Por su belleza y por su vuelo, las aves han fascinado al ser humano a lo largo de la historia. De México a Argentina, de sus desiertos a sus bosques tropicales, nuestro continente goza de una impresionante biodiversidad. Las aves de Latinoamérica, sin embargo, también enfrentan serias amenazas por la pérdida de hábitat y el tráfico de animales exóticos, entre otras razones.
La primera especie descubierta en el 2018 fue una ave en el Perú, el Hormiguero de la Cordillera Azul. Por eso, quisimos recopilar aquí nuestras mejores historias de aves de Latinoamérica y la lucha de científicos y activistas por conservar a algunas de las especies más emblemáticas del continente.
Estas son algunas historias de conservación de emblemáticas aves de Latinoamérica.
Perú: al rescate del “picaflor más hermoso del mundo” en Amazonas

Tiene cuatro plumas que nacen de la parte trasera de su pequeño cuerpo, y dos de estas plumas terminan en dos raquetas de colores negro y azul metálico. Por su vistosidad se le conoce como “el picaflor más hermoso del mundo”, pero su nombre real es colibrí maravilloso o picaflor cola de espátula. Lee la historia aquí.
Colombia: el cóndor andino retorna a sus territorios ancestrales

Para los indígenas Arhuacos que habitan en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Caribe colombiano, el cóndor andino (Vultur gryphus) simboliza el espíritu guerrero de los ancestros… el guardián del aire, las montañas y los nevados. Cerca de un centenar de enormes pájaros negros conforman el grupo que sobrevuela ‘la montaña costera más alta del mundo’ como la describe la ciencia, o ‘el centro del universo… que regula la salud de la tierra’, como la conocen los nativos. Lee la historia aquí.
Bolivia: una reserva para proteger a la palkachupa

William Ferrufino recuerda que cuando era niño y vivía en el campo, en la comunidad de Atén, un pueblito en medio de un valle en el municipio de Apolo, departamento de La Paz, no conoció los juguetes, piñatas, ni fiestas de cumpleaños. En aquel entonces su travesura infantil preferida era escabullirse en el bosque a imitar el canto de las aves y el silbido de los monos. En medio de sus aventuras, un día, un ave esbelta, de unos 20 centímetros, con una combinación de plumas color amarillo brillante y negruzco denso, casi como estampadas, de cola larga bifurcada en forma de V similar a un par de tijeras, cautivó su atención. Desde entonces, su pasión por esta criatura fue tal que ya de adulto trabajó para conservarla, e incluso hoy imita su canto a la perfección. Lee la historia aquí.
Las diosas del viento: cómo un grupo de investigadores salvó a las águilas harpías de Venezuela

Lo llamaban Pancho; pero él ni sabía ni tampoco le hubiese importado su nuevo nombre. Escucho con atención, sin creer a mis oídos, mientras el científico venezolano Eduardo Álvarez-Cordero me cuenta su historia. El tal Pancho era una joven águila arpía, una increíble ave rapaz también conocida como águila real. Había nacido unos meses antes en el bosque de Imataca, Venezuela. Cuando Pancho recibió este apodo cariñoso, acababa de salir vivo de una tragedia: el árbol donde estaba su nido había sido cortado por un grupo de madereros que abrían camino para una carretera. Cuando los hombres vieron el nido ya era demasiado tarde. Y, entre los fragmentos de ramas y hojas, había un pequeño pájaro con ojos curiosos. Lee la historia aquí.
Papagayo de Guayaquil: ave emblema de la ciudad bajo amenaza por la destrucción de su hábitat

En Guayaquil, quien quiera ver al papagayo emblema de la ciudad solo tiene que pasar por una concurrida avenida del norte de la urbe. Allí está, con un porte de 12 metros, el imponente y pintoresco monumento al Papagayo de Guayaquil (Ara ambiguus guayaquilensis), estructurado con 70 000 piezas de cerámica. Es una obra que inauguró el alcalde Jaime Nebot el 8 de noviembre de 2006. Además de atraer turistas, su objetivo —en palabras del artista que lo trabajó, Juan Marcelo Sánchez— “también era proteger a las aves”. Lee la historia aquí.