El corredor del Río Negro es clave para este proyecto, pues alberga una muestra representativa de un sistema ribereño remoto y prístino de la Amazonía boliviana. Delfines rosados (Inia boliviensis) —especie endémica de Bolivia—, caimanes negros (Melanosuchus niger), osos hormigueros gigantes (Myrmecophaga tridactyla), diferentes especies de parabas y monos, además del majestuoso jaguar (Panthera onca), componen la fauna de este ecosistema amazónico. Estas son algunas de las particularidades que impulsaron a los propietarios de la estancia a comprometerse en la preservación de los bosques aledaños para mantener en estado saludable la vida silvestre.

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¿Es posible combinar el ecoturismo con la ganadería?

 

La ganadería es la actividad que mueve la economía del Beni. Este departamento tiene una larga historia como productor y exportador de carne vacuna del país, y  su aporte a la economía boliviana es significativo.

También, por tradición y cultura local, la ganadería en el Beni siempre ha estado asociada a la cacería de fauna silvestre en los alrededores de algunas estancias ganaderas. Un hecho motivado por el consumo local de carne de monte y de subproductos derivados de la fauna silvestre. Esta situación, acompañada de las quemas y la habilitación de nuevas áreas de pastura para el ganado, hacen que esta actividad tenga un impacto considerable en las diferentes especies de la biodiversidad.

Marco Antonio Greminger, zootecnista y responsable del proyecto de apoyo a la protección de la fauna silvestre de la Gobernación del Beni, confirma que la cacería es un problema en el departamento y que esta suele ser promovida por algunos propietarios, cuando traen invitados a sus estancias para cazar. Luego estas personas regresan por su cuenta y realizan una caza indiscriminada.

“Nosotros queremos pedirles a los ganaderos que no introduzcan gente ajena a lo que es su propiedad. Y que comiencen también a proteger los animales silvestres que habitan allí dentro, porque eso también es la alimentación de los felinos como el jaguar. Y los jaguares comienzan a comerse el ganado vacuno porque no tienen su alimentación que están acostumbrados a encontrar en el bosque’’, indicó Greminger.

 

 

El 2016 fue uno de los años más duros para Greminger y su equipo. En coordinación con  la Red de Control y Protección de la Biodiversidad decomisaron 14 000 productos y subproductos de la vida silvestre, incluidos algunos animales vivos. Una cifra récord para el departamento del Beni.

Pero Greminger es un optimista y está convencido de que las campañas de educación, así como la socialización de las leyes relativas al control y protección de la fauna silvestre están cambiando la mentalidad de los benianos. “Antes había grupos de cazadores por todos lados y cada fin de semana en cada tranca (puesto de control) había personas con ropa camuflada saliendo a cazar. Hoy en día eso ha disminuido’’,  comenta Greminger para Mongabay Latam.

Marco Antonio Greminger muestra algunos de los subproductos de vida silvestre que fueron decomisados por su institución en diferentes operativos. Foto: Eduardo Franco Berton
Marco Antonio Greminger muestra algunos de los subproductos de vida silvestre que fueron decomisados por su institución en diferentes operativos. Foto: Eduardo Franco Berton

Un ejemplo de este cambio de mentalidad es Hairo Reynaldo Toledo, un joven beniano de 25 años que desde pequeño acompañaba a sus abuelos a realizar trabajos a una lechería que tenían en el campo. “A mí me encantaba la cacería, porque es una adrenalina única que sentía. Pero luego que experimenté el ecoturismo en San Carlos, he decidido cambiar mi arma por una cámara fotográfica. Ahora pienso que es mucho mejor experimentar la emoción de encontrarse con un animal vivo’’, narra Hairo, quien hoy es uno de los guías de ecoturismo en la estancia San Carlos.

Pero la posibilidad de avistar animales silvestres en áreas ganaderas como San Carlos no se lograría sin la aplicación de estrictas políticas de regulación de la cacería, algo que permite que la fauna exista en abundancia. Según Luis Alberto Pérez, uno de los responsables del proyecto San Carlos Wildlife Eco Reserve, para que esto sea posible se ha prohibido el ingreso de cazadores a la estancia y sus alrededores. No dejamos entrar lagarteros, que viven de chalequear (matar) lagartos. Tampoco dejamos entrar a cazadores, entonces hay harto puerco tropero, lagartos y muchos otros animales silvestres’’, explica Luis.

Otra de las políticas que tiene la estancia es la conservación de los bosques e islas de bosques que existen en la propiedad, lo que permite que allí habiten diferentes especies de vida silvestre. Gracias a estos compromisos de conservación es que existen especies en abundancia, entre las que se encuentran también las presas naturales de los grandes felinos como el jaguar. Un hecho que, según Luis Pérez, ha incrementado la probabilidad de avistamiento de estos felinos, uno de los atractivos que ofrece San Carlos a sus visitantes.

