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Reserva indígena de 8100 millas cuadradas es reconocida en la Amazonía brasileña

  • En Brasil, existen 462 tierras indígenas (TI) declaradas por el Gobierno. Sin embargo, de esta cifra, tan solo el 8 % ha sido demarcada; un proceso que es fundamental para impedir y condenar las incursiones ilegales por parte de usurpadores de tierras, leñadores y otros forasteros.
  • El 19 de septiembre, la TI Kaxuyana-Tunayana, en la frontera entre los estados de Pará y Amazonas, recibió la aprobación del Ministerio de Justicia para la demarcación de sus 2,1 millones de hectáreas (8108 mi2). Sin embargo, los drásticos recortes presupuestarios sufridos por FUNAI, la Fundación Nacional del Indio de Brasil, hacen que el inicio del proceso de demarcación tenga fecha incierta.
  • Al menos 18 distintos grupos indígenas viven en las remotas TI Kaxuyana-Tunayana, incluidos cuatros grupos indígenas en aislamiento o “no contactados”. Durante 1960, el Gobierno brasileño expulsó por la fuerza a muchos grupos indígenas de la región, transportándolos en aviones de la Fuerza Aérea. Sin embargo, algunos grupos regresaron a su lugar de origen. Y lo hicieron a pie.
  • Los defensores de los pueblos indígenas, y los propios pueblos que viven en las TI Kaxuyana-Tunayana, temen que el creciente poder político de la bancada ruralista (el sector afín a la agroindustria) en el congreso logre la disolución de FUNAI e impida el proceso de demarcación. Con todo, no pierden la esperanza.
Al menos 18 distintos grupos indígenas viven en las TI Kaxuyana-Tunayana. La imagen muestra algunos miembros del pueblo Kaxuyana. Entre los pueblos indígenas que habitan el territorio, también se encuentran los Tunayana, Kahyana, Hixkariyana, Txikiyana, Xereu, Xowyana y Katuwena, y cuatro grupos en asilamiento o “no contactados”. Imagen de Mario Vilela/FUNAI.

El Gobierno brasileño ha reconocido 462 tierras tradicionalmente ocupadas por los indígenas (TI). Sin embargo, de estas, tan solo el 8 % han sido ya delimitadas. La demarcación significaría la protección jurídica contra las incursiones ilegales por parte de los usurpadores de tierras, leñadores, ganaderos, mineros y agricultores. En el corazón de la Amazonía, la comunidad TI Kaxuyana-Tunayana se encuentra dentro del 92 % restante que lucha por alcanzar el reconocimiento de los límites de su territorio indígena, tal como lo garantiza la Constitución de 1998.

El pasado mes de septiembre, la perseverancia y un golpe de suerte finalmente rindieron sus frutos: el Ministerio de Justicia dictó un decreto que establecía oficialmente la propiedad territorial permanente y autorizaba la delimitación de la TI Kaxuyana-Tunayana, con una extensión de 2,1 millones de hectáreas (8108 m2) en la frontera entre los estados de Pará y Amazonas.

Han pasado ya quince años desde que los líderes indígenas realizaron su primer pedido formal para la demarcación del territorio TI a FUNAI —el organismo brasileño que se ocupa de los asuntos indígenas—. Un periodo de tiempo frustrante y largo, aunque común en los reclamos territoriales indígenas.

La demora se debe, en gran parte, a la sucesión de conflictos políticos durante los años de espera. Sin embargo, el proceso contó con la ayuda del Ministerio Público Federal de Pará, un organismo gubernamental con litigantes independientes, el cual intervino cada vez que la aprobación de FUNAI se veía estancada.

Una remota aldea Kaspakuru a orillas del río Trombetas. Imagen de Denise Fajardo/instituto Iepé.

Finalmente, el pasado mes de mayo, FUNAI remitió su Informe Detallado de Identificación y Delimitación (RCID, por sus siglas en portugués) que culminó con el reconocimiento de legitimidad de la TI por parte del Ministerio de Justicia. Pero el visto bueno final para la demarcación se hubiese demorado más allá de septiembre, de no haber sido por el encuentro fortuito entre Luis Donizete, coordinador ejecutivo del Instituto de Investigación y Formación Indígena (Iepé), y Torquato Jardim, ministro de Justicia, durante la reunión de las Naciones Unidas sobre derechos indígenas celebrada en Ginebra en el mes de julio.

Donizete aprovechó la ocasión para preguntarle a Jardim si el ministerio tenía en sus planes aprobar la declaración de la TI durante 2018. Jardim respondió que el gobierno debía resolver primero algunas cuestiones con la Procuraduría General del Estado (AGU), ya que esta última cuestionaba la firma de la declaración.

