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Jóvenes agricultores de Cerdeña usan prácticas forestales ancestrales

  • En los últimos años, las montañas boscosas del interior de Cerdeña han visto altos índices de migración hacia las ciudades, sobre todo entre los jóvenes.
  • Sin embargo, algunos jóvenes están encontrado una nueva vía para quedarse y tener éxito a través del uso de un modelo de agricultura ancestral para crear productos de mejor calidad, como el queso de cabra, poniendo sus rebaños a pastar debajo de los árboles.

DESULO, Italia — En una foto de finales de la década de los 90, una niña con una cola de caballo y un delantal blanco posa en la esquina de una máquina que hace quesos. Dos décadas después, con la misma sonrisa, Fatima Todde, 31 años, es una de las pocas casara, o quesera, en toda Cerdeña.

“La foto se tomó cuando yo tenía 10 años. Estaba en el laboratorio intentando hacer queso ricotta. Empezó como un juego infantil y, después de la universidad, hacer quesos se convirtió en mi profesión”, dice Fatima. “Muchos jóvenes se van de estas montañas, pero nosotros elegimos quedarnos”.

Fatima Todde y su hermano Pietro en el establo de cabras. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Fatima vive en Desulo, en el medio de la isla de Cerdeña. Una ciudad de 2000 habitantes situada debajo del pico más alto de la isla que alcanza 1834 metros. Se llama Gennargentu, que significa “puerta de plata”, el color recuerda los reflejos de las piedras ricas en sílice, su luz brillante se filtra a través de los bosques.

Es aquí donde Caseificio Todde ha producido diferentes tipos de quesos durante 30 años, incluidos pecorino, casu agedu, casu e murgia, caprino y ricotta. La granja, que pusieron a funcionar sus padres, los cuales ahora pasan sus días vendiendo el queso de la granja en los mercados locales, está innovando su camino hacia una nueva era con ideas frescas y productos nuevos, gracias en parte a la agroforestería.




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Pastoreo ancestral, granjeros jóvenes

Cerca de la cima, las incansables cabras de la granja aceleran ladera arriba, pastan en un sistema de pastoreo ancestral que se llama silvopastoril. Un tipo de agroforestería —el cultivo de árboles beneficiosos y plantas leñosas en combinación con cultivos anuales y hierbas— que combina árboles con plantas forrajeras y el pasto de ganado en un sistema integrado donde los árboles se benefician del abono gratuito y de la poda. Como otros sistemas de la agroforestería, el silvopastoril ofrece grandes posibilidades para la absorción de dióxido de carbono y, además, el ganado, como las cabras, disfrutan de las frutas caídas y la exuberante vegetación del suelo del bosque. Allí se relajan en la sombra fresca que reduce el estrés provocado por el calor, lo que estimula la producción de leche.

Las cabras comen alegremente bellotas en el sistema silvopastoril. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Imponentes castaños (Castanea sativa) dominan el paisaje boscoso y fusionan sus intrincadas ramas con el cerezo silvestre (Prunus avium) y la encina (Quercus ilex). Las cabras comen castañas, cerezas y bellotas del suelo, además de hierbas, pasto, legumbres y arbustos. El lienzo del sotobosque se funde en una paleta de color marrón y verde que las cabras mantienen limpio, mientras engordan a la vez que reducen la posibilidad de incendios forestales.

Desulo se encuentra a una hora en coche de Nuoro, la ciudad más cercana, por carreteras sinuosas y es una zona remota perjudicada por la pérdida de población, un problema compartido con áreas similares del interior de Europa. Aunque la ganadería y las actividades lecheras escribieron la historia en el corazón de Cerdeña, ahora estos oficios luchan por sobrevivir.

Sin embargo, ahora el sistema silvopastoril proporciona una nueva vía para que la gente se quede en el medio rural cuando estos negocios ancestrales son diversificados por una nueva generación.

Pietro Todde, 28 años, el hermano pequeño de Fatima, acaba de terminar sus estudios universitarios y está realizando los exámenes para graduarse como agrónomo profesional. Trabaja en el negocio familiar con su hermana y con el prometido de esta, Roberto Nonnis, un pastor con un rebaño de cien cabras.




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“Actualmente, nuestro objetivo es producir todo el forraje para nuestra granja”, dice Pietro. “Hace tres años, empecé a cultivar alfalfa para ser económicamente autosuficiente y mejorar la calidad de nuestro pasto”. Esta mañana Pietro está ayudando a Nonnis a cuidar de los animales y Teresa, la cabra más amistosa del rebaño, lo persigue.

