- La bióloga ecuatoriana Claudia Segovia lleva varios años liderando la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI) para apoyar a las mujeres dedicadas a la ciencia en el país y destacar su trabajo.
- Apasionada por las plantas, Segovia cree que hay que generar mayor conciencia sobre su importancia y estudio. Actualmente centra sus investigaciones en los bosques altoandinos, uno de los ecosistemas más amenazados del planeta.
Claudia Segovia siempre quiso conocer más sobre la vegetación y los animales que la rodeaban. Pero poco a poco, a medida que avanzaba en su carrera de Biología, la cautivó el mundo de la Botánica. Dice que le llamaron mucho la atención los mecanismos de protección y supervivencia que tuvieron que desarrollar las plantas ante la imposibilidad de moverse.
Tiene una maestría en Ambiente y Biología Vegetal de la Universidad de Ohio y obtuvo su PhD en el Departamento de Botánica de la Universidad de la Florida. Actualmente es docente en el Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) en Ecuador y se dedica a estudiar los bosques altoandinos en su país, especialmente los de Polylepis (pequeños árboles y arbustos, comúnmente llamados queñua, cuya corteza está compuesta por múltiples láminas que se desprenden en delgadas capas).
En medio de su pasión por las plantas emprendió una carrera paralela por destacar el papel de la mujer en la ciencia. Esto la llevó a crear, junto con otras científicas, una red de mujeres en 2016, que se convertiría formalmente en la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI) un año más tarde.
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¿Cómo surgió la idea de crear la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI)?
Claudia Segovia (C.S.): Se dio básicamente por las redes sociales. Muchas de nosotras tuvimos la oportunidad de salir del país para hacer nuestros estudios y nos dimos cuenta de que era necesario resaltar la labor de las mujeres en ciencia y generar redes.
La idea surgió en Twitter en 2016, 15 mujeres empezamos a contactarnos y darle vida a esta idea. Ya el 8 de marzo de 2017 se crea oficialmente REMCI, como una red asociada a la Red Ecuatoriana de Universidades (REDU). Ya tenemos página web, Facebook y Twitter. Por el momento, hay más de 150 mujeres científicas de Ecuador y tenemos un comité ejecutivo de siete personas, quienes estamos desde el inicio.
¿Cuáles son los objetivos de REMCI?
C.S.: Uno de nuestros principales objetivos es visibilizar la presencia de las mujeres en ciencia, que nos vean y conozcan. Al mismo tiempo, motivar e incentivar a otras mujeres a hacer ciencia; es importante unirnos, apoyarnos y generar solidaridad entre nosotras porque muchas veces las mujeres no nos apoyamos tanto.
También queremos generar datos porque en nuestro país no existe mucha información acerca de las mujeres en ciencia. Queremos saber dónde estamos, qué estamos haciendo, nuestro nivel de publicación, etc.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrenta la mujer ecuatoriana en la ciencia?
C.S.: Muchos de los obstáculos son muy similares a los que se dan en otros países. El hecho de no tener modelos a seguir es un problema, la falta de esa imagen de una mujer en ciencia ha hecho que no existan tantas mujeres científicas y eso está asociado a los estereotipos. En nuestra sociedad tenemos roles sumamente marcados acerca de qué papel debe cumplir la mujer y no necesariamente la ciencia está dentro de esos parámetros.
También creo que falta más seguridad en nosotras mismas y más apoyo para las mujeres en ciencia.
Pasando a su campo de estudio, ¿qué la llevó a enfocarse en la Botánica?
C.S.: Mi corazón es un poco vegetal (risas). Siempre me gustaron los animales y las plantas pero al momento de empezar a tomar un camino, las plantas me parecieron interesantes por el hecho de que tenían que desarrollar otras estrategias de supervivencia, ya que no se podían mover. Desarrollan mecanismos que no tomamos en cuenta.
Tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de investigadores en el Parque Nacional Yasuní apenas me gradué y con un investigador que me introdujo al mundo de los polylepis en los bosques andinos. Me parecieron fascinantes, parecen encantados y están presentes en todos los Andes. Ahí me quedé.
¿Cuáles son las mayores presiones de los bosques andinos?
C.S.: En el caso específico de los bosques de polylepis, que es el área a la cual me dedico, están considerados entre los ecosistemas boscosos más amenazados del planeta. Ecuador, al tiempo que es un país megadiverso, es uno de los países con la más alta tasa de deforestación de América Latina y esto genera una presión terrible para los bosques.
Los bosques andinos sufren mucha presión antropogénica porque tenemos grandes ciudades en los Andes como Quito, Cuenca e Ibarra que crecen mucho, lo cual genera que toda la frontera agrícola y ganadera suba más y más, talando y degradando los suelos.
