- Después del asesinato del líder ambiental Edwin Chota y de tres dirigentes de la comunidad Alto Tamaya-Saweto en Pucallpa por taladores ilegales, las mujeres de este pueblo asháninka en la frontera de Perú con Brasil son las que defienden los bosques.
- Ellas se enfrentan al crimen organizado, ante el miedo de los varones de ser asesinados como sus compañeros, y a la débil protección del Estado que aún no concreta las mejoras de infraestructura y la ejecución de proyectos sociales que debieron cumplirse desde 2015.
(Este reportaje forma parte del Especial Tierra de Resistentes y ha sido trabajado por el equipo de Convoca.pe)
I. Sobrevivientes
—¿Cuánto tiempo les tomó llegar hacia Pucallpa (la capital de Ucayali)?
—Tres días, nomás (…). Día y noche hemos viajado (…) sin descansar en peque-peque —narra Julia Pérez, una mujer de 42 años de edad, parada en una de las esquinas de la Casa Comunal de Saweto con los pies descalzos.
—Era de noche, ¿no era peligroso?
—No, no teníamos miedo, la señora Ergilia, su hija, el motorista y yo, los cuatro.
—Durante el viaje, ¿se detuvieron para comer?
—Nada, después recién tuvimos apoyo para comer.
—En ese viaje, una de las viudas estaba embarazada. ¿Quién era?
—Yo, en ese tiempo tenía siete meses, me dejó su papá gestando.
— ¿Y cómo hizo para viajar hasta Pucallpa?
— Así he ido, qué se puede hacer. Cuando se quiere así se hace, nada me ha atajado.
— ¿Cómo llamó a su hijo?
—Edwin.
— ¿Como su papá?
—Sí.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
Con un niño en el vientre y llena de miedo, Julia Pérez navegó el río durante tres días desde Saweto hasta la ciudad de Pucallpa luego de enterarse que mataron a su esposo Edwin Chota y a otros tres líderes comunales. Julia aún recuerda el grito de un sobreviviente de aquel episodio de horror.
—¡Ya lo han matado al Chota, ya lo han matado a nuestro jefe! —gritó Jaime Arévalo, vocal de Alto Tamaya-Saweto, al promediar las seis de la tarde del 5 de septiembre de 2014. Él y su esposa Hilda Cushimba apenas podían respirar cuando llegaron a avisar a su comunidad que Edwin Chota, Jorge Ríos, Leoncio Quintisima y Francisco Pinedo habían sido asesinados.