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El estado brasileño de Roraima a la merced de incendios forestales de 2019 mientras los fondos federales se agotan

  • Brasil, y particularmente el estado amazónico de Roraima, han tenido una gran cantidad de incendios forestales este año. Desde enero a mayo, Brazil registró 17 913 incendios en todo el país, de los cuales 11 804 tuvieron lugar en los nueve estados amazónicos. Solo en 2016 se vio mayor daño a la Amazonía brasileña, cuando hubo 13 663 ncendios forestales durante el mismo período.
  • De enero a mayo, Roraima registró 4600 incendios, el mayor número de cualquier estado de ese período (Roraima tuvo solo 1970 incendios durante todo el año pasado). El récord anual anterior para un estado brasileño lo tuvo Mato Grosso, que sufrió 4927 estados forestales en todo 2016.
  • El repunte de los incendios tiene como causas diversos factores, incluida la sequía en aumento de la Amazonía provocada por el cambio climático, el robo de tierras y la deforestación ilegal (la quemazón se utiliza normalmente como herramienta para eliminar la selva tropical y prepararla para que la usen ganaderos y agronegocios de gran escala).
  • Otro factor asociado: la deforestación y las políticas de extinción de incendios federales. Desde marzo, el gobierno de Bolsonaro ha reducido el presupuesto de $7.3 millones destinado a la prevención de incendios e inspecciones ambientales para Ibama y ICMBio, dos organismos federales de protección ambiental de Brasil.
Combatir los incendios es un trabajo peligroso, incluso si está completamente financiado. Los ambientalistas temen que los recortes extremos del presupusto que realiza la gestión de Bolsonaro limiten de manera severa la capacidad de Ibama y de ICMBio para frenar la deforestación y sofocar incendios. Imagen cortesía de Ibama.

La estación seca en el estado amazónico brasileño de Roraima ha tenido más incendios de lo normal este año, debido a una combinación de amenazas interrelacionadas. El robo de tierras, la deforestación ilegal, el cambio climático y un número récord de incendios forestales actúan en conjunto para causar daños graves a los bosques de la región. Estos efectos se acentúan por la crisis financiera de Brasil que ha agotado los fondos estatales y por los recortes del presupuesto federal para la protección del ambiente hechos por el gobierno de Jair Bolsonaro.

Desde enero a abril, los incendios se extienden de manera más fácil y avanzan hacia el norte de Brasil, según el Programa Queimadas, a cargo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, INPE). Las estadísticas, que incluyen el mes de mayo, muestran que en el país hubo un aumento general de los incendios forestales; se registraron 17 913 incendios. La mayoría de estos incendios tuvo lugar en la Amazonía, se registraron 11 804 casos en los nueve estados amazónicos de Brasil. Solo en 2016 se vio mayor daño a la Amazonía brasileña, cuando hubo 13 663 incendios en la cuenca, en la que se encuentran las mayores selvas tropicales restantes del planeta.

Durante el mismo período este año, Roraima registró 4600 incendios, lo que la convirtió en el estado más afectado del país (Roraima tuvo solo 1970 incendios durante todo el año pasado). Las estadísticas de 2019 son más impresionantes si se considera que el récord previo de un estado brasileño lo tuvo Mato Grosso, que sufrió 4927 incendios en todo el 2016. Mato Grosso se encuentra en la frontera en expansión del denominado Arco de Deforestación de la Amazonía. El estado también contiene parte de otro bioma en peligro, la sabana del Cerrado, en donde las plantaciones de los agronegocios están reemplazando con rapidez a la vegetación nativa, lo que ayuda a explicar su gran cantidad de incendios forestales.

Para entender por completo los factores causantes del aumento de este año de los incendios, es necesario revisar las causas históricas: la mayoría de los incendios forestales en la estación seca de Brasil no son naturales, sino que son iniciados por productores agropecuarios y agronegocios industriales para renovar la tierra para las plantaciones (y esas quemazones a menudo se salen de control y perjudican a los bosques). O son iniciados intencional e ilegalmente por quienes roban las tierras, especuladores que queman la selva tropical a fin de hacer que la tierra tenga más valor para la reventa a ganaderos y agricultores.

“Aquí [en la Amazonía], los incendios siempre están ligados a la deforestación”, explica Joaquim Parimé, el superintendente regional de Ibama en Roraima, el organismo federal de protección ambiental de Brasil.

Un incendio consume una porción del Parque Nacional Viruá. Obsérvese a los bomberos en el extremo inferior derecho, diminutos ante las llamas que se aproximan. Imagen de João Freire / ICMBio.

