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Pechiche: el árbol que puede salvar al segundo colibrí más pequeño del mundo en Ecuador

  • Los guardaparques de la Reserva Río Ayampe han encontrado siete nidos de donde han emprendido vuelo seis pichones Estrellita Esmeraldeña de manera exitosa. Reforestar la zona con el árbol de pechiche ha permitido restituir el hábitat del segundo colibrí más pequeño del mundo, haciendo que este no tenga que volar largas distancias para encontrar su fuente de alimento.
  • El colibrí está catalogado como una especie en peligro de extinción por la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). No hay más de 1000 ejemplares en todo el Ecuador.




La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.

La comuna de Las Tunas es hogar de una de las reservas comunitarias más importantes de la provincia de Manabí, al occidente del Ecuador. Este lugar de alrededor de 4000 hectáreas alberga a la Reserva Río Ayampe, de casi 100 hectáreas, creada en el 2012 para trabajar junto a la gente de la zona en la recuperación de los hábitats del colibrí Estrellita Esmeraldeña (Chaetocercus Berlepschi), ave que solía vivir en esos parajes.

La Reserva Río Ayampe, nombrada así en honor a la cuenca de la cual se abastecen más de 20 000 personas de la ciudad turística de Puerto López, ha sido vital también para la recuperación del árbol de pechiche (Vitex gigantea) del cual depende en gran manera el colibrí. “Al inicio la gente siempre cortó este árbol para hacer madera”, cuenta Byron Delgado, administrador y guardaparque de la reserva. En más de una década trabajando junto con la comunidad, la Fundación Jocotoco y su equipo han logrado reforestar el área con más de 15 000 árboles nativos, de los cuales un 80 % son pechiche.

La reserva se encuentra en el límite de las provincias de Manabí y Guayas, a casi 20 kilómetros de Puerto López, en la zona de transición del Chocó biogeográfico y el área Tumbesina, uno de los tres hotspots de biodiversidad más amenazados en todo el mundo por la presión  que enfrenta debido a la expansión agrícola y ganadera. Esta zona de conservación comunitaria se encuentra dentro del bosque húmedo tropical de la cordillera Cholón-Colonche y en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Machalilla.

Conservación de aves. La madre de los pichones regresa constantemente a cuidar de sus crías y alimentarlos con el néctar del árbol de pechiche. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
La madre de los pichones regresa constantemente a cuidar de sus crías y alimentarlos con el néctar del árbol de pechiche. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

Además protege también un ecosistema de bosque seco tropical y bosque semideciduo de tierras bajas, es decir que en la época de invierno es bastante seco, pero para los meses de junio hasta noviembre, donde se presenta la garúa por la corriente de Humboldt que viene desde Perú hasta Galápagos, es nublado. “Este árbol [el pechiche] florece en noviembre, y su cosecha se hace a finales de marzo y todo el mes de abril”, explica Delgado, y añade que antes del proyecto de reforestación el lugar estaba lleno de pastizales destruidos por las actividades ganaderas y agrícolas pero que ahora han sido regenerados y se ha controlado de manera radical la presencia de cazadores. “Con la creación de la reserva fue disminuyendo la cacería en las zonas cercanas o los predios de las otras familias, donde se cazaba principalmente guantas, guatusos, venados”.

En este año 2020 ya se han plantado 4500 especies, en su mayoría pechiche aunque también de balsa, guayacán, ceibo, algarrobo, casco y cítricos, todas importantes para la fauna endémica de la zona como el colibrí Estrellita Esmeraldeña. “Esta reserva se crea con la prioridad de proteger al segundo colibrí más pequeño del mundo”, asegura Byron Delgado.

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El pechiche y el Estrellita Esmeraldeña

 

La reforestación del pechiche es vital para la conservación del Estrellita Esmeraldeña pues este colibrí se alimenta del fruto que produce el árbol, principalmente durante su época de anidación. Estudios han determinado que esta ave se encuentra a orillas del río Ayampe, donde está la reserva. Que exista un lugar como este es muy importante ya que la Lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que solo hay entre 500 y 1000 ejemplares en menos de 15 puntos en todo el territorio ecuatoriano, repartidos entre las provincias costeras de Esmeraldas, Manabí, Santa Elena y Guayas. Su hábitat se ha visto reducido, haciendo que su distribución sea extremadamente fragmentada. La lista lo ubica como una especie En Peligro de extinción.