La alfalfa es un cultivo que necesita mucha agua y crece bien entre la sombra de los árboles en su sistema silvopastoril. Pietro produce de esta manera más del 30 % del forraje de los cabritos; a lo largo del año pasado, eso le ahorró a la granja, aproximadamente, 4000 euros (4400 dólares). Los residuos vegetales de la alfalfa también se descomponen con las hojas de los castaños y los robles, lo que genera un abono fértil para el suelo que reduce la erosión y retiene el agua.

La alfalfa crece bien entre los árboles y es uno de los forrajes preferidos de los cabritos. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

En el pasado, sobre todo en épocas de sequía, compraban todo el heno que necesitaba la granja, especialmente la alfalfa, que habitualmente se cultiva en los monocultivos de las tierras bajas. En general, las granjas de Cerdeña importan una gran cantidad de ese tipo de forraje, a menudo de la cercana llanura el Campidano, o de cualquier otra parte en Italia y hasta de América Latina.

El objetivo de Pietro es poner sus estudios de agronomía en práctica, ampliar su producción de heno con trébol en los campos cercanos para alimentar a todo el rebaño y reemplazar el forraje que encuentran en los árboles. Ahora la mayoría de estos campos adyacentes están abandonados y fragmentados en parcelas pequeñas que son propiedad de vecinos que han emigrado a las ciudades.




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‘En nuestro bosque de castaños, todo es útil’

Nonnis, de 29 años, conoció a Fatima en Desulo cuando eran niños: hace cinco años empezaron a compartir el trabajo en el negocio familiar. Él empieza su día a las 7 de la mañana, da de comer a las cabras y las ordeña en el establo mientras los cabritos saltan por aquí y por allá sobre nubes invisibles, y antes de soltar al rebaño de 100 cabras a pastar sus 15 hectáreas de bosques silvopastoriles.

En solo unos minutos, las cabras suben la empinada ladera hasta un enorme castaño que domina el bosque. Fatima bromea con su hermano sobre la posible edad del árbol y todo lo que ha visto a lo largo del tiempo. “¿Quién sabe quién se sentó debajo de este árbol durante el medioevo?”, se pregunta sobre el majestuoso árbol. “Creo que este castaño podría tener 800 años”, contesta su hermano.

Castañas caídas cubren el suelo donde las cabras pueden encontrarlas. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Probablemente estos viejos castaños hayan sido testigos de muchos rituales ancestrales de bienvenida de la primavera. Los mamutzones, que recuerdan a animales típicos de Cerdeña, vestidos en pieles y con cuernos para parecer ovejas y cabras todavía realizan la danza de la fertilidad en la región.

Históricamente, la madera de castaño también ha sido utilizada como material de construcción; Nonnis construyó el establo de las cabras con madera que recogió del bosque adyacente. “Todo [de] nuestro bosque de castaños es útil”, dice. “Vendemos los frutos y usamos la madera para la construcción y como leña para el fuego”.

Las cabras tienen un papel importante en el mantenimiento del bosque y la protección de incendios forestales, continúa: “Gracias a las cabras no necesitamos mantenimiento para el bosque o herbicidas y fertilizante, son unas ‘desmalezadoras’ naturales. Muchos agricultores me piden que lleve mis rebaños a sus campos”.

Mamutzones. Imagen cortesía de la Associazione Culturale Mamutzones de Samugheo.

Cerdeña lidera la conversación agroforestal europea

Como los Todde, la población de las zonas del interior de Cerdeña ha dependido tradicionalmente de los productos del bosque. La mitad de Cerdeña está cubierta de árboles, un área de 1,2 millones de hectáreas. En 2018, el Instituto Forestal Europeo nombró a Cerdeña ‘Isla de Bosques Europeos’ en reconocimiento a ese vínculo con el terreno.

A pesar de esta profunda relación, miles de personas dejan las montañas por las ciudades cada año, tanto dentro de Cerdeña como fuera, debido a la falta de oportunidades económicas de la isla y la deficiente infraestructura comparada con el resto de Italia y Europa en general. En este sentido, Desulo ofrece un rayo de esperanza.

“Desulo es un caso ejemplar de como la agroforestería puede evitar la despoblación en la zona interior mediterránea”, dice Antonello Franca del Consejo Nacional de Investigación Italiano (CNR, por sus siglas en italiano) y coordinador del proyecto AgForward-Sardinia. “Aquí en Cerdeña, los sistemas silvopastoriles tienen una sólida tradición: deben ser apoyados por las leyes nacionales y los incentivos económicos. Los pastores tienen que ser reconocidos como los guardianes de estos territorios”, dice y añade que mantienen el paisaje vivo “gracias al gran potencial que ofrece la autoproducción de forraje del sistema agroforestal”.

