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Represas en los Andes podrían amenazar la seguridad alimentaria de millones de personas en la cuenca amazónica

  • Se planean más de 275 proyectos hidroeléctricos para la cuenca amazónica, la mayoría de los cuales podría ser construido en los Andes, cuyos ríos aportan más del 90 por ciento de los sedimentos de la cuenca y más de la mitad de los nutrientes.
  • Una nueva investigación prevé enormes costos ambientales a causa de seis de estas represas, que en conjunto retendrán 900 millones de toneladas anuales de sedimento fluvial, lo que reducirá el abastecimiento de fósforo y nitrógeno y amenazará las poblaciones de peces y la calidad del suelo río abajo.
  • Está proyectado que los sedimentos que se acumulen aguas arriba de las represas liberen cada año 10 millones de toneladas de carbono, lo que contribuirá significativamente al calentamiento global y contaminaría con mercurio la aguas y la vida acuática que ellas albergan.
  • Debería reconsiderarse la construcción de estas represas para preservar la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas de la cuenca amazónica.
El río Marañón, en Perú, y lugar de la represa propuesta Pongo de Manseriche, la cual los investigadores afirman que sería tan catastróficamente perjudicial para el ambiente que no debería ser construida. Foto: Rocky Contos, bajo una licencia de CC BY-NC-SA 2.0.

Se ha programado un gran desarrollo hidroeléctrico en el Amazonas y sus tributarios, destinado a suministrar electricidad a los cuatrocientos millones de habitantes sudamericanos y a industrias de alto consumo de energía, como las mineras y de fundición. Sin embargo, grupos ecologistas y científicos han planteado serias preocupaciones en cuanto al enorme impacto de tales represas, construidas en uno de los ecosistemas más biodiversos y productivos del planeta.

En la actualidad, se han planificado más de doscientas setenta y cinco represas para la cuenca amazónica, la mayoría propuesta para la cordillera de los Andes, donde los escarpados desfiladeros permiten embalses profundos, pero, en un artículo publicado en PLoS ONE el pasado agosto, el grupo de expertos de Iniciativa Aguas Amazónicas predijo que estas represas andinas podrían ocasionar fuertes impactos ambientales aguas abajo, lo que afectaría a toda la cuenca amazónica y amenazaría los medios de subsistencia, la dieta y la salud de millones de personas.

El equipo internacional de investigación combinó datos históricos de los ríos amazónicos con modelos mecanicistas para predecir el impacto de seis megarrepresas actualmente propuestas o en desarrollo en los Andes: cuatro en Perú —la represa Pongo de Manseriche en el río Marañón; la Inambari en el río Inambari; la Tam 40, en el río Ucayali, y la Pongo de Aguirre, en el río Huallaga—, más dos en Bolivia —Agosto del Bala, en el río Beni, y Rositas, en el río Grande—.

En conjunto, estas seis represas tienen una capacidad de generación esperada mayor a diez gigavatios de electricidad. Las seis preocupan de manera especial porque son las más grandes y lejanas aguas abajo de todas las represas planeadas para los principales afluentes andinos.

Los científicos observaron los potenciales impactos arriba y abajo de las represas planificadas, “incluidas las reducciones de sedimentos y suministro de nutrientes río abajo, cambios en el pulso de la corrientes río abajo, cambios en los bancos de peces río abajo y río arriba, sedimentación de la reserva, emisiones de gases de efecto invernadero y contaminación con mercurio”.

Descubrieron que estas represas, de ser construidas, reducirán drásticamente el transporte de sedimentos por toda la cuenca amazónica, lo que pone en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas.

“Los impactos ambientales de estas seis represas son tan grandes, amplios y multidimensionales que la construcción de estas no puede ser justificada”, dijo el autor principal Bruce Forsberg, jefe de investigación del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía de Manaos.

Además, la construcción de las represas repercutirá inmediatamente en el medioambiente local, ya que inundará los bosques río arriba y reducirá de manera notable los niveles río abajo, desplazando las comunidades indígenas tradicionales.

Mapa de la cuenca amazónica en la que se muestran las ubicaciones de las seis represas propuestas. Fig. 1 en Forsberg et al. (2017), bajo una licencia de CC By 4.0.

Flujo de sedimentos

Aunque los altiplanos andinos de Perú y Bolivia ocupan solo el once por ciento del área total amazónica, ellos proveen el noventa y tres por ciento de los sedimentos suministrados a la cuenca. Estos sedimentos, de extrema importancia, transportan los nutrientes vitales para las plantas acuáticas y el plancton, ya que abastece al nivel inferior de la cadena alimentaria, además de fertilizar y reaprovisionar los suelos río abajo durante la temporada de inundaciones.

El equipo de investigación calculó que las seis represas nuevas retendrían cerca de novecientos millones de toneladas de sedimentación fluvial por año, lo que impediría que sea transportada a las llanuras aluviales de la cuenca y del delta del Amazonas.

“La reducción esperada de nutrientes y sedimentos más allá de las represas sería catastrófica para la vida silvestre de la región, así como para innumerables comunidades que dependen del río para sus necesidades agrícolas”, dijo Forsberg en una declaración.

