A pocos kilómetros de la Triple Frontera con Brasil y Colombia, en el extremo oriental de Loreto, se ha abierto una vía vecinal de 26 kilómetros que parte por la mitad una comunidad indígena yagua.La comunidad señala no haber sido informada de la construcción de esta vía, que en total ha deforestado más de 9000 hectáreas de bosque primario y que no cuenta con Declaración de Impacto Ambiental, como lo confirmó el alcalde de la provincia.En la misma zona, un proyecto para la construcción de otra carretera que unirá Caballococha y Buen Suceso, cuyo trazado atraviesa dos comunidades indígenas más, es impulsada por un congresista de la república. Esta es la historia de cómo una comunidad indígena yagua, asentada en el Trapecio Amazónico peruano, ahí donde pocas autoridades posan la mirada, fue dividida en dos para construir un camino vecinal. Pero también es la historia de cómo desde que esta vía empezó a aparecer en el 2001, desató una pelea por el territorio con la llegada de invasores que abrieron de inmediato chacras en ambas orillas, algunas de ellas con plantaciones ilegales de hoja de coca que abastecen hoy al narcotráfico, la actividad ilícita que más golpea y devasta la zona. A doce horas de Iquitos, en Loreto, y muy cerca de la triple frontera con Brasil y Colombia, es posible observar este camino serpenteante que pasa por el medio de la comunidad nativa de Edén de la Frontera. Según imágenes satelitales comenzó a abrirse de sur a norte, desde el distrito de Santa Teresa —ubicado a orillas del río Yavarí, colindante con Brasil— con dirección a Caballococha, localidad asentada al borde del río Amazonas. El objetivo siempre fue crear un acceso más directo a Iquitos y reducir los dos días de viaje por río a seis horas por tierra. Pero esta idea que se veía muy bien en papel, se convirtió a la larga en un escenario de devastación que ha arrasado con más 9000 hectáreas de bosque virgen. Es decir, 91 kilómetros perdidos desde que empezó a abrirse la vía en el 2001 hasta fines del 2018.