Estudios científicos arrojan datos alarmantes: estiman que quedan 600 individuos en el país.El comercio ilegal, la reducción y degradación de los bosques, y el conflicto con los agricultores son responsables del retroceso de esta población. (Este artículo es parte de una colaboración periodística entre Mongabay Latam y El Deber de Bolivia) El sol quema la piel y resquebraja el suelo de los valles mesotérmicos de Santa Cruz. El apacible murmullo del río San Isidro, que atraviesa los sembradíos de las comunidades de Comarapa, se ve interrumpido por los inconfundibles gorjeos, garridos y cotorreos de las pocas parabas frente roja que, en bandadas —antes numerosas—, surcan el cielo de su hábitat natural. Durante el día, estos ágiles e inteligentes animales ofrecen un espectáculo digno de observar: juegan, adornan las alturas con sus alas de colores y al final de la tarde vuelven a sus nidos. Una pareja de estas aves se adelanta y alerta a su grupo sobre la presencia de personas observando sus nidos o al menos eso muestran. Ninguna se acerca. Cuando los visitantes se retiran, los padres ingresan a las grietas de las rocas donde los desesperados y hambrientos pichones, esperan su ración de comida. Estas delicadas y majestuosas aves, a las que el rojo de su frente y el color de sus plumas las hace únicas en el mundo, y que solo habitan en Bolivia, están siendo diezmadas por la mano del hombre que, al cazarlas, para meterlas en jaulas o para traficarlas, las han puesto en grave peligro de extinción. La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam. El Libro rojo de los vertebrados de Bolivia (2009) precisa que hasta mediados de los ochenta existían por lo menos 5000 individuos en la naturaleza. El año pasado, sin embargo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lanzó una cifra que encendió la alarma: reportaron hasta mediados de 2018 una disminución considerable en la población de esta especie que bordea hoy los 600 ejemplares. Lo que significa que desapareció casi un 90 % de su población.