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El Niño que acabó con tres generaciones de lobos marinos

Durante la tercera expedición se profundizó el esfuerzo para conocer datos el estado poblacional de las dos especies de lobos marinos endémicas de Galápagos: Zalophus wollebaeki y Arctocephalus galapagoensis. Foto cortesía de Diego Páez-Rosas.

  • El científico Fritz Trillmich conversó con Mongabay Latam sobre los efectos de este evento climático en los mamíferos marinos.
  • También habló de su paso por Perú y su trabajo en Galápagos adónde llegó hace más de 40 años.

Fritz Trillmich es alemán, pero ha pasado gran parte de su vida en Galápagos estudiando a los mamíferos marinos, especialmente a los lobos y leones del mar. Su interés siempre estuvo en el comportamiento de estos animales, pero a su llegada a estos mares tropicales se dio cuenta que había un elemento que no existía en los océanos del norte: el fenómeno El Niño que, en 1982-83, acabó con tres generaciones de lobos marinos en Galápagos.

Ahora que se ha anunciado la llegada de un nuevo Niño para los primeros meses del 2019, conversamos con Trillmich sobre los efectos de este fenómeno climático en las especies marinas que estudia.

En su paso por Lima, Fritz Trillmich habló sobre los efectos de El Niño en los mamíferos marinos. Foto: Yvette Sierra Praeli.
En su paso por Lima, Fritz Trillmich habló sobre los efectos de El Niño en los mamíferos marinos. Foto: Yvette Sierra Praeli.

En su paso por Lima, invitado por la Sociedad Latinoamericana de Especialistas de Mamíferos Acuáticos, Trillmich se dio un tiempo para conversar con Mongabay Latam sobre los riesgos que acechan al mar, sobre todo, a esas especies que investiga desde hace más de 40 años.

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Se ha anunciado que para el 2019 llegará el fenómeno El Niño a nuestras costas ¿Qué podemos esperar?

El Niño es un fenómeno del Pacífico tropical, pero en realidad lo que está pasando en el mar es que cada vez hay más ondas de calor y ese es otro fenómeno. No se sabe cómo ni por qué se desarrollan están ondas calientes, pero en los últimos 30 años han aumentado bastante. Adicionalmente, el fenómeno El Niño también está aumentando en frecuencia y en intensidad. Todo eso afecta muchísimo a la vida marina.

¿Qué son esas ondas marinas?

Es difícil decir exactamente. Pero con el cambio climático también ha subido la temperatura del mar y, obviamente, eso facilita que se presenten esas ondas calientes. No se sabe exactamente cómo se desarrollan, pero claramente tienen algo que ver con el cambio climático.

¿Cuáles son los efectos más preocupantes de esas ondas?

El problema es que cambia la distribución de las presas, el alimento para los delfines, ballenas o pinnípedos (mamíferos marinos como las focas, lobos y morsas) y eso tiene muchos efectos. Cambia completamente la cadena trófica y aparecen otros organismos dentro del plancton. Esto afecta a sardinas y anchovetas, que se quedan con menos comida o tienen que buscarla por otro lado, porque cuando se calienta el mar muchos organismos se van a zonas más profundas. Entonces los pinnípedos tienen que bucear más al fondo para buscar su comida. Es difícil para las madres que tienen que alimentar a sus crías, pues necesitan más tiempo en el mar para obtener comida. Esto reduce el crecimiento de la cría y, peor aún, si la madre se queda mucho tiempo en el mar, la cría puede morir de hambre.

La población de lobos marinos de Galápagos se ha reducido en los últimos 40 años. Foto: Irene Méndez.
La población de lobos marinos de Galápagos se ha reducido en los últimos 40 años. Foto: Irene Méndez.

¿Qué sucede entonces con la población de estos mamíferos marinos?

Este cambio en el mar influye completamente en el sistema de reproducción de estos mamíferos. También se presentan casos en que los adultos no tienen suficiente alimento. Por ejemplo, durante la reproducción, los machos no comen, se quedan en su territorio. Luego, cuando salen al mar, no encuentran comida y se mueren. Eso causa un efecto tremendo en la población. Durante [fenómenos El Niño] fuertes se presenta mucha mortalidad y como estos animales tienen una tasa de reproducción muy baja, una cría al año, las poblaciones no pueden recuperarse fácilmente. Si la frecuencia del fenómeno El Niño aumenta y también se incrementan las ondas de calor, será difícil que estas estas poblaciones se recuperen.

¿Qué ocurre específicamente con las poblaciones que estudia en Galápagos?

