- Los waoranis que viven cerca al bloque petrolero 22, en la Amazonía ecuatoriana, mapean su riqueza cultural y biológica para demostrarle al gobierno que vale la pena conservar sus bosques.
- Las cámaras trampa que han instalado en su territorio, en un espacio que bordea las 180 000 hectáreas, muestran una vida silvestre muy especial. Jaguares, tigrillos y perros de monte son algunas de las especies que han podido registrar en su hábitat natural.
Tras navegar veinte minutos en canoa por el río Curaray, descender en un pantano y sacudir el lodo de nuestras botas, continuamos la caminata hacia una cascada enclavada en la provincia de Pastaza, centro de la Amazonía ecuatoriana y territorio Waorani. Estamos en selva virgen.
Memo, uno los waoranis que nos acompañan en este recorrido, extrae una hoja alargada, la coloca debajo de su lengua y la utiliza como si fuera un silbato para emitir un sonido agudo y demostrarnos que es así como atraen a las aves en jornadas de cacería. Luego, se amarra un bejuco alrededor de los tobillos, y en un abrir y cerrar de ojos ya está en la copa de un árbol de veinticinco metros de alto.