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Venezuela: Corales muertos de Morrocoy se convierten  en refugio de nuevas colonias

Orbicella annularis. Foto: coralsoftheworld.org

  • Un evento de mortandad masivo en 1996 acabó con el 90 % de los corales del Parque Nacional Morrocoy. Después de veinte años, Ana Yranzo dirige un equipo de investigación que estudia el estado de salud de los sobrevivientes.
  • Los resultados demuestra que en la mayoría de las zonas de monitoreo existe poca cobertura coralina y el turismo amenaza con degradarla aún más. 

Siendo apenas una adolescente de 16 años, Ana Yranzo aprendió con su mamá a hacer submarinismo en las cristalinas aguas del Parque Nacional Morrocoy. Ubicado en la región centro-occidental del estado Falcón en Venezuela, este parque, de 28 736 hectáreas, tenía la mayor diversidad de arrecifes coralinos continentales del país.

La cantidad de colores y la vistosidad de los peces que vio mientras buceaba entre cayos de arenas blancas y abundantes manglares, la asombraron. Pocos meses después, cuando volvió a sumergirse en la misma zona, toda la exuberancia que había visto se había ido. Ana no lo podía creer, parecía que todo se había desvanecido.

Orbicella annularis. Foto: coralsoftheworld.org

Fue en enero de 1996, cuando una mortandad masiva de origen dudoso  acabó con el 90 % de los corales y los invertebrados bentónicos. “No sabíamos lo que teníamos, ahora hay que decirle a los estudiantes más jóvenes que se lo imaginen, es una lástima”, dice Ana, quien hoy es Licenciada en Estudios Ambientales con maestría en Ciencias Biológicas.

Luego de 20 años de la masiva mortandad, Yranzo lidera una investigación para poder evaluar el estado de conservación de dos especies de corales en Morrocoy: Orbicella annularis y Orbicella faveolata. Lo que encontró fue que estos animales, aun estando muertos, sentaron las bases para que otras colonias se formaran sobre ellos.

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Mortandad masiva

 

Un estudio realizado entre 1995 y 1999 reveló que en Playa Mero, en el Parque Nacional Morrocoy, la cobertura coralina cayó de 36,56 % a tan solo 4,84 % tres meses después del evento de mortandad masiva.

La Dra. Estrella Villamizar, Coordinadora de la Línea de Investigación de Ecosistemas Marino-costeros en el Instituto de Zoología y Ecología Tropical (IZET) y autora del estudio, encontró además una caída dramática en la diversidad: solo quedaban nueve de las 26 especies coralinas antes identificadas, pero casi toda la cobertura correspondía a solo cuatro especies.

Chichiriviche. Foto Carlos Cordero

Otro estudio hecho por el programa Caribbean Coastal Marine Productivity (Caricomp) reveló hallazgos más graves en otro arrecife de Morrocoy, el llamado Playa Caimán. Ahí, la cobertura pasó de 54,8 % en 1994 a 0,8 % en 1996.

Aunque no hay razones claras de la mortandad, se han planteado dos hipótesis: una anomalía climatológica que generó el enfriamiento de las aguas y una disminución de la salinidad o el vertido de contaminantes provenientes de escorrentías urbanas y agrícolas.

En 2017, Ana Yranzo fue seleccionada como Segré Fellow de EDGE of Existence, un programa de la Sociedad  Zoológica de Londres, para investigar el estado de salud actual de las especies coralinas Orbicella annularis y Orbicella faveolata.

Para mediados de 2020, Yranzo y su equipo, conformado entre otros por Estrella Villamizar, deben revelar sus hallazgos sobre el estado de las colonias de Orbicella en términos de abundancia, densidad, cobertura, tamaño, mortalidad, prevalencia a enfermedades y blanqueamiento. Así mismo, podrán dar información sobre la condición general de los arrecifes evaluados, incluyendo algunos parámetros físico-químicos.

Yranzo en el proyecto Orbicella. Foto: Proyecto Orbicella

Una de las dificultades de la investigación que actualmente lleva a cabo Yranzo es que “no hay estudios de estas especies previo a 1996. Solo hay líneas de base generales en siete lugares del parque nacional, no específicas de Orbicella”, cuenta Yranzo. Por ello, no es posible saber cuál era el estado real de esos corales antes de la mortandad masiva.

