Propietarios privados logran la regeneración del bosque atlántico para conectar dos parques naturales en la provincia de Misiones: el Parque provincial Urugua-í y el Parque provincial Guardaparque Horacio Foerster.La fauna y flora nativas —ocelotes, yaguarundíes, corzuelas, cuaruzúes y pitangas, entre muchos más— han vuelto a colonizar unas 25 000 hectáreas que estaban dedicadas a la agricultura y la ganadería. Un carpincho o capibara hace su aparición con paso tranquilo cuando comienza a caer la tarde. Para nadie resulta una sorpresa. En definitiva, no hace más que cumplir con una rutina que se repite casi a diario en la Reserva Privada San Sebastián de la Selva. Humberto, como lo llaman en el lodge, se aleja de sus congéneres que a esas horas suelen poblar la orilla de la laguna interior de la finca y se pasea despreocupadamente por las instalaciones del establecimiento ecoturístico como si fuese un huésped más. No molesta a nadie, nadie lo molesta. Es parte del paisaje. El precario mirador que se levanta a mitad de camino del sendero Kate, en la vecina Reserva Yateí, ha quedado atrapado entre el follaje. Servía para apreciar desde la altura la evolución de la capuera, el nombre que en la zona recibe el bosque secundario, fruto de la regeneración de la foresta nativa. Pero hoy las copas de los árboles que aprovechan la humedad tropical para crecer sin freno le han sacado unos metros de ventaja al viejo mirador en su carrera hacia el cielo. El dato no parece importarle al ocelote que se ha adueñado de ese territorio seguro. Sus excrementos andan diseminados sobre el piso de madera del viejo observatorio y sirven como elementos de prueba de su presencia permanente. La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam. A la distancia, el ecoducto que atraviesa la ruta provincial 101 —que cierra por una de sus caras el Parque Provincial Urugua—í se asemeja cada vez más a una pintura figurativa. No deja de ser un puente que cruza la calzada, salvo por un hecho que lo torna diferente a cualquier otro: la selva cubre su superficie y el verdor de las copas de los árboles se recorta en el horizonte. Este carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) se ha convertido en visitante habitual de la Reserva San Sebastián de la Selva. Foto: Rodolfo Chisleanschi. Se trata de apenas tres imágenes que alcanzan para dibujar y explicar de qué se trata el Corredor Biológico Urugua-í – Foerster, un original proyecto que comenzó a gestarse en 2002 y que, 17 años más tarde, se ha convertido en todo un ejemplo de conservación y gestión de la flora y fauna. La conciencia medioambiental de los dueños de pequeñas reservas privadas y fincas particulares es la que ha permitido armar este auténtico rompecabezas en el que la naturaleza se ha ocupado de recrear el bosque que la presencia del ganado vacuno o cultivos como la yerba mate habían hecho desaparecer. El resultado: la recuperación de bosque atlántico en un corredor biológico clave para conectar la flora y fauna del Parque provincial Urugua-í con el Parque provincial Guardaparque Horacio Foerster. El hurón mayor (Eira barbara) es un visitante frecuente de las reservas que componen el corredor. Foto: Cámara trampa – Diego Varela. Lee más | Kathia Rivero: la bióloga boliviana que analizó las partes de jaguar confiscadas al tráfico Objetivo: salvar de la extinción a la mata atlántica Situado en el extremo nororiental de la Argentina, al norte de la provincia de Misiones y apenas a un centenar de kilómetros de las imponentes y archiconocidas cataratas del Iguazú, el corredor cumple con una función central: conectar dos parques provinciales. Y este es el mayor logro de una batalla librada y ganada por un grupo de jóvenes biólogos de la Universidad de Buenos Aires que decidió plantear, frente al avance agresivo de la producción agrícola y ganadera, una salida para evitar la extinción de las áreas de mata atlántica (o bosque paranaense) que antaño cubrían grandes extensiones de la zona.