La nueva investigación estimó que las represas planificadas le provocarían a la cuenca amazónica la pérdida del sesenta y cuatro por ciento del suministro total de sedimentos, además de una disminución del cincuenta y un por ciento de fósforo y del veintitrés por ciento de nitrógeno. Semejante déficit de nutrientes y sedimentos podría repercutir de manera significativa en los ecosistemas y comunidades humanas río abajo.

El fósforo nutre unas plantas acuáticas microscópicas llamadas fitoplancton, alimento principal del cuarenta por ciento de los peces capturados para la venta en la cuenca amazónica. El nitrógeno es un componente fundamental de los fertilizantes para granjas y huertas y el transporte del nitrógeno natural por el río Amazonas y sus tributarios es vital para la fertilidad del suelo de esta vasta región. Los investigadores dicen que las represas, por lo tanto, probablemente reduzcan las poblaciones de peces del delta y de la cuenca e incrementen la dependencia en fertilizantes químicos, dos situaciones que pondrán en riesgo la seguridad alimentaria.

Estas predicciones no son solo teóricas. En el caso de la represa Tucurui, en el río Tocantins (Brasil), se vinculó el reducido abastecimiento de nutrientes con el colapso de la pesca del bagre comercial mapará (Hypophthalmus spp.). Otras pescas en el río experimentaron hasta un setenta por ciento de merma en la productividad desde la construcción de la represa.

Bosque tropical montano en el parque nacional Cordillera Azul, cerca del río Ucayali. Bosques, biodiversidad y comunidades locales pueden ser gravemente afectadas por las megarrepresas debido a la inundación de los reservorios. Foto: A. Del Campo, CC BY 3.0

Entorpecer el pulso viviente de la Amazonía

Los sedimentos y nutrientes esenciales no solo serán bloqueados detrás de las represas, los nuevos embalses y diques controlarán y limitarán el flujo natural del río de la cuenca amazónica, lo que impedirá los regímenes anuales de inundación que mantienen una diversidad dinámica de los ecosistemas de los cursos de agua y a través de las llanuras aluviales de la cuenca amazónica.

Si bien los cambios estacionales de las precipitaciones en los Andes inundan en la actualidad la cuenca, el flujo de agua a través de las represas sería controlado cuidadosamente, lo que reduciría las enormes inundaciones vistas durante milenios y amenazaría los ecosistemas que son modulados por las temporadas húmedas y secas.

No se han publicado programas de administración de flujo para ninguna de las seis represas propuestas, por lo que Forsberg y colegas se basaron en la hidrodinámica registrada históricamente de las actuales represas Balbina y Tucurui para estimar las repercusiones en las llanuras aluviales. Estas enormes represas brasileñas reducen de manera sustancial la variación anual de los niveles de agua en las llanuras aluviales Uatumã y Tocantins y se pueden esperar impactos similares de las seis presas andinas propuestas.

De este modo, en las áreas río abajo que experimentaron con anterioridad inundaciones estacionales periódicas, los terrenos bajos pueden que sean inundados de manera permanente y las zonas altas que queden siempre secas. Esto podría incidir de forma drástica en la pesca comercial, lo que terminaría con la mezcla genética que ocurre cuando los arroyos amazónicos se desbordan y se fusionan en época de inundaciones, hecho que permite que los peces se reproduzcan. Estas poblaciones, por culpa de las represas, nunca van a tener la posibilidad de encontrarse y, de esta manera, se reduciría la diversidad y resiliencia genética.

Río peruano Madre de Dios, lugar para la represa propuesta Inambari. La represa es tan controversial que ha sido suspendida por el momento, aunque los planes para reactivarla siguen adelante. Foto: International Rivers, bajo una licencia de CC BY-NC-SA 2.0.

Aguas tóxicas

Las potenciales repercusiones negativas enumeradas en el estudio no se limitan a las comunidades humanas y ecosistemas río abajo —las represas propuestas ocasionarían consecuencias graves río arriba también—.

El nuevo reservorio ahoga la vegetación de las viejas riberas, lo que libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero cuando ella muere. Las plantas en descomposición dejan al agua sin oxígeno, lo que favorece el crecimiento de microbios que convierten el mercurio encontrado normalmente en el agua en metilmercurio, una sustancia tóxica que se acumula en los peces y otros organismos acuáticos y que, a la larga, termina llegando a los platos de los lugareños. Se sabe que las represas ya construidas en la Amazonía contienen niveles más altos de metilmercurio en los reservorios.

Los reservorios no solo producen metilmercurio de manera microbiológica, sino que también lo acumulan como residuo proveniente de las operaciones ilegales de extracción de oro. río arriba. La gravedad de este problema sanitario se hace evidente cuando se considera la enorme cantidad de pescado que consumen los habitantes de la cuenca amazónica, en una región donde el kilo de carne vacuna puede costar entre quince y veinte reales, mientras que el kilo de mapará, un pescado comercial popular, se vende a tan solo tres reales o se puede capturar de forma gratuita en el reservorio local o en el río.

