- La artista plástica prepara un abecedario con imágenes de las especies de flora y fauna del Perú.
- Su proyecto surgió luego de visitar la estación biológica de Cocha Cashu en el Parque Nacional del Manu.
Fue una mañana de setiembre del 2015 que Sheila Alvarado se enamoró de las aves. Ese día decidió acompañar a un grupo de científicos interesado en observar la avifauna de la Estación Biológica Cocha Cashu, en el corazón del Parque Nacional del Manu, y solo recuerda que de pronto el mundo cambió para ella.
Después de eso, la artista plástica peruana se declaró públicamente fan de las aves. Las buscaba en cada lugar al que iba y lo sigue haciendo hasta ahora. No fue un gusto pasajero, sigue alzando la vista y agudizando el oído para encontrarlas. Así surgió su conexión estrecha con la biodiversidad del Perú que ha encontrado su mejor expresión en el abecedario de la diversidad que alista para su publicación.
Garzas, mariposas, tortugas, osos de anteojos y otras especies pueblan su mundo visual, mientras prepara otros proyectos para reafirmar su relación con la naturaleza. ¿Está el arte lejos de la ciencia? le preguntamos. Sheila dice que de ninguna manera. Aquí la conversación con Mongabay Latam.
¿Por qué decidió dedicarse al arte?
El arte fue un impulso que estuvo en mí desde niña. Mi mamá dice que a los tres años me preguntaron que sería de grande y fue una gran sorpresa para ellos que les dijera, a boca de jarro, que sería artista. Así fue toda mi vida, nunca tuve plan B. Aunque por distintos factores he cambiado o migrado cual ave de una rama a otra. He pasado por el grabado, el dibujo, la fotografía, la ilustración digital, la acuarela. Hice un poco de canto. Ahora la investigación para libros infantiles me apasiona.
Muchas veces se ha dicho que el arte y la ciencia son formas de conocimiento alejadas y hasta opuestas…
No hay una mentira más grande que esa. La ciencia es arte y el arte es ciencia. La investigación es un arte. Descifrar los secretos de este mundo para que cualquier persona pueda entenderlo es casi magia.
¿Existe una conexión directa entre el arte y la ciencia?
Sí, el arte es experimentación, es búsqueda, es conexión, es tratar de mostrar, de decir, de compartir algo que te motiva y te emociona.
En su caso, ¿cuál ha sido esa conexión?
Tengo varias facetas. Hago poesía, escribo libros, hago ilustración, me gusta investigar mucho, no solo sobre la biodiversidad sino también sobre los materiales. Pero me gusta mucho hablar o investigar sobre estas cosas con las que convivimos y no nos damos cuenta. También me interesa y he empezado a poner en mis cuentos y en los personajes detalles que tienen que ver con la cultura como los trajes típicos, con la identidad de género, con lo que significa ser parte de la comunidad LGTBI, así como colocar plantas y animales con los que convivimos. Ahora me resulta más fácil hablar de los floripondios, de cosas que pasamos por alto pero que están ahí. Cosas tan sencillas como las ardillas que no eran animales típicos de Lima y ahora las vemos por todos lados. En cambio, los gallinazos están aquí desde siempre, son como machas oscuras de acuarela que avanzan de un lugar a otro. Qué pasó con la mantis de Lima, casi no se ve como antes, ahora las encontramos en Chaclacayo. Esas pequeñas migraciones que me producen curiosidad y me gusta compartirlas.
Como artista invitada a la estación biológica Cocha Cashu, ¿cuál fue su primera impresión del lugar?
Fue emocionante desde el inicio y muy interesante saber que era parte del Parque Nacional del Manu. Me emocionó ver la cantidad de gente de diversas especialidades que investigaba y las ganas que le ponían al trabajo que hacían. Era una emoción que se compartía, una sinergia en todo el lugar, sentir que la estación funcionaba 24 horas del día porque había gente que salía en la madrugada, a las 2, 4 o 6. Siempre estaba activa. Simplemente podía voltear en cualquier momento y ver gente contando cosas nuevas. Cada minuto que estuve ahí sentí que aprendía algo y darme cuenta de que conocía apenas el 0,5% de la ecología y biodiversidad del Perú y que falta mucho por descubrir.
