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Yerko Vilina: “veías pieles de pingüinos colgadas en las casas, porque se los habían comido”

Pieles de Pingüinos de Humboldt. Foto: Yerko Vilina.

Pieles de Pingüinos de Humboldt. Foto: Yerko Vilina.

  • El científico vivió dos años y medio en una carpa para conocer el comportamiento de los pingüinos de Humboldt.
  • “No teníamos plata. Sólo nos alcazaba para el combustible para entrar y salir de la isla”.

El científico Yerko Vilina recuerda, en esta entrevista, la historia tras bambalinas de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt cuando, junto con otros dos biólogos, vivió en una carpa durante dos años descubriendo un tesoro hasta entonces desconocido. Una zona que sería luego reconocida como una de las de mayor biodiversidad marina del país y de América del Sur. Un tesoro que ha estado en el ojo del huracán debido a las intenciones del proyecto minero y portuario Dominga, de instalarse a 35 kilómetros de él.

El pasado jueves, la Corte Suprema de Chile admitió un recurso, presentado por la ONG Oceana, que busca dejar sin efecto un fallo del Tribunal Ambiental que favoreció a la empresa. En abril de este año, dicho tribunal decidió que el proyecto Dominga volviera a ser evaluado por el Comité de Evaluación Ambiental, que ya había rechazado el proyecto, tras acoger una reclamación por ilegalidad en la votación, interpuesta por la empresa.

ML: En pocas palabras, un análisis de la situación de conservación marina.

YV: Los biólogos de la conservación, cosa que yo no soy, dicen que la biología de la conservación es una ciencia en crisis. Porque los problemas son más de lo que tú eres capaz de solucionar. Entonces siempre estás llegando tarde, atrasado. Como un bombero que llega a los edificios cuando ya están quemados. De alguna manera uno tiene ese sensación. De que el mundo va más rápido de lo que tú eres capaz de contarle a los demás lo que has visto, lo que has conocido y los problemas que hay.

Los pingüinos de Humboldt (Spheniscus humboldti) son una especie catalogada como vulnerable por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés). Foto: Proyecto Punta San Juan.

¿Es frustrante?

No, porque siempre hay gente o hechos o estudiantes que te levantan la moral. El impacto del hombre sobre la naturaleza avanza, pero también avanza la conciencia del hombre sobre ella y la valora. Los plásticos en el mar hoy día son tema. Hace 30 años atrás no era tema.

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La investigación científica tras bambalinas

 

¿Y hace 30 años la situación ya era grave?

Si ya era grave. Yo te voy a mandar una foto de cuando llegamos a trabajar a la islas del norte. Entrábamos a las casas de los pescadores en las caletas. Humildes… y veías pieles de Pingüinos de Humboldt colgados en las casas porque se los habían comido.

Se comían los pingüinos.

Sí claro. Eso hoy sería una locura.

¿Cómo sabrá un pingüino?

Se comen la pechuga (el pecho). Parece que es muy buena.

Cuando los pescadores nos veían llegar a la isla se arrancaban y dejaban los sacos de huevos de pingüinos que habían recogido para comérselos. Entonces nosotros llegábamos y encontrábamos los sacos. Qué puedes hacer con un saco lleno de huevos… ¡nada!. Qué vas a hacer. No los puedes devolver. Entonces una vez los probamos. Son un poco asquerosos porque no se solidifican completamente como los huevos de gallina. El centro siempre queda gelatinoso.

Pingüinos de Humboldt. Foto: Oceana

Cómo fue que empezaste a investigar en lo que hoy es la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt.

En el año 87 empecé a trabajar en un proyecto que buscaba zonas de alta biodiversidad entre la primera y la séptima región y algunos de esos sitios eran marinos. A Jorge Gibbons y a Juan Capella les interesaban los delfines y a mí me interesaban los pingüinos, pero en la misma isla: Chañaral, donde he vivido mucho tiempo de mi vida. En el año 89 nos hicimos socios los tres, hasta hoy.

Cuando tú dices que vivías en Chañaral, ¿vivías en el pueblo de Chañaral?

No, en la isla vivíamos.

¿Por cuánto tiempo?

