Sanar la tierra

Sin embargo, los años de pastoreo intenso han alterado el estado de los prados. Dennis Jorgensen, biólogo experto en vida silvestre y coordinador de la iniciativa de bisontes de WWF, dijo que los granjeros suelen manejar el ganado para aprovechar al máximo la hierba disponible, con cuidado de no pastar demasiado ni demasiado poco en un punto concreto de la pastura.

“Quieren utilizar el recurso y quieren hacerlo de forma sostenible”, dijo Jorgensen. Lo que ese enfoque suele crear es un pasto más o menos uniforme”.

Por otra parte, “los bisontes tienden a pastar en movimiento”, dijo. “Tienden a pastar mientras se mueven y, anecdóticamente, lo que encontramos es que crean un entorno más irregular”.




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Con sus hábitos de pasto, los bisontes crean una mezcla de diferentes hábitats que, a su vez, pueden sostener una mayor variedad de especies.

No es que los bisontes “tengan algún tipo de cualidad mágica”, dijo Jorgensen. “Pero han evolucionado con el sistema durante más de 10 000 años y con los prados durante un periodo mucho más largo”.

Apuntó a los resultados de la Reserva Indígena Fort Belknap en el norte de Montana, que tiene bisontes desde mediados de los 70. “He habido ornitólogos [de clase mundial] que han venido y han dicho ‘no puedo creerme la diversidad de aves que hay en este prado. Para encontrar esta diversidad de otro modo, tendría que explorar millones de acres en los alrededores”, dijo Jorgensen.

Los ecólogos dicen que el bisonte, junto con los perros de las praderas y el fuego, fueron una vez las fuerzas dominantes que dieron forma al entorno. Las investigaciones han mostrado que las especies amenazadas de aves, como el chorlito llanero (Charadrius montanus), en la Lista Roja de la UICN, dependían de los huecos que los bisontes dejaban en el prado cuando se revolcaban. Los bisontes también dispersaban semillas en sus heces y mantenían bajo control los abetos, pinos y sauces que podían cambiar rápidamente el aspecto de la pradera.

“[El bisonte] puede sanar la tierra”, dijo en una entrevista Vi Waln, presidente de Tribal Land Enterprise.

Beneficios económicos

El sustituto de los búfalos, el ganado bovino, es abundante en territorios reservados. No obstante, Terkildsen dijo que “no hay ni una onza de carne que vuelva para alimentarnos como nación”.

Un estudio de 2017 del Departamento de Agricultura lo apoya al revelar que el 80 % de los beneficios relacionados con la agricultura en Rosebud dejaron la reserva, dijo Jorgensen.

“Reciben un pago de arriendo”, dijo. “Pero ese no es ingreso más alto que podrían conseguir”.

Junto con el simbolismo de devolver el búfalo al cuidado de los lakota, los líderes como Little Elk y Waln esperan que el proyecto dé un empujón a la economía de Rosebud. La necesidad de gestores y cuidadores significará más trabajos para la gente de la reserva, y la oportunidad de exponer a los niños a los bisontes podría crear nuevas oportunidades más adelante.




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Jonny BearCub Stiffarm, administrador del programa de búfalos de WWF en la Reserva Indígena Fort Peck en Montana, dijo que las tribus assiniboine y siux que viven allí han donado búfalos de sus rebaños a escuelas de la reserva y algunos estudiantes han participado en cacerías en la reserva.

“Con los años, eso ha generado mucho interés por parte de los estudiantes a la hora de pensar qué carreras potenciales podrían existir si fueran a la universidad”, dijo Stiffarm. Ahora, “los biólogos expertos en vida silvestre son algo que no tenemos en nuestro departamento de pescado y carne”.

Añadió que los estudios comunitarios en Fort Peck revelaron que la gente necesitaba la reintroducción de los búfalos cuando los animales volvieron al territorio.

“Muy poca gente se dio cuenta realmente de que teníamos rebaños en la reserva”, dijo. “Y muchos nunca habían visto un búfalo vivo”.

