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Sebastian Herzog: “Sudamérica es el continente de las aves”

  • El director científico de la Asociación Armonía conversó con Mongabay Latam sobre la primera guía de aves que se ha publicado en Bolivia.
  • También habló sobre las especies amenazadas, incluida la pava copete de piedra del Chapare, que está en riesgo de extinción.

Su pasión por las aves lo llevó a Bolivia hace más de 25 años. Ahora, Sebastian Herzog es una de las voces más autorizadas sobre la avifauna y el autor principal de la primera Guía de Aves de Bolivia que se publica en ese país.

Su libro —dice Herzog— ha servido para impulsar el interés por la observación de aves en Bolivia, como cuando de niño salía a los bosques en Alemania a buscar pájaros acompañado de un libro que recibió de regalo y que incluía imágenes de las aves comunes de su país.

Sebastian Herzog trabaja en la conservación de las aves amenazadas de Bolivia. Foto: Archivo personal.
Sebastian Herzog trabaja en la conservación de las aves amenazadas de Bolivia. Foto: Archivo personal.

Ahora, como director científico en la Asociación Armonía, se dedica a la conservación de especies como las parabas barba azul (Ara glaucogularis) y frente roja (Ara rubrogenys), dos de las aves más representativas de Bolivia, entre otras especies  amenazadas.

En esta entrevista, Herzog cuenta sobre sus inicios en el mundo de la avifauna, su trabajo en Bolivia, su visión sobre la ciencia y la conservación en Latinoamérica.

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¿Cómo surge su interés por las aves?

Siempre me gustó la naturaleza y cuando era niño me regalaron un coffee table book con imágenes grandes de las aves más comunes de Alemania. Recuerdo que en mi casa había un comedero en el balcón y hasta ahí llegaban las aves en invierno.  Yo tendría entre 8 y 10 años y me sentaba ahí, con mi libro, para identificar las aves que venían al comedor. Mis padres tenían unos viejos binoculares que apenas servían, pero con eso me metía al bosque en Alemania para observar aves. También llevaba un micrófono y una grabadora medio viejita para guardar un registro de las aves. Desde muy chiquito me gustaban las aves y la naturaleza.

Herzog llegó a Bolivia hace más de 25 años para investigar sobre aves, acompañando a un equipo de botánicos. Foto: Sebastian Herzog.
Herzog llegó a Bolivia hace más de 25 años para investigar sobre aves, acompañando a un equipo de botánicos. Foto: Sebastian Herzog.

¿Entonces decidió dedicarse a la ciencia?

Yo estudié biología, porque no hay una carrera de ornitología. Luego me especialicé como ornitólogo y ecólogo. Después de mis estudios de licenciatura decidí hacer un doctorado y así llegué a Bolivia.

¿Qué lo trajo a Bolivia?

Soy alemán, pero llevo 25 años en el país. Mientras estudiaba en Alemania me fui de intercambio a una universidad en Estados Unidos y ahí conocí a otro alemán que quería implementar un proyecto en Bolivia. Yo en ese momento ya me había enfocado en las aves y cualquier persona que las estudie sabe que Sudamérica es el continente de las aves y con mayor riqueza de especies. Era una oportunidad que se me dio y no lo pensé dos veces. Para mí era una oportunidad genial de conocer las aves de Sudamérica.

¿Era un estudio de aves?

Se estudiaban plantas y aves.  Yo me encargada de la avifauna. También hicimos expediciones con mastozoologos, entomólogos y herpetólogos. Pero inicialmente eran botánicos y yo como ornitólogo.

¿Y luego decidió quedarse en Bolivia?

No tenía planes de regresar a Alemania. Para mí, el nuevo mundo de las Américas era mucho más interesante y con más oportunidades que el viejo mundo donde todo está reglamentado. Aquí en Bolivia y en Sudamérica en general casi no hay ornitólogos y existen tantas especies, tantas preguntas y tantas cosas que no se saben. Además, conocí a mi esposa y esa fue otra razón para quedarme en Bolivia. Así, en el 2002, un colega y yo empezamos a trabajar para refundar una ONG que trabajaba en la conservación de aves, y que estaba cerrada con todo puesto en un depósito. Entonces, el director nos dijo “les entrego la ONG y hagan lo que quieran”. Así la refundamos.

La paraba barba azul es una especie en riesgo de extinción en Bolivia. Foto: Sebastian Herzog.
La paraba barba azul es una especie en riesgo de extinción en Bolivia. Foto: Sebastian Herzog.

¿Era la Asociación Armonía?

Sí, en el 2002, con Bennett Hennessy refundamos Armonía. Él es un canadiense que, al igual que yo, llegó a Bolivia por los pájaros. Y los dos teníamos claro que queríamos trabajar en la conservación.

