- Los pescadores y extractores del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes han generado un modelo único de alianza con el sector público, privado y académico para generar proyectos de conservación y de sostenibilidad pesquera.
- Los proyectos consisten en reproducir las conchas negras y los cangrejos en laboratorios, reduciendo así la cantidad de muertes por depredación o enfermedades, y luego insertarlas en el medio natural.
En el litoral de la costa norte del Perú, en la frontera con Ecuador, los pescadores del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes se han organizado para determinar quiénes pueden pescar, cuánto y cómo, con el objetivo de proteger la biodiversidad del manglar. Además han creado alianzas con empresas de biotecnología y con organizaciones del Estado que les han permitido desarrollar proyectos para asegurar la sostenibilidad de los recursos que son la fuente laboral de los habitantes aledaños al santuario desde hace generaciones.
Hoy los pescadores se encuentran generando acciones de repoblamiento de conchas negras y de cangrejos de manglar, dos especies emblemáticas de esta área protegida que es, además, zona núcleo de la Reserva de Biósfera del Noroeste Amotapes-Manglares.
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Repoblar el manglar de conchas y cangrejos
Cuando en 1988 los manglares de Tumbes fueron declarados área protegida y se creó el santuario, ya eran numerosas las personas que pescaban en esta área y recolectaban conchas negras y cangrejos de manglar. Pero al ver que la disponibilidad de estas especies comenzaba a decaer año a año, los pescadores y recolectores de la Asociación de pescadores Asextrhi Nueva Esperanza decidieron solicitar al Estado peruano la administración del área.
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) aceptó la propuesta, pero siempre y cuando todos los habitantes del sector coincidieran con dicha iniciativa. Fue así que seis asociaciones de pescadores y extractores de productos hidrobiológicos que existen en el manglar, se reunieron y conformaron el Consorcio Manglares del Noroeste del Perú. Con una sola personalidad jurídica, comenzaron los trámites de administración del área protegida y en diciembre de 2017 el Estado adjudicó al Consorcio la coadministración del santuario para que, junto a la Jefatura del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes (SNLMT) del SERNANP, pudieran garantizar la protección del área.
Desde entonces los pescadores han buscado fortalecer alianzas con instituciones del Estado, así como con empresas privadas dedicadas a la investigación y a la biotecnología para ejecutar proyectos de sostenibilidad pesquera.
Jhon Puse, Vicepresidente del Consorcio y extractor del cangrejo de manglar (Ucides occidentalis), es uno de los productores que espera verse beneficiado con el proyecto de repoblamiento de cangrejos que actualmente están desarrollando por medio del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA). “El proyecto consiste en buscar las metodologías para reproducir semillas de cangrejo”, cuenta Puse.
Aunque “en el hábitat natural, una hembra puede producir hasta 400 000 huevos”, añade Henrry Preciado, Secretario Técnico del Consorcio, “esos huevos se ven expuestos a una serie de depredadores, virus, bacterias y patógenos que hacen que de esos 400 000 huevos eclosionen menos de un 1 %”, explica. Además, los cangrejos pasan por un proceso de metamorfosis que dura entre 18 y 20 días, precisa Preciado, un período en el que se se ven expuestos a depredadores y patógenos que reducen aún más el porcentaje.
“Lo que estamos tratando de hacer en laboratorio es evitar que los huevos se expongan a esos patógenos y depredadores para que el porcentaje de eclosión sea más alto y obtener mayor producción de larvas y juveniles”, indica Preciado. Una vez que hayan pasado la etapa de mayor vulnerabilidad, los pequeños cangrejos, fecundados y criados en laboratorio serán reinsertados en el medio natural para que los extractores de esta especie puedan beneficiarse de su venta y de su consumo.
Este proyecto, que lleva un año desarrollándose, tiene como meta desarrollar una metodología efectiva para la reproducción de las semillas de cangrejos. Sin embargo, ha tomado como modelo otro proyecto que se encuentra más avanzado y que trabaja en la repoblación de conchas negras (Anadara tuberculosa) en el mismo lugar.
Al igual que los cangrejos, este proyecto, igualmente financiado por el PNIPA, desarrolla también en laboratorio las semillas de conchas negras para asegurar un mayor éxito de reproducción de la especie. Unos 10 años trabajaron los miembros del Consorcio junto a los científicos de Incabiotec, una empresa de biotecnología, para poder implementar un método. “Ahorita lo que estamos tratando de hacer es que esa producción de semillas [de conchas negras] pueda ser cultivada en sistema suspendido o sembrados directamente”, explica Preciado. Puse precisa que la idea es que el laboratorio les entregue las semillas para que ellos las lleven a unas pozas para poder aclimatarlas. Ahí se encargan de asegurar el engorde de las semillas de conchas negras, hasta que alcancen los dos a tres centímetros de tamaño, para luego llevarlas al manglar.
Benoit Diringer, coordinador de Incabiotec, señala que para desarrollar estos proyectos, que han sido financiados por el Ministerio de la Producción y el Banco Mundial a través de fondos concursables del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura – PNIPA, ha sido necesario no solamente estudiar los componentes zootécnicos sino también analizar los aspectos patológicos. Ello, puesto que es necesario asegurarse de que las semillas producidas en laboratorio no presenten enfermedades, de lo contrario, podrían perjudicar a las poblaciones naturales al momento en que son introducidas en el manglar.
