- El 29 de enero, decenas de hombres armados asaltaron la comunidad de Alal. Mataron a cuatro hombres, hirieron a dos y quemaron 16 casas.
- La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y las organizaciones de defensa de los indígenas dicen que el grupo armado estaba vinculado a los acaparadores de tierras que se dedican a la agricultura ilegalmente en las tierras indígenas protegidas.
El 29 de enero, un grupo armado ilegal vinculado a una mafia de acaparadores de tierras mató a cuatro miembros del pueblo indígena mayangna, dejó a dos heridos y quemó 16 casas en el norte de Nicaragua, reportó la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH)
Esta Oficina se pronunció contra el gobierno nicaragüense por permitir que se cometan crímenes contra las comunidades indígenas de Nicaragua con total impunidad: “Nos preocupan profundamente los ataques constantes contra la población indígena en Nicaragua, la falta de protección de sus derechos y la impunidad de los crímenes cometidos contra ellos”, dijo Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, en un comunicado de prensa.
Los grupos de defensa advierten que el proceso constante de colonización por parte de los mestizos no indígenas de las regiones del centro de Nicaragua amenaza la existencia cultural de los mayangna, cuyo territorio ancestral de selva tropical está siendo tomado para la extracción de oro, la tala, la ganadería o el cultivo comercial. Según el Centro por la Justicia y los Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua (CEJUDHCAN), el proceso se ha acelerado durante los últimos cinco años, lo que precipitó un conflicto de tierras atroz que ha cobrado la vida de 40 personas desde 2015.
El pueblo mayangna habita una región conocida como La Mosquitia, la cual se encuentra entre Nicaragua y Honduras, y es la mayor selva tropical de América Central. Al igual que el pueblo indígena misquito, los mayangna mantienen una tradición cultural centrada en la protección del ecosistema forestal del que dependen para obtener alimento y agua.
El ataque más reciente a los mayangna tuvo lugar en la comunidad de Alal, en el territorio Sauni As. Esta zona se encuentra situada dentro de la Reserva de la Biosfera Bosawás y pertenece a la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte de Nicaragua.
La desaparición del refugio
La Reserva de la Biosfera Bosawás, declarada sitio UNESCO en 1997, es extremadamente rica en biodiversidad y es hábitat de alrededor del 13 % de especies conocidas en el mundo, varias de ellas en peligro de extinción.
La agencia ambiental nicaragüense MARINA informó que la deforestación en Bosawás se duplicó en menos de dos décadas, con una pérdida de casi el 31 % del bosque de la reserva para 2019. Los datos satelitales recogidos por la Universidad de Maryland muestran que la deforestación empezó a atacar el centro de la Reserva de la Biosfera Bosawás en enero de 2018, con un índice de pérdida forestal que aumentó en 2020.
La comunidad de Alal se encuentra justo en el corazón de la reserva natural, en una zona que alberga una de las últimas áreas forestales de Nicaragua, la cual es lo bastante grande e intacta para priorizar la conservación de su biodiversidad. Las imágenes por satélite muestran una creciente deforestación alrededor de la comunidad.
Juana Bilbano, directora del Centro por la Justicia y los Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua (CEJUDHCAN), dijo que aunque el gobierno otorgó oficialmente títulos de propiedad a las comunidades indígenas en Bosawás, las leyes que protegen esos títulos no han sido implementadas de manera eficaz o aplicadas como obliga la ley.
“El gobierno ha entregado títulos de propiedad a las comunidades indígenas, pero no ha garantizado la protección legal”, dijo Bilbano. “En 2015, les pasó lo mismo a los misquitos cuando llegaron los colonizadores para cometer masacres como hicieron en Alal. Tenemos 12 comunidades diferentes de mayangna, misquito y afrodescendientes en alto riesgo a causa de los invasores”.
El año pasado Mongabay visitó el territorio mayangna Sauni Bu, que se encuentra en la Reserva de la Biosfera Bosawás al norte de donde tuvo lugar la última masacre. También ahí las comunidades que han vivido en el bosque durante generaciones sintieron agudamente la presión de los colonizadores. Los líderes indígenas explicaron que, aunque las personas privadas no pueden vender legalmente las tierras colectivas de los mayangna, los traficantes de tierras —a veces miembros de la comunidad indígena— estaban vendiendo parcelas a agricultores y ganaderos no indígenas.