En particular he estudiado los leones marinos y los lobos finos en Galápagos. Ahí el fenómeno El Niño es superfuerte y afecta bastante a esas poblaciones locales que además son  pequeñas. Entonces, si no logran recuperarse rápido y los Niños llegan reiteradamente, la especie puede desaparecer. Eso aún no ha sucedido, pero las poblaciones de los lobos finos y de leones marinos en Galápagos han bajado sustancialmente durante los últimos 40 años.

¿Como consecuencia del fenómeno El Niño?

No solamente, sino también porque cada vez hay más gente, más pescadores y esas redes fantasmas (aquellas que los pescadores pierden en el mar) son un problema grave. Galápagos es un parque nacional, pero alrededor todo el mundo está pescando, entonces, las redes fantasmas pasan por el archipiélago y causan bastante mortalidad. Cualquier mortalidad adicional es un problema. El Niño es algo natural, ha existido en los últimos 10 000 años, por lo menos, y siempre se presentaban esas bajas y subidas de la población, pero ahora tenemos efectos negativos adicionales debido a la pesquería y la contaminación del mar. Hay muchos factores que pueden reducir la fertilidad de los animales.

El fenómeno El Niño afecta a las poblaciones de mamíferos marinos. Foto: Programa Punta San Juan.
El fenómeno El Niño afecta a las poblaciones de mamíferos marinos. Foto: Programa Punta San Juan.

Usted dice que El Niño ha cambiado en su frecuencia. ¿Suceden ahora más seguido?

Es un poco difícil saber, porque también varía en la intensidad. Entre cuatro y siete años es el tiempo entre uno y otro Niño. Tuvimos uno fuerte en 1997 y 98. Después llegó otro en el 2001. Si se cuentan los de gran intensidad y los de menos intensidad tenemos un fenómeno El Niño cada cuatro años.

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Una visita a Punta San Juan en Perú

Usted vivió en Perú hace muchos años

En Perú estuve muy tempranamente, en 1979 y luego regresé en 1983. En esa época nos fuimos a punta San Juan para estudiar el buceo de los animales y, bueno, junto con Patricia Majluf (bióloga peruana) nos dedicamos a investigar a los lobos marinos. Pero era muy difícil porque fue justo durante El Niño del 83 y los animales tenían grandes problemas. Nosotros teníamos que buscar aquellos en buen estado, pero la mayoría estaba superflacos.

¿Fue la primera vez que veía las consecuencias de este fenómeno climático?

Bueno, yo había estado en Galápagos entre 1976 y 1978. Ahí tuvimos un Niño de poca intensidad, pero lo suficientemente fuerte como para tener animales muertos y enfermedades, había más moscas que atacaban a las crías y estas se morían. Para mí era superinteresante, porque en Alemania no existe eso. En Galápagos se notaba cómo influye ese fenómeno poco a poco aprendía más sobre El Niño en Sudamérica.

¿Cuál ha sido El Niño más devastador que recuerde?

El peor fenómeno El Niño que he visto fue el de 1983. Me impresionó mucho que en Galápagos perdimos la población de juveniles de lobos finos de los tres últimos años. Las crías nacidas en 1982, 1981 y 1980, todas murieron.

¿Todas?

Sí, desaparecieron por completo y eso determinó que los tres años siguientes no hubiese nuevos reproductores. De esta manera hubo un cambio completo de la población.

Ese año también estuvo en Punta San Juan. ¿La situación fue igual?

Fue igual. Se murieron por todos lados y todas las aves marinas desaparecieron, dejaron sus nidos, los abandonaron, no había nada. No había pingüinos, ni cormoranes, ni piqueros. Era impresionante.

Los pingüinos de Punta San Juan también padecen los efectos de El Niño . Foto: Programa Punta San Juan / Félix Ayala Torres.
Los pingüinos de Punta San Juan también padecen los efectos de El Niño . Foto: Programa Punta San Juan / Félix Ayala Torres.

¿Esas tres generaciones que desaparecieron en Galápagos se han recuperado de alguna forma?

No se ha recuperado completamente hasta ahora, la población es más baja. Toma tiempo y hay que ver qué pasa. Por eso necesitamos proyectos a largo plazo. Aquí en Punta San Juan hace muchos años que están siguiendo a esas poblaciones. Eso  nos da una visión completamente diferente, porque se necesita los datos de muchos años para comparar y saber qué pasa con una población.

¿Y cuál es el futuro para estas especies?

