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La desaparición de las salamandra parda del sur: nuevo estudio intenta resolver un misterio de hace décadas

  • Las salamandras pardas del sur solían abundar en Georgia, Florida y partes de Alabama. Pero todo eso cambió en la década de los 70 cuando los investigadores empezaron a notar descensos súbitos por toda su distribución.
  • Hoy en día, las salamandras pardas del sur se encuentran en menos del 1 % de sus antiguas áreas de distribución. ¿Qué sucedió? Un grupo de científicos busca la respuesta para evitar la extinción.

Los biólogos Chace Holzheuser y Bruce Means están a gatas en una ciénaga de Florida, dan zarpazos entre el agua oscura, las hojas y la porquería mientras las cigalas zumban incesantemente en lo alto de los árboles por encima de ellos. De repente, Means se lanza hacia delante.

“¡Tengo una!”, grita. Se da la vuelta y abre las manos con mucho cuidado para mostrar una diminuta salamandra oscura. Es más pequeña que una minizanahoria y tiene una cola larga y piernas cortas que contradicen su agilidad cuando intenta un salto para liberarse sorprendentemente efectivo. Pero Holzheuser está preparado y la atrapa en el aire. La pone en una bolsa de plástico transparente para sándwiches para poder observarla mejor.

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Lo que a primera vista parecía una criatura anodina con una coloración uniforme del color del fango resulta que tiene puntos rojizos llamativos a lo largo de sus costados, cada uno con un punto incluso más pequeño de color más claro dentro de sí mismo. Hasta llegar a unas manchas grandes de color naranja detrás de los pómulos de la salamandra que recuerdan a las orejas —que resulta ser a lo qué se debe su nombre en latín: Desmognathus auriculatus—.

Esta es la salamandra parda del sur, una especie que hace tiempo estaba presente desde Georgia, por gran parte de Florida y hasta el sur de Alabama. En las décadas de los 40 y 50 era fácil encontrar salamandras pardas del sur. Tanto que, de hecho, los científicos consideraban la especie como la salamandra más abundante en su hábitat.

Las salamandras pardas del sur tienen puntos a lo largo de sus costados y una tendencia hacia el rápido serpenteo. Imagen cortesía de Chace Holzheuser.

Pero ya no es así. A mediados de la década de los 70, los científicos empezaron a notar que muchas poblaciones habían desaparecido repentinamente. Hoy en día, la salamandra parda del sur ha desaparecido de casi toda su área de distribución histórica y nadie sabe por qué.

Pero Holzheuser está intentando resolver este misterio. Emprendió un estudio de varios años para averiguar qué les había pasado con la esperanza de que ayudara a traerlas de vuelta del borde de la extinción.

Tiene la esperanza de que los resultados de su estudio no solo ayuden a salvar a las salamandras pardas del sur, sino también a otras especies de salamandras.

Habitantes improbables

Las salamandras pardas del sur son miembros del género Desmognathus, el cual está compuesto de unas dos docenas de especies que se encuentran en los EE. UU. al este del río Mississippi. Todas las especies de Desmognathus tienen una adaptación única: abrir la boca al revés. La mayoría de los animales con mandíbulas abren la boca al mover hacia abajo sus mandíbulas inferiores, pero las salamandras pardas, no. Para ellas, la mandíbula inferior permanece fija mientras que la mandíbula superior y el cráneo se mueven hacia arriba, lo que les hace parecer roqueros entusiastas cuando están comiendo.

Las Desmognathus pertenecen a las Plethodontidae, una inmensa familia de salamandras originarias de América del Norte. Las salamandras pletodóntidas se caracterizan por carecer de algo que tienen la mayoría de los vertebrados terrestres: pulmones. En vez de pulmones, estas salamandras respiran a través de la piel y al tragar aire por la boca, la cual está revestida con un tejido lleno de vasos sanguíneos que absorben oxígeno.