Al mismo tiempo, Puse asegura que las muestras que son obtenidas para poder realizar las reproducciones en laboratorio, se obtienen desde diferentes lugares del santuario. El objetivo es tener una variedad de especies reproductoras para asegurar la diversidad genética, enfatiza Diringer. “Si tu produces en un laboratorio millones de semillas de conchas, a partir de unos pocos reproductores, y luego las siembras en el medio natural, puedes provocar un desbalance genético”, explica el científico. La diversidad genética, según Diringer, es lo que permite que las especies puedan adaptarse y ser sostenibles a lo largo del tiempo, además las hace más resistentes al cambio climático y a las enfermedades.
El proyecto de repoblamiento de conchas negras considera además la trazabilidad de los productos. El objetivo es “asegurarse de que los animales que estamos sembrando son los que realmente se cosechan”, dice el científico.
Por último, el Consorcio también se encuentra trabajando junto a Incabiotec en la depuración de las conchas negras. “Los animales que son extraídos del manglar a veces están contaminados por bacterias, fecales u otras, entonces se necesita depurarlas para que puedan ser comercializadas”, explica Diringer.
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Las iniciativas de conservación
El Consorcio Manglares del Noroeste del Perú mantiene alianzas con el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), la Dirección Regional de Producción, el Gobierno Regional de Tumbes, la Universidad Nacional de Tumbes, las empresas Incabiotec y Marinasol, y las ONG MDA y BioBPS. Según Dely Ramos, miembro del equipo técnico del Consorcio, estas alianzas con el sector público, privado y con la academia, son un modelo único de sostenibilidad pesquera desarrollada en Perú. Diringer coincide y agrega que esa triple alianza es la “interesante y necesaria para que las cosas avancen”.
Además, añaden, fueron los pescadores y extractores del manglar quienes impulsaron las iniciativas de vedas y tallas mínimas de extracción para proteger tanto a los cangrejos como a las conchas negras de la sobreexplotación.
En el caso del cangrejo, una primera veda de 45 días, a inicios de cada año, prohíbe la extracción de este recurso durante el tiempo en que este se reproduce. Luego, entre agosto y septiembre, un segundo período de veda, también de 45 días, impide la captura de cangrejos mientras estos cambian de caparazón.
Además, las conchas deben medir, como mínimo, 4,5 centímetros para poder ser extraídas y los cangrejos no deben tener un diámetro de caparazón menor a los seis centímetros. Cada persona puede extraer diariamente, como máximo, 200 conchas negras y 96 cangrejos, y no todos tienen derecho a pescar o extraer recursos del área protegida.
Dely Ramos cuenta que mucho antes de que se conformara el Consorcio, los pescadores y extractores del santuario conformaron un comité de ética para limitar la cantidad de personas que operan en el área. Dicho comité “estaba conformado por personas ya mayores que gozaban de una cierta honorabilidad y eran respetados”, cuenta Ramos. Ellos, en coordinación con la jefatura del SNLMT- SERNANP y la Dirección Regional de Producción del Gobierno Regional de Tumbes, inscribieron, en lo que se conoce como el Libro Padrón, a quienes venían beneficiándose desde hace años de los recursos del manglar.
Joe Arroyo, asistente de administración del Consorcio, trabaja desde los 13 años en la extracción de conchas negras. Lo hacía junto a su padre y sus hermanos durante los tiempos libres que le dejaba el estudio. Ese fue el trabajo que le permitió obtener su título de contador, profesión que hoy ejerce al interior del Consorcio. Joe, sin embargo, no tiene el permiso de extraer conchas al interior del santuario por lo que solo puede operar en la zona de amortiguamiento. Y es que, según explica, el Libro Padrón está cerrado, porque el área protegida es limitada y autorizar el ingreso de más personas podría poner en riesgo la sostenibilidad de los recursos.
A pesar de esta regla, Puse asegura que hay quienes ingresan al área sin contar con el permiso y es por ello que “entregaremos un carné a los extractores que tendrá un código QR para una mayor verificación o registro de las actividades diarias”, asegura Puse.
Los pescadores y extractores del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes saben muy bien cuáles son las riquezas que tiene el lugar que conservan. Allí, cinco son las especies de mangle que crecen: el rojo (Rhizophora mangle), el colorado (Rhizophora harrisonii), el salado (Avicennia germinans) y el blanco (Laguncularia racemosa). Además, se han identificado 105 especies de peces y 148 especies de aves, de las cuales 19 son endémicas de Tumbes. Entre ellas se encuenta el huaco manglero (Nyctanassa violaceus), la gallina del mangle (Aramides axillaris), la chiroca manglera (Dendroica petechia) y el ibis blanco (Eudocimus albus). Toda esa diversidad vive entre los islotes y canales enlodados de uno de los paisajes más hermosos del norte del Perú. Es por ello que el Consorcio también se ha embarcado en la tarea de generar proyectos turísticos que les permitan a los pescadores y recolectores del santuario tener ingresos económicos alternativos y disminuir así también la presión pesquera sobre este frágil ecosistema.
*Foto principal: Foto: Sernanp/Walter Wust
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