- Desde hace ya varios meses las aguas cristalinas del río Upano, que baja de la cordillera de Los Andes y llega a la Amazonía de Morona Santiago, están turbias.
- No se conoce la afectación a los recursos biológicos y el Upano ha perdido el atractivo turístico que lo hacía el cuarto mejor río del mundo para practicar rafting.
- Comunidades y Defensoría del Pueblo aseguran que la falta de plan de sedimentos del proyecto Hidronormandía ha empeorado la situación, sumado al poco caudal ecológico que le queda al río.
El río Upano, en la provincia amazónica de Morona Santiago en Ecuador, es mundialmente conocido por sus cualidades para practicar deportes como el rafting. Es considerado uno de los 10 mejores del mundo para este deporte e incluso National Geographic, en su libro ‘Journeys of a Lifetime’ publicado en 2007, lo ubicó en el cuarto lugar. Además, algunas poblaciones viven de la actividad pesquera en su recorrido y la ciudad de Macas, capital de la provincia, satisface gran parte de su demanda de agua con este afluente.
Pero esas épocas de bonanza turística y de recursos naturales parecen estar quedando en el olvido. Desde octubre de 2018 las aguas cristalinas del Upano ─que nace en el Parque Nacional Sangay a más de 3000 metros de altura y termina su recorrido en la Amazonía ecuatoriana─ se han tornado amarillentas y lodosas.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
Los pobladores de Macas están sorprendidos pues este tipo de eventos suelen durar unos cuantos días o a lo máximo una semana. El Upano lleva ahora casi cinco meses sin recuperarse por completo y la turbiedad ─unos días más fuerte que otros─ ya es una constante. “Sabemos que hay un derrumbe en la parte alta, pero como nos han dicho los geólogos, derrumbes hay todo el tiempo. La turbiedad con que baja el río se debe a que todo se acumula en una represa y cuando abren las compuertas todo sale. Como el río ya no tiene un buen caudal, no puede hacer su proceso natural de limpieza y todos los sedimentos van quedando en la cuenca del río”, dice Mercedes Mancheno, habitante de Macas y coordinadora del Comité de veeduría ciudadana en defensa del río Upano.
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Una hidroeléctrica a pocos kilómetros del derrumbe
Mancheno se refiere a la hidroeléctrica privada Hidronormandía, ubicada en el cantón Morona, parroquias Alshi y Zuñac. Si bien la empresa no es responsable del deslizamiento de tierra, los habitantes de Macas aseguran que sí tiene responsabilidad en que la turbiedad no se disipe pues todos los sedimentos se acumulan en su reservorio de agua y caen precipitadamente cuando se abren las compuertas. Pobladores y autoridades como la Defensoría del Pueblo aseguran que la empresa debería tener un plan de manejo de sedimentos pero no lo tienen.
El gigantesco derrumbe se dio en el río Tablas, afluente del Upano, entre 8 y 10 kilómetros arriba de donde se encuentra ubicada Hidronormandía. El Ministerio del Ambiente de Ecuador (MAE) ha dicho que la empresa no es responsable de este hecho y que, por ahora, se cree que es un fenómeno natural aunque se desconocen sus causas. Colectivos ciudadanos en la ciudad de Macas difieren de la postura del Ministerio y aseguran que la hidroeléctrica sí tiene una corresponsabilidad en la afectación del río.
“La acumulación de sedimentos en la hidroeléctrica cambia las condiciones para toda la vida que hay en el agua y alrededor de ella. Este problema ya tiene meses”, afirma Tania Laurinin, vocera de uno de los cuatro colectivos de defensa del Río Upano que se unieron en la veeduría ciudadana.
En pocas palabras, lo que algunas poblaciones dicen es que si Hidronormandía contara con un plan de sedimentos, la turbiedad del río ya no sería un problema pues deberían hacer una limpieza constante de estos materiales para garantizar el buen estado del agua, la protección de sus recursos y la capacidad del río de autorregularse y limpiarse.
Tarquino Cajamarca, defensor del Pueblo de Morona Santiago, confirma lo que dice Laurinin. “Como Defensoría hemos armado un borrador de acción de protección porque si bien es cierto que el desastre natural producido en las partes altas no tiene que ver directamente con la hidroeléctrica, ellos sí tienen responsabilidades por omisión. Están 9 kilómetros más abajo del deslave y no han hecho nada para mitigar”.