Dos años y medio. Jorge y yo principalmente. Juan iba de manera más intermitente.

¿Y dónde vivían?

En carpa (tienda de campaña)

¡Dos años viviendo en carpa!

La carpa que teníamos era de mi papá, de cuando él era joven, así es que estaba quemada por el sol. Y era chica. Una vez haciendo bromas con Jorge le tiré una piedra y cayó sobre la carpa y se rajó entera! Claro…como era vieja.

Imagen de Archivo, capturada del programa de televisión Bajo la Cruz del Sur- Chañaral, la Isla de los delfines (1990)
Imagen de Archivo, capturada del programa de televisión Bajo la Cruz del Sur- Chañaral, la Isla de los delfines (1990)

¿Y cómo era el viaje para llegar a la Isla?

Nosotros teníamos un sodiac y como éramos pobres, llegábamos al terminal de buses en Santiago con nuestro sodiac y con el motor. Lo hacíamos pasar como nuestro equipaje. Los tipos empezaban a reclamar, porque un sodiac desinflado cabe en una caja como de dos metros o más y el motor en otra caja grande. Bueno, viajábamos en bus hacia Copiapó y nos bajábamos en la carretera. Ahí un amigo nos llevaba a la caleta de pescadores en un auto. Nosotros no teníamos plata entonces lo que hacíamos era tener combustible para cruzar una vez a la isla y para salir.

Isla Chañaral.

Cuando cruzas a una isla tienes que tener un permiso del alcalde de mar que es un pescador, referente de la Armada, que lleva un cuadernito. Él es la autoridad. En nuestro caso se llamaba Undalicio Alvarez. Él recogía huiros, no era pescador, porque era muy viejito. Entonces le preguntábamos a Undalicio si podíamos zarpar. Él miraba el mar y nos decía no…está muy alto. Eso significaba quedarse otro día más en el continente y esperar. Finalmente zarpábamos llevando agua, comida, sacos de dormir, cámara fotográfica. Primero había que comerse la verdura y después nos comíamos lo otro. Porque la verdura se echa a perder. De repente llegaban los pescadores y nos dejaban unos pescados… pero también era complicado porque cocinábamos con esas cocinas de camping, a gas. Hasta el día de hoy en todo caso.

Después venía el cuento de cómo salir de la isla. Se nos acababa todo y teníamos que esperar mar buena para tirarnos. A veces nos tirábamos con mar más o menos mala, porque ya no teníamos nada para comer. Y así vivíamos.

Imagen de Archivo, capturada del programa de televisión Bajo la Cruz del Sur- Chañaral, la Isla de los delfines (1990)

¿Cuánto tiempo salían para volver a meterse a la isla?

10, 15 días o 20. Después volvíamos.

¿En qué consistía tu día diario en la isla?

Yo hice mi tesis en pingüino de Humboldt. Un estudio de reproducción, de éxito reproductivo desde que entran en cortejo, forman las parejas, hasta que nace el pollito, ya están más grandes, mudan y se van.

Yo tenía 592 nidos y los controlaba todo el tiempo que podía.

¿Cómo los controlabas?

Estaban debajo de un cactus y entonces para saber cuántos huevos tenían, con un palito los molestaba y veía si tenía dos huevitos, tres huevitos… veía cuando eclosionaba el primer huevito, el segundo huevito. Lo anotaba. Después cuando crecía el pollito, todo eso…

Tenías una bitácora.

Sí, con todo lo que iba pasando. Esa fue mi tesis. Entre mayo del 89 y diciembre del 92 viví con los pingüinos. Y Jorge hacía su tesis en la conducta de los delfines nariz de botella. Los dos vivimos juntos ahí e hicimos nuestra tesis.

Imagen de Archivo, capturada del programa de televisión Bajo la Cruz del Sur- Chañaral, la Isla de los delfines (1990)

¿Lograste distinguir a los pingüinos después de tanto tiempo?

No. Pero los delfines sí. Los tenemos del año 87 hasta ahora.

¿Los mismos?

Algunos sí.

¿Y les tienen nombres?

Sí claro, tienen nombre.

¿Cómo se llaman?