El porcentaje de bosques andinos es sumamente bajo en Ecuador y estamos trabajando con otros investigadores y ONG para entenderlos y luego conservarlos, antes de que desaparezcan.
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Crear conciencia para la conservación de los animales suele ser más fácil que hacerlo para las plantas…
C.S.: Esto es algo que los investigadores en los últimos años han denominado como “ceguera vegetal” o “ceguera de plantas”. Estamos tan acostumbrados a estar rodeados de plantas que realmente no las vemos y eso hace que sea difícil concientizar a la gente sobre su importancia. Tenemos que hablar más de su rol, sin las plantas no tendríamos a los carismáticos animales.
Es más fácil buscar fondos para un oso panda, un oso de anteojos o un mono que para una planta que crece en la mitad de la nada. Eso crea desafíos adicionales y los investigadores tenemos que ser creativos y trabajar con los comunicadores para hacer ‘atractivas’ a las plantas y que así tengan el lugar que merecen. Sin ellas no vamos a ningún lado. Algo interesante que podría aprovecharse más es el valor cultural que les puedes dar, están relacionadas con nuestras tradiciones y conocimientos ancestrales.
¿Cuáles son los principales retos ambientales de Ecuador en este momento?
C.S.: Como país no estamos muy conscientes de lo privilegiados que somos y al mismo tiempo de la responsabilidad que tenemos. Un problema sumamente grande es la deforestación que va asociado a la superpoblación. Eso también lleva a problemas de contaminación en las grandes ciudades, principalmente del agua, y que se suma a los cambios y crisis climática que estamos enfrentando.
Hay áreas, como los mares, en las cuales no hemos puesto mucha atención y allí se están generando problemas que afectarán al Ecuador continental.
¿Qué cree que pasará con la ciencia cuando haya una verdadera inclusión?
C.S.: Necesitamos que la ciencia sea más inclusiva y diversa porque en ese momento damos respuestas no solo para el 50 % de la población sino para todos. El reto es incluir el tema de de género en nuestros experimentos e investigaciones para dar mejores respuestas y soluciones a los cambios que se nos vienen tan rápido.
En la ciencia existe un sesgo y eso se ve en el día a día. Recién en los años ochenta se incluyó a la mujeres en los muestreos médicos. Eso implica que nosotras hemos estado recibiendo medicinas y tratamientos médicos basados en la anatomía y fisiología masculina. Por ejemplo, las mujeres tenemos síntomas muy diferentes a los de los hombres cuando enfrentamos un ataque cardíaco.
¿En qué proyectos está trabajando?
C.S.: Con REMCI estamos apoyando el Seminario Internacional de Mujeres y Ciencia que lleva ya dos años en Ecuador. También queremos llegar a niños y niñas. Nuestro país no solo necesita más mujeres en ciencia sino más ciencia en general.
En cuanto a mi área de trabajo, quiero conocer más los bosques de Polylepis, estamos trabajando con universidades alemanas para no solo centrarnos en este tipo de bosque sino abrirnos un poco más hacia proyectos de restauración de ecosistemas alto andinos, conocer cómo germinan las semillas de las plantas de páramos y bosques andinos y cómo acelerar su proceso para ayudarle a la naturaleza a que se recupere más rápido.
También estamos trabajando en otras especies de interés comercial como el caso del árbol de babaco, una planta nativa del norte de Sudamérica. Adicionalmente, estamos tratando de entender cómo las especies introducidas afectan a las nuestras, en el caso específico de los bosques andinos.
*Imagen principal: Claudia Segovia en una de sus clases. Foto: Claudia Segovia.
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REFERENCIAS
SEGOVIA SALCEDO, M. C., & DEBUT, A. P. (2018). Morfometría y morfología de estomas y de polen como indicadores indirectos de poliploidía en especies del género Polylepis (Rosaceae) en Ecuador. Ecología Austral, volumen 28, número 28.
Llerena, S. A., Salinas, N., Oliveira, O. L., Jadán-Guerrero, M., & Segovia-Salcedo, C. (2018). DISTRIBUTION OF THE GENUS CEDRELA IN ECUADOR. RUDN Journal of Ecology and Life Safety, 26(1), 125-133.
Jadán, M., Brito, S., Segovia, C., Gómez-Kosky, R., Bermúdez-Caraballoso, I., & Proaño, K. (2017). Determinación de la estabilidad genética de plantas propagadas in vitro de Vasconcellea x helbornii Badillo (Badillo) con el uso de marcadores ISSR. Biotecnología Vegetal, 17(2).
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