- Dos proyectos de conservación buscan proteger, en la provincia de El Oro, al perico caretirrojo y de orcés, amenazados principalmente por la deforestación.
- 20 pericos caretirrojos han sido liberados en la Reserva Buenaventura, y 83 pericos de orcés han dejado las cajas nido construidas en este mismo lugar para su reproducción.
- La propuesta de un corredor ecológico servirá para la conservación de otras 500 especies de aves, más de 85 especies de mamíferos y más de 300 especies de orquídeas.
El día de su liberación, en diciembre pasado, los 20 pericos caretirrojos (Psittacara erythrogenys) dejaron su jaula de a poco y se quedaron perchados en los árboles cercanos hasta que el último de ellos logró salir. Meses después, el grupo aún volaba cerca de la Reserva Buenaventura, en la provincia de El Oro, al sur del litoral ecuatoriano, aunque ya han pasado varias semanas desde que el ornitólogo Andrés Castro Gallardo los avistó por última vez. “Parece que ya emprendieron su camino. Un bonito desenlace”.
Poco antes de esto, los guardaparques de esta reserva, de más de 2600 hectáreas, vieron a estos ejemplares junto a seis pericos de orcés (Pyrrhura orcesi), todos alimentándose de un mismo árbol. Junto al caretirrojo, esta es otra de las especies de ave que la Fundación Jocotoco lucha por conservar.
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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que existen 10 000 ejemplares de caretirrojos entre el área Tumbesina de Perú y Ecuador. En este último país habitan en los bosques secos, semideciduos —donde mucha vegetación pierde sus hojas en épocas secas— de las provincias de El Oro y Loja. Este perico está categorizado como Casi Amenazado según la Lista Roja de la UICN y la situación del perico de orcés es más crítica aún, ya que esta especie es endémica del Ecuador, con una población de solamente 1000 ejemplares, número que está decreciendo y que ha llevado a que este animal sea clasificado como En Peligro.
El perico caretirrojo está en peligro principalmente por el tráfico ilegal, mientras que el perico de orcés solo vive en la provincia de El Oro y poco a poco se va quedando sin hábitat debido a fenómenos como la deforestación. Un nuevo corredor ecológico promete garantizar la supervivencia de ambas especies, 83 pericos de orcés han nacido y sobrevivido en cajas nido y a fines de este año se espera liberar a 20 caretirrojos recuperados de redes mafiosas.
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Pericos caretirrojos son rescatados del tráfico
Aunque ambas especies están amenazadas por la tala de árboles y por la expansión de la frontera agrícola, el perico caretirrojo es especialmente vulnerable al tráfico ilegal. Su máscara de color rojo encendido llama la atención y lo más curioso de esta especie es que ningún ejemplar tiene la máscara idéntica; algunas llegan hasta el cuello y otras hasta atrás de la cabeza, por ejemplo. Además, muchos creen, erróneamente, que puede convertirse en un buen hablador, pero es una especie que jamás aprende a hablar.
“[En la ciudad de Piñas] Donde está la reserva, uno puede encontrar a los caretirrojos encerrados en jaulas muy pequeñas y es algo muy común”, asegura Andrés Castro Gallardo, el ornitólogo que apoya el proyecto de conservación de esta especie en El Oro, a través del monitoreo de varios puntos en la provincia para detectar los lugares de su tráfico y venta. Explica que el contrabando de este perico era común en la frontera, en la zona de Huaquillas, sobre todo del lado peruano, pero que esta actividad se redujo por el incremento de controles en el sector.
El tráfico se volvió casi invisible aunque se sabe que todavía existe. Ahora, los traficantes de vida silvestre utilizan vías alternas controladas por el mismo contrabando y, según Castro Gallardo, en la parte alta de la provincia también hay personas que se dedican a la caza artesanal.
Luego de encontrar a las aves y decomisarlas, en coordinación con el Ministerio del Ambiente (MAE), la Fundación Jocotoco las entrega al Zoológico de Arenillas, donde permanecen en dos jaulas especiales entre dos y cuatro meses, dependiendo de su estado de salud. En la primera de ellas se les realizan chequeos médicos y luego pasan a una segunda donde los pericos socializan con otros ejemplares, también rescatados del tráfico.
En esta segunda jaula también deben ganar peso para luego pasar a la Reserva Buenaventura. Allí estarán en una tercera y última jaula. “En Buenaventura pasan de dos a tres meses, dependiendo de cómo se adapten en esta jaula de preliberación”, cuenta José León, coordinador de Investigación de la fundación.