Parques en llamas

Los incendios en Roraima en los últimos meses y la falta de recursos federales disponibles para sofocarlos están ejemplificados por los eventos recientes en el Parque Nacional Viruá.

Esta unidad federal de conservación, creada en 1998, abarca 241 948 hectáreas (934 millas cuadradas) y protege un ecosistema inusual de la selva tropical de la Amazonía conocido como un bosque neotropical de arena blanca, que se observa regionalmente como “islas de hábitat” detrás de ríos. Viruá conserva un pantano amazónico únicoque protege los ríos Branco y Baruana, junto con una biodiversidad extraordinaria. En Viruá habitan jaguares y más de 500 especies de aves, muchas de ellas en peligro de extinción.

Lamentablemente para el parque, también se encuentra en Caracaraí, la municipalidad más afectada por los incendios forestales de Brasil a principios de 2019; el interior del parque también sufrió una cantidad de quemazones entre enero y abril.

“Hay señales de que los últimos incendios en el Parque Nacional Viruá se originaron [en propiedades privadas] fuera de la unidad”, explica Christian Berlinck, superintendente de la Prevención y Lucha contra Incendios del Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade, ICMBio) el organismo federal que administra los parques federales de Brasil y otras unidades de conservación, como refugios de vida salvaje.

En marzo, Caracaraí —un municipio más grande que Suiza— sufrió 800 incendios. Más hacia el norte, en febrero, en Amajari (un municipio dentro de 93 millas de Boa Vista, la capital del estado) se declaró emergencia a raíz de que se registraran incendios nuevos diariamente. Otro factor para la emergencia: Amajari enfrenta problemas históricos de tenencia y apropiación de tierras, como acusaciones que involucran a políticos locales.

“Mucha de la tierra de la Amazonía brasileña está en dominio público”, explica Philip Fearnside del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía. Normalmente “la tierra (pública) entra al dominio privado al ser primero invadida ilegalmente por ocupantes ilegales o grileiros (apropiadores de tierras) y el gobierno finalmente reconoce los reclamos y otorga los títulos”.

Los incendios forestales de la Amazonía a lo largo de una importante autopista brasileña, vistos desde el espacio. La mayoría de estos incendios probablemente se iniciaron para limpiar la tierra y destinarla a cría de ganado o plantaciones. Imagen cortesía de la NASA.

En Roraima, las autoridades han establecido un vínculo claro entre los incendios forestales, la apropiación de tierra y el mercado ilegal de extracción maderera, que se enfoca en especies como el codiciado árbol maçaranduba.

“La apropiación de tierras en la Amazonía tiene diferentes [etapas]: primero, los apropiadores de la tierra tiran abajo las especies maderables para obtener ganancias. Luego, lo que queda de la vegetación original es deforestada, reemplazada por pasturas para ganado, lo que [luego] sirve como prueba de que la tierra es ‘productiva’ y es más fácil para los apropiadores obtener los títulos”, explica un documento de Imazon, instituto brasileño de investigaciones que monitorea la deforestación de la Amazonía.

Los grileiros a menudo también incendian un bosque para intimidar y expulsar a cualquier persona que ya viva allí, incluidos los pueblos indígenas y tradicionales, que como los ocupantes ilegales pueden estar intentando establecer asentamientos legítimos como parte de un programa de reforma de la tierra de larga data de Brasil. Como resultado, los grileiros están en conflicto casi constante con estas comunidades en todo Brasil, pero especialmente en la Amazonía, en donde los asentamientos rurales a menudos están lejos de la ayuda de los organismos de seguridad.

Un incendio descontrolado en el Parque Nacional Chapada dos Veadeiros en Brasil. Imagen cortesía de ICMBio.

“En 2019 recibimos denuncias de apropiación de tierras y paquetes de datos [generados a través del monitoreo vía satélite] que indicaban [nuevas] zonas deforestadas. Hemos trabajado prácticamente solos este año”, afirma el superintendente de Ibama para Roraima. El organismo solo pudo pagar las operaciones de este año porque tenía dinero destinado para ese fin que se asignó el año pasado; Ibama señala que casi no tiene apoyo municipal ni estatal para la prevención de la deforestación y los incendios forestales en Roraima en lo que va de este año.

Los informes recientes de Imazon muestran que la deforestación sigue empeorando en Roraima: puntos de extracción ilegal de madera, como Caracaraí, Mucajaí y Rorainópolis han perdido un total de 75 kilómetros cuadrados (18 532 acres) de bosques de enero a abril de 2019.