Conservación de aves. La Reserva Río Ayampe ha sido medular en la conservación del colibrí Estrellita Esmeraldeña, el segundo más pequeño del mundo y endémico del Ecuador. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
La Reserva Río Ayampe ha sido medular en la conservación del colibrí Estrellita Esmeraldeña, el segundo más pequeño del mundo y endémico del Ecuador. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

El Estrellita Esmeraldeña es muy similar a otros colibríes conocidos como bunga o abejorro por su tamaño, que no sobrepasa los seis centímetros, pero resalta por el fuerte zumbido que produce el rápido movimiento de sus alas durante el vuelo. El macho tiene la garganta, o gorgera, de color esmeralda, por eso su nombre. El de la hembra es más cremoso y tiene una línea blanca en el antifaz, abajo del ojo. Difícilmente se pueden reconocer si no se conoce de aves, ya que se puede pensar que es un abejorro que está pasando ya que solo se escucha un zumbido.

Este colibrí llega a la zona de Ayampe justo en noviembre, durante la afloración del Pechiche, y suele quedarse hasta mayo, momento en que migra hacia las montañas costeras del Ecuador occidental. Sin embargo, Byron Delgado comenta que se ha encontrado un nido con nuevos pichones en la Reserva Río Ayampe a pesar de que ya estamos en junio.

Elisa Bonaccorso, profesora investigadora de la Universidad San Francisco de Quito, asegura que esta ave podría tener movimientos estacionales aunque se presume que solo realiza migraciones locales y en áreas muy reducidas. “Anida de diciembre a junio, lo que coincide con la mitad más húmeda del año en la costa ecuatoriana, probablemente porque hay más alimento disponible”, asegura Bonaccorso. “Como otros colibríes, hace un nido en forma de copa, pone dos huevos, y los huevos y pichones son cuidados exclusivamente por la madre, quien también construye el nido”.

Durante los vuelos de cortejo, los ejemplares machos generan sonidos con las plumas de sus alas para atraer a las hembras. Por su parte, la hembra siempre se percha en ramitas secas. Una vez que los machos han hecho su cortejo, la hembra se encarga de hacer el nido, de incubar los huevos y luego alimentar a los polluelos. Siempre está inquieta, moviéndose para cuidar a sus polluelos, alimentándolos con insectos y néctar de verbenas, campanillas, y otras plantas silvestres.

Conservación de aves. Seis pichones Estrellita Esmeraldeña han dejado exitosamente el nido que se encuentra en la Reserva Río Ayampe, emprendiendo vuelo hacia la cadena montañosa de la costa ecuatoriana. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
Seis pichones Estrellita Esmeraldeña han dejado exitosamente el nido que se encuentra en la Reserva Río Ayampe, emprendiendo vuelo hacia la cadena montañosa de la costa ecuatoriana. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

Aunque en los mapas de distribución se ve como si esta especie viviera en una zona extensa, Bonaccorso explica que realmente no es así, y añade que el ave se encuentra en pequeños enclaves de bosque semideciduo y siempreverde en buen estado de conservación. “El problema es que en la costa ecuatoriana estos bosques son cada vez más escasos, por lo que la distribución del ave se encuentra en parches cada vez más pequeños”, comenta.

Desde 2014 no se registraban nidos del Estrellita Esmeraldeña, endémico del Ecuador. Por eso la importancia del avistamiento de la especie en la Reserva Río Ayampe, en diciembre de 2019. Dos de los guardaparques de la reserva, entre ellos Byron Delgado, encontraron siete nidos y por eso la importancia de asegurar la conservación de este lugar a través de la reforestación de pechiche.

Luego de este hallazgo se ha registrado el nacimiento de seis pichones que han dejado exitosamente el nido. “Vimos el primer nido el 18 de enero y luego uno de los pichones ya salió volando el 26 de febrero”, cuenta Delgado. La madre entró al nido a los 10 días de haber nacido los pichones, dice Delgado, solo para alimentarlos y monitorearlos desde la parte de arriba del árbol donde se encontró el nido.

