las naciones del Amazonas para evaluar y planear para el desarrollo futuro, en la que tengan en cuenta todos los costes y beneficios asociados a la construcción de las presas. Fotografía de Rhett A. Butler / Mongabay

Latrubesse enfatizó la importancia de reconocer las conexiones entre los procesos físicos que configuran el río y la ecología y la diversidad que apoya el sistema fluvial. “Encontramos una fuerte correlación entre el DEVI y los posibles impactos en los ecosistemas acuáticos”, dijo.

“Todavía hay una necesidad urgente de cuantificar los impactos cumulativos sobre las especies… por toda la cuenca”, añadió Lees. “Parece absurdo que no exista tal estudio, pero para llegar a ese punto necesitamos tener totalmente descrita la biodiversidad de la cuenca”, que todavía está muy lejos.

“Necesitamos urgentemente que se hagan públicos los volúmenes de datos recogidos en las numerosas evaluaciones del impacto ambiental [para las presas individuales] para que los resultados puedan ser sintetizados y realizar un análisis de alcance total”, para evitar tantas extinciones como sea posible, concluyó Lees.

Los impactos de las presas en los territorios, los medios de subsistencia y los derechos de la población indígena y las comunidades tradicionales en la cuenca del Amazonas tampoco deberían ser pasados por alto, apuntó Bardeen. “Muchos de estos ríos son ríos indígenas en tierras indígenas, y el crecimiento desenfrenado ha tenido lugar sin su consentimiento”.

Latrubesse reconoció que las preocupaciones sociales eran “otro punto importante que tiene que ser considerado”, y dijo que el equipo de estudio estaba “convencido” de que el DEVI “enriquecerá la discusión sobre los aspectos socioeconómicos, especialmente los conflictos sociales en la cuenca”.

El pez gato gigante del Amazonas es una especial comercial valiosa, un superpredador, y posee el récord mundial por la migración más larga de un pez de agua dulce. Las presas ponen en peligro al pez gato del Amazonas y otras especies comercialmente valiosas, lo que amenaza a las economías locales y regionales, y los medios de subsistencia de las comunidades ribereñas indígenas y tradicionales. Fotografía cortesía del Centro de Investigación Ambiental de Columbia USGS

El camino a seguir es la gestión colectiva de toda la cuenca

Con siete de las diez megapresas más grandes todavía en el proceso de planificación, los científicos dicen que es necesaria la acción colectiva inmediata entre todas las naciones del Amazonas sobre todo porque las presas tendrán repercusiones que se extenderán cientos de millas río abajo.

El equipo señala a la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (ACTO, por sus siglas en inglés), que existe para promover el desarrollo sostenible, como un posible “catalizador para construir nuevas acciones, políticas y planes internacionales para la gestión del río”.

“Estamos promoviendo la generación de un plan para la gestión de la cuenca a través del uso de las capacidades institucionales y legales existentes”, dijo Latrubesse.

Los investigadores argumentan que se debería instituir estrategias participativas, eso incluye todos los sectores e involucra a científicos multidisciplinares, para evaluar el desarrollo futuro, mientras que nuevas unidades de conservación deberían de ser establecidas: “Estas unidades de conservación podrían ser explícitamente diseñadas para reconocer y proteger las vertientes, los canales principales, las llanuras aluviales y los servicios ecológicos, hidrológicos y geomorfológicos; y evaluar lugares de importante valor natural, cultural, escénico y económico para las comunidades locales”.

Los ecosistemas de agua dulce cubren un millón de kilómetros cuadrados de la cuenca del Amazonas. El movimiento del agua —y la materia, los nutrientes y los organismos que lleva— entre el nacimiento y océano, los ríos y la selva, y la tierra y la atmósfera es vital para la función del ecosistema; la conectividad hidrológica que permite este movimiento está bajo amenaza. Fotografía © NeiI Palmer/CIAT para CIFOR en Flickr bajo la licencia genérica Creative Commons Atribución-NoComercial-SinObraDerivada 2.0

Bardeen está de acuerdo en que la legislación debería ser mejorada, pero además, “entidades como la ONU también deberían considerar la creación de una iniciativa global para proteger los ríos”, comentó.