Para el defensor, es inaceptable que no se consideraran situaciones como esta en el plan de impacto ambiental, “tomando en cuenta que estamos en la región amazónica, una zona de alta pluviosidad e inestabilidad en los terrenos pendientes”. La Defensoría hizo una visita ‘in situ’ de seguimiento para ver si el MAE estaba vigilando el cumplimiento de un plan de acción que se le ordenó a Hidronormandía y, según Cajamarca, tienen un informe en el que reportan que “el MAE no sabía nada, no hacía un control cotidiano sino que hacía eco de los controles de la empresa”.
“Nosotros hemos solicitado la información al Ministerio porque públicamente han dicho que tienen todos los exámenes del agua, pero son estudios pagados por la empresa. En ese contexto no podemos suponer una acción completamente imparcial por parte del MAE”, asegura Cajamarca.
Mongabay Latam conversó con Paul Sánchez, director provincial del MAE hasta diciembre de 2018, quien hoy forma parte de la veeduría y conoce bien el tema pues el deslizamiento se dio mientras era parte de la autoridad ambiental. “Cuando estuve al mando se generaron varios informes y se hicieron algunas observaciones al proyecto como el inexistente manejo de sedimentos. Se pidió un plan de acción que ya está aprobado y en ejecución”.
Sánchez asegura que fue el Ministerio de Energía el que otorgó la licencia ambiental para la hidroeléctrica por medio de la que es hoy la Agencia de Regulación y Control de Electricidad (Arconel) y luego se dio una actualización de esa licencia que fue entregada por el MAE. Pero menciona un detalle que llama la atención: “cuando el Ministerio de Energía estuvo aquí indicó que los estudios para la entrega de esta concesión fueron hechos en función a cuencas similares, es decir, no existen estudios directos de la Cuenca del Upano. Eso nos genera muchas dudas sobre los procedimientos que se tienen que realizar en esta zona porque no se tienen datos exactos de línea base”.
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“Hidronormandía ha cumplido con toda la normativa legal”
Este medio contactó a la empresa generadora de energía y conversó con su gerente general, Juan Felipe Aegerter, quien asegura que en el mes de octubre, “el MAE nos hizo una inspección y sacaron un informe en el que decían que necesitaban ver el plan de manejo de sedimentos de nuestro plan de manejo ambiental. Ahora, nuestro plan de manejo ambiental fue aprobado por el MAE y dentro de este no consta un plan de manejo de sedimentos. Nosotros tenemos un estudio para manejar las compuertas que es como se manejan los sedimentos en las centrales”.
Lo dicho por Aegerter es cierto pues al momento de otorgarles la licencia, no les exigieron dicho plan. “Estuve revisando la normativa y el procedimiento de muchas hidroeléctricas en Ecuador y no estaban manejando sedimentos. Lo que hacen las empresas es más para protección de su obra civil que para protección ambiental”, dice Paul Sánchez.
Pero surgen varias preguntas: ¿No es importante tener plan de manejo de sedimentos en los proyectos hidroeléctricos? ¿Por qué el Estado no los ha pedido como requisito para algunas de estas grandes infraestructuras?
Mongabay Latam conversó con Andrea Encalada, ecóloga acuática, directora del Instituto Biósfera de la Universidad San Francisco de Quito y doctora en Ecología. Según la experta, “es vital que tengan un plan de manejo de sedimentos. Todo proyecto hidroeléctrico, sin importar su tamaño, debe tenerlo”.
Encalada asegura que parte de las funciones que cumple un río es transportar sedimentos y cuando hay modificación de la ribera río arriba o demasiada erosión, transporta más de lo que debería, pero es un proceso natural que todo río tiene que hacer. “Cuando uno retiene esos sedimentos se puede modificar mucho de lo que pasa río abajo”.
Según dice, hay que entender la dinámica de sedimentos incluso antes de la construcción porque, por ejemplo, en zonas que son muy nuevas en términos geológicos se puede llegar a cargar una cantidad de sedimentos mucho más alta de lo que puede soportar la misma hidroeléctrica. “Ahora, en términos ecológicos, la dinámica de sedimentos río abajo también va a tener que ver con una dinámica de nutrientes. Qué pasa con el carbono, el nitrógeno y el fósforo, elementos que son importantes para las zonas de inundación río abajo. Cuando uno cambia esas dinámicas cambia la dinámica ecológica”.
Aunque Encalada habla en términos generales del requisito de plan de sedimentos que deben cumplir todos los proyectos hidroeléctricos, sí asegura que “me asombra que no les hayan pedido esa información porque es necesaria para sacar la licencia ambiental”.