Conservación de aves. La Reserva Río Ayampe ha sido reforestada en su mayoría con árbol de pechiche. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
La Reserva Río Ayampe ha sido reforestada en su mayoría con árbol de pechiche. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

José León, coordinador de investigación en la Fundación Jocotoco, dice que la importancia del proyecto de reforestación del pechiche en Río Ayampe redunda en la mejora de la calidad del hábitat del colibrí. “Cuando tú empiezas a reforestar, entregas más fuente de alimento al Estrellita Esmeraldeña, haces que no tenga que volar tanta distancia para llegar a una fuente de alimento”.

Si el ave está anidando y tiene más árboles de pechiche cerca, será más fácil conseguir el alimento para volver al nido. “Queremos que Estrellita Esmeraldeña tenga alimento cerca a sus zonas de anidación”, asegura León. Para lo que queda del 2020, la Fundación Jocotoco busca plantar 1000 árboles endémicos más —800 de pechiche y 200 de balsa— para continuar enriqueciendo el hábitat de este colibrí endémico.

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Esfuerzos de conservación en tiempos del coronavirus

 

Diariamente se hacen jornadas de reforestación de la reserva. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y la declaratoria de emergencia en todo el territorio ecuatoriano han representado serios obstáculos para el proyecto de conservación.

Solo tres personas involucradas en el proyecto, y alrededor de ocho de la comunidad, continúan plantando en la zona dentro de unos horarios de movilización permitidos por el gobierno, bajo los estrictos controles de distanciamiento social, alcanzando un ritmo promedio de 100 árboles sembrados por día. Antes de la pandemia, sin embargo, las siembras se hacían con cerca de 50 personas y en promedio se plantaban 1000 árboles diarios. “Estamos esperando que se acabe la emergencia para realizar las siembras grandes con la ayuda de voluntarios. Tenemos 2000 plantas en el vivero listas para ser sembradas cuando acabe la emergencia”, asegura León.

Conservación de aves. Dos pichones Estrellita Esmeraldeña reposan en el nido, avistado por los guardaparques de la Reserva Río Ayampe a inicios del año 2020. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
Dos pichones Estrellita Esmeraldeña reposan en el nido, avistado por los guardaparques de la Reserva Río Ayampe a inicios del año 2020. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

La cuarentena ha traído además otras amenazas como la cacería y la tala de árboles por parte de personas ajenas a la comunidad y a la Reserva Río Ayampe, lo cual ha forzado a los guardaparques a intensificar sus patrullajes en los linderos del área, exponiéndose al virus. La investigadora Elisa Bonaccorso explica que todavía no se sabe con certeza cómo el COVID-19 podría transmitirse de los humanos a la fauna silvestre y otro problema podría ser que las presiones económicas resultantes de esta crisis sanitaria estimulen una aceleración en la destrucción del hábitat del colibrí debido al desarrollo de actividades agrícolas y pecuarias.

José León ve la situación con ojos optimistas pues a inicios de este año la Fundación Jocotoco empezó un proyecto con National Geographic con el objetivo de seguir mejorando la calidad del hábitat del Estrellita Esmeraldeña, reforzando la reforestación de pechiche y balsa. Ese proyecto también se enfocará en monitorear constantemente las anidaciones del colibrí y, sobre todo, se continuará promoviendo la participación de la comuna Las Tunas, cuya población ha declarado al pechiche y al colibrí como árbol y ave insignias de la comunidad. En Las Tunas viven alrededor de 1500 familias que se dedican a la pesca y al turismo, y están comprometidos con la conservación de la fauna y flora de su territorio ancestral.

Verónica Enríquez Ruiz, coordinadora social de la Reserva Río Ayampe, además explica que la recuperación del hábitat garantiza la construcción de corredores biológicos. “Si ya no hay un parche seco de tierra, sino un lugar con árboles nativos, la fauna va a poder moverse con mucha más confianza”, dice.

Conservación de aves. Un ejemplar macho del colibrí Estrellita Esmeraldeña reposa en una de las ramas del bosque de la Reserva Río Ayampe. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.
Un ejemplar macho del colibrí Estrellita Esmeraldeña reposa en una de las ramas del bosque de la Reserva Río Ayampe. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco.

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