- El paujil de pico azul es un ave endémica del país que se encuentra en peligro crítico de extinción. Su poblaciones decrecen por cuenta de la cacería y la deforestación de los bosques donde habita.
- Luego de cinco años, tres polluelos nacieron en el Aviario de Cartagena y crece la esperanza de los científicos por salvar la especie.
Menos de 2500 individuos en estado silvestre, procesos lentos y complejos de reproducción, hábitats afectados por la deforestación y vidas en peligro por la cacería. Esa es la historia del paujil de pico azul (Crax alberti), un ave endémica de Colombia que se encuentra en Peligro Crítico de Extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y que lucha por sobrevivir.
Aunque la situación del paujil es difícil, hoy la esperanza está puesta en los polluelos que nacieron en el Aviario Nacional de Cartagena, luego de cinco años sin registros exitosos de reproducción fuera de su hábitat natural. Es por este evento que la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla ha iniciado la búsqueda de esta emblemática especie en los Montes de María —una zona del Caribe rica en biodiversidad pero que ha sufrido enormemente por el conflicto armado colombiano—. Desde 1993 no se avista el ave allí, pese a que hubo registros de su presencia desde 1901 hasta ese año. Confirmar su presencia o ausencia es vital, “si hay paujiles se puede pensar en introducir especies nacidas bajo cuidados humanos para fortalecer sus poblaciones y si no se encuentran registros se debe hacer una evaluación de la idoneidad del área para saber si cuenta con las condiciones ecológicas para que las aves puedan ser liberadas”, sostiene Christian Olaciregui, jefe del Departamento de Biología y Conservación del zoológico de Barranquilla.
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Los últimos paujiles
Podría decirse que el paujil de pico azul es un ave exigente. Aunque se parece a un pavo, es muy selectiva a la hora de escoger su hogar. Habita principalmente en los bosques húmedos tropicales, y en menor medida en el bosque seco tropical de la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Parque Nacional Natural Paramillo, en la región Caribe, así como en los valles de los Ríos Cauca y Magdalena y la Serranía de San Lucas. Todas estas son áreas que han tenido altas tasas de deforestación en las últimas décadas debido a la colonización y expansión de la frontera agropecuaria.
El contacto con los humanos es algo que el paujil, en estado silvestre, evitará a toda costa. Son animales territoriales que se alimentan principalmente de frutas, aunque al ser omnívoros también consumen algunos insectos, lagartijas y ranas.
Su función en el bosque es vital para la regeneración vegetal, ya que son grandes dispersores de semillas. Además, prestan un servicio útil a otras especies, pues cuando perciben un depredador emiten sonidos estridentes que les sirven de alarma natural a otros animales.
Sin embargo, la deforestación y la cacería lo tienen en un peligro inminente. “La cacería impacta sobre los individuos pero la deforestación tiene un impacto sobre la distribución de la especie”, asegura Christian Olaciregui. Sumado a esto, el biólogo afirma que el paujil de pico azul es un ave con una tasa de reproducción baja: se reproduce una sola vez al año y pone generalmente dos huevos. “Esto hace que cualquier amenaza sobre ellos genere impactos más severos sobre sus poblaciones”, añade.
Actualmente, siete centros zoológicos tienen dentro de sus inventarios al paujil de pico azul pero no todos cuentan con pareja. En algunos sitios solo tienen al macho por lo que no es posible lograr su reproducción.
Es un ave muy difícil de observar en estado silvestre y muchos de los que se encuentran en los zoológicos provienen del tráfico ilegal. Por ejemplo, el macho que habita en Barranquilla llegó luego de que fuera decomisado y que las autoridades ambientales determinaran que no podía devolverse a su hábitat natural. Bajo cuidados humanos puede vivir aproximadamente 30 años y en estado silvestre no se sabe con certeza pues también es parte de la dieta de grandes depredadores como el puma y el jaguar.
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La esperanza: tres polluelos y dos huevos a punto de eclosionar
El Aviario Nacional de Colombia, ubicado en Cartagena, fue escenario de una de las mejores noticias para el paujil de pico azul. Luego de cinco años, en los que no se logró reproducir la especie en zoológicos, nacieron tres polluelos. La última reproducción exitosa se había dado en 2014 y desde entonces los esfuerzos eran infructuosos.
“En octubre llegué al Aviario y empecé a organizar las parejas. Ellos son muy complicados porque son muy territoriales, al punto de que el macho puede herir o matar a la hembra. Adecuamos los encierros y pusimos los nidos porque se acercaba la época de reproducción ─empieza en enero─. Alcanzamos a unir tres parejas y empezamos a hacerles monitoreo y seguimiento todo el tiempo”, le dice Andrés Merizalde, director técnico y científico del Aviario Nacional, a Mongabay Latam.
Reproducirlos es una tarea en la que no se puede descansar, ya que, según Merizalde, podrían quedar menos de 700 individuos en vida silvestre y no cerca de 2500 como se calculaba.
El primer gran acontecimiento llegó el 26 de enero cuando una de las hembras puso un huevo. La emoción aumentó al día siguiente cuando puso el segundo. “Se demoran un mes en nacer. El 26 de febrero eclosionó un huevo y el 28 de febrero el otro”, dice Merizalde. Pero la fiesta para la conservación de la especie no paró allí. La hembra puso otro huevo y a finales de marzo nació otro paujil de pico azul. “Todavía tenemos dos huevos y estamos esperando que nazcan”.
