- José Tendetza fue un líder del pueblo shuar. Era un rabioso opositor a la minería en su tierra, en la Cordillera del Cóndor, al sur del Ecuador. Han pasado cinco años desde su asesinato y aún no se ha esclarecido quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del crimen.
- La historia de José Tendetza es parte del especial Mordaza o Muerte: cuando la ley se usaba para callar la protesta en Ecuador. Un trabajo que aborda la impunidad en los asesinatos de líderes ambientales en Ecuador y la persecución judicial sufrida durante el gobierno de Rafael Correa.
Esta es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y GK
Descalzo y arrimado a una de las paredes de su casa de madera, Carlos Tendetza habla de José, su hermano muerto. Por entre las rendijas de los tablones frontales, el sol del mediodía entra y marca con claroscuros el celeste pálido y la cenefa de dibujos de animalitos, números y garabatos infantiles de la pared. Carlos Tendetza —el pelo negro petróleo, la camisa a rayas horizontales, el pantalón ocre— dice que, tras el asesinato de su hermano, tomó ayahuasca, la planta sagrada medicinal de los pueblos amazónicos, y volvió a verlo. José Tendetza señalaba con el dedo índice a un hombre de botas amarillas y le decía a Carlos: “Mira, hermano, ese es el que me mató”.
Cinco años después, en agosto de 2019, Carlos Tendetza dice que no pudo distinguir quién llevaba aquellas botas. En Tundayme, una parroquia rural en la Cordillera del Cóndor, al sur del Ecuador, donde conviven indígenas shuar y mestizos, las botas amarillas se han multiplicado: ya no solo las usan los trabajadores de la empresa minera Ecuacorriente, sino los agricultores.
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José Tendetza no llegó a Yanua Kim
Tundayme pertenece al cantón El Pangui, uno de los nueve cantones de la provincia de Zamora Chinchipe en el sur de la Amazonía ecuatoriana. Y a Tundayme pertenecen, administrativamente, aún más pequeñas poblaciones rurales, como la comunidad Numpaim San Carlos, Comunidad Churuwia y Yanua Kim, en la que José Tendetza ejercía el cargo de síndico (líder administrativo).
Como Tundayme y sus comunidades, decenas de otros pueblos tienen debajo un cinturón de cobre que, dicen ministros y presidentes, empresarios e inversionistas, es el nuevo boleto dorado del Ecuador hacia la prosperidad: en la zona se explota el primer proyecto de megaminería del Ecuador, Mirador. Según una nota informativa de la Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom), la compañía a cargo de la megamina, Ecuacorriente, deberá entregar al Estado 30 millones de dólares anuales por regalías de la extracción de cobre, principalmente, pero también oro, plata y molibdeno.
La explotación de Ecuacorriente —que tiene capitales chinos— comenzó con una prueba de producción de tres millones de toneladas anuales. Para el 2020, se supone, explotará 15 millones. A partir del año siguiente, la explotación podría llegar a las 21 millones de toneladas de minerales anuales.