Roberto Nonnis empieza del día ordeñando algunas de sus 100 cabras para la quesería de los Todde, antes de sacarlas a pastar en el bosque adyacente. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Del 18 al 20 de mayo de este año, la ciudad de Nuoro mostrará esto durante la celebración de la Quinta Conferencia Agroforestal Europea, que organiza la Federación Agroforestal Europea (EURAF, por sus siglas en inglés). “Traemos la conferencia de la EURAF a Cerdeña porque el sistema agroforestal todavía está vivo, una práctica ancestral que otros territorios europeos abandonaron con la llegada del monocultivo”, dice Francesca Camilli, delegada de la EURAF para Italia e investigadora del CNR. “El sur de Europa representa la agroforestería en todo [su] valor. En Cerdeña especialmente la agroforestería contribuye a la productividad de la región, da una oportunidad a las jóvenes generaciones para empezar un negocio”.

Cerdeña podría verse como un laboratorio del potencial de la agroforestería para toda la costa mediterránea, dice Franca, quien es uno de los organizadores de la conferencia de la EURAF. “La historia de la familia Todde es un ejemplo de cómo la agroforestería puede ayudar a la gente a quedarse en estas tierras”, dice y añade que “algo tiene que cambiar para empujar a la gente a cuidar de estas zonas o este patrimonio podría perderse para siempre. La agroforestería integrada con el sistema silvopastoril hace encajar las piezas en un sistema complejo [y] esto puede ser la clave: los animales y las personas que supervisan estos territorios contra los incendios forestales y las consecuencias de la emergencia climática”.

Las mujeres y la agroforestería traen nuevos sabores a los quesos

La Srta. Todde hace queso. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Para Fatima Todde convertirse en quesera fue una evolución natural de los juegos infantiles que la llevó a la Universidad de Tecnología de los Alimentos y luego a ocupar un papel en la innovación de la producción de la familia:  de quesos locales tradicionales como casu agedu, casu e murgia y caprino, a quesos nuevos como stracchino. Sin embargo, el producto principal sigue siendo el reconocido pecorino, a menudo usado en seadas, un postre tradicional en Cerdeña: pasteles pequeños rellenos de queso y ralladura de limón, fritos y rociados con miel.

“Este trabajo es mi pasión y no importa si tengo que remover la cuajada hasta medianoche”, dice Fatima. “Hace cinco años me [hice cargo] del negocio familiar y, gracias a los estudios universitarios, empecé a comercializar productos innovadores”. Y obtener forraje mediante el sistema agroforestal trae sabores especiales a sus quesos, dice, “gracias a las hierbas esenciales y medicinales que comen las cabras”.

Todde está entre las pocas mujeres queseras en la isla. “Las mujeres son fundamentales en el pastoreo pero nadie habla de ellas”, dice Giulia Simula del Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex, quien está involucrada en el proyecto Pastres sobre pastoreo. Sin embargo, Giulia añade que “una nueva generación de mujeres como Fatima Todde están cambiando la narrativa”.

Las cabras, guardianas del bosque

Se acerca la hora azul y solo unas pocas pinceladas soleadas se mezclan en el horizonte ultramarino; los días de invierno son cortos y la hora de pasto de las cabras ya ha pasado. Fatima y Pietro llegan a casa en Desulo, aparcan el coche y miran al horizonte. Una luz que brilla en otra parte de las montañas, como una estrella que se mueve por el bosque, llama su atención.

Les preocupa que pueda ser un incendio cerca de su quesería y llaman para preguntar sobre las luces. De repente, las luces desaparecen; era solo un coche que hace una breve parada en el bosque con los faros encendidos. Aquí los bosques siguen estando a salvo gracias, en gran medida, al pasto de las cabras bajo el cuidado de sus pastores.

El Sr. Todde saca un grupo a pastar en el sistema agroforestal, donde comen bellotas, castañas, arbustos, zarzas y hierbas. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Imagen de cabecera: Las cabras disfrutan de la sombra y forraje bajo los robles y castaños de Cerdeña. Imagen de Monica Pelliccia para Mongabay.

Monica Pelliccia es una periodista multimedia independiente residente en Italia: este es su tercer artículo sobre la agroforestería para Mongabay, pueden verlos todos aquí (en inglés) y seguir su trabajo en Twitter vía @monicapelliccia.

Este artículo es parte de la cobertura continuada de Mongabay de las tendencias en la agroforestería mundial, vean la serie completa aquí.

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