 

Debido a que no tienen pulmones y dependen de su piel para absorber oxígeno, las pletodóntidas tienden a ser bastante pequeñas —el tamaño de tu dedo meñique o más pequeñas— y pueden vivir solo en áreas húmedas y frescas donde su piel pueda permanecer húmeda.

La mayoría de especies de salamandras pardas viven en hábitats de los arroyos frescos en las montañas Apalaches. Pero unas pocas, incluida la parda del sur, también se encuentran en un área del sureste de América del Norte denominada la llanura costera. Se extiende más de 3000 millas desde Massachusetts hasta Texas y a lo largo de la costa atlántica de México, la llanura costera es una falda de tierra inclinada hacia el mar llena de ciénagas y arroyos que posee una biodiversidad impresionante.

La llanera costera es el hogar de más de mil especies de plantas que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. También es un paraíso para los anfibios con más especies de ranas que en cualquier otro lugar de los EE. UU. y Canadá, y posee seis de las nueve familias de salamandras del planeta.

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Varias especies de salamandra parda son nativas de áreas de la llanura costera en Georgia y Florida. Pero esto no debería de ser el caso, dado lo calurosa y a veces seca que es está región. Así que, ¿cómo pueden vivir aquí abajo anfibios cuyos antepasados evolucionaron en ecosistemas de los Apalaches frescos y húmedos?

Los herpetólogos creen que tiene algo que ver con una rareza geológica denominada “valle ciego”. Los valles ciegos se dan sobre todo en Florida, y son barrancos con manantiales que se forman hacia atrás cuando el terreno se erosiona hacia el manantial. Al fondo de cada barranco hay un arroyo frio y claro. A medida que pasa el tiempo, el arroyo se alarga y el barranco se vuelva más empinado y profundo. Algunos valles ciegos pueden tener más de 24 metros de profundidad y cortan impresionantes cañones ramificados en lo que de otra manera es el plano paisaje de Florida.

El fondo de un barranco en un valle ciego es fresco y húmedo, se vuelve más seco y cálido cuando escalas las laderas. Imagen cortesía de Morgan Erickson-Davis.

Los valles ciegos son refugios de microhábitats para los animales y las plantas que no podrían perdurar en el sur de los EE. UU. Los fríos manantiales que los forman fluyen durante todo el año, mantienen los fondos permanentemente húmedos y significativamente más fríos que el terreno situado encima —el oasis perfecto para un anfibio cuyos antepasados evolucionaron en los arroyos de las montañas del norte.

Los investigadores creen que estos valles ciegos permitieron a las salamandras pardas colonizar la llanura costera del sur de los EE. UU. Y una vez que llegaron, se diversificaron en varias especies —entre ellas la parda del sur—.

Una desaparición “sorprendente”

Hubo una época en la que se pensaba que las salamandras pardas del sur se expandían desde Virginia a Texas. Sin embargo, estudios recientes indican que las poblaciones del oeste y del norte pertenecen a especies diferentes y que el área de distribución de la verdadera salamandra parda del sur está limitada a Florida, partes de Georgia y justo al otro lado de la frontera en Alabama.

Estudios de las poblaciones de la salamandra parda del sur entre las décadas de los 40 y los 60 encontraron a muchas de ellas en estas áreas. Tantas que, se consideraba la especie de salamandra más abundante donde se encontraba.

Pero todo esto cambio en algún momento alrededor de los años 70 cuando, aparentemente de manera simultánea, casi todos los cientos de poblaciones conocidas se vinieron abajo.

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“Hemos identificado el periodo de declive que empezó al menos a finales de la década de los 60 y llegó hasta 1977”, dijo Holzheuser. “Desde 1977 hasta ahora, no hemos visto ningún tipo de recuperación en esas poblaciones donde han desaparecido. Hemos vuelto prácticamente a todas las poblaciones originales, hemos identificado 300 ubicaciones por toda Florida donde solían darse, donde estaban verificadas y documentadas antes de los años 80 y solo las estamos encontrando en un puñado de sistemas fluviales”.