¿Fue el inicio de su interés por la naturaleza y en particular por las aves?
Creo que siempre me interesó la naturaleza. Mi universo gráfico siempre ha estado muy cerca al mar, a los bosques. Tengo que agradecerlo a mis papás. Mi padre disfrutó mucho del mar y siempre viajábamos, íbamos por tierra a la sierra. La diversidad me impresionó mucho desde niña. En cuanto a las aves, la verdad es que nunca pensé que sería fan de ellas. Pero una mañana me desperté para hacer seguimiento de aves con unas investigadoras y salimos a las 4 de la mañana. Estábamos en las canoas como a las 5 de la mañana y, de pronto, el mundo para mí fue otro. No podía creer todas las aves que estaban ahí y que antes no había visto o que no había podido ver porque simplemente no sabía observarlas. Me quedé pegada con ellas, con su belleza, con la diversidad que había, con los sonidos, los cantos, los trinos, los bailes que ejecutan.
Cuando regresé a Lima y me senté en mi taller, sentí un vacío total por todo con lo que convivía en el parque. Así me quedé mirando por la ventana y empecé a observar a las aves. No fue hasta que estuve en el Manu que me di cuenta de la diversidad de aves que había en Lima, y comencé a observar. Entonces seguí con las aves que hay por mi casa, en el mar, y a cada lugar que viajaba lo hacía con mi libro de las aves del Perú, porque no se trataba solo de observarlas sino de saber dónde estaban, qué hacían. Ahora ese libro es mi biblia y viajo con él a todos lados.
¿Cómo surge el proyecto del abecedario de la biodiversidad del Perú?
Como te comenté, cuando volví del Manu sentí un vacío no solo por las cosas que podía ver y aprender, sino por la información que lograba compartir. Entonces, pensé en qué puedo hacer para contar todo lo que aprendí. Comencé a leer bastante sobre educación infantil y aprender sobre los tipos de inteligencia. Soy disléxica, así que tuve muchos problemas de aprendizaje y, por eso, sentí que si la gente podía acercarse un poco a algo de esto que había vivido, si podía compartir algunas emociones, quizá sería para algunos más fácil aprender. Investigué sobre educación en las primeras edades, sobre la importancia de los libros infantiles y los libros ilustrados para el desarrollo emocional y profesional. Así reflexioné sobre cuáles fueron los libros con los que aprendí a leer y decidí investigar sobre los abecedarios. Me encontré que tenemos abecedarios básicos y me dije: ¿por qué no aprender la A, en lugar de asa o ala, con aloe vera o águila harpía?
¿En qué consiste este abecedario?
Quería que sea realmente diverso, que tuviera aves, plantas, frutos, mamíferos, reptiles, arañas. Sabía que debía investigar y hacer dibujos más o menos complejos. Me gusta la idea de que si dibujo la flor de retama se vea florecida, cómo va creciendo, se observe el tallo. Ese tipo de detalles. Entonces decidí presentarme al concurso de creatividad para proyectos de libros infantiles y juveniles del Ministerio de Cultura del año pasado y tuve la suerte de ganarlo. Con ese fondo inicié el proyecto. También preparé las letras del abecedario en acuarela y cree mi propio registro de tipografías. Tengo, además, la suerte de que hay una editorial que quiere publicar el libro.
¿Cuál es el lugar biodiverso en Perú que más le gusta?
Cocha Cashu, mi sueño es volver ahí. Me emociona todo lo que el lugar y la gente me dio. Estoy muy agradecida con ellos por abrirme los ojos.
¿Está trabajando en un nuevo proyecto?
Tengo varios proyectos en paralelo que voy avanzando e investigando a la vez. Espero terminar con el abecedario lo antes posible. Me gustaría hacer un numerario con insectos y algo con las arañas que me gustan mucho. En Cocha Cashu me hice muy buena amiga de una aracnóloga. También estoy haciendo una versión peruana de El Principito, con aves que están en peligro de extinción y en lugar de rosa tiene una cantuta. Me gustaría, además, impulsar en los niños las visitas a los museos, que se divirtan tanto como lo hice yo. También estoy haciendo una lista de frutos, plantas, peces y animales de épocas prehispánicas.
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*Imagen principal: Sheila Alvarado en su estudio. Foto: Alejandra Vélez
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