- Las primeras palmas de aceite comerciales se plantaron en 1953. Desde entonces, Ecuador se ha convertido en el segundo productor de palma de aceite más grande de América Latina y el sexto más grande del mundo.
- La región que abarca el cantón de La Concordia es uno de los principales centros de producción del país. Aquí, las plantaciones de las palmas de aceite se cultivaban en tierras ya degradadas cuando los pequeños agricultores buscaban un cultivo más lucrativo.
- Pero un mercado volátil y una enfermedad mortal están recortando profundamente los beneficios de los agricultores de palma de aceite en La Concordia, los cuales, debido al prolongado ciclo de la cosecha de la palma de aceite, temen estar atrapados en una inversión condenada al fracaso.
- Mientras tanto, los conservacionistas están luchando por proteger la selva tropical a la vez que las plantaciones de la palma de aceite se extienden a otras partes de Ecuador.
LA CONCORDIA, Ecuador — Jorge Jurado lleva casi 20 años cultivando la palma de aceite en la costa de Ecuador y ha visto a la industria pasar por muchos cambios. Pero durante los últimos años, él y cientos de otros pequeños agricultores se han visto afectados por dos plagas importantes: unos precios de mercado para el aceite de palma anormalmente bajos durante los últimos cinco años, y una enfermedad mortal que ha destruido miles de hectáreas de cultivos de la palma de aceite en el país.
“Los agricultores son los que llevan todo el peso”, dijo Jurado, quien, además del cultivo de la palma de aceite, también tiene otro trabajo a tiempo completo en una ciudad vecina como profesor de inglés para poder mantener a su familia.
El aceite de palma es uno de los aceites vegetales más comunes en el mundo, se encuentra en todo, desde cosméticos, ciertas telas y casi un 50 % de todo lo que hay en su tienda local de comestibles. Ecuador es el segundo productor más grande de aceite de palma en América Latina (solo detrás de Colombia), y el sexto más grande del mundo —aunque su producción no alcanza ni mucho menos la de los principales productores, Indonesia y Malasia, que juntos producen alrededor del 85 % del suministro de aceite de palma del mundo—.
La palma de aceite es una parte importante de la economía agrícola de Ecuador, especialmente en la parte de La Concordia de la provincia de Santo Domingo de Los Tsáchilas, donde reside Jurado. Hace mucho que la región es conocida como el corazón de la industria de la palma de Ecuador, ya que fue allí donde se plantaron las primeras semillas hace más de 60 años.
Hoy en día en La Concordia, por muchos kilómetros a la redonda en todas las direcciones, todo lo que puedes ver son palmas de aceite. Recientemente, factores externos lo han puesto difícil para que los pequeños agricultores en la región puedan ganarse la vida, pero sigue siendo un centro importante para la producción del aceite de palma ecuatoriana, y una gran parte de la economía local está involucrada bien directa o indirectamente en la industria.
El corazón de la industria del aceite de palma de Ecuador
Aunque la producción del aceite de palma contribuye una porción relativamente pequeña al PIB total de Ecuador, es una parte importante del sector agrícola del país. Según una investigación citada por la organización de defensa del trabajo, Verité, en el 2013 el aceite de palma representó un 15 % del PIB agrícola del país y, ese mismo año, generó más de 165 000 puestos de trabajo tanto en el sector agrario como el industrial.
La extensión de tierra desde la ciudad de Santo Domingo a La Concordia hasta Quinindé siempre fue una de las regiones de Ecuador más productivas en la producción de la palma de aceite. Las zonas que abarcan La Concordia, Santo Domingo, Puerto Quito y Quinindé incluyen el 46 % de todo el campo de cultivo de la palma de aceite del país —un conjunto de 118 562 hectáreas de un total de 257 120 hectáreas, según el último censo importante publicado en marzo del 2018—. El censo indica que ha habido una reducción significativa en el campo de cultivo de la palma de aceite en La Concordia y Santo Domingo comparado con el censo anterior publicado en el 2005. Sin embargo, continua siendo un centro principal para la industria.
Una razón detrás de esta evolución puede explicarse por el clima de la región, el cual es altamente apto para las palmas de aceite, con temperaturas estables de entre 25 y 28 grados centígrados, con precipitaciones regulares y abundante luz solar. Pero las políticas gubernamentales establecidas desde los años 50 que han promovido la colonización de la región también han jugado un papel importante. Esto incluye el Plan Piloto para la Colonización de Santo Domingo adoptado en 1958, el cual ofrecía créditos y préstamos a bajo interés para tierras en zonas de bosque primario silvestres, con el objetivo específico de ampliar el sector agrícola de Ecuador. Se vendieron unas 109 parcelas cuando se introdujo este plan, la mayoría destinadas al cultivo a pequeña escala.
Hoy en día, los pequeños agricultores en la región continúan siendo numerosos, el 40 % (101 589 de hectáreas en total) de toda la tierra cultivada con la palma de aceite en Ecuador está compuesta de propiedades pequeñas de 50 hectáreas o menos. Esto representa un 89 % de todos los agricultores del país, según el censo del 2017.