En general, Holzheuser y sus colegas han encontrado que el área de distribución de las salamandras pardas del sur ha disminuido en más del 99 %. Ahora han desaparecido por completo en Alabama y solo se encuentran en algunos lugares en la península de Florida.

“Me parece bastante sorprendente que una desaparición tan grande pudiera tener lugar en tan poco tiempo a lo largo de un área geográfica tan extensa”, dijo Holzheuser.

Una salamandra parda del sur luce su característica “oreja” naranja. Imagen cortesía de Chace Holzheuser.

Holzheuser no es el único investigador perplejo por el repentino declive de las salamandras pardas del sur.

“Pasé un año entero a gatas arrastrándome por varios cientos de barrancos y encontré cero, absolutamente ninguna”, dijo Bruce Means, investigador ecologista y profesor de la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee. Means también dirige el Instituto de la Llanura Costera, una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es ayudar a preservar la biodiversidad del sureste de los EE. UU.

 

Means ha estado estudiando las salamandras pardas durante décadas, y formó parte del equipo de investigación que descubrió que las poblaciones de pardas del sur en el norte y en el oeste eran en realidad especies diferentes. Su trabajo le colocó en el foco de atención cuando las salamandras pardas del sur empezaron a desaparecer y es coautor de varios artículos sobre su declive.

Pero hasta la fecha, investigadores como Means no han sido capaces de encontrar una evidencia definitiva que explique cómo tantas salamandras, en tantos lugares, desaparecieron tan rápidamente. Sin embargo, tienen algunas ideas, que es donde entra Holzheuser. Se está embarcando en el primer estudio que abarca toda el área de distribución de la salamandra parda del sur como parte de su doctorado para la Universidad Estatal de Florida, durante el cual documentará cuántas quedan, dónde están y qué comen, e intentará descubrir exactamente por qué han desaparecido tantas.

Contaminación, jabalíes y agentes patógenos 

Hoy en día, la península de Florida tiene un aspecto muy diferente al que tenía en los años 50. Una vuelta por fuera de Tallahassee revela millas y millas de expansiones suburbanas y áreas despejadas, con carreteras nuevas y anchas para conectar con la expansión.

“Se acabó”, dice Means con una risa seca.

Lo que subyace tras este nuevo desarrollo es piedra caliza porosa y alveolada que pasa el agua que viene de arriba al acuífero de abajo.

“Nuestro gran suministro de agua en Florida viene de esa piedra caliza”, dice Means. “Todo lo que hacemos sobre la superficie va bajando hasta la piedra caliza y sale en nuestra agua del grifo”.

Y no solo en el agua del grifo. La contaminación también está afectando las ciénagas de la región. Holzheuser menciona Wacaulla Springs, un manantial de agua dulce y sistema de cuevas a 14 millas al sur de Tallahassee.

“Wacaulla Springs solía tener un agua cristalina; quiero decir que era tan clara que podrían grabar películas subacuáticas en este lugar”, dice. “Pero debido al crecimiento urbano de Tallahassee, el drenaje se ha filtrado en el sistema acuífero. Y ahora el agua que sale a la superficie es marrón. Ya ni siquiera sacan embarcaciones con la base de cristal porque no pueden ver el fondo”.

Debido a su piel fina y porosa las salamandras y otros anfibios son especialmente sensibles a la contaminación del agua. Por ejemplo, un estudio ha vinculado la emergencia de ranas hermafroditas en los estanques a las afueras de Connecticut a vertidos del herbicida atrazina de los campos de cultivo cercanos. La contaminación también puede dañar a los anfibios indirectamente; estudios han implicado a los parásitos platelmintos como una causa de las malformaciones grotescas de las ranas, los parásitos se expanden a través de los caracoles que han proliferado gracias a los vertidos de fertilizantes.