Aun así, lo que ha quedado en evidencia a lo largo de los últimos 20 años, es que estas especies son arquitectos submarinos fundamentales de los arrecifes ya que, aún después de muertos, nuevos corales pudieron asentarse y crecer sobre sus esqueletos manteniendo el hogar de miles de peces e invertebrados.

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El estado de los corales

 

Carlos Pereira, biólogo marino de la Universidad de Oriente con doctorado en Ecología en la Universidad Central de Venezuela, es uno de los asistentes de investigación del proyecto.

“En Morrocoy marcamos las colonias para hacerles el seguimiento de sus enfermedades y sobrevivencia”, cuenta.

Luego de mapear los corales con GPS, programan e instalan los sensores de temperatura en el fondo marino e instalar boyas para marcar su ubicación.

Las Orbicellas son fundamentales para la recuperación de arrecifes. Foto: Proyecto Orbicella

En total, el proyecto monitorea 10 áreas en Morrocoy y otras dos en el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare, designado como sitio RAMSAR en 1998.

Los resultados, hasta ahora, demuestran que la zona central de Morrocoy se encuentra en buen estado. Sin embargo, en la zona sur y norte del parque existe poca cobertura coralina. Además, más de la mitad de los sitios de monitoreo están en mal estado, lo que se revela por la escasa presencia de peces herbívoros —fundamentales para la conservación de los corales puesto que impiden que estos se cubran de algas —y una consecuente abundancia de macroalgas.

Los corales del Refugio de Cuare, por otro lado, casi no sufrieron daños durante la mortandad por lo que funcionan como un área de control con la cual comparar el estado de los arrecifes de Morrocoy.

Algunos resultados preliminares fueron ya presentados durante la Reunión Científica de la Asociación de Laboratorios Marinos del Caribe (AMLC) celebrada en 2019 en República Dominicana. “Mostramos los lugares donde aún permanecen los corales Orbicella y propusimos que se disminuya el turismo en esas zonas”, dice Yranzo.

La hiperinflación y la diáspora han complicado las salidas de campo. Foto: Proyecto Orbicella

La investigadora destaca la importancia de que se mantenga la figura del Refugio de Fauna Silvestre de Cuare, sobre el cual pesan amenazas por el levantamiento de instalaciones turísticas de gran envergadura. Una de ellas es  la construcción de un canal de navegación en Cuare que ya ha sido denunciado por ambientalistas y científicos debido al impacto ecológico que traería. De hecho, ya se ha difundido ampliamente las decenas de flamencos muertos cada mes debido al tendido eléctrico que atraviesa el lugar desde 2015.

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Turismo responsable

 

Uno de los objetivos de la investigación es generar información para proponer estrategias de conservación en Morrocoy, uno de los sitios turísticos más visitados del país.

En 2018, la ONG Conbive publicó una fotografía aérea que mostraba decenas de yates en Los Juanes, uno de los cayos de Morrocoy, tipificado por la Ley de Parques Nacionales como como Zona Primitiva Marina. Allí, se prohíbe el consumo de bebidas etílicas, el anclaje de embarcaciones sobre fondos coralinos, el uso de motos de agua, el vertido de desechos, el uso de equipos de sonido y concentrar a más de 300 personas.

Sin embargo, el sindicato del Instituto Nacional de Parques alertó en un comunicado que las “megafiestas” que se realizan en Los Juanes y otros lugares del parque —eventos privados que reúnen a miles de personas en embarcaciones de gran tamaño— eran un delito ambiental. “Los hidrocarburos provenientes del motor de las lanchas, los desechos humanos y la contaminación sónica pueden generar graves alteraciones en el ecosistema”, explicaba Drai Cabello, biólogo y fundador de ConBive, al periódico El Nacional.

Los Juanes en Morrocoy. Foto: Sergio Crudo

Las salidas de campo del Proyecto Orbicella incluyen visitas a prestadores de servicio turístico para acercar el conocimiento científico sobre la importancia de la conservación de los corales.

