- En 2016 este departamento de la Amazonía perdió 2752 hectáreas de bosque, un área similar a la extensión de la isla de San Andrés en Colombia.
- Un estudio de suelos elaborado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) indica que no hay una sola hectárea en Guainía con capacidad para soportar la agricultura o ganadería neta.
(Este artículo es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y Semana Sostenible de Colombia)
En el suroriente de Colombia, en un área limítrofe con Brasil y Venezuela, se ubica un territorio de más de siete millones de hectáreas, en el que se mezclan el espesor y la humedad de las selvas amazónicas con las sabanas y amaneceres llaneros.
Se trata de Guainía, lugar al que los indígenas conocen como la “tierra de muchos ríos”, un departamento gobernado hacia el sur por árboles maderables, ornamentales y frutales que alcanzan hasta los 30 metros de altura, y también por extensos pastos naturales y arbustos en el norte.
En sus tierras habitan especies como la flor de Inírida, una pequeña planta que adquiere colores blancos y rojizos en el invierno, y tonalidades amarillas durante el verano. También son conocidas las campinas o cantingas amazónicas que brotan de los suelos de arenas blancas, los igapos y varzeas de las tierras inundables, y las palmas chiqui chiqui, milpesillo y moriche.
Diez caudalosos ríos de aguas negras y blancas bañan a este departamento de la región amazónica colombiana, considerado como el quinto más extenso del país.
Pero estas bondades ambientales la han convertido también en víctima de la deforestación. Así lo ratifican los altos índices de pérdida de superficie boscosa registrados en los últimos años.
Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), en 2016 Guainía perdió 2752 hectáreas de bosque, un área similar a la extensión de la isla de San Andrés o del municipio antioqueño de Itagüí.
De los nueve corregimientos o municipios del departamento, el más afectado fue Inírida, su capital, con 1585 hectáreas deforestadas, seguida por Morichal con 293 ha, Barranco Mina con 257 ha, Paná-Paná con 228 ha, Mapiripana con 163 ha, Puerto Colombia con 115 ha, Cacahual con 65 ha, San Felipe con 37 ha y La Guadalupe con 2 ha.
Estas cifras convierten a Guainía en el décimo cuarto departamento con mayores índices de pérdida de bosque en el país. A nivel nacional, Guainía aportó el 1,5 % del total de la deforestación colombiana en 2016 (178 000 hectáreas). Sin embargo, los registros del IDEAM indican que existe una tendencia que va en ascenso. En el 2013 Guainía perdió 1863 hectáreas, en el 2014 la cifra alcanzó las 1300 ha, en el 2015 siguió subiendo y llegó a las 1340 ha y, según el último registro de 2016, la región amazónica perdió 2752 hectáreas. Es decir, el último año, la pérdida de cobertura boscosa guainiana fue más del doble. “En la Amazonía colombiana, el Ideam ha identificado que las principales causas de la deforestación son la praderización, la ganadería, los cultivos de uso ilícito y la expansión de la infraestructura vial. Sin embargo, en este momento la entidad no cuenta con estudios de causas y agentes de deforestación específicos para Guainía”, aseguró Ederson Cabrera, coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono.
Cabrera afirmó que el Ideam, a través del Sistema de Monitoreo, ha avanzado en la caracterización de la deforestación en los departamentos con mayores problemáticas, como Caquetá, Guaviare, Putumayo y el sur del Meta, tarea que iniciará en Guainía el próximo año.
“A comienzos de 2018 emprenderemos actividades de caracterización de las causas de deforestación en departamentos como Guainía, Vaupés y Amazonas, los cuales a pesar de tener altas coberturas de bosque natural, ya han registrado incrementos significativos (de pérdida de bosques) en los últimos años”, concluyó.
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Uso inadecuado del suelo
Guainía es uno de los territorios menos poblados del país. Solo cuenta con aproximadamente 43 000 habitantes, según la proyección del Departamento Nacional de Planeación basado en el censo de 2005, en su mayoría indígenas de grupos étnicos como los Curripacos, Puivanes, Piapocos y Sikuanis.
Pero este bajo índice poblacional no ha impedido que sus suelos y tierras sean usados inadecuadamente
El Estudio General del Suelos y Zonificación de Tierras del departamento, elaborado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), indica que no hay una sola hectárea con capacidad para soportar la agricultura o ganadería neta. Sin embargo, esta evaluación no ha sido tomada en cuenta.
En la actualidad, según el IGAC, 48 425 hectáreas han sido destinadas a las actividades agropecuarias: 40 542 para cultivos como cacao, plátano, yuca o maíz; y 7883 para ganado vacuno y porcino extensivo, principalmente en sitios como las riberas de los ríos Guaviare y el caño Guavirén, así como las zonas ubicadas entre Mapiripana y Amanavén.
El Director General del IGAC, Juan Antonio Nieto Escalante, informó que los suelos de Guainía son poco fértiles, superficiales, con texturas gruesas, ácidos y con altos contenidos de aluminio y humedad.
“Esta parte de la Amazonía no alberga terrenos con capacidad agropecuaria para abastecer las necesidades del departamento. Esto no indica que sea intocable, ya que alberga algunos terrenos aptos para los desarrollos forestales y agroforestales”.
En total 8570 hectáreas son tierras ideales para las actividades forestales. En estos espacios podrían desarrollarse, según los expertos, sistemas industriales que permitan la comercialización de productos del bosque como la madera o materias primas que pueden ser útiles para el negocio de las farmacéuticas y perfumería.
Pero también existen 9500 hectáreas que podrían destinarse al desarrollo de actividades silvopastoriles.
Germán Darío Álvarez, Subdirector de Agrología del IGAC, apuntó que el 96,7 % de Guainía (6,6 millones de hectáreas) presenta áreas para la conservación y protección ambiental.
“De este total, más de un millón hacen parte de la Reserva Nacional Natural Puinawai, creada en 1989. Los demás terrenos sin protección legal (5 millones de hectáreas), permiten una intervención antrópica controlada y sostenible, es decir, dirigida a actividades de investigación, ecoturismo, protección de la flora y fauna silvestre”, sugirió Álvarez.
El Subdirector del IGAC recalcó que la Amazonía en general sigue una ruta que la lleva hacia la pérdida de la biodiversidad, la destrucción ambiental, la alteración del ciclo hidrológico, la descompensación del dióxido de carbono y la degradación constante de los suelos.
“Esta ruptura del equilibrio de la naturaleza por parte de los frentes de colonización, la extracción de oro, la corrupción y la pobreza extrema, son los grandes responsables de que el verde amazónico empiece a perder su color”, concluyó.
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