Las políticas coloniales que se introdujeron en los años 50 no solo promocionaron el desarrollo agrícola, también exigía que los colonizadores talasen el 60 % del bosque en sus propiedades para poder recibir los títulos de propiedad de las tierras. Para 1970, la zona había sido transformada de una selva tropical primaria con ecosistemas parecidos a los del Amazonas a tierras de pasto y plantaciones.
“En aquella época, no había un concepto de ‘conservación’”, dijo Jason Crespo, un ingeniero agrónomo local, que en la actualidad reside en la única extensión de bosque primario que todavía queda en La Concordia —una reserva natural de 250 hectáreas conocida como el Bosque Protector La Perla—.
Los abuelos de Crespo se mudaron a la región en 1947 desde los Estados Unidos, cuando La Concordia todavía era “100 % un bosque”, le dijo a Mongabay. Dijo que, aparentemente, eran los únicos que talaron solo el exigido 60 % de bosque en su propiedad, mientras que todos los demás limpiaron sus parcelas totalmente. Ahora Crespo está entre la tercera generación que lucha por conservar La Perla y su fauna silvestre de la intrusión agrícola.
La palma de aceite, o “palma africana” como era conocida en ese momento, no fue introducida en la región hasta 1953, cuando se trajeron semillas de Honduras. Dos hermanos estadounidenses, Roscoe y Leal Scott, fueron los primeros en plantar las semillas y, hasta el día de hoy, son venerados por la población local por introducir la industria. Pero la palma de aceite no prosperó realmente hasta 1967, cuando el gobierno empezó a centrar sus políticas agrícolas en desarrollar el sector. Se ofrecieron préstamos a bajo interés a los agricultores con un período de reembolso de 10 a 12 años, el cual podían empezar a devolver después de los cinco primeros años. Esto era ideal para la palma de aceite, ya que los árboles no producen su primera cosecha de frutas hasta tres o cuatro años después de ser plantados.
En los años 60 y 70 el cultivo de la palma de aceite se extendió rápidamente en la zona. Según César Loaiza Granda, el director ejecutivo de la Fundación de Fomento de Exportaciones de Aceite de Palma y sus Derivados de Origen Nacional (FEDAPAL), hoy en día, aproximadamente el 70 % de la actividad económica en la región de La Concordia está relacionada con este cultivo específico. Esto incluye, entre otros, a los agricultores, los camioneros, los vendedores de materiales, los fabricantes y a los trabajadores de las plantas de procesamiento de aceite.
Debido a que las plantaciones fueron establecidas en su mayoría en tierras que ya habían sido degradadas para la agricultura en la década de los 50, la palma de aceite en La Concordia no ha tenido los impactos ambientales por los que ha sido criticadaen otros países tropicales y a menudo requiere menos pesticidas y fertilizantes que otros cultivos regionales como el cacao, los plátanos y las piñas.
“Si tienes asignado usar la zona para algún tipo de actividad agrícola, en realidad la palma no es tan mala como otros… dado que ya no hay más bosques que puedas derribar para plantar más palma, al menos en esta zona”, dijo Crespo.
Una economía de monocultivo
Aunque la palma de aceite ha jugado un papel importante en la economía de La Concordia, también la ha convertido en dependiente de una agricultura de monocultivo. Los pequeños agricultores en la región dicen que esto ha dejado a sus cultivos —y su sustento— más vulnerables a las enfermedades y a los precios variables.
Jurado se trasladó a La Concordia en el 2000 para hacerse cargo de la finca de su familia de 25 hectáreas. Dijo que durante años vio unos rendimientos elevados —una media de entre 180 y 220 dólares por tonelada métrica de fruta— y pudo vivir cómodamente e incluso contratar mano de obra. Estos precios altos resultaban atractivos para muchos agricultores en la región, lo que les convenció para cambiar sus actividades al cultivo de la palma de aceite.
Pero en el 2012 el precio del aceite de palma empezó a caer y para el 2015 los agricultores decían recibir solo entre 80 y 90 dólares por tonelada de fruta. Dicen que este cultivo ha dejado a muchos de ellos endeudados e incapaces de devolver sus préstamos iniciales. Hasta hace poco, el mercado no empezó a volver a estabilizarse y en los últimos meses del 2017 alcanzó 130 dólares por tonelada —pero para muchos fue demasiado tarde—.
“Empecé en este negocio en el 2000 cuando todo iba bien, pero ahora estoy atrapado con estas palmas”, dijo Jurado. Las palmas de aceite se cultivan en ciclos de 30 años, en cuyo momento son demasiado altas para ser cosechadas. Jurado dijo que le quedan al menos 12 años en el ciclo de su cultivo.
Los agricultores también se han visto afectados por una plaga mortal que se propaga rápidamente provocada por un organismo semejante a un hongo llamado Phytophthora palmivora. Conocido como “PC”, abreviatura de “Pudrición del Cogollo”, la enfermedad se encontró por primera vez en Colombia donde destruyó miles de hectáreas de palmas de aceite antes de extenderse al sur a la provincia de Esmeraldas al norte de Ecuador.
