- Pese a que bosques contribuyen a enfrentar pobreza, satisfacer energía y asegurar alimentación, miles de hectáreas de cobertura boscosa se siguen perdiendo en el planeta.
- Alrededor de ocho millones de personas en extrema pobreza en América Latina viven en los bosques.
Que los bosques brindan una gran cantidad de beneficios es indudable. Son fuente de alimentos, de medicinas y de combustible; ayudan en la respuesta al cambio climático; protegen los suelos y el agua; y albergan más de tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre del planeta, entre otros productos y servicios que ofrecen al mundo según indica el informe El estado de los bosques del mundo 2018, presentado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Pese a estos beneficios, los bosques del planeta siguen disminuyendo. De acuerdo al estudio, se calcula que la superficie forestal del planeta se redujo de 31,6 % en 1990, al 30,6 % en 2015.
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El panorama latinoamericano
Una de las regiones donde la deforestación avanza es América Latina. “Estamos dentro de las regiones, junto con África subsahariana y Asia sudoriental, que más deforestación presentan. En contraste, hay otras regiones, como América del norte y Europa que están cambiando esta tendencia”, señala Héctor Cisneros, coordinador del Programa Forestal de FAO en Perú.
Cisneros señala que en países como Perú el cambio de uso de suelo, y la idea de que la Amazonía puede convertirse en territorio de agricultura a gran escala siguen ocasionando la pérdida de bosques.
Por otro lado, para Jorge Rivas, gerente del Programa de Bosques y Agua Dulce de WWF Ecuador, en América Latina existen esfuerzos importantes en la conservación de bosques, pero también hay retrocesos. Mientras en Brasil, por ejemplo, se han presentado leyes que protegen los bosques; en Perú, la palma aceitera sigue promoviendo la deforestación de bosques primario.
Sin embargo, Rivas manifiesta que hay un aspecto en el que América Latina sí ha mostrado un notable avance en comparación con Asia y África: la gobernanza sobre los bosques. “Tenemos una sociedad civil más organizada, y gobiernos que están haciendo esfuerzos. En Ecuador, Colombia y Perú los pueblos indígenas son aliados importantes en la protección de los bosques”.
José Luis Capella, de SPDA, comenta que los bosques tropicales poseen una gran biodiversidad llena de especies endémicas que brindan más servicios ecosistémicos, en los que se puede hacer ecoturismo y proyectos no maderables. “Hay una tendencia, impulsada por FAO para dar más valor al manejo de los bosques a escala comunitaria. Durante décadas se priorizó a las grandes empresas que intervienen el bosque enfocadas en la rentabilidad. Ahora, el Perú y otros países de Latinoamérica se están alineando para pensar más allá de las grandes empresas. Eso es manejo forestal comunitario”, puntualizó.
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El valor de los bosques
La presión que existe sobre los bosques es inmensa y se relaciona con la demanda mundial de alimentos. La deforestación es causada principalmente por la conversión de la tierra forestal en zonas de agricultura y ganadería. Se prevé que la población de todo el planeta llegará a 10 000 millones en 2050, por tanto, la necesidad de alimentos crecería hasta en un 50 %, ejerciendo mayor presión sobre la tierra productiva; en particular en los países en desarrollo.
Se estima —además— que alrededor de 250 millones de personas (40 % de la población mundial) en situación de extrema pobreza vive en zonas boscosas o de sabana. De esta cifra, el 63 % radica en África, el 34 % en Asia y solo el 3 %, alrededor de ocho millones, vive en América Latina. Esto se debe —dice el informe— a que en América Latina las tasas de pobreza son mucho más bajas que en las otras dos regiones.
No obstante, estos ecosistemas proporcionan a las familias rurales el 20 % de sus ingresos económicos o de cobertura de sus necesidades de subsistencia.
“Hay regiones en la Amazonía peruana con un porcentaje mucho mayor. Por ejemplo, en ciertas zonas de Madre de Dios, por lo menos el 50 % de las personas de las zonas rurales depende de la castaña”, dice José Luis Capella, director del Programa de Bosques y Servicios Ecosistémicos de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
Capella agrega que en Perú existen comunidades que se dedican a la actividad forestal y que buena parte de su canasta mensual depende de los bosques. “Los datos que presenta la FAO son importantes para promover políticas públicas consistentes con la conservación de estos bosques”.
El informe también señala que la tercera parte de la población mundial, unos 2400 millones de personas, utilizan la madera para satisfacer servicios energéticos básicos, como cocinar, hervir agua y calentar sus hogares. Un 16 % corresponde a América Latina.
El especialista de la SPDA considera que en Perú, por ejemplo, el uso de madera como leña está causando la depredación de algunas zonas, como los bosques secos. “Los estamos depredando porque es fuente de combustible tanto para quienes viven ahí como para la cocina en las ciudades de algunos platos nacionales como el pollo a la brasa. El porcentaje de energía proveniente del bosque. En algunos casos es importante; y, en otros, preocupante”.
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La gestión comunal de los bosques
Según el estudio de FAO, 1500 millones de personas en el mundo, que pertenecen a grupos de población local e indígena, tienen derechos garantizados sobre los recursos forestales gracias a la tenencia comunitaria de los bosques.
La gestión forestal comunitaria que se ha desarrollado en Nepal —dice el informe— ha sido adoptada por otros países, principalmente en Asia y América Latina. La posibilidad de que la población local con conocimientos tradicionales pueda influir en la toma de decisiones sobre la tierra reporta importantes beneficios y es más probable que las personas adopten un enfoque a más largo plazo de la gestión forestal, porque son conscientes que ellos o sus sucesores se beneficiarán de esta práctica, precisa el informe.
El estudio presente hace una breve reseña de la situación de la gestión comunal de los bosques en distintos países. En Bolivia, refiere que los bosques cubren el 50,6 % de su superficie, un porcentaje que —según el informe— el gobierno quiere mantener estable mediante estrategias de reducción de las emisiones por deforestación y degradación forestal (REDD+), el respeto del derecho sobre la tierra de los pueblos indígenas y la asignación de tierras agrícolas, así como políticas de redistribución.
En Guatemala, la mitad de sus habitantes vive en zonas rurales. Sus bosques cubren el 33 % de su superficie y el 70 % de la tierra forestal se encuentra bajo algún tipo de protección.
En este país centroamericano, las empresas forestales comunitarias, con el apoyo de organizaciones civiles, donantes y organismos gubernamentales, gestionan más de 420 000 hectáreas de tierras situadas dentro de la Reserva de la Biosfera Maya.
Mientras tanto, en México, las reformas constitucionales de 1992 reconocieron oficialmente el derecho de las comunidades sobre sus bosques. Desde 1997, el Estado puso en marcha un programa para ayudarlas a crear empresas forestales. Actualmente, más de 2300 comunidades gestionan sus bosques para la extracción de madera.
En el informe también se hace referencia al caso de Costa Rica, donde los bosques están generando ingresos a partir del turismo. De acuerdo con la Oficina de Turismo de Costa Rica, el país recibió a 2.9 millones de visitantes en 2016 y el 66 % de ellos declaró que el ecoturismo era uno de sus principales motivos para viajar al país.
Jorge Rivas, de WWF Ecuador, señala que en América Latina existe mayor gestión de los bosques por parte de las comunidades, en comparación con otras regiones del planeta. “Los pueblos indígenas hacen alianzas para la conservación de bosques. Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia conocen cómo organizarse y reclamar por sus derechos ambientales, a diferencia de África, donde este tipo de actividades son escasas”.