De hecho, a pesar de que se han adoptado medidas para controlar la pesca dirigida de tiburones, muchas de las poblaciones de estos animales en Sudamérica siguen estando amenazadas por la sobrepesca. Un problema que se hace evidente en una región en la que la cantidad de tiburones que son capturados de manera incidental es mucho mayor que el número que se extrae en la pesca dirigida o permitida, asegura Carlos Bustamante, director del grupo de especialistas de tiburones de la UICN para Sudamérica. A este escenario hay que agregarle la crisis actual por el COVID-19, que se ha traducido en la disminución de los monitoreos a bordo de las naves, una medida que las autoridades han debido adoptar a causa de la restricción de movilidad.

El Especial Pesca incidental: el enemigo oculto de los mares ahonda en esta problemática a partir del análisis de bases de datos oficiales de tres de las pesquerías más importantes de Chile, Ecuador y Perú. Esta investigación nos ha permitido confirmar que, en los últimos cinco años, la cifra de tiburones que son pescados incidentalmente se ha disparado.

Más capturas, menos control y mucha opacidad

Para este especial, se analizó las actividades de algunas flotas pesqueras que capturan incidentalmente tiburones en América del Sur. En Ecuador la investigación se enfocó en la pesca de atún (Thunnus), en Chile en la pesca de albacora o pez espada (Xiphias gladius) y en Perú en la de perico (Coryphaena hippurus).

Lo que se descubrió en Ecuador es que la flota pesquera de atún superó, de un año a otro, sus cifras de captura incidental de tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis), especie Vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se sospecha que este incremento, que es del 60 %, podría estar asociado a la entrada en vigor de una normativa que apuntaba a prohibir el transporte y desembarque de tiburones en el país. En Chile, en los últimos tres años, la flota que pesca albacora o pez espada duplicó las capturas de tiburón sardinero (Lamna nasus), especie también clasificada como Vulnerable. En Perú, la falta de información sobre la metodología que la autoridad utiliza para calcular los desembarques, no permite saber con claridad cuál es la real cifra de tiburones que son atrapados incidentalmente.

El Ministerio de la Producción peruano, encargado de llevar los registros de capturas para hacer una correcta administración de las pesquerías del país, lleva una doble contabilidad de los desembarques de perico. Entre una base de datos y otra, son decenas de miles de toneladas de diferencia y nadie —que no pertenezca al Ministerio— sabe cómo son calculados esos totales. La discordancia en las estadísticas y la falta de transparencia en las metodologías utilizadas para realizar los cálculos, según los expertos consultados, mantienen en la oscuridad la realidad acerca de las cantidad de perico que anualmente se pesca en el país, pero también de la cantidad de tiburones que caen con él.

Los vacíos en la administración de las pesquerías no es solo un problema de Perú. En Ecuador, donde supuestamente no existe una captura dirigida a tiburones, no existen cuotas que determinen una cantidad máxima de pesca incidental de estos animales por lo que “en un barco pueden venir 600 tiburones y 50 albacoras y todo va a estar bien, no se le va a abrir ningún expediente”, explica la bióloga marina Adriana Ceballos, miembro del grupo de expertos de tiburones de la UICN. Xavier Chalen, director del programa marino costero de la organización Conservación Internacional, agrega que “los sistemas de control se han debilitado a la hora de generar medidas de ordenamiento que respalden qué significa la captura incidental, de tal manera que esta no sea un incentivo perverso para ocultar una captura dirigida de tiburones”.

En Chile, si bien también existe un mercado de carne y aletas de tiburón, este recurso marino ni siquiera es considerado formalmente como una pesquería por las autoridades afines. “La consecuencia más grave de eso es que no hay ninguna medida de administración”, dice Bustamante. Es decir, no se establecen vedas, ni tallas mínimas ni cuotas, aún cuando la UICN ha advertido al gobierno de Chile que es necesario revertir esa situación para proteger la salud de las poblaciones de tiburones que ya se encuentran amenazados de extinción.

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Los esfuerzos son insuficientes

 

La sobreexplotación de distintas especies marinas que son consumidas por el ser humano ha hecho que los pescadores cada vez inviertan más esfuerzo en pescar: yendo cada vez más lejos, pescando más días y haciendo más lances, es decir, arrojando al agua una mayor cantidad de veces sus redes y anzuelos para lograr lo que antes conseguían con menos. El problema de esto es que “a mayor cantidad de lances, aumenta la captura incidental”, explica Bustamante, por lo que la tendencia de este problema en los tiburones en lugar de disminuir ha aumentado con el correr de los años.

A esto hay que sumarle ahora la pandemia del COVID-19, considerando que los monitoreos que realizan los observadores científicos a bordo de las naves han disminuido. La razón, según Pablo Guerrero, director de pesquerías del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Ecuador, es la limitación en los viajes internacionales que tienen que enfrentar hoy producto de la crisis. “Por ejemplo, si un barco atunero de bandera ecuatoriana está en Panamá, porque llegó a desembarcar allá, hay que enviar a un observador desde Guayaquil o Quito hacia ciudad de Panamá”, explica Guerrero, aludiendo a la importancia de que el observador acompañe al barco de vuelta a su país de origen. Científicos y conservacionistas están preocupados por esta situación que podría dejar el campo libre para las malas prácticas pesqueras e incluso ilegalidades.

Pero el problema de la pesca incidental no es de ahora. En 2006, la Comisión Permanente del Pacífico Sur —conformada por Chile, Colombia, Ecuador y Perú— concluyó que era necesario dar inicio a un “Plan de Acción Regional para la Protección y Manejo de los Tiburones”. Desde entonces, la Comisión comenzó a trabajar de la mano con varios países para promover un aprovechamiento responsable del recurso tiburón e impulsar que estos se comprometan primero a elaborar un plan nacional. El Plan Regional, que cuatro años después fue publicado, señala que “la opinión dominante es que es necesario […] establecer medidas de reducción de las capturas incidentales en aquellas pesquerías en que el tiburón constituye una captura incidental importante”.

Para lograrlo, el documento propone “implementar sistemas o dispositivos de escape para los condrictios [tiburones] que constituyen captura incidental en pesquerías dirigidas a otras especies”. Además señala que se deben implementar medidas de regulación para reducir la pesca incidental, por ejemplo, estableciendo las artes de pesca de pesca que se pueden usar, las tallas mínimas de captura, los periodos de veda y áreas restringidas de pesca. Sin embargo, por el momento, “cualquier medida de las que se han tomado es insuficiente”, señala Bustamante.

El experto agrega, además, que hoy la falta de información es un problema serio, pues impide que la ciencia comprenda de qué manera cohabitan las especies objetivo con los tiburones, para así poder proponer soluciones que disminuyan las capturas incidentales. Por eso, “lo que se tiene que hacer es seguir haciendo estudios pesqueros independientes, que vayan orientados hacia la sostenibilidad de la actividad pesquera y hacia el mejoramiento de las artes de pesca como, por ejemplo, se ha hecho con las tortugas o con los pájaros”, dice el experto. En esos casos, asegura, “se han hecho estudios y se han tomado medidas para mitigar las capturas de estos animales que son carismáticos”, una característica con la que, lamentablemente, los tiburones no cuentan. ¿Por qué con tortugas y aves sí se han logrado avances importantes para disminuir su pesca incidental? La respuesta del científico es categórica: “Lo que nos falta es un buen publicista”.

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Composición a partir de una imagen de un tiburón martillo. Foto original: Oceana
*Imagen principal: Tiburón azulejo atrapado en un anzuelo. Foto: Oceana

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Artículo publicado por Michelle
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