El coordinador de Iepé argumentó entonces que el reconocimiento de la TI Kaxuyana-Tunayana no debía verse afectado por los cuestionamientos de la AGU, y le solicitó al ministro que recibiera a una delegación de representantes indígenas que deseaba defender su causa. Tras analizar las pruebas, Jardim finalmente firmó el decreto el 19 de septiembre.

“No existen incursiones, disputas o manifestaciones contra la delimitación de la TI que se opongan a la firma de la declaración. Tampoco existen solicitudes de proyectos de infraestructura en el lugar. Este es un caso raro en la región Amazónica”, indicó a Mongabay la líder Kaxuyana-Tunayana, Angela Kaxuyana.

Uno de los motivos por los cuales no existen disputas territoriales con personas de fuera es el emplazamiento remoto de Kaxuyana-Tunayana: los saltos de agua y otras barreras naturales hacen que la zona sea de difícil acceso. Con todo, existe un creciente interés en el territorio indígena, según afirma Denise Fajardo, antropóloga de Iepé y miembro del grupo técnico a cargo de los estudios de identificación y delimitación de la TI. “El alcalde de Nhamundá [en el estado de Amazonas], por ejemplo, ha estado intentando cooptar a los líderes indígenas para estudiar [la posibilidad de extracción de] la grava que se encuentra en la región meridional de la TI.”

Un líder Tunayana (izquierda) junto a otro del pueblo Kahyana. La apelación de los líderes indígenas dirigida directamente al ministro de Justicia brasileño, Torquato Jardim, logró el avance del pedido de demarcación de la TI durante el verano. Imagen de Denise Fajardo/instituto Iepé.

La fecha de demarcación continúa en el limbo

En la declaración ministerial de septiembre se instruye a FUNAI que proceda con la demarcación de la TI Kaxuyana-Tunayana. Sin embargo, a causa del recorte presupuestario sufrido por el organismo durante el mandato de Temer, nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzará dicho proceso.

“En la actualidad, FUNAI no está realizando demarcaciones; el organismo se encuentra en una situación vulnerable, lo cual debilita nuestra seguridad como pueblos indígenas”, sostuvo Kaxuyana, representante de la Coordinacióon de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB), la mayor organización de lucha indígena del país. “La continuidad de FUNAI depende del panorama político actual; por eso tememos que la bancada ruralista [el poderoso sector afín a la agroindustria] y su afán por eliminar este organismo echen por tierra el proceso de regularización de las TI”.

Al menos 18 grupos indígenas viven en las remotas TI Kaxuyana-Tunayana, incluidos cuatros grupos indígenas en aislamiento o “no contactados”. De acuerdo con Fajardo, si bien el nombre de la reserva solo se refiere a los grupos Kaxuyana y Tunayana, otros pueblos también habitan la región desde hace tiempo, como los Kahyana, Hixkariyana, Txikiyana, Xereu, Xowyana y Katuwena, a pesar de los reiterados intentos de expulsión por parte de las autoridades brasileñas.

“Muchos [grupos] indígenas fueron desplazados por la fuerza a fines de 1960 [durante la dictadura militar] y llevados a otros lugares. Treinta años más tarde, los Kaxuyana emprendieron su regreso a pie a lo largo del río Oyapoque, desde el Parque Nacional de las Montañas de Tumucumaque, donde se encontraban viviendo”, sostiene Fajardo.

El río Cachorro, un afluente del río Trombetas, en el estado de Pará. El aislamiento y el difícil acceso a la región han servido de protección contra las incursiones ilegales por parte de leñadores, mineros y usurpadores de tierras. Sin embargo, recientemente, los intrusos han comenzado a mostrar interés en la explotación de las TI Kaxuyana-Tunayana. Imagen de Ruben Caixeta.

La antropóloga, que comenzó su trabajo de investigación en Tumucumaque, en el extremo norte del estado de Pará durante 1990, recuerda la sorpresa que sintió al conocer las historias acerca de las familias que habían sido expulsadas de sus hogares tradicionales y llevadas en aviones de las Fuerzas Aéreas. “Se sentían foráneos en su nuevo lugar. Les dijeron que nunca regresarían a sus hogares. Pero el sueño de regresar era grande y entrañable; y, eventualmente, emprendieron su camino a casa. En el camino encontraron viejos parientes. Sus antiguas tierras permanecían prácticamente intactas”, comenta.

Angela Kaxuyana considera que la declaración de demarcación de la TI es un logro importante; en especial, a la luz de los reveses legales en materia social y ambiental logrados por el gobierno de Temer. En su opinión, la decisión adoptada en septiembre por el Ministerio de Justicia “nos ha dado esperanzas y nos hace creer nuevamente que el estado y, por tanto, la nación brasileña, reconoce su deuda con los pueblos indígenas”.

Vista de la población Kaxuyana de Chapéu. Imagen de Mario Vilela/FUNAI.
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