El orgullo con que Andrés Merizalde cuenta este logro se debe a que en ningún otro lugar de Colombia se ha logrado la reproducción del animal en cautiverio y cada nuevo individuo cuenta. El reto para él es que las otras dos parejas de paujiles que conformó también pongan huevos, “yo esperaría que el próximo año, para esta época, las tres parejas estén reproduciéndose”.
Los 10 polluelos que nacieron en el Aviario en 2014 también fueron motivo de orgullo, pero se aplicó otro método: no se emparejaban las aves sino que se introducía al macho solo un momento y después los separaban por temor de que matara a la hembra. “Nosotros aplicamos el sistema de parejas que es más natural, el otro era forzarlos a que se aparearan. Ahora ellos tienen que aceptarse mutuamente y empezar a convivir porque son aves monógamas. Esto es algo más complicado pero afortunadamente lo estamos consiguiendo”, relata Merizalde.
El paujil se empieza a reproducir entre los dos y tres años de vida y en cada temporada de apareamiento puede poner hasta cuatro huevos. Si el éxito del programa del Aviario Nacional sigue como hasta ahora, pronto los científicos deberán prepararse para criar aves con el fin de liberarlas. Con este desafío también llegará el de educar a las comunidades “porque un paujil es como un pavo y en este país donde hay mucha necesidad y pobreza, un campesino lo ve y solo piensa en alimentarse, no tiene ni idea de que se trata de un animal en peligro crítico de extinción”, dice Andrés Merizalde.
¿Quién lo ha visto en los Montes de María?
Según la UICN las poblaciones del paujil de pico azul vienen decreciendo en los departamentos de Magdalena, Cesar, La Guajira, Bolívar, Córdoba, Antioquia, Boyacá y Santander. Ya ha desaparecido de gran parte de su área de distribución original y, por ejemplo, en el norte de Bolívar (Montes de María) no se ha registrado desde la década de 1990.
El estudio de este lugar es de gran importancia para la conservación de la especie. El zoológico de Barranquilla, con la ayuda de habitantes de la región, seleccionó algunos puntos en los municipios de San Juan Nepomuceno y San Jacinto, y entre febrero y agosto de 2018, instaló 20 cámaras en esta región, pero no obtuvo registros del paujil. El trabajo es bastante complejo ya que el ave podría habitar en zonas de conflicto histórico y actual, lo cual impide realizar ejercicios de fototrampeo en algunos lugares.
A pesar de que el paujil no posó para las cámaras, habitantes de la zona informan de algunos avistamientos rápidos del animal. Así lo recuerda César Buelvas, facilitador de la FAO, profesional en administración agropecuaria y habitante de los Montes de María. Durante varios años también estuvo vinculado a Parques Nacionales Naturales de Colombia y trabajaba en el Santuario de Flora y Fauna Los Colorados.
“Las aves siempre me han apasionado. Hace 30 años fue el último avistamiento en el Santuario de Los Colorados, en la Serranía de San Jacinto. Pero empecé a indagar con campesinos de la región y me contaron que lo habían visto en los páramos de La Espantosa y el Oro. Otras personas en el Parque Regional Perico y Laguna decían que, en un sitio llamado Cigarrón, también se veía la especie, así como en el cerro Maco”, comenta.
Aunque no hay un registro confirmado, Buelvas cree que todavía no se puede descartar la presencia del paujil en los Montes de María, pues un buen indicador es el regreso al Santuario Los Colorados de la pava congona (Penelope purpurascens), que a pesar de no estar en peligro de extinción y de contar con una amplia distribución en Latinoamérica, no aparecía en el lugar debido a la fragmentación de sus hábitats.
“La pava congona está volviendo al Parque Los Colorados y esta es una esperanza que tenemos para ver de nuevo al paujil de pico azul. Esto nos muestra el buen estado de conservación del Parque”, dice Buelvas.
Además, los campesinos y ganaderos de la zona han ido cambiando su actitud frente a la conservación y según dice, están entendiendo que estas especies son importantes para el ecosistema. “Ellos mismos hacen monitoreo comunitario con las pavas, las guacamayas y están en alerta de ver al paujil”.
Que no aparezca un registro del paujil de pico azul en las cámaras trampa instaladas en los Montes de María no necesariamente debe asumirse con tristeza o frustración. Christian Olaciregui cuenta que la ausencia del ave en zonas de distribución histórica ofrece oportunidades para el establecimiento de nuevas poblaciones. “Sin embargo, esto únicamente se realizará si se cuenta con las condiciones ecológicas (hábitat suficiente, recursos alimenticios) y condiciones culturales (ausencia de cacería dirigida a la especie) para reintroducir nuevos individuos”.
Para que esto ocurra, además, los paujiles de zoológicos deben ser criados bajo un comportamiento que los asemeje a sus hermanos que viven en vida silvestre. “Si yo libero un paujil que creció viendo pasar gente, pues no va a funcionar porque no los identificará como una amenaza, no tendrá los mismos recursos de protección frente a depredadores y estará acostumbrado a comer frutas comerciales que no se consiguen en su hábitat”, argumenta.
Los animales que están naciendo en el aviario son una gran esperanza, pero deben ser criados con el fin de ser liberados, alejados lo más que se pueda de los seres humanos. Esto se ha logrado en Brasil con algunas especies de paujiles y pavas que se han expuesto a todos los sonidos, a plantas silvestres e incluso a depredadores.
Por ahora los zoológicos tienen que seguir trabajando en el aumento de sus poblaciones internas para luego pasar a una etapa de cría de aves con fines de liberación. La carrera por salvar al paujil de pico azul en Colombia continúa.
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