¿Podría la mayor concentración de contaminación en el agua haber causado la muerte de las salamandras pardas del sur? Quizás, dicen Means y Holzheuser. Pero un factor de confusión de esta hipótesis es que muchas zonas de las que ha desaparecido la parda del sur todavía son hogar de otras especies de salamandras, incluso otros tipos de salamandras pardas. Si los niveles de contaminación son los suficientemente altos para causar la muerte de un tipo de salamandra, ¿por qué no afectaron a otros?

Esta familia de cerdos salvajes puede arrancar una gran cantidad del hábitat de la salamandra. Imagen cortesía del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los EE. UU.

Los cerdos salvajes también son un gran problema en Florida, ya que prácticamente están en todos los otros lugares donde han sido introducidos. El Departamento de Agricultura de los EE. UU. estima que le cuestan al país 1,5 mil millones de dólares cada año en daños a los cultivos y medidas de control. Y un estudio publicado en Scientific Reports de la revista Nature a principios del 2018 señala a los jabalíes como una de las especies invasivas más dañinas en el mundo en materia de conservación, una especie que es una amenaza para más del 87 % de las especies en peligro en los EE. UU

Para las salamandras, los jabalíes presentan una doble amenaza.

“Una es que arrancan el entorno y comen directamente las salamandras y/o destruyen el hábitat reproductivo de la salamandra”, dijo Means. Aunque añadió que no cree que los cerdos puedan eliminar una población entera.

“La otra es que pueden ser portadores de agentes patógenos”.

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Uno de estos agentes patógenos es el hongo quítrido de los anfibios Batrachochytrium dendrobatidis (Bd). Los científicos lo detectaron por primera vez en la década de los 70, el Bd se expandió rápidamente por todo el mundo y ha estado implicado en los declives o extinciones de alrededor de 200 especies de anfibios. Aunque el Bd parece tener una preferencia por las ranas, las salamandras también pueden ser infectadas.

Holzheuser dice que, hasta la fecha, ni él ni sus colegas “han encontrado muchas evidencias que sugieran que el Bd fuese la causa”. Pero como solo puedes hacer pruebas para un tipo de hongo quítrido cada vez (y hay muchos tipos diferentes de quítridos ahí fuera) dice que es posible que todavía no hayan buscado el correcto.

Pero también hay un vacío en esta hipótesis: en los pocos lugares donde todavía viven las salamandras pardas del sur, parece irles muy bien. Uno de esos lugares es a lo largo del río Sopchoppy en el bosque nacional de Apalachicola.

“Lo que sea que afectase al resto de la población por alguna razón pasó por alto toda esta zona”, dijo Holzheuser. “Y dado que hay un gran flujo de especies invasivas y tráfico humano por aquí, podrías pensar que si era un agente patógeno de algún tipo hubiese sido introducido por alguno de estos muchos portadores que entran y salen del área, sobre todo porque han desaparecido de sistemas fluviales tan cerca de dicha área.

“Así que, si es un agente patógeno, tenemos que dar una explicación de por qué no invadió esta región específica”.

Hábitat crítico

El bosque nacional de Apalachicola, que abarca más de 600 000 acres, es el mayor bosque de este tipo en Florida. Está situado a unas 50 millas de Tallahassee y está compuesto de bosque denso, ríos sinuosos y ciénagas del color del té fuerte. También es el hogar de la mayor población conocida de salamandras pardas del sur que queda en el mundo.

Conducir por la carretera hasta la ubicación del estudio de Holzheuser es como volver en el tiempo. El desarrollo rural y el campo abierto dejan paso a extensiones de pinos de hoja larga (Pinus palustris) que según vas avanzando en el bosque nacional son más gruesos, más altos y más viejos. Aunque nada de esto es bosque intacto —casi todos los bosques en el sureste de los EE. UU. han sido talados a lo largo de los últimos siglos— su condición de área protegida significa que se le ha dado una oportunidad para volver a crecer y proporcionar un hábitat para las plantas y los animales que no tienen muchas otras opciones.