Pero, según Ángela Álvarez, especialista en la palma de aceite del Ministerio de Agricultura y Ganadería, recientemente el PC también se ha encontrado en La Concordia, lo que ha dejado a muchos preocupados por la industria del aceite de palma de Ecuador y las personas que dependen de ella para sus subsistencia.
Hasta ahora no se conoce ninguna cura para el PC, excepto la destrucción de cultivos enteros —y las inversiones de 30 años de los agricultores—. Los productores dicen que esta pérdida es devastadora, ya que el precio medio de la replantación es de entre 4000 y 5000 dólares por hectárea para un cultivo que tarda tres o cuatro años en producir su primera cosecha.
Según Álvarez, esto se ha convertido en un “verdadero problema social”, dijo que muchos agricultores han pedido al gobierno que perdone la deuda o implemente protecciones a los precios. Pero como Ecuador exporta más del 62 % de su aceite de palma —principalmente a sus vecinos Colombia y Venezuela— los mecanismos de protección de precios para los agricultores no son una opción viable, dijo Álvarez.
Para intentar contrarrestar la enfermedad, muchos agricultores han empezado a plantar híbridos que han mostrado una resistencia limitada al PC. Pero esto ha resultado ser más laborioso debido a que estos árboles requieren una polinización manual ya que producen menos flores masculinas y casi nada de polen y son por lo tanto más costosos de cultivar. También es más arriesgado para los agricultores, ya que si la polinización no se hace bien podría llevar a una producción mínima. La fruta de estos árboles híbridos también produce menos aceite que la palma de aceite convencional.
Pero Loiza tiene esperanzas para estos híbridos, dice que espera que continúen desarrollándose y al final lleguen a ser el estándar de la palma de aceite en Ecuador. Dijo que no había motivo para preocuparse por el futuro si los agricultores también aprenden a ser más productivos.
La rehabilitación es poco probable
La Concordia se desarrolló como un centro agrícola y el sustento de muchos en la región depende de que siga siendo así. Pero los científicos y los conservacionistas debaten si el uso de tierras ya degradadas para la palma de aceite es en realidad la mejor opción para el medio ambiente, o si está impidiendo que la zona sea reforestada.
Estudios han mostrado que zonas que alguna vez fueron forestales que han sido degradadas debido a la actividad agrícola pueden ser restauradas a su estado natural, y los investigadores del Fondo Mundial de la Fauna Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés) en Ecuador dicen que no es demasiado tarde para La Concordia.
“A pesar del largo periodo de ocupación de estas zonas, el acto de reforestación y rehabilitación del entorno sí es posible”, le dijo Jorge Rivas, el Coordinador Nacional del programa de bosques y agua dulce del WWF-Ecuador, a Mongabay a través de un correo electrónico. Rivas añadió que cuanto más tiempo sea la tierra trabajada, el proceso de rehabilitación será más largo y más costoso.
Un estudio del 2015 publicado en la revista Perspectives in Plant Ecology, Evolution and Systematics (Perspectivas en la Ecología Vegetal, el Desarrollo y los Sistemáticos) encontró que la reforestación es una herramienta importante para mitigar el cambio climático y reducir la pérdida de biodiversidad. Pero algunos investigadores dicen que puesto que las palmas de aceite también contribuyen a la captura de carbono en la atmósfera, hacen a la industria mucho menos nociva que otros tipos de agricultura. Otro estudio llevado a cabo en Indonesia y publicado a principios de este año encontró que la palma de aceite es capaz de absorber 161 toneladas de dióxido de carbono por hectárea, lo que la hace más ecológica que la cría de ganado o la mayoría de los cultivos alternativos.
Sin embargo, este número no se puede comparar al potencial de captura de carbono de los bosques naturales. La investigación indica que las selvas tropicales, las cuales se encontrarían de manera natural en la región de La Concordia, pueden almacenar hasta 250 toneladas de carbono por hectárea.
Aunque la reforestación en La Concordia podría ser posible, los críticos dicen que no hay justificación para los miles de puestos de trabajo en la agricultura que se perderían, o serían empujados hacia áreas de bosque primario si fuese llevada a cabo. Y como el aceite de palma ya está considerado un producto con “un potencial de crecimiento alto” y una exportación importante para la economía de Ecuador, según el instituto nacional de estadísticas INEC, no es probable que paren su producción. Por ello, muchos conservacionistas forestales están centrando sus esfuerzos en evitar que las fronteras agrícolas sean empujadas aún más hacia el Chocó y la Amazonía ecuatoriana con la esperanza de salvar sus selvas tropicales del mismo destino que ha afectado a La Concordia.
Imagen de cabecera: Tierras despejadas recientemente para una plantación de palma de aceite en Esmeraldas, Ecuador. Fotografía de Jonatan Rosas.