Esto permite la llegada de turistas nacionales y extranjeros. Los ingresos que estos visitantes generan son destinados a compensar las pérdidas económicas por los ataques de grandes felinos, como los pumas o jaguares, al ganado. El conflicto felino-ganadero es muy frecuente en los estancias de Bolivia y la mayoría de las veces se soluciona simplemente matando al felino. Pero San Carlos es la primera estancia en el Beni que utiliza el ecoturismo de vida silvestre como un aliado para mitigar este conflicto.

 

 

Para Bruno Bemes, un ganadero beniano de cuarta generación, quien además cree en la conservación de la naturaleza, las iniciativas de ecoturismo como la de San Carlos pueden ser una realidad en el departamento del Beni. Es un tema de crear conciencia y de hacerle entender al ganadero que puede compensar o superar las pérdidas que le produce el jaguar, y que este puede llegar a ser una ventaja en vez de una desventaja’’, expresa Bemes.

Bemes cree también que debido a los grandes desmontes que se han realizado en el departamento, los felinos han ido invadiendo las pampas que ocupan los ganaderos para criar su ganado. “Si uno anda un poco el campo se da cuenta que la comida principal del jaguar no es el ganado. Yo me he topado casos donde uno ve dos, tres, cuatro lagartos juntos, que han sido cazados por el jaguar y que los tiene en reserva para volver a comerlos’’, afirma.

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El potencial del Corredor del Río Negro

 

Nicholas Mcphee está convencido de que el ecoturismo en el Beni tiene que ir más allá de la explotación de la imagen del jaguar. Para Mcphee, la idea de esta iniciativa no es únicamente desarrollar el ecoturismo teniendo al jaguar como principal atractivo, sino ampliarlo a muchas otras especies de la vida silvestre. San Carlos tiene un potencial enorme, tiene un paisaje increíble y aun si no ves jaguares, igual puedes ver delfines rosados, muchas especies diferentes de monos, parabas, cientos de especies de aves, osos hormigueros, huellas de tapir y otros más. El potencial para ecoturismo aquí es increíble’’, explica Mcphee de Nick’s Adventures Bolivia, operadora de turismo en San Carlos.

 

 

Para hacer posible este avistamiento de fauna, la organización de Mcphee organiza actividades como senderismo, navegaciones en bote, caminatas nocturnas, instalación y control de las cámaras trampa instaladas en el área, y paseos a caballo a través de sabanas prístinas con destino a las islas boscosas. De esta manera, los visitantes que se aventuran a llegar hasta esta remota estancia pueden avistar en estos diferentes trayectos a los animales silvestres que allí habitan.

El ecoturismo de San Carlos viene acompañado de diferentes cámaras trampas instaladas en diferentes partes del área, que permiten registrar por medio de fotografías y videos los animales silvestres que allí habitan. “Usamos las cámaras trampa muy seguido, para ver qué animales se encuentran por la zona, y así obtener buenas imágenes de ellos y mostrarles estas imágenes a los turistas’’, le explica Mcphee a Mongabay Latam.

Y agrega que buena parte de los ingresos que los visitantes dejan en la estancia son destinados a compensar las pérdidas por el conflicto felino–ganadero. Otra parte se utiliza para realizar mejoras en la infraestructura que hospeda a los turistas. Además, la experiencia busca enseñarle a la gente local que se puede convivir con grandes felinos y que el mantenerlos vivos puede traer muchos más beneficios que problemas. “Esa es una de las ideas de este proyecto’’, manifestó.

 

 

Jhonny Salguero trabaja en el área de comunicación de la Fundación Conservación Loros Bolivia (CLB), organización que desarrolla proyectos para la preservación de los hábitats naturales de diferentes especies de loros y parabas en el Beni, y que junto con la institución de McPhee lideran la iniciativa de San Carlos. Su experiencia de trabajo en el área le permite señalar el inmenso potencial que tiene esta zona, considerando la dimensión promedio que tienen las propiedades ganaderas ubicadas sobre el corredor del Río Negro y los ambientes adyacentes a estas. Estamos hablando de una superficie mayor a las 200 000 hectáreas de bosques de galería que se encuentran dentro de propiedades ganaderas. Estas áreas se verían beneficiadas por el desarrollo turístico en conjunto, una vez sean varios los propietarios que decidan apostar por este modelo económico compatible con las actividades de ganadería sostenible’’, describe Salguero.