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El autor de la Guía de Aves de Bolivia

 

¿Qué le gusta de las aves?

Todo (risas). Me encanta toda la biodiversidad, pero las plantas no me llaman mucho la atención, siempre me interesaron más los animales. Las aves me gustan porque tienen muchos colores y cantan, pero creo que principalmente me gustan porque están en todos lados. En el paisaje más desértico y frío hay aves, en la selva tropical abundan, se les puede encontrar en cualquier ambiente natural. Son llamativos por su belleza, sus colores, su canto, y eso hace que a mucha gente le guste las aves. Y pensando como biólogo y ecólogo, son buenos para muchos tipos de estudio. Se pueden hacer estudios ecológicos y etológicos que sirven para la conservación.

¿Le gusta alguna especie en particular?

No tengo una especie favorita. Quizá en una región me fascina buscar alguna ave en particular porque no entiendo su ecología o su distribución, por cosas que me intrigan. Si hay algo que el conocimiento actual no explica, que no entendemos porque falta una pieza importante, eso me llama la atención. Cuando observo algo y encuentro una respuesta y miles de nuevas preguntas, eso me fascina.

El flamenco de James, una especie que habita en Bolivia, Perú, Argentina y Chile. Foto: Sebastian Herzog.
El flamenco de James, una especie que habita en Bolivia, Perú, Argentina y Chile. Foto: Sebastian Herzog.

Usted es el autor principal de la Guía de Aves de Bolivia, ¿qué ha significado esta publicación para usted y para el país?

Soy el primer autor de la Guía de Aves de Bolivia, pero hay varios coautores. Es una publicación de la Asociación Armonía, un proyecto institucional, pero en el que he tenido el liderazgo desde el primer día. En lo personal, ha sido un gran sacrificio en términos familiares. Un libro así, siempre significa jornadas intensas de trabajo, que te obligan a dejar todo lo demás afuera y concentrarte por meses sin parar. Es un proyecto complejo, pero al final muy valioso porque este libro representa mucho más que unas páginas para la gente que le gusta las aves. Cuando llegué a Bolivia no había guía de aves de Bolivia, ni de Perú, ni Ecuador. Yo andaba con la Guía de Aves Alto Andinas y la guía de Colombia, que a veces no mostraba la especie como se veía en Bolivia. No se sabía cuáles había, era como andar de noche en el bosque sin linterna. No había ninguna sistematización de las aves de Bolivia y estamos hablando de más de 1400 especies. Existía un gran vacío no solo para la ornitología, sino también para la observación de aves y el aviturismo.

¿Esa situación ha cambiado?

En Bolivia muy poca gente estudiaba aves o se dedicaba a observarlas porque no había cómo identificarlas. Eran muy pocas las personas comprometidas, a diferencia de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Holanda, o como en Colombia y cada vez más en Perú, donde hay cientos de personas observando pájaros como hobby y suben sus observaciones a portales de Internet como e-bird, que ayudan a generar conocimiento para la conservación y la ciencia en una forma que antes no era posible. La Guía de Aves de Bolivia ha cambiado el paisaje del estudio y la observación de las aves en poco tiempo. Ahora hay clubes de observación de aves y Bolivia participa en el Global Big Day. El libro ha cambiado eso.

¿Cuánto tiempo ha tomado ese cambio?

La primera edición en ingles salió en noviembre del 2016, pero hicimos el lanzamiento oficial de ambas ediciones —inglés y español— en abril y mayo del 2017. Es un libro hecho y publicado completamente en Bolivia y el dinero que genera se queda en Bolivia. En poco más de dos años vendimos 1000 copias en cada idioma. Hay mucha demanda aún y ya salió la primera edición revisada de la edición en inglés y la venderemos en Estados Unidos, además estamos a punto de imprimir la versión en español aquí en Bolivia.

La Guía de Campo de Aves de Bolivia es la primera publicación de este tipo en ese país. Foto: Asociación Armonía.
La Guía de Campo de Aves de Bolivia es la primera publicación de este tipo en ese país. Foto: Asociación Armonía.

¿Cuándo usted llegó a Bolivia no había interés en la observación de aves?

En los años noventa por un corto tiempo existió un club de observación de aves en La Paz, pero lo organizaba un extranjero y cuando se fue dejó de existir el club. En esa época, ni diez personas se dedicaba a la ornitología y observadores bolivianos no existían. Ahora tenemos clubes de observación de aves o clubes ornitológicos en casi todos los departamentos y en muchas regiones hay gente que se está organizando. Claro que las redes sociales ayudan, algo que no había en la década del noventa. A través del portal e-bird hemos visto cuánta gente sube registros y de cuantas especies. Cuando publicamos la guía de aves, de pronto los bolivianos empezaron a subir sus registros. Antes había apenas tres o cuatro extranjeros en un año, en cambio desde que llegó la guía subió a más de 100. En poco tiempo ha despegado el interés en las aves y los estudios ornitológicos.