“Nosotros hacemos un proceso que se llama liberación suave”, dice León. Esto consiste en cambiar la dieta de las aves, ya que en el zoológico comían cosas que no encuentran en el bosque pero que les servían para ganar peso y estar saludables, como croquetas de perro, maní y choclo cocinado. “Les cambiamos la dieta progresivamente, poco a poco, hasta alimentarlos completamente con frutos del bosque. Se cree que cuando su dieta está compuesta en un 75 % por frutos del bosque es cuando están listos para ser liberados”, asegura. Una vez en libertad, esta especie se alimenta de flor de cecropia, higuerones, palmas y otros frutos silvestres de la zona.
En su proceso de recuperación también se incentiva el uso de las alas. La comida se ubica en el centro de la jaula, ya que durante su cautiverio la gente encerraba a los pericos en jaulas más pequeñas, lo que generaba atrofias en los músculos de vuelo.
La adaptación y recuperación en la Reserva Buenaventura también sirvió, en un momento, para que los animales previamente en cautiverio se comunicaran con otro grupo de caretirrojos que se perchaba en un árbol cercano. “Cuando hicimos la liberación de 20 individuos en diciembre pasado, salieron volando y los salvajes estaban ahí. Justo uno se empezó a pelear con los salvajes”, recuerda León. Él pensaba que era un mal indicador pero el veterinario le explicó que se trataba de todo lo contrario, un síntoma de que la naturaleza esperaba por ellos.
Otros 20 pericos serán liberados a finales de este año: 16 están ya en el zoológico de Arenillas y se espera decomisar otros cuatro pericos, también víctimas de tráfico, para completar el grupo para la liberación.
Rafael Zamora, director Científico de Loro Parque Fundación en España —y quienes han invertido alrededor de 600 000 dólares para apoyar la conservación de tres especies de ave, entre ellas los pericos caretirrojos y de orcés— describe el momento de liberación como una conexión con la naturaleza. La fundación también trabaja con especies marinas y terrestres en peligro de extinción pero Loro Parque es mejor conocida como la mayor reserva genética de loros en el mundo, con más de 4000 especies y subespecies, y casa de 11 pericos caretirrojos. Han estudiado su personalidad a fondo, hasta detectar las características del primer vigía, el ave más osada del grupo y quien irá en busca de los punto de agua y comida una vez regresen al bosque.
“Lo primero que hacen es mirar qué hay en el entorno. Están en periodo de adaptación, cuando vuelan no se van rápidamente del lugar, avanzan paso a paso y observan con más curiosidad que valentía”, dice Zamora. “El momento es increíble”, añade.
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Cajas nido para salvar al perico de orcés
Para proteger a los pericos de orcés, también conocidos como periquitos de El Oro, el esfuerzo se vuelca hacia la construcción de cajas nido. Esta especie no es víctima de tráfico debido a su difícil captura y a que, para muchos, es menos atractiva y carismática que el caretirrojo. Zamora dice que este es un pájaro muy especial y raro de ver, ya que se camufla en el bosque nublado donde habita. “Es un perico que está muy mimetizado con el ambiente. No se diferencia de otros pericos del campo”, asegura el director Científico de Loro Parque. Sin embargo dice que el número bajo de individuos se debe a la fragmentación de su hábitat.
Para ayudar a su reproducción se instalaron 74 cajas nido en la Reserva Buenaventura, dándoles un espacio para que vivan, similar a los nidos que ellos construyen, y con una puerta para poder monitorearlos. “Los pericos de nuestra zona ya se han acostumbrado a la cajas nido, después de 10 años ya saben que son para ellos”, cuenta José León de la Fundación Jocotoco. Esperan que en cinco años la población de estas aves se recupere para así empezar a quitar las cajas e incentivar a que vuelvan a construir sus propios nidos.
Cuando el proyecto empezó, solo 22 individuos nacieron, llegaron a una edad adulta y dejaron el nido. Ahora, para el 2019, el último monitoreo muestra que ya son 83 los animales que han logrado salir, probando el aumento en la historia reproductiva de la especie. “Si bien la población sigue siendo vulnerable porque son muy pocos, ya hay más”, dice León.
Aunque este periquito es más difícil de capturar, uno de ellos fue recuperado de una red de tráfico y llevado al Zoológico de Arenillas con la esperanza de encontrar una pareja con la que pueda reproducirse ex situ, es decir, fuera de su hábitat natural. Sin embargo, para lograrlo, deben esperar que llegue otro periquito recuperado de las redes de tráfico. Los expertos de Jocotoco saben que sacar un ejemplar de la población que se encuentra en la reserva no es una opción.