Las estadísticas más recientes de deforestación en la Amazonía brasileña también son preocupantes. Solo en mayo, la región perdió 285 millas cuadradas —un tamaño equivalente a dos canchas de fútbol por minuto. Esto representa un aumento de un 34 por ciento en compración al mismo período en 2018. Algunos ambientalistas e investigadores afirman que este es probablemente el resultado de las políticas forestales de Jair Bolsonaro, a pesar de que otros advierten que el cálculo de un mes no es suficiente para documentar un aumento anual de la deforestación, ya que se necesitan más datos mensuales antes de poder detectar una tendencia.

Los bomberos luchan para controlar un incendio forestal del Parque Nacional Chapada dos Veadeiros en Brasil. Imagen de Fernando Tatagiba / ICMBio.

El cambio climático empeora los incedios forestales

El aumento de los incendios forestales no le preocupa solo al estado de Roraima. Los incendios en la Amazonía emiten largas cantidades de carbono a la atmósfera, así que su incremento contribuye al calentamiento global, al tiempo que pone en riesgo los compromisos hechos por Brasil en el Acuerdo de Paris de 2015.

Informes recientes del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE) confirman que, debido al incremenro de incendios forestales, las políticas de deforestación actuales no serán suficientes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil a fin de cumplir los objetivos sobre el carbono del Acuerdo de París de la nación.

También es importante que otros estudios del INPE indican que el cambio climático está alterando el ciclo de incendios forestales histórico de la Amazonía. Los cambios climáticos están prolongando las sequías. Durante estas largas sequías, los árboles de la Amazonía se debilitan y se deshidratan, lo que tiene como resultado más muertes de árboles, que a su vez provocan que los incendios se extiendan fácilmente.

Los organismos federales de protección ambiental sostienen que una tendencia hacia El Niño a principios de 2019 ayudó a reducir la cantidad de lluvias y la sequía regional se expandió no solo en Roraima sino también en el estado de Amapá y en el noreste de Brasil.

En 2015, se combinaron El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), la Oscilación Multidecadal Atlántica (AMO) y la Oscilación del Pacífico Norte (PDO) y produjeron una sequía grave en la Amazonía. Dichos ciclos alteran los patrones del clima global, esto cambia las temperaturas oceánicas y la fuerza de los vientos alisios, lo que se traduce en una menor cantidad de precipitaciones en la cuenca de la Amazonía. La posibilidad de un mayor El Niño ha disminuido para el resto de 2019.

Incluso así, el cambio climático intensifica estos eventos que una vez fueron atípicos y los hace más frecuentes. No obstante, el gobierno de Bolsonaro parece poco interesado en informarse sobre una sequía más grave o estar preparado para esta.

En marzo, la gestión redujo el 95 por ciento del presupuesto anual destinado a su Política Nacional sobre Cambio Climático. Al principio, el ministerio que controlaba el programa había recibido una financiación de 11.8 millones de reales (2.9 millones de dólares) para acciones contra el cambio climático este año y desde entonces ha sido reducida a 500 000 reales (alrededor de 125 875 dólares).

“Es probable que el cambio climático extienda la sequía en [varios] biomas, [incluido] el Cerrado y la Amazonía, lo cual es una preocupación importante”, señaló un experto en prevención de incendios de ICMBio, quien habló de manera anónima por termor a recibir represalias del gobierno.

Mayores recortes en el presupuesto han dejado a los bomberos sin fondos suficientes para combatir una ola en aumento rápido de los incendios en la Amazonía este año. Imagen de Fernando Tatagiba / ICMBio.

Menos dinero para equipamiento, prevención e inspección

Desde marzo, Ibama y ICMBio, dos organismos federales de protección ambiental, han perdido más de 30 millones de reales (7.3 million) destinados a la prevención de incendios y las inspecciones ambientales. La disminución aguda de estos recursos federales es especialmente grave considerando la profunda crisis financiera actual de los estados brasileños.

“Roraima [está experimentando] una calamidad financiera”, sostuvo el superintendente regional de Ibama. “Hay pocos inspectores [de incendios] y, cuando es necesario, buscamos apoyo de estados vecinos durante este período [estación seca] más crítico. [En 2019] trabajamos más que en otros años, sobre todo debido al aumento de fuentes de calor/fuego [junto con] otros problemas relacionados con la deforestación en el estado”.

Imagen de portada: Bomberos federales tratan de controla una quemazón en la cuenca de Xingu. Imagen de Vinicius Mendonça / Ibama.

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