El riesgo del metilmercurio se agrava por el hecho de que ingentes cantidades de nutrientes contenidos en los sedimentos atrapados detrás de las represas también pueden provocar el aumento de las poblaciones de peces, de modo que nuevas industrias pesqueras surgen con frecuencia en los reservorios ricos en nutrientes en los trópicos y cerca de ellos. Sin embargo, los pobladores locales a menudo desconocen el riesgo del metilmercurio y la bioacumulación en el cuerpo humano es lenta, por lo que las graves repercusiones en la salud a causa del envenenamiento con mercurio pueden no manifestarse durante años; después, es demasiado tarde.

La represa Tucurui, en el río brasileño Tocantins, donde se vinculó el reducido abastecimiento de nutrientes causado por la represa con el colapso de la pesca del bagre comercial mapará (Hypophthalmus spp.). Otras pescas en el río experimentaron hasta un 70 por ciento de merma en la productividad desde la construcción de la represa. Foto: International Rivers, bajo una licencia de CC BY-NC-SA 2.0.

Los reservorios emiten gases de efecto invernadero

Aunque los partidarios de las represas presentan con frecuencia a la hidroelectricidad como una fuente de energía limpia, se sabe ahora que produce niveles elevados de emisiones de gases de efecto invernadero. A escala mundial, los reservorios hidroeléctricos están asociados con el 1.3 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre. Los reservorios tropicales en particular emiten niveles muy altos debido a que la vegetación en descomposición y las aguas ricas en nutrientes estimulan la floración de las algas y alimentan los microbios productores de metano. El metano es unas veinticinco veces más potente que el carbono como gas de efecto invernadero.

Para cuatro de las represas propuestas de las que había información disponible, Forsberg y colegas estimaron emisiones diarias promedio de dos mil ochocientos noventa miligramos de carbono para los primeros treinta años de vida. De las represas evaluadas, la peor fue la Manseriche, en Perú, proyectada para liberar carbono a la atmósfera con tasas similares a la de una central termoeléctrica de petróleo.

“La investigación representa una llamada de atención ambiental para los constructores y los ecologistas para que trabajen en conjunto a través de las fronteras nacionales con el fin de encontrar soluciones que mitiguen la infraestructura y los potenciales impactos a gran escala, que eran impensados varias décadas atrás”, dijo Michael Goulding, principal científico acuático de la Wildlife Conservation Society y coautor de la investigación.

Los científicos señalaron que, a medida que se acumulan más pruebas con respecto a los efectos negativos de las represas sobre la gente, animales, plantas y atmósfera, las posturas hacia la energía hidroeléctrica parecen estar cambiando.

Ha sido intensa la oposición local a muchas de las represas andinas planeadas, y el trabajo en la represa Inambari se paralizó en 2011 debido a las protestas, aunque ha habido tentativas de reactivarlo desde entonces. En octubre del año pasado, el ministro de Energía y Minas de Perú, Gonzalo Tamayo, anunció que no estaba en su agenda actual la construcción de grandes centrales hidroeléctricas en la selva amazónica, pero ninguna represa ha sido descartada oficialmente y los planes para la construcción pueden reanudarse si el excedente energético de Perú se agota en la próxima década, como se prevé.

Protestas peruanas contra la represa Inambari. Foto: International Rivers, bajo una licencia de CC BY-NC-SA 2.0.

Fuentes de energía alternativas

Los investigadores afirmaron que diseños alternativos o la reubicación pueden mitigar los impactos de algunas de las seis represas propuestas, no de todas. Concluyen que la represa Manseriche sería tan perjudicial para el medioambiente que no debería avanzar de ninguna manera y que se debería buscar una fuente de energía alternativa.

“Cambiar a fuentes de energía alternativas como la solar y la eólica es ahora económicamente viable y causaría mucho menos daño”, comentó Forsberg.

La nueva investigación es solo una de las muchas que demuestran que los verdaderos costos económicos, sociales y ambientales de la energía hidroeléctrica en los nacimientos de los ríos andinos y en la cuenca amazónica pueden ser demasiado elevados, sin importar la enorme capacidad de generación de energía de tales proyectos.

Sin embargo, todavía no se sabe si los gobiernos latinoamericanos —que tienen una larga historia de apoyo a las megarrepresas amazónicas— estarán dispuestos a escuchar a los científicos y cambiar las prioridades de la hidroelectricidad a las fuentes de energía renovables.

Referencias:

Forsberg, B. R., Melack, J. M., Dunne, T., Barthem, R. B., Goulding, M., Paiva, R. C., … & Weisser, S. (2017). The potential impact of new Andean dams on Amazon fluvial ecosystems. PloS one, 12(8), e0182254.

Vegetación subacuática en el reservorio de la represa brasileña Balbina. Los reservorios tropicales emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero porque la vegetación en descomposición y las aguas ricas en nutrientes estimulan la floración de las algas y alimentan los microbios productores de metano. El metano es unas veinticinco veces más potente que el carbono como gas de efecto invernadero. Foto: Seabirds bajo la licencia de Creative Commons Atribución 3.0 licencia genérica
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