El miembro de la comunidad mayangna Rioberto Delgado, que vivía a lo largo del río Bocay cerca de la frontera con Honduras, le dijo a Mongabay durante una entrevista en septiembre de 2019 que su comunidad estaba perdiendo el control del bosque, y con ello, su identidad cultural y sus medios de subsistencia.
“El sistema de vida comunal de las comunidades indígenas está desapareciendo. Los animales que solíamos cazar, los peces que solíamos pescar en el río, se están yendo, están desapareciendo”, dijo Delgado. “Con los colonos, otro sistema está reemplazando el nuestro y los indígenas están sufriendo. Nuestro sistema requiere mucha tierra, peces, animales, la capacidad de trabajar tranquilamente sin productos químicos [agrícolas]”.
Bilbano dijo que, más allá del territorio mayangna y la reserva Bosawás, era importante para el resto de Nicaragua mantener intactos grandes terrenos forestales porque los bosques ayudan a producir agua y regular el clima local. La parte nororiental de Nicaragua se encuentra dentro del Corredor Seco de América Central —un territorio que se extiende desde el sur de México hasta Panamá— que padece de sequías cada vez más severas debido a El Niño y el cambio climático.
Relatos dispares de la masacre
Después del ataque en Alal han salido relatos diferentes de la remota comunidad de Alal donde la falta de carreteras, servicio celular y una situación política profundamente dividida impidieron la difusión de información.
En los días posteriores a la masacre, la policía, leal al partido de izquierda del presidente Daniel Ortega, Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), informó que dos personas habían muerto en el ataque, lo cual contradice informes de los líderes indígenas que informaron inicialmente de seis muertes. Más tarde, la policía dijo que habían realizado investigaciones que no mostraban “evidencias de personas muertas”.
Sin embargo, con la aparición del ataque en las redes sociales la policía hizo otro anuncio después de llevar a cabo una investigación más amplia y afirmó que había cuatro muertes, una versión que fue corroborada por el gobierno territorial indígena.
La Policía Nacional de Nicaragua no respondió las peticiones de Mongabay de realizar comentarios sobre la masacre de Alal o los motivos por los que hay informes contradictorios.
La Policía informó de la captura del líder del grupo armado presuntamente responsable de la masacre en Alal. Junto con su captura, la policía señaló que confiscó un arma automática, municiones y “dos libras de marihuana”. Lo que no mencionó fue el acaparamiento de tierras como un motivo para el ataque.
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En abril de 2018, los partidos de la oposición nicaragüense, estudiantes y líderes empresariales iniciaron un movimiento de protesta nacional que se extendió por todas las grandes ciudades del país, y que el gobierno alegó que era un intento de golpe de estado. Mientras que la represión de las protestas por parte del gobierno dejó cientos de muertos y provocó las críticas de la comunidad internacional, Ortega ha sido capaz de consolidar el poder político nacional.
Bilbano admite que los líderes indígenas están divididos por el FSNL y los partidos de la oposición. “La persecución política nos pone en gran peligro”, dijo Bilbano. “Estamos bajo una gran amenaza por hacer este tipo de denuncias”.
*Imagen principal: la selva tropical en la Reserva de la Biosfera Bosawás por Taran Volckhausen para Mongabay.
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Nota del editor: Este artículo fue impulsado por Places to Watch, una iniciativa de Global Forest Watch (GFW) diseñada para identificar rápidamente pérdida forestal alarmante por todo el mundo y catalizar una mayor investigación en esas áreas. Places to Watch utiliza mensualmente una combinación de datos por satélite casi en tiempo real, algoritmos automatizados e inteligencia de campo para identificar nuevas áreas. En colaboración con Mongabay, GFW respalda el periodismo basado en datos al facilitar información y mapas que genera Places to Watch. Mongabay mantiene independencia editorial total sobre las historias que publica que utilizan estos datos.
El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.