Hay equipos trabajando para instalar casi 29 kilómetros de valla para los primeros 200 a 400 búfalos que llegarán al Wolakota Buffalo Range en octubre de 2020. Imagen de Luan Venter/Fulton Fencing.

Ahora en las reservas hay índices mucho más elevados de diabetes, obesidad, depresión y abuso de sustancias, entre otros problemas de salud, en comparación con el resto de la sociedad. Según lo ve Stiffarm, el búfalo es una incorporación a la dieta de la reserva que podría ayudar a mitigar algunos de esos problemas. Por ejemplo, hay evidencia de que la carne de búfalo tiene más proteína y menos colesterol que la de ternera, según la Asociación Nacional del Bisonte.

La carne más magra necesita diferentes técnicas de cocinado para hacerla sabrosa, dijo Stiffarm, y la mayoría de gente de la reserva no tiene ni el conocimiento ni el espacio de almacenamiento en frío para trocear un animal de 900 kilos. Así que ha trabajado para educar a los residentes de la reserva en ese sentido, y para explicar por qué los sacrificios son necesarios en primer lugar.

“Hay muchas personas de fuera que no tienen ni idea de que no se puede tener sobreabundacia de búfalos”, dijo Stiffarm.

Jorgensen llama a los bisontes “supervivientes”.

“Sea cual sea la base de tierra que les des a los bisontes, la van a llenar”, dijo. “Son así de resistentes”.




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El hecho de que haya un límite en el espacio disponible para los bisontes es una razón para la iniciativa de conservación de DOI. Meter demasiados animales en un espacio pequeño, como un parque nacional, es una receta para la endogamia, el sobrepastoreo y las enfermedades. Al compartir animales con las reservas, la agencia ayuda a garantizar la conservación del bisonte, que fue nombrado mamífero nacional de Estados Unidos hace poco.

En la reserva Rosebud, ese excedente de animales proyectado acabará por llevar el proyecto a la sostenibilidad, según dicen quienes lo proponen. Los bisontes vivirán toda su vida en la reserva. Cuando el rebaño sea demasiado grande, la tribu puede vender licencias para caza y también planean criar animales y dárselos a la comunidad o vender la carne de bisonte alimentado solo con hierba en el mercado.

Un nuevo mundo

Little Elk dice que la pandemia de la COVID-19 ha puesto el foco en la importancia de la autosuficiencia.

Los rebaños en otras reservas ya están sirviendo de alimento a la comunidad en un momento de crisis. Stiffarm ha estado organizando la entrega de patatas para acompañar la carne de búfalo que las tribus donaron a ciudadanos ancianos vulnerables de la comunidad de Fort Peck. En Rosebud, Little Elk dijo que ve la reintroducción del búfalo como un paso adelante hacia “la preparación y la resiliencia”.

“Es un proyecto extremadamente relevante, sobre todo ahora que estamos viendo la alteración de las cadenas de alimento y suministros globales”, dijo. “Vamos a necesitar 10 000 proyectos más de este tipo en Norteamérica”.

Dijo que el esfuerzo podría “descubrir otras oportunidades” y podría ser “una demostración increíble” de que un proyecto tan multifacético es posible. Pero también reconoce que hay mucho por hacer. Los equipos de trabajo instalarán unos 29 kilómetros de valla este verano, y eso es solo para los primeros 200 a 400 animales que se entregarán en octubre de 2020.

“Va a ser una responsabilidad increíble porque, de repente, eres responsable de una vida”, dijo Little Elk. Esas vidas cargan con el peso de generaciones de lakotas y búfalos antes de ellos. “Somos el mismo pueblo”.

*Imagen principal: bisonte americano en Estados Unidos. Foto: Jack Dykinga en Wikimedia Commons (dominio público).

Referencias:

Samson, F. B., & Knopf, F. L. (Eds.). (1996). Prairie conservation: Preserving North