César Garzón, biólogo y curador de la colección de Ornitología del Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), cree que lograr este tipo de reproducción es un reto, ya que los periquitos son gregarios y les gusta vivir en familia. “Yo creo que en grupo hasta forman clanes. Es mi teoría”, dice. De acuerdo con el experto, estos clanes están formados por varios grupos familiares. Para reproducirse en un grupo, hay una hembra que es reproductiva y solo un macho se reproduce, “ los demás son los asistentes; es decir, le ayudan a la incubación, al cuidado de los pichones”, destaca Garzón.
Otra de las cosas que se estudia con los pericos de orcés es su alimentación, para prever dónde van a comer y saber, en un futuro, dónde estarán. Esto es difícil de pronosticar, pero se puede por lo menos saber qué plantas consumen y cuándo florecen. “El inconveniente en la comida es cuando se talan árboles y arbustos porque quitas el fruto exacto que necesita el perico”, explica Rafael Zamora de Loro Parque Fundación. Según el experto, el animal se ve acorralado y obligado a mantenerse en un parche de selva, a pesar de que se alimenta de 18 especies de árboles diferentes.
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Uniendo parches de bosque
La provincia de El Oro es una de las más diversas del Ecuador. Ahí convergen la región del Chocó en el norte y la Tumbesina del sur. En la parte alta de la provincia, el bosque nublado está cubierto de plantas como bromelias y orquídeas que sirven como bebederos de agua para la fauna, ayudan a conservar la humedad y a que florezcan los higuerones, las cecropias y las pomarrosas. Con esto como base, César Garzón del INABIO empezó a levantar información sobre la zona en el 2013 y descubrió que los bosques nublados de El Oro eran los más diversos y a la vez donde se albergaba la mayoría de especies endémicas y amenazadas. “La única reserva que protege estas especies es la reserva Buenaventura, donde está el periquito de El Oro”, explica. “Pero es insuficiente porque se está volviendo una isla”, añade.
Fue por esto que nació la idea de crear un corredor ecológico y un sistema de áreas protegidas dentro de las cuales el perico de orcés sirva de “especie paraguas” para proteger a otros animales del sector. Además, el mapeo de las fuentes de agua sirvió para definir áreas protegidas a partir de los bosques protectores —que cumplen una importante función de conservación pero que no están incluidos dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP)—. Estas zonas se denominaron áreas núcleo y estarán conectadas al corredor.
“Hay una microcuenca, que es un bosque protector, el del río Casacay, que da agua a Machala, Pasaje y El Guabo, las ciudades más grandes. La zona de Buenaventura da agua a las ciudades de Balsas y Piñas”, cuenta Garzón. También se zonificaron las áreas importantes para restaurar y reforestar; la idea es que se conecten, al menos, a través de las cuencas hidrográficas.
Garzón explica que el diseño del corredor ecológico se basó en la distribución del periquito de El Oro. A partir de las licencias de agua mapeadas por la Secretaría del Agua (Senagua), se delimitó el corredor y sus áreas de conectividad o áreas boscosas. En total, el corredor va desde los 400 hasta los 1500 metros sobre el nivel del mar (msnm). Este periquito vive entre los 700 y 1200 msnm, y el caretirrojo por debajo de los 1300.
“Las licencias de agua, que están dentro del corredor, abastecen a más del 95 % de la población de El Oro. Con pretexto del periquito se van a proteger más de 500 especies de aves, más de 85 especies de mamíferos y más de 300 especies de orquídeas”, comenta Garzón.
Por su parte, la Fundación Jocotoco identificó cuatro áreas con la mayor cantidad de parches de bosques, en las zonas de Guayacán, Ñalacapac, Buenaventura y Cerro Azul que comprenden, entre todas, un total de 40 hectáreas. El corredor ayudará a aumentar la diversidad genética en la zona a través de todas las migraciones, no solo de animales sino de plantas, importantes también para colonizar nuevas áreas y para que todas las poblaciones que se encuentran aisladas se puedan conectar.
“No es deseable que teniendo una especie pura perdamos esa riqueza por culpa de la destrucción del entorno. Hay que preservarla porque, si ha llegado hasta aquí en el proceso de evolución, seguro tiene información vital para el resto del planeta”, dice Rafael Zamora de Loro Parque.
*Imagen principal: el perico de orcés es la especie emblemática de la provincia de El Oro. Fue descubierta en 1985. Foto: Eliana Montenegro.
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