Mi pronóstico no es muy optimista, porque si la situación con el cambio climático y el calentamiento de los océanos sigue así, las poblaciones van a tener problemas. Que se desplacen hacia el sur y se den cambios en la distribución de los animales sería un panorama optimista. Pero si no encuentran lugares adecuados, entonces se reducen las poblaciones y, en algunos lugares, pueden desaparecer. Es mala la situación. Por eso, debemos trabajar para que todos los problemas antropogénicos se reduzcan. Los problemas con los plásticos, con las redes, usar los delfines o pinnípedos como carnada para cazar tiburones, todo eso hay que evitar para que las poblaciones tengan más posibilidades de sobrevivir.

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De Alemania a Galápagos

¿Cómo llegó un científico alemán al Pacífico?

Es una larga historia. Yo trabajaba en el Instituto Max Planck y teníamos un visitante de Estados Unidos que me hablaba sobre el Pacífico y California. Entonces, nos comunicamos con una persona que trabajaba ahí con pinnípedos y me planteó la posibilidad de trabajar científicamente en Galápagos. Dije está bien, puedo hacer mi postdoctorado allá y me fui a Galápagos. Desde entonces estoy ahí. Llegué en 1976.

Toda la vida…

Casi toda la vida. Es casi mi segundo lugar de vida.

Fritz Trillmich y su equipo monitorea lobos y leones marinos desde hace 40 años. Foto: Fritz Trillmich.
Fritz Trillmich y su equipo monitorea lobos y leones marinos desde hace 40 años. Foto: Fritz Trillmich.

¿Por qué decidió estudiar a los lobos?

Su sistema de comportamiento en tierra y su sistema social me interesaba, por eso, empecé a estudiar mucho más. Empecé con el comportamiento de los individuos y después me di cuenta de que la población influye mucho. También me parece interesante su sistema de lactancia en tierra y el forrajeo en el mar. Las dos funciones son separadas y eso causa problemas específicos.

¿Cuáles son esos problemas?

Las especies más tropicales tienen una muy larga temporada de lactancia. Las subpolares lactan apenas 3 a 4 meses y las crías pueden forrajear por su cuenta mucho más rápido. En cambio, aquí el forrajeo es más difícil porque imagino que hay menos comida. Por eso la lactancia es mucho más larga, dos o tres años. Y como los lobos tienen un ciclo de reproducción anual, las madres tienen una cría mientras están todavía lactando. Esto causa una competencia entre las dos crías y muchas veces el recién nacido no tiene posibilidades de lactar y se muere poco a poco. Es interesante ver qué hace la madre en esa situación. Hay una interacción muy intensa entre la madre y la cría cuando nace, después de unas horas ya la conoce perfectamente. Pero si en ese tiempo el juvenil de uno o dos años está cerca e interactúa con la madre, ella no se da cuenta de la nueva cría y no crea ese lazo fuerte, por eso la abandona fácilmente.

Patricia Majluf contaba que cuando estaban haciendo el trabajo de marcación de lobos en Punta San Juan, se dieron cuenta de que no había que seguir a las madres, sino que había que ‘robar’ a la cría…

Sí, eso ayuda bastante, ‘robar’ a la cría, así se puede atraer a la madre.

Hace 40 años, los científicos se llevaban a las crías para poder marcar a las madres. Foto: Programa Punta San Juan.
Hace 40 años, los científicos se llevaban a las crías para poder marcar a las madres. Foto: Programa Punta San Juan.

¿Aún ‘roba’ a las crías?

No. Normalmente lo que hacemos es que esperamos a que la madre se vaya por primera vez al mar después del parto y cogemos a las crías para marcarlas. También tratamos de atrapar a los adultos cuando están en tierra. En Galápagos la densidad de animales es más baja, se puede coger los adultos sin molestar a los demás, porque se los encuentra solitos o distantes de los otros animales. Los marcamos con un chip que es permanente y también les ponemos un dispositivo de plástico en la aleta con un número que se puede leer fácilmente. Además, les colocamos aparatos electrónicos que almacenan información y nos permiten saber qué están haciendo, cuándo están en el mar. Esos instrumentos vienen con GPS y nos permiten saber adónde se van, a qué profundidad, cuándo bucean, a qué hora. Eso nos ayuda a entender mejor lo que hacen en el mar.

¿Totalmente diferente a cómo se hacía hace 40 años?

Cuando empezamos aquí los primeros aparatos que realmente grababan ese comportamiento de buceo eran grandes, problemáticos, pero ahora es mucho mejor.

Foto portada: Diego Páez-Rosas.

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