Bardeen también lanza una advertencia. “Apreciamos las recomendaciones para marcos legales transfronterizos para el desarrollo de las presas, pero es importante recordar dos cosas: primero, instituciones como ACTO, tradicionalmente, han sido muy burocráticas, y nunca se han comprometido de manera significativa con las comunidades afectadas, la población indígena y otros actores en la sociedad civil. Para ser eficaces, estas instituciones necesitarían mostrar y superar las prácticas arraigadas de ignorar los derechos de las comunidades locales”.

“Segundo, aunque los marcos legales transfronterizos son muy útiles, necesitarán ir de la mano de los esfuerzos anticorrupción”, dijo Bardeen que cita la corrupción expuesta por el escándalo de Lava Jato de Brasil, por ejemplo, como un propulsor clave detrás de la construcción de presas.

“La corrupción también ha llevado [a Brasil] a abandonar las energías renovables verdaderamente sostenibles, sobre todo, la energía solar, que haría innecesaria la construcción de nuevas presas en el Amazonas”, concluyó Bardeen. Latrubesse y sus coautores también defienden la adopción de energías alternativas.

La presa Belo Monte en fase de construcción en 2015. Belo Monte, la tercera presa más grande del planeta, ha visto importante una mortalidad de peces y el declive de las pesquerías desde su construcción, junto con importantes trastornos a las comunidades indígenas y tradicionales. Las grandes presas obstruyen el flujo de sedimentos y nutrientes desde la cabecera hasta las llanuras aluviales en las tierras bajas, interrumpen los ciclos naturales de inundaciones e impiden el movimiento animal y la migración a lo largo de los canales fluviales. Fotografía de Pascalg622 usada bajo la licencia Creative Commons Attribution 3.0 Unported license

Los daños generales de las presas

Los autores del estudio apuntan que el trastorno de los flujos de sedimentos y nutrientes relacionado con las presas no es la única fuente de daño ambiental y social. La naturaleza de riesgo de muchos proyectos de presas les motiva a superar significativamente el presupuesto y a sufrir de potencia eléctrica reducida debido a que el uso de la tierra y el cambio climático que alteran la hidrología reducen el caudal del río en las ubicaciones de la presas. Esto perjudica seriamente la viabilidad económica de las presas del Amazonas.

Las credenciales ecológicas de la energía hidroeléctrica también han sido revertidas por estudios que demuestran que las presas son contribuyentes netos a las emisiones de gases de efecto invernadero durante su vida. Otra investigación muestra que la biodiversidad la biodiversidad también sufre mucho por las presas del Amazonas, incluido el daño hecho a los bosques, a importantes pesquerías comerciales y a especies acuáticas migratorias como el bagre del Amazonas y los delfines de agua dulce. Todo ello pone en duda el valor de desarrollo continuado de la energía hidroeléctrica en la región.

Los científicos argumentan que medir todos los costes y beneficios en los que incurre la construcción de las presas requiere una mayor comprensión de los impactos en toda la cuenca, algo que esperan que la métrica DEVI ayude a hacer posible. Concluyen que si “las decisiones se toman dentro del contexto de una mayor comprensión del sistema fluvial en su conjunto, los muchos beneficios que los ríos proporcionan a los humanos y al medio ambiente podrían mantenerse”.

Citas:

Latrubesse, E. M., Arima, E. Y, Dunne, T. et al. (2017). Damming the rivers of the Amazon basin. Nature, 546: 363-369

Atardecer sobre el río Amazonas. Los servicios ecológicos y económicos proporcionados por los ríos y los arroyos de la cuenca del Amazonas son enormes, aunque nunca han sido totalmente enumerados —muchas especies de plantas y de animales todavía están por descubrir y describir por la ciencia—. La destrucción de esa biodiversidad y esos servicios por las presas podría hacer un daño incalculable a la cuenca del Amazonas, Suramérica e incluso al clima regional y global. Fotografía de Rhett A. Butler / Mongabay
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