¿Cuál es la situación de las especies de aves amenazadas en Bolivia?

Depende de la especie. Con la paraba barba azul son casi 20 años de trabajo de conservación e investigación y estamos viendo que los esfuerzos están dando frutos, como por ejemplo con las cajas nido. Esta especie tiene aproximadamente una población silvestre de 400 individuos, pero nuestras cajas nido, en los últimos dos años, han producido 81 polluelos. Cuando tienes una población con tan pocos individuos, 80 pichones es un montón. Con la paraba frente roja también trabajamos en conjunto con las comunidades locales indígenas y quechuas. En los Andes trabajamos con tres comunidades locales en torno a las aves, pero mejorando su producción agrícola. Hemos construido un albergue ecoturístico y los hemos capacitado, ahora venden miel y papaya orgánica; antes vendían cebolla, papa, tomate con muchos agroquímicos. Y ya no se llevan los pichones, como antes, que lo hacían para ganarse algo extra. Sin embargo, en otros lugares no es tan alentador el panorama. Sabemos que la pava copete de piedra (Pauxi unicornis) habita en la zona cocalera del Chapare y no hay como entrar, no sabemos nada de esta especie, si se reproduce lentamente o está muy amenazada por la caza. Posiblemente quedan poblaciones muy pequeñas. Siempre digo que si seguimos en ese ritmo será la primera especie endémica de Bolivia que llegue a la extinción.

Hasta ahora han nacido 81 parabas barba azul en las cajas nido instaladas por la Asociación Armonía. Foto: Asociación Armonía.
Hasta ahora han nacido 81 parabas barba azul en las cajas nido instaladas por la Asociación Armonía. Foto: Asociación Armonía.

¿Hay alguna posibilidad de protegerla?

No se puede hacer mucho con la situación actual, con los cocaleros que producen para el narcotráfico. No hay como entrar a la zona para realizar proyectos de conservación. Ahí lo matan a uno. Si entras ya no sales. Y los cocaleros cazan, tumban el bosque para sembrar más coca en todo el rango altitudinal de la especie. Yo todavía tengo esperanzas, pero si vamos a perder una especie endémica boliviana será esta. Sin embargo, para otras especies amenazadas en Bolivia el panorama es bastante alentador. Somos varias instituciones trabajando en conservación de aves; además, Bolivia tiene todavía una población pequeña de 11 millones de habitantes; y no hay una ola masiva de extinción, por lo menos en aves.

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Los nuevos descubrimientos en Bolivia y Perú

 

¿Es difícil hacer ciencia en Latinoamérica?

Depende del país. En Brasil, Colombia, Argentina y Chile, hay universidades donde la investigación es parte del trabajo. Colombia ha avanzado mucho en la última década y Perú también ha tenido avances. En Bolivia es muy difícil. Somos pocos en el campo de la biología que hacemos investigación, porque no se dan las condiciones, no hay fondos. La universidad no exige que los docentes hagan investigación, no dispone de fondos y el Estado tampoco. Quienes hacen investigación aquí es por vocación y por motivación propia.

La investigación en Bolivia no se puede financiar, no hay fondos o son ocasionales. No se puede vivir de la investigación en este país. Bolivia está muy atrás en relación con otros países Latinoamericanos, el acceso a financiamiento es muy difícil. Pero yo sigo publicando uno o dos papers por año.

¿Cuál es el centro de sus investigaciones actualmente?

A mí me interesa todo. Mi investigación en los últimos años se ha enfocado en temas relevantes para la conservación, como estudios sobre aves amenazadas. Actualmente tengo un paper, listo para publicar, de la paraba barba azul, endémica de Bolivia. Hemos hecho un censo para tener una primera estimación poblacional de la especie. Estoy trabajando en otro artículo sobre la misma especie en el aspecto reproductivo con relación a las cajas nido. Con Bird Life publicamos sobre cómo los países están cumpliendo las metas Aichi. También estoy trabajando en una investigación sobre nuevos registros de una especie de tororoy. En un mes vamos a empezar un censo de la paraba frente roja. Aquí en Bolivia siempre debes ver que se puede hacer con los fondos disponibles, si eres innovador puedes seguir haciendo investigación a nivel de especies amenazadas.

¿Cree que hacer investigación puede cambiar la vida de las personas?

