- Este año, el Día Mundial de la Migración de Peces se celebró el 21 de abril y Bolivia fue la sede para Latinoamérica.
- En Sudamérica existen unas 6000 especies de peces y en Bolivia se han registrado más de 900, de las cuales al menos el 10 % son migratorias.
La vida de un pez migratorio está cada vez más llena de sorpresas y de amenazas. Estos peces son especies que deben recorrer miles de kilómetros y atravesar diversos países para cumplir su ciclo vital.
El sábalo (Prochilodus lineatus), por ejemplo, recorre todo el río Pilcomayo, desde los esteros de Argentina hasta la vertiente andina de Bolivia. El dorado de piel (Brachyplatystoma rousseauxii) migra desde la desembocadura del Amazonas, en el Atlántico, hasta la base andina de Bolivia y Perú.
“Algunos viajan de las partes bajas de los ríos hacia las zonas altas, otros van desde los ríos hacia los mares en busca del agua salada. Son peces que viajan centenares de kilómetros para reproducirse o alimentarse”, explica Pao Fernández Garrido, ingeniera de escalas para peces y coordinadora del Día Mundial de la Migración de los Peces (World Fish Migration Day).
¿Qué pasa cuando los peces encuentran sus rutas naturales interrumpidas por presas o contaminadas por la minería ilegal?
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El efecto de las hidroeléctricas
La sobrepesca, los depredadores, la infraestructura de las represas e hidroeléctricas y la contaminación figuran entre los problemas que deben enfrentar los peces migratorios en Bolivia y en todo el planeta.
Fabiana Méndez, directora ejecutiva del Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, explica que las grandes represas e hidroeléctricas impiden el desplazamiento normal de las especies migratorias, pues alteran sus rutas de migración, lo que implica que no tengan espacios para madurar, crecer y depositar sus huevos. Además, puede presentarse la fragmentación de la población puesto que una cantidad de esta población queda en un lado de la represa y otra parte sobrepasa la presa.
Por otro lado —continúa— el impacto sobre la estructura de las represas puede generar cambios en el suelo y en la vegetación al haber más agua en un sector del río y menos al otro lado. “El pez dorado, llamado dorado de piel (Brachyplatystoma flavicans) está como bloqueado en el Chapare, en Bolivia, y se puede presentar una especiación —proceso por el cual una población de una determinada especie da lugar a dos o más especies diferentes— o su extinción debido a la gran represa de San Antonio, en Brasil”. Otro impacto negativo de estas estructuras —comenta— se relaciona con la baja sobrevivencia de los alevinos, es decir, los peces pequeños, recién nacidos.
Pao Fernández Garrido, ingeniera de escalas para peces y coordinadora del Día Mundial de la Migración de Peces explica que cuando se instala una presa en un río se modifica su caudal, pues el agua llega con diferente temperatura y menos nutrientes, ya que los sedimentos quedan atrapados en la zona alta del río. Otro problema es que la energía del agua termina por erosionar el cauce y romperlo.
Fernández, también experta en demolición de presas y restauración de ríos, coincide con Méndez en que la fauna de los ríos no puede migrar cuando se colocan presas o hidroeléctricas en su camino, y aquellos peces migratorios que necesitan desplazarse para cumplir su ciclo de vida mueren en este intento. “Las especies que necesitan poner sus huevos río arriba, si los deja en la zona baja, simplemente mueren por las condiciones del agua que es muy cálida y poco oxigenada en ese sector del río”, comenta.
Asimismo, comenta que esta situación termina con la extinción de la especie. “Es lo que ha pasado en España, por ejemplo, que el siglo pasado se extinguió el sábalo; la anguila está a punto de desaparecer y la población de trucha está en declive”, comenta la experta en peces quien además señala que en Europa el número de presas sobrepasa el millón y que ya se han demolido por lo menos 4500 obstáculos en sus ríos.