Yugurto es uno. Se llama así porque para subir el sodiac, a la playa de isla Chañaral, hay que tener fuerza. Entonces implorábamos a yugurto, por yogurt, que nos diera fuerza para subirlo.

Otro se llama Pa la Goma, porque la aleta la tiene toda… pa la goma – término que se utiliza en Chile para describir algo que está viejo, estropeado y en malas condiciones- Tienen nombre, los seguimos, los conocemos.

¿Y cómo era la relación con los pescadores?

Buenísima. De amigos.

Un día sábado, temprano en la mañana, estábamos con Jorge en la carpa cuando sentimos un motor. Raro, porque los pescadores no salían el día sábado. Los motores se sienten en el mar intermitentemente, sólo cuando están arriba de la ola. Y Jorge me dice:

-Oye siento un motor.

-Qué raro! Quién anda por acá.

Y Jorge salió a mirar. Se asomó por la carpa y me dice:

-Un turista!

-¿Sí?

-¡Sí, un turista!

Imagen de archivo. Isla Chañaral. Yerko Vilina

Eso es fácil de ver porque los turistas vienen con chaquetas fucsias, gorros, ropas especiales, compradas no sé donde. ¡Entonces se notan!

Salimos de la carpa y escuchábamos la cámaras fotográficas : chuc, chuc, chuc ¡eran de la revista Paula que nos querían entrevistar! y Jorge me dice:

-¡Estamos mal… estamos muy mal! ¡viene gente a entrevistarnos! estamos medios locos parece.

Tenemos muchas anécdotas y ha sido una larga lucha la conservación de la biodiversidad en Chile y del mar en particular.

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La creación de una reserva

 

¿Cómo fue el proceso de creación de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt?

En ese tiempo también me contrataron de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para hacer un análisis de la áreas marinas protegidas de Latinoamérica. La evaluación fue que habían dos países de la región que no tenían ninguna área marina protegida: El Salvador y Chile. Entonces cuando nosotros empezamos a investigar y descubrimos que ahí habían pingüinos, delfines… quisimos que se protegiera. Pero no sabíamos si contar o no porque sabíamos que no había un espíritu de conservar nada.

La discusión fue larga, pero poco a poco le empezamos a entregar la información a la Corporación Nacional Forestal y se creó la reserva (en 1990). Aunque sigue siendo un problema latente que el mar no esté protegido.

Piqueros en Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, Chile. Yerko Vilina

Con toda esa experiencia personal, cuál crees tú que puede llegar a ser el alcance del proyecto minero y portuario Dominga, que pretende instalarse a 35 kilómetros de esas islas.

Yo me siento involucrado directamente. Porque cuando tú tienes un área que estás siguiendo, para conocer los procesos naturales que ocurren y un hombre te los interviene tiene un costo para ti. La perturbación va a provocar cambios, impactos que, aunque nadie que es capaz realmente de predecir, sí sabemos que van a ocurrir en cierto margen. Yo tuve la oportunidad de explicarle al Tribunal Ambiental por qué nosotros pensamos que los impactos son relevantes, probablemente de larga data y no mitigables. Le explicamos que, lo peor de todo, es que el estudio de impacto ambiental no da cuenta de estos impactos. Jorge, Juan, yo y otros científicos, que llevamos años trabajando en la zona, tenemos suficiente material para demostrar que hay información publicada que ellos –la empresa- no mencionan. Otra cosa sería que yo tuviera información oculta que saco ahora, pero no. Estamos hablando de que el estudio de impacto ambiental no menciona información publicada que ya se sabe. Y algunas de esas informaciones publicadas en revistas internacionales de mucho peso.

Es tan simple como esto: ellos dibujan una hipotética ruta migratoria de ballenas, pero resulta que nosotros tenemos las rutas migratorias publicadas y no son así. O por ejemplo indican en un mapa la distribución de la ballena azul y ponen un punto. Entonces es como que vino un helicóptero, lanzó la ballena desde cielo y cayó ahí. Y vive ahí ¡ y de ahí no se mueve! No tiene sentido.

Foto portada: pieles de Pingüinos de Humboldt colgadas en la pared de una casa de pescadores. Foto: Yerko Vilina

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