Tras entrevistar a los turistas, el equipo científico pudo comprobar que la gente desconoce qué es un coral. “Lo confunden con rocas por lo que les causan daño al no saber que son seres vivos, como al tomarse fotos sentados sobre estos”, cuenta Yranzo.

Tras aplicar encuestas a 15 posaderos y formar a una fracción de estos, los investigadores diseñaron afiches y trípticos informativos para turistas. Sin embargo, aunque “existe una gran disposición y recepción de operadores turísticos (posaderos) y turistas”, dice Yranzo, “la gente no lee los materiales. Debemos intentar algo distinto”, agrega.

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Crisis buena, crisis mala

 

En el laboratorio de Ecología de Sistemas Acuáticos, del Instituto de Zoología y Ecología Tropical (IZET) de la Universidad Central de Venezuela, donde Yranzo trabaja, hay cientos de muestras de especies, pipetas, libros y un antiguo archivador de metal. El equipo, amante del café, celebra su preparación para la entrevista con Mongabay Latam. En un país en recesión económica desde 2014, esta bebida es a veces un lujo.

Aunque los fondos en dólares son un alivio para enfrentar la hiperinflación, hay mucho que no se puede solucionar solo con dinero, como la escasez de prestadores de servicio para alquilar equipos de submarinismo, las frecuentes fallas eléctricas o los problemas para conseguir aceite y gasolina para las embarcaciones.

Salidas de campo en el PN Morrocoy. Foto: Proyecto Orbicella

Yranzo, sin embargo, ha enfrentado estos obstáculos con una precisa administración de los recursos para lograr sus objetivos.

La profesora de Ecología Marina Jeannette Pérez, parte del equipo de Proyecto Orbicella, se emociona cuando habla al respecto. “Anita se ha tenido que enfrentar con problemas que no existían hace diez años. Ahora hay menos disponibilidad de cámaras de descompresión y tienes que pasar más tiempo en otras actividades como comprar comida”. Agrega que la investigadora debe resolver “desde la escasez de repuestos o neumáticos para el 4×4 que los lleva al lugar, hasta tener una planificación detallada de las compras de lo que comerán previendo la falta de insumos en el área de estudio”.

Un ejemplo basta para explicar que los usuales obstáculos encontrados para hacer ciencia en Latinoamérica tienen un nuevo nivel en Venezuela. “Recurríamos a un señor en Chichiriviche para el llenado de tanques, pero entonces emigró, lo que nos complicó porque tuvimos que viajar hasta Tucacas, por 40 minutos, solo para alquilar los equipos”, cuenta Yranzo. Otro problema han sido los apagones que retardan el  trabajo a la hora de procesar datos y cargar las baterías de los equipos.

Salidas de campo en el PN Morrocoy. Foto: Proyecto Orbicella

Como siempre, hay luz entre sombras. El Fondo Pesquero y Acuícola de Venezuela permitió adquirir el aceite de motor para la lancha a un precio regulado oficialmente lo que lo hace prácticamente gratuito.

Además, la emergencia en Venezuela trae consecuencias inesperadas. Así como la huella ecológica del país mostró una reducción de 2014 a 2016 por un menor uso del suelo para la producción agrícola, la disminución de agroquímicos y las descargas de estos en Morrocoy, también parecen haberse reducido. Según información que recibió el equipo de investigadores, los agricultores estarían usando otros productos menos nocivos como resultado de la escasez de los habituales.

“El problema es que no hay un estudio reciente de las variables ambientales que cuantifique lo que sucede realmente”, apunta Yranzo.

Foto: proyecto Orbicella

Por la insuficiencia de fondos debido a la hiperinflación en Venezuela, para completar el proyecto, Yranzo postuló al Fondo Social para la Investigación Marina y Conservación de la organización Clear Reef, siendo seleccionada en 2019, así como a Idea Wild, que donó equipos para las investigaciones.

Como un reflejo de la adaptación de los  corales Orbicella, Yranzo asegura que a pesar de las dificultades seguirá amando, cuidando y estudiando los arrecifes en Morrocoy. Los mismos que le enseñó su mamá cuando juntas aprendieron a bucear y que hoy se ven tan distintos a lo que alguna vez fueron.

*Imagen principal: Orbicella annularis. Foto: coralsoftheworld.org

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