La coordinadora del Día Mundial de la Migración de Peces menciona que una gran diferencia entre los ríos europeos y los latinoamericanos es la gran biodiversidad que existen en estos últimos. “Sudamérica tiene ríos muy productivos y el daño puede ser peor. Además, aquí existen poblaciones cuya economía y alimentación dependen de estas especies”. Por ello, sugiere que para construir una presa o una hidroeléctrica se deben hacer estudios con una proyección de por lo menos 50 años, pues lo efectos de estas infraestructuras no se perciben pronto, sino muchos años después.
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La explotación minera como amenaza
La directora del Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia menciona también que otro problema serio para los peces migratorios es la explotación minera en la Amazonía por la contaminación que ocasiona. “En Bolivia como en otros países amazónicos se busca mucho oro en los ríos, muchas veces de manera ilegal y sin las condiciones de seguridad ambiental que se requieren. Debemos de tomar conciencia de la importancia de contar con ríos saludables, para tener poblaciones de peces con un ambiente óptimo y seguro, que implica beneficios para nosotros, que los consumimos”, explica Méndez. Considera también que la sobrepesca es otro problema.
Al respecto, Sofía Romero Sánchez, de la comunidad de Tunte’y dijo a Mongabay Latam que los sábalos están desapareciendo del río Pilcomayo, que cruza la comunidad. “Cuando era niña había multitud de sábalos, pero ahora el río se está secando, el río es muy delicado y nos están secando los sábalos”.
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La importancia de los peces migratorios
Un total de 552 eventos en 63 países del mundo se realizaron durante el Día Mundial de la Migración de los Peces, una celebración bianual creada en el año 2014 y coordinada por la World Fish Migration Foundation (WFMF), que tiene la intención de que se tome conciencia sobre la importancia de los ríos saludables y los peces migratorios.
“La gente tiene que acercarse a la biodiversidad, tomar conciencia que el pez que llega a tu plato ha hecho un viaje enorme y que los huevos que ha dejado en los ríos deben de sobrevivir”, dice Fabiana Méndez Raya, directora ejecutiva del Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, que este año se convirtió en el país responsable y organizador de las celebraciones y actividades en Latinoamérica por el Día Mundial de la Migración de Peces 2018.
En Sudamérica existen unas 6000 especies de peces y en Bolivia se han registrado más de 900, de las cuales al menos el 10 % son migratorias. Varias especies como los sábalos del Pilcomayo y del Amazonas, el pacú, el dorado de escama o los surubíes, realizan desplazamiento de centenares de kilómetros entre sus zonas de alimentación y crecimiento, en las partes bajas de la Amazonía y el Chaco, hasta sus áreas de reproducción en la base de los Andes. Algunas especies, como los grandes bagres (dorado de piel, pirahiba), se encuentran entre las especies que realizan las migraciones de mayor extensión, cerca de 9000 km en un viaje de ida y vuelta entre la desembocadura del Amazonas en el Atlántico y la base de los Andes en Bolivia, Perú y Ecuador, señalan los especialistas del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).
Soraya Barrera, ictióloga de este museo, explica que existen alrededor de 100 especies migratorios en Bolivia y que los más representativos son el sábalo (Prochilodus lineatus), el dorado de escama (Salminus brasiliensis), el dorado de piel, los surubíes (Pseudoplatystoma), el pacu (Colossoma macropomum) y los bagres, especies que además son muy comerciales y apetecidos en los mercados de las ciudades. Agrega que muchos de ellos se encuentran como vulnerables en el Libro rojo de la fauna de vertebrados de Bolivia.
Los peces migratorios cumplen un rol fundamental en los ecosistemas como modeladores de las redes alimenticias o por el desplazamiento de biomasa entre diferentes regiones. Además, pueden considerarse indicadores de la buena calidad de agua en los ríos. Se sabe que algunas especies como el pacú, son dispersoras de semillas, por lo que ayudan a la regeneración de los bosques.