“Muchos de los animales [terrestres] en el sureste de los Estados Unidos que están considerados en peligro de extinción o amenazados viven en este tipo de entorno”, dice Means. “Y ahora quedan menos del 2 % entre Virginia y el este de Texas”.

Uno de los pantanos en el bosque nacional de Apalachicola donde todavía se pueden encontrar salamandras pardas del sur. Imagen cortesía de Morgan Erickson-Davis.

Las salamandras pardas del sur no son los únicos animales poco comunes que se encuentran en el bosque nacional de Apalachicola; Holzheuser señala algunos pinos marcados con pintura blanca que dice que indica que son árboles usados para anidar por los pájaros carpinteros de cresta roja en peligro de extinción. El único pájaro conocido que excava agujeros en árboles vivos (aparentemente infectándolos con un hongo que descompone la madera), estos pájaros carpinteros hacen ciertos agujeros en los que descansar y otros en los que anidar. Es fácil de distinguir cuáles son los agujeros de anidar, incluso desde el suelo: los agujeros de anidar están enmarcados por savia.

“Rascan alrededor del borde del agujero para drenar la savia para proteger el agujero de depredadores como las serpientes”, dice Holzheuser.

En el lugar del estudio, Holzheuser y Means no tienen ninguna dificultad para encontrar salamandras pardas del sur y atrapan una antes de apenas mojarse las botas. A medida que se adentran aún más en el pantano de aguas negras, capturan otra, y luego otra mientras arañas inmensas los miran con recelo desde los troncos de tupelos negros y cipreses que crecen en la misma agua.

“Desafortunadamente, lo que ves aquí te da una idea distorsionada porque en el resto de Florida solían ser así de abundantes”, dice Holzheuser. “Sin embargo, ya no lo son. Si fuéramos por un sistema fluvial que es directamente adyacente a este, no encontraríamos nada”.

Una salamandra parda del sur holgazanea en unas hojas en descomposición y barro. Imagen cortesía de Chace Holzheuser.

Según Holzheuser, todas las salamandras pardas del sur que quedan se encuentran en áreas protegidas —lugares como bosques nacionales y estatales y refugios de la fauna silvestre— que no se han visto afectadas por los niveles de desarrollo sufrido por la mayor parte del resto de la región.

Holzheuser y Means creen que otra clave para el éxito de las salamandras en este lugar podría ser la acidez extrema del agua. La mayoría de los ecosistemas acuáticos naturales en los EE. UU. tienen valores pH de entre 6,5 y 8,5. La lluvia ácida tiene un pH de aproximadamente 4,3 y muchos, por no decir la mayoría, de los animales acuáticos y semiacuáticos no pueden vivir en aguas con un valor pH por debajo de 5.

¿Y qué pasa en el lugar del estudio de Holzheuser, uno de los últimos reductos de la salamandra parda del sur? El pH aquí puede llegar a ser tan bajo como 3,2.

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“La acidez viene de la descomposición de toda esta materia orgánica y eso es también lo que vuelve el agua negra”, dice Holzheuser. “Así que [las salamandras pardas del sur] están altamente adaptadas a los entornos ácidos. Pero también las encontramos en hábitats tipo manantial, así como los manantiales de valle ciego, que son más básicos. Por lo que evidentemente pueden tolerar una gama de acideces en su hábitat”.

¿Esta acidez podría estar manteniendo algo, quizás un agente patógeno, fuera del agua en la ubicación de este estudio? Holzheuser espera que su estudio proporcione la respuesta.

También están examinando los contenidos del estómago de las salamandras pardas del sur para averiguar qué comen y cómo su desaparición ha afectado al entorno circundante. Para hacer esto les da a las salamandras “lavados gástricos” —palabra sofisticada para un lavado de estómago— que provoca vómitos sin dañar a los animales.