Pero los bosques de galería no son el único tipo de hábitat presente en la zona. El Corredor del Río Negro se encuentra rodeado de ambientes diferentes, entre los que se encuentran los humedales, las islas de bosque amazónico, pastizales de altura y bajura, palmerales, así como vegetación típica del Cerrado. Y aunque aún faltan estudios para conocer la diversidad del área, basándose en investigaciones de otras áreas naturales que existen en la zona, los conservacionistas estiman que existen más de 80 especies de mamíferos, unas 400 de aves y 25 de reptiles, así como una gran diversidad de peces e insectos.

“Esta zona es hogar de un gran número de especies amenazadas de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), entre las que se incluyen mamíferos como el tatú gigante (Priodontes maximus), gato de pajonal (Leopardus colocolo braccatus), londra (Pteronura brasiliensis), jaguar (Panthera onca) y el ciervo del pantano (Ozotoceros bezoarticus). Y de aves también, como el águila coronada (Buteogallus coronatus), águila harpía (Harpia harpyja) y la Paraba Barba Azul (Ara glaucogularis), endémica del Departamento del Beni y en peligro crítico de extinción’’, manifiesta Salguero.

Hoy los propietarios de la Estancia San Carlos comprenden mejor que las especies necesitan determinados hábitats para sobrevivir. Es así que el cuidado de estos sitios naturales, como la reducción de la tala de árboles y una mayor precaución con las quemas, está generando una mejoría en la calidad de la zona.  “Una de las características de San Carlos es que no se realiza una quema de las pasturas para el ganado con el fin de mejorarlas, a diferencia de otras estancias en el Beni’’, explica Hairo.

 

 

Este proyecto piloto en el Departamento del Beni, que comenzó en marzo del año 2017, ha logrado despertar el interés de otros propietarios vecinos a la estancia. Quienes se han interesado en desarrollar rutas y productos turísticos similares dentro de sus propiedades, para mostrar la gran biodiversidad con la que cuentan.

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Beni: ¿el granero de Bolivia?

 

Rolf Köhler, director de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), declaró frente a varios medios locales que la institución que representa está impulsando intensamente, desde hace dos años, la apertura de la frontera agrícola en el Beni para dejar de ser la región más pobre de Bolivia, expresó la autoridad.

Lo dicho por el director de la ABT vino acompañado por un anuncio que adelanta un cambio en el Plan de Uso de Suelo (PLUS) del Beni.  Lo que busca la gobernación del departamento es habilitar 7 millones de hectáreas para cultivos industriales y convertir al Beni en el mayor productor de alimentos del país. Solo este departamento duplicaría la superficie productiva de Bolivia que hoy es de 3,7 millones de hectáreas.

Según Rolph Köhler, el Plan de Uso de Suelo vigente no le permite al Beni realizar una agricultura extensiva como la que realiza el Departamento de Santa Cruz. En el PLUS del Beni se establecen seis categorías generales de uso del suelo en las ocho provincias del departamento. Entre estas categorías se encuentran las tierras de uso agropecuario intensivo, tierras de uso agropecuario extensivo, tierras de uso agrosilvopastoril, tierras de uso forestal, tierras de uso restringido y las áreas naturales protegidas que tiene el departamento.

Según los expertos consultados, una modificación del PLUS traería consigo un incremento en la deforestación, tomando en cuenta que de los siete millones de hectáreas que se busca habilitar en el Beni, una está cubierta por bosques, según afirmó Rolf Köhler. Se refiere al área situada al sur del departamento, entre las provincias de Marban y Cercado. El resto son pampas naturales características del departamento, con una presencia de bosques bajos.

Es así que para Huáscar Bustillos, biólogo especialista en ecología e investigación ecosocial, la deforestación y los incendios en zonas de bosque como el Beni, promovidas tras un cambio en el  Plan de Uso de Suelo, acabarían con la fauna local, provocando la fragmentación de zonas frágiles y afectando a su conectividad.

Datos de la ABT indican que el año 2016 el departamento del Beni registró una deforestación de 19 211 hectáreas. Según afirma Bustillos, esta situación podría empeorar con el incremento de la frontera agropecuaria, no solo por el aumento de la pérdida de bosque sino porque las áreas protegidas que se encuentran dentro o que colindan con la potencial zona de ampliación recibirían un impacto directo. Deforestación, tráfico de fauna y migración promovida por el aumento del área productiva, serían algunos de los problemas que afectarían directamente la biodiversidad del departamento.  “Todo indica que la activación de procesos mecanizados y extensivos de siembra y cosecha traerían graves problemas ecológicos a la región en pos de un anhelado desarrollo’’, sostuvo el biólogo.

 

 

Nuestro bote navega de retorno por el río Machupo hacia el centro poblado de San Ramón. Y aunque el panorama para la vida silvestre del Beni es incierto, en San Carlos están demostrando que una ganadería sostenible en armonía con la biodiversidad puede ser posible.

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