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El legado del oro negro
Ecuador es el país de la cuenca amazónica con la mayor cantidad de bloques petroleros superpuestos sobre territorio de pueblos indígenas, según señala el informe Amazonía Bajo Presión de EcoCiencia y la RAISG. Aproximadamente un 68 %. Mientras que “los territorios Cofán, Siona y Secoya (Siekopai), porcentualmente son los que más presión tienen sobre su territorio, con el 100 % de la superficie de bloques petroleros en sus territorios bajo explotación”, señala. Esto sin mencionar la afectación que padecieron desde los años 70 con la era Texaco. Incluso varios integrantes de estas nacionalidades impulsaron un juicio en contra de la petrolera, que se fusionó con Chevron. La acusaron de derramar 71 millones de litros de residuos de petróleo y 64 millones de litros de crudo durante 26 años de operación en Sucumbíos y Orellana. Un litigio interminable que inició a comienzos de los 90 en Nueva York, que pasó a la Corte de Lago Agrio en Sucumbíos diez años después y que obtuvo una sentencia favorable en 2011 que obligaba a la empresa a pagar 9500 millones de dólares destinados a la reparación ambiental y social. Pero a falta de activos en Ecuador, los abogados de los afectados han interpuesto sin éxito demandas en países donde siguen operando como Argentina, Brasil y Canadá, para tratar de ejecutar el fallo.
Pero lo cierto es que han pasado más de dos décadas desde que Texaco dejó el país y los afectados han quedado “esperanzados en un juicio que nunca llegó a aterrizar la sentencia”, según menciona Adolfo Maldonado, de la organización Clínicas Ambientales, en un cortometraje que muestra el resultado de un estudio sobre las personas que conviven con pasivos ambientales en Sucumbíos y Orellana.
Maldonado explica que el trabajo se hizo a pedido de la Unión de Afectados por las Operaciones de Texaco (UDAPT) y contó con el apoyo de la organización suiza Central Sanitaria de Romana. Se encuestó familias colonas, que son las que viven más próximas a los pasivos ambientales, pero también a indígenas siekopais, sionas y cofanes. Entre las 1579 familias encuestadas, encontraron 479 personas que padecían de cáncer en 384 familias (24.3 %), es decir, que en una de cada cuatro familias hay al menos un enfermo de cáncer. Además hubo 65 familias donde se encontraron dos personas con cáncer y en 15 familias, se identificaron a tres miembros con este padecimiento. El tipo de cáncer más común identificado entre los colonos: útero, estómago, pulmón y mama. Mientras que en el caso de los pueblos encontraron cáncer de estómago, pulmón, útero, colon y piel.
El estudio también encontró que el 82 % de las familias dijo tener el agua contaminada. Pero el petroleo no es el único problema que en la actualidad enfrentan pueblos indígenas del norte de la Amazonía, como el Siekoapi. “Ahora la problemática más grande es la palma africana, que usa químicos que luego van a río Shushufindi”, comenta Jimmy Piguaje, un joven siekopai de 27 años y habitante de la comunidad Secoya Remolino. No sabe lo que es vivir como sus ancestros. Cuenta que hace mucho que su pueblo se convirtió en “una minoría étnica en Ecuador”, como él mismo se define, y su territorio quedó acorralado por petroleras y palmicultoras, en los años más recientes. Pero sabe por relatos de ancianos como Javier Piguaje, de la comunidad Waiya, que la contaminación comenzó a llegar en forma de derrames directos de petróleo sobre sus ríos y territorios, que les trajo muerte, escasez de alimentos y agua insalubre. El petróleo también les trajo divisiones internas, peleas, alcoholismo, drogadicción y prostitución, según menciona.