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Las ranas están lidiando con un hongo letal en bosque panameño, según estudio

  • Los científicos descubrieron que las ranas en el bosque El Copé parecen haber hallado una manera de vivir con el hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis), un hongo que todavía arrasa con poblaciones de anfibios en otras partes del mundo.
  • El equipo encontró que las especies de ranas sobrevivientes tenían tasas de supervivencia similares estuvieran o no infectadas por el quitridio.
  • Los resultados dan cabida a la posibilidad de que las poblaciones de ranas, aunque alteradas, puedan estabilizarse después de estos eventos catastróficos.

Las ranas en un bosque tropical de Panamá van mejor de lo que los científicos hubieran creído aproximadamente una década después de que un hongo devastador recortara sus números y arrasara con una especie entera.

En un estudio publicado el 3 de octubre en la revista Ecological Applications, un equipo de científicos reportó que las ranas —o al menos la especie que sobrevivió el brote que empezó en el 2004— en el bosque El Copé han hallado una manera de vivir con quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis), un hongo que continúa abriéndose paso rápidamente a través de poblaciones de anfibios en otras partes del mundo.

La rana de cristal esmeralda (Espadarana prosoblepon) es una de las especies más abundantes en el sitio del estudio, El Copé, en Panamá, luego del brote del hongo quitridio que ocurriera en el 2004. Imagen por Graziella DiRenzo.

“Nuestros resultados son realmente prometedores porque nos llevan a concluir que la comunidad de ranas en El Copé se está estabilizando y no se desvía hacia la extinción”, dijo en una declaración Graziella DiRenzo, ecóloga de la enfermedad en la Universidad de California, en Santa Bárbara, y autora principal del documento. Los biólogos saben que el quitridio ha contribuido a la paulatina muerte global de las especies de anfibios. En El Copé cerca del 50 por ciento de las especies de ranas nativas han desaparecido. Pero lo que sucedía después de tales cataclismos seguía siendo un misterio.

“Es una preocupación importante respecto al quitridio a nivel mundial”, dijo DiRenzo, quien completó el trabajo como parte de su doctorado en la Universidad de Maryland. “Antes de este estudio no sabíamos mucho de las comunidades que quedan después de un brote. En algunas áreas todavía es una caja negra”.

Las del género Diasporus, como este espécimen, se encuentran entre las ranas nocturnas más comunes de El Copé que sobrevivieron luego de que ocurriera un brote del hongo quitridios, en el 2004.

Los científicos han estado estudiando las ranas de El Copé durante mucho tiempo, lo que lo ha convertido en algo así como un laboratorio natural para la investigación de las dinámicas entre estos animales y los patógenos. Entre el 2010 y el 2014, DiRenzo y sus colegas visitaron anualmente un campo de dos kilómetros cuadrados e hicieron pruebas en la búsqueda de la presencia del quitridio. El equipo empleó luego un modelo estadístico para extrapolar sus resultados a una población más grande.

Encontraron que las ranas infectadas y no infectadas tenían la misma tasa de supervivencia: 96 por ciento. Lo que es todavía más importante: la mayoría de las ranas infectadas parecían ser capaces de mantener bajo control la proliferación del hongo.

“Nuestro estudio encontró que, aun cuando hay muchos individuos infectados, cerca del 98 por ciento de ellos están infectados a niveles muy bajos”, dijo en una declaración Karen Lips, zoóloga de la universidad de Maryland quien ha estado estudiando la interacción entre el quitridios y los anfibios por décadas.

La rana de árbol de la zona del Canal (Hypsiboas rufitelus) también sobrevivió el brote del hongo quitridio del 2004 en el Copé. Imagen por Graziella DiRenzo.

Lips dijo que cuando empezó el brote en el Copé ciertas especies que cargaban el hongo tenían mayor tendencia a diseminar la aflicción a otras ranas. “Pero algunas de estas especies ya desaparecieron, así que el ecosistema entero es totalmente diferente”, dijo. “Ya casi no es comparable con lo que era antes”.

La evidencia que el equipo ha hecho surgir podría mostrar que la comunidad de las especies de rana se ha estabilizado, lo que brinda cierta esperanza de que las ranas de otras partes del mundo en donde el quitridio ha atacado sean capaces también de adaptarse a él.

“El hecho de que algunas especies sobrevivieron es lo más importante”, dijo Lips. “Si suficientes especies de rana en un espacio dado pueden sobrevivir y persistir, entonces con suerte algún día una nueva comunidad vibrante de ranas podría reemplazar la que se perdió”.

La imagen de la cabecera es de una rana del género Diasporus y fue tomada en El Copé, Panamá, por Graziella DiRenzo. 

Referencia

DiRenzo, G. V, Zipkin, E. F., Grant, E. H. C., Royle, J. A., Longo, A. V, Zamudio, K. R., & Lips, K. R. (2018). Eco-evolutionary rescue promotes host–pathogen coexistence. Ecological Applications.

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