El ecólogo Francisco Villamarín, el hidrólogo Edgar Espitia, el ingeniero ambiental Mauricio Masache y el ecólogo e hidrólogo Jorge Celi del Grupo de Investigación en Recursos Hídricos y Acuáticos (GIRHA) de la Universidad Regional Amazónica – Ikiam, también explican el tema. “Al disminuir la descarga de sedimentos y el caudal aguas abajo de los reservorios, se reduce la migración natural del canal de los ríos. Estudios sobre dinámicas de bosques en regiones Andino-Amazónicas demuestran que esto resulta en una reducción general de la diversidad de plantas en ambientes tanto terrestres como acuáticos”, le dicen a Mongabay Latam.
Además, aseguran que no contar con un manejo de sedimentos puede resultar en afectaciones económicas para la misma empresa pues la sobrecarga de sedimentos puede provocar la suspensión temporal en el funcionamiento de las turbinas y, por lo tanto, la disminución en la producción de energía.
El grupo de expertos también coincide con Andrea Encalada en que el Estado debe solicitar un plan de manejo de sedimentos ya que de este depende la sostenibilidad del proyecto y debe tener en cuenta las siguientes estrategias: reducción en el ingreso de sedimentos, traslado y remoción y una correcta disposición de estos.
“Desafortunadamente, la Legislación ecuatoriana no exige explícitamente que las hidroeléctricas cuenten con un plan de manejo de sedimentos. Sin embargo, de manera implícita se exigen que se tomen medidas como el manejo de sólidos suspendidos”, afirman.
Ahora la veeduría ciudadana está pidiendo una auditoría para revisar si los procedimientos con que se otorgaron las licencias fueron los correctos, sobre todo teniendo en cuenta que, según dicen, los estudios presentados para obtenerlas no son de la cuenca del Upano y que la zona presenta deslizamientos de tierra constantes por lo que el tema de manejo de sedimentos era vital en este caso.
El gerente de Hidronormandía dice que están cumpliendo con el plan de acción del MAE que les ordenó instalar un turbidímetro, medir los sedimentos, hacer trabajos de reparación de algunos blindajes metálicos aguas abajo de captación y presentar procedimientos de manejo de biomasa. “Todo eso se ha presentado y otros puntos están en proceso según el plan. Lo que nos han solicitado fue entregado en el Viceministerio en Quito, en la subsecretaría de Calidad Ambiental”, afirma Aegerter. Cabe recordar que esas acciones fueron solicitadas por el MAE después de ocurrido el derrumbe.
La empresa aclara que ellos no tienen una represa sino un reservorio porque son una central de pasada. “Contamos con 42 000 metros cúbicos. Si nosotros abrimos todas las compuertas ese reservorio dura 25 minutos ahí. El diseño de la infraestructura de compuertas está hecho para simular un río”.
Aerteger insiste en que Hidronormandía ha estado y está presta a colaborar y que se han reunido con las instituciones que lo han solicitado, pero reitera que lo ocurrido fue un evento exógeno, localizado casi a 10 kilómetros del proyecto y es de competencia del MAE. Según dice, la turbiedad se superará cuando las lluvias limpien y laven todo el material del deslizamiento pero no se sabe cuánto tiempo puede tardar eso.
Mongabay Latam contactó al MAE y en respuesta oficial aseguró que “en base a los resultados de los monitoreos físico-químicos realizados por un laboratorio acreditado por el Servicio de Acreditación Ecuatoriana (SAE), se ha podido determinar que sí existe presencia de turbiedad en el Río Tablas que está aproximadamente a unos 800 metros aguas arriba de la captación del proyecto Hidronormandía. Lo que más se dispara en este río es la presencia de hierro mucho antes del proyecto Hidroeléctrico Normandía”.
El MAE asegura que con base en los análisis físicos-químicos del agua se puede determinar que la concentración de hierro se encuentra sobre los límites máximos permisibles en los siguientes puntos: Río Upano, antes de la intersección del Río Tablas, Río Tablas, captación Hidronormandía y post-captación. “Estos resultados y análisis nos indican que existe presencia de hierro fuera del límite máximo, antes y después del proyecto Hidroeléctrico Normandía”.
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Duros cuestionamientos
Desde noviembre, en ciudades como Macas, ha habido algunas marchas y protestas en contra del proyecto hidroeléctrico y su presunta falta de acciones para mejorar la calidad del agua del río Upano. Muchas de estas manifestaciones se encuentran en video en redes sociales. Sin embargo, Juan Felipe Aerteger, gerente de Hidronormandía, comenta que las comunidades de 9 de Octubre y Zuñac, en el área de influencia directa del proyecto, no han participado de esas protestas y no culpan a la compañía por lo que ocurre. “Algunos no han querido entender que se trata de un evento natural que no tiene nada que ver con Hidronormandía”.
Mercedes Mancheno asegura que estas dos comunidades viven en condiciones difíciles y que la empresa dentro de su plan de responsabilidad social ha hecho inversiones allí. “No los critico. Es entendible que no culpen a la compañía cuando esta ha venido a satisfacer algunas necesidades que el Estado no satisface”. Pero los cuestionamientos a Hidronormandía no solo se limitan a la turbiedad del agua. “En Macas estamos haciendo uso del agua con sedimentos. Además, cuando la empresa hace mantenimiento o si sufre algún daño, entonces la ciudad no tiene agua”, dice Mancheno.
Además del problema de abastecimiento, la coordinadora de la veeduría agrega que “en todo el recorrido del Upano hay asentamientos indígenas Shuar y varias ciudades. Hay dos comunidades pequeñas que hacen uso del río para pesca y alimentación. Además, el río estaba considerado como el cuarto mejor para rafting y ahora eso está suspendido, no solo por la turbiedad, sino porque el caudal de agua no es suficiente”.
A Paul Sánchez también le preocupa el caudal del Upano. “Se les autorizó (a Hidronormandía) un caudal del 90 % y dejan únicamente el 10 % de caudal ecológico. Eso para un río de una cuenca amazónica es insignificante. Hablamos de que el Upano se queda con 3.5 metros cúbicos por segundo y esto indudablemente afecta los recursos del río. Se está pidiendo un análisis técnico en función a estudios y levantamiento de línea base concretos e ideales de la zona para evaluar el caudal ecológico”.
Sánchez asegura que ya se han encontrado peces muertos pues el lodo entra en las branquias de los animales y los mata. “Como ciudadanos estamos haciendo una colecta con algunas organizaciones para obtener recursos y hacer estudios de agua en varios puntos, pero no solo fisico-químicos, que nos mostrarán presencia de minerales, sino un análisis de los recursos ictiológicos (peces) del río”.
Otro punto que preocupa es la consulta previa, libre e informada. La veeduría ciudadana de defensa del río Upano asegura que Hidronormandía no realizó este procedimiento constitucional al igual que ha pasado con otras dos hidroeléctricas en la provincia de Morona Santiago. “No hubo ningún proceso de consulta”, dice Tania Laurinin.
Por su parte, Juan Felipe Aerteger es enfático al decir que “eso es falso”. Asevera que tienen documentación donde se prueba que en 2013 se hizo el procedimiento de consulta previa de acuerdo con la ley en las comunidades de influencia y “posteriormente, en 2015, se hizo un alcance al proceso de participación social porque se incluyó la línea de transmisión que llega hasta Hidro San Bartolo”.
Mongabay Latam tuvo acceso a las licencias ambientales de Hidronormandía y en la segunda de ellas se asegura que “con Oficio No. S/N de 08 de junio de 2015, el Sr. Pacifico Fichamba, facilitador asignado por el MAE, entrega a la ARCONEL, el Informe del Proceso de Participación Social del Estudio de Impacto Ambiental de la Línea de Transmisión a 230 kV entre la Subestación Abanico- Subestación San Bartolo”.
Sin embargo, el defensor del Pueblo de la provincia, Tarquino Cajamarca, es enfático al decir que no se puede asimilar el proceso de socialización que tiene el proyecto ─el cual es un requisito administrativo interno─ con el requisito constitucional. “La consulta previa, libre e informada no se dio”.
En medio de toda la polémica que envuelve al río Upano, gran parte de la cuenca de este afluente en la ciudad de Macas es un área municipal protegida y se adelanta un proceso para que ingrese al Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador. Lo que llama la atención es que por ahora esta figura de protección no tiene mucha utilidad pues impide que el río sea utilizado para sacar piedra y arena pero no para frenar otras actividades mineras o hidroeléctricas.
La veeduría, a través de una ONG, consiguió el dinero que se necesitaba para generar el expediente que llegará al Ministerio de Ambiente para que este evalúe si es viable vincular el área municipal protegida al sistema nacional. Hay esperanza entre la comunidad pero todo estará en manos de la autoridad ambiental.
Por ahora, en el tema del río Upano, Mercedes Mancheno dice que el ministro de Ambiente, Marcelo Mata, aseguró que auditará lo que sucede en la región. Pero mientras eso ocurre, el río Upano sigue turbio y no se sabe con certeza qué tan afectados están los recursos biológicos en él. Lo que se sabe es que mientras en Macas se celebra el ‘Upano Fest’, las aguas cristalinas del río parecen alejarse cada vez más.
Imagen principal: Tirza Estrella / Facebook.
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