Si el investigador no solo piensa en su paper, sino que trata de tener incidencia en la comunidad, de formar jóvenes ornitólogos, de contratar asistentes de campo del lugar, de dejar algún legado, entonces sí, se puede tener un impacto en la población. En el caso de Armonía, lo que hacemos siempre es con la gente local. Si haces investigación que da pautas para el manejo de la biodiversidad, eso tiene un gran impacto. Creo que un investigador no debería trabajar totalmente fuera de la realidad socio-política y económica del país. Si investigo una especie de ave, no puedo ignorar a la comunidad, sabiendo que dentro de tres años van a tumbar ese bosque. Depende de cada caso, pero para mí siempre hay una forma de tener un impacto en la comunidad ya sea local o de manera más regional, y dejar algo bueno más allá de los tres papers que hay que dejar para la investigación.

¿Para usted que es lo mejor de ser científico?

Que parte de mi trabajo sea el pensamiento crítico. Como científico tengo un cierto nivel de libertad, puedo ser creativo, aplicar mi pensamiento crítico y satisfacer mi curiosidad. Estoy en lo que me gusta hacer y trabajo desde el primer paso hasta el último en mi proyecto. También me gusta que mi trabajo me lleve al campo, viajo bastante, es como una aventura. A veces pienso que los científicos somos como niños que nunca se volvieron adultos por completo. El niño siempre mantiene esta curiosidad y es algo que los científicos tenemos.

Herzog descubrió su interés por las aves desde niño. Foto: Sebastian Herzog.
Herzog descubrió su interés por las aves desde niño. Foto: Sebastian Herzog.

¿Hay algún científico que lo haya inspirado?

Hay gente que me ha inspirado. Un ornitólogo que me inspiró mucho y con quien trabajé en el campo es el noruego Jon Fjeldsa, que trabajaba en el Museo de Historia Natural de Dinamarca, en Copenhague, y se acaba de retirar. Es el autor principal del libro de las Aves Altoandinas, que se publicó en los años noventa y fue, por 20 años, la biblia sobre la avifauna de esta zona. Tuve el honor de trabajar con él aquí en Bolivia y me inspiró mucho. El mismo Charles Darwin, creo que a todos los biólogos nos inspira. También me inspiró, Edward O. Wilson, el capo de las hormigas, quien puso sobre la mesa el termino biodiversidad. Si un día llego al 1 % de lo que esta persona ha hecho, entonces puedo morir contento.

¿Qué le diría a un joven que quiere dedicarse a la ciencia?

Si es lo que realmente le gusta, que no deje que nadie le diga que no tiene sentido. Si es su vocación y siente que lo quiere hacer, entonces que lo haga, porque lo hará feliz. Pero hay que tener algo muy claro: para tener éxito en la ciencia o en cualquier otra cosa, se debe trabajar duro. Las cosas no llegan de la nada. Si uno es flojo, no va a llegar lejos.

¿Cuál ha sido el momento, la escena o el instante inolvidable para usted?

Creo que muchas escenas chiquitas. Quizá la primera vez que me subí a un helicóptero para llegar a un área de estudio. Era tan lejos y difícil de llegar que no había otra forma sino helicóptero. Era una mezcla entre aventura y adrenalina, porque iba a ser el primer ornitólogo que pisa ese pedacito de tierra. También cuando descubro algo nuevo, como el primer registro de un ave para el país. Eso es una gran emoción. Es algo bueno que estoy haciendo por el país, algo que estoy descubriendo. La Guía de Aves de Bolivia considero que es lo más importante e impactante que he hecho en mi vida profesional.

¿Usted ha tenido nuevos registros o ha descubierto una nueva especie para la ciencia?

Redescubrí una especie: Phyllomyias weedeni, conocida como mosqueta. Alguien había reportado sobre ella y después nadie hizo nada más. Cuando la grabé y pregunté a los expertos sobre esta ave, porque no encontraba su canto en ningún otro lado, me di cuenta que era una nueva especie para la ciencia. Es un pequeño Tyrannidae que redescubrí en 1997 y en 1998 regresé a la zona y recolecté un par de especímenes. En el 2001 estuve en el Museo de Historia Natural trabajando con los especímenes para descubrir la nueva especie y en el 2008 por fin salió la publicación. También tengo varios nuevos registros para el país que los incluí en la guía de aves. Además, le he quitado tres especies endémicas a Bolivia reportándolas en el Perú, en Puno. Una era Phyllomyias weedeni, que solo se había reportada en Bolivia. Las otras dos las encontré en Curva Alegre y Alto Tambopata, las tres estaban en cafetales de Puno y eran nuevas para la historia del Perú. Aquí hay tanto por descubrir.

Imagen principal: Jacana común o tuqui tuqui. Foto: Sebastian Herzog

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