El tráfico de vida silvestre en la Moskitia podría estar generando ingresos entre los 15 000 y 20 000 dólares mensuales, según fuentes del Ministerio Público consultadas para este reportaje.Una guara roja se vende en el mercado ilegal a 1000 dólares pero por una guara verde los compradores pueden llegar a pagar hasta 3000.La Fiscalía del Medio Ambiente identificó como una de las rutas más rentables la que empieza en la comunidad de Caukira, continúa por la Ceiba y las Islas de la Bahía, y termina en Jamaica. (Este artículo es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y Contracorriente de Honduras) Anaida Panting golpea las ollas con arroz que preparó para las guacamayas rojas. A las 4 en punto de la tarde decenas de Ara macao (nombre científico del ave nacional hondureña) descienden volando de entre los pinos atendiendo al llamado de esta mujer miskita que lleva tantos años cuidando los animales de su entorno que ya ni los puede contar. Tuvieron que pasar 18 años para que la conservación de la vida silvestre se insertara en las comunidades de Mabita y Rus Rus en el departamento de Gracias a Dios, dos comunidades remotas donde existen defensores que nadie conoce. La Moskitia no solo está integrado por el departamento de Gracias a Dios, el último, contiguo a Nicaragua, también comprende tres reservas naturales que atraviesan las tierras de los tawahka asentados en Olancho y de los miskitos que llegan hasta el límite con Nicaragua. La Reserva del Hombre y la Biósfera de Río Plátano fueron nombradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y arqueológicamente cuentan con vestigios importantes como la Ciudad Blanca. Pero sobre todo, la moskitia hondureña es un territorio inhóspito donde las instituciones del Estado, todas, las de seguridad, las de justicia, las administrativas, todas, dicen lo mismo que Marleny Zelaya del Instituto de Conservación Forestal (ICF): “no tenemos logística para cubrir los grandes problemas que hay aquí”. Las historias de narcotráfico y el drama de los buzos que terminan lisiados por la pesca de langosta son las historias que más resuenan en el exterior, pero los problemas en La Moskitia son tan variados y drásticos como sus paisajes y sus cambios de clima. La comunidad de Mabita queda a más de 200 km de Puerto Lempira, la capital departamental de Gracias a Dios, muy cerca de la frontera con Nicaragua. Antes de llegar a esta comunidad se pueden visualizar llanos, bosques de pino, bosques húmedos, y un par de ríos atravesados por puentes en muy mal estado, podridos, abandonados. A mitad de camino nos topamos con un retén militar en medio de la nada, jovencitos miskitos con uniformes moteados que pertenecen al Quinto Batallón de Infantería. Las misiones militares en esta zona llegaron para desarticular bandas criminales del narcotráfico y ahora también vigilan el tráfico de madera y de vida silvestre.