“Dada su abundancia, las salamandras pardas del sur probablemente tuvieron un gran impacto en los ciclos del carbono de estos arroyos debido a que consumen una gran cantidad de artrópodos y otros insectos que están en los estanques”, dijo. “Y con ellas desaparecidas, muchos de esos insectos pueden reproducirse en gran abundancia. Por lo que el estanque en realidad perdió un importante depredador con su desaparición”.

Prepararse para el desastre

Una vez que acabe el estudio este verano, Holzheuser planea usarlo para intentar convencer al gobierno federal de que categorice a la salamandra parda del sur como especie en peligro de extinción. Esto abriría más avenidas y fuentes de financiación para su conservación, las cuales tanto Holzheuser como Means dicen que son sumamente necesarias si se quiere salvar a la salamandra parda del sur.

“Y si somos capaces de encontrar esa causa, entonces ese será el primer paso para solucionarlo”, dijo Holzheuser. “Si podemos solucionar el problema y evitar que la especie se extinga y ayudarla a propagarse de nuevo en su hábitat original, creo que, como biólogo y conservacionista, para mí ese es el principal objetivo —esa es la medalla de oro”.

Chace Holzheuser baja a un barranco valle ciego para echar un vistazo a unas salamandras. Imagen cortesía de Morgan Erickson-Davis.

Mientras que el principal objetivo de Holzheuser es arrojar luz sobre la difícil situación de la salamandra parda del sur, dice que los resultados de su investigación también podrían ser usados para ayudar a otras especies de salamandra en los EE. UU. Sobre todo, sus conclusiones podrían proporcionar información sobre lo que sucede en el caso de una mortalidad catastrófica de las salamandras debido a, dice, una enfermedad de rápida propagación.

Puede ser que esa situación no sea tan exagerada —y puede que no esté tan lejos—. En el 2008, una misteriosa enfermedad empezó a matar a las salamandras comunes en los Países Bajos; desde entonces, ha acabado con más del 99 % de las salamandras comunes en las áreas afectadas en los Países Bajos, Alemania y Bélgica. En el 2013 los científicos identificaron al responsable: Batrachochytrium salamandrivorans, o Bsal, un hongo quítrido de la misma familia que el Bd. Pero a diferencia del Bd, el Bsal ataca a las salamandras.

Aunque el Bsal todavía no ha sido detectado en los EE. UU., los investigadores creen que es solo cuestión de tiempo que llegue. Y dicen que, cuando llegue, podría ser devastador. América del Norte es el centro del mundo en riqueza de especies de salamandras, y los EE. UU. tienen más especies de salamandras que cualquier otro país. Una investigación preliminar sugiere que la mitad de todas las especies de EE. UU. podría ser susceptible al Bsal. A las salamandras de la familia pletodóntidos como la parda del sur parece que les afecta especialmente.

Holzheuser dice que la salamandra parda del sur probablemente no esté tan en peligro como otras salamandras dado que el Bsal prefiere lugares más fríos que Florida, pero la posibilidad de una invasión del Bsal en los EE. UU. todavía le asusta. Y sus pruebas indican que las salamandras pardas del sur son susceptibles a la infección del Bsal.

“Realmente me asusta el hecho de que esta especie esté en una situación tan precaria”, dijo Holzheuser. “Y lo que de verdad quiero enfatizar es la desaparición de esta especie y nuestra investigación de esa desaparición no es solo para esta especie, es para todas las salamandras en los EE. UU.

“Esto puede ser un estudio monográfico para mostrar qué sucede a una especie si se extingue, cómo se puede extinguir y qué ocurre [ecológicamente] como resultado de esa extinción”.

Imagen de cabecera: Una salamandra parda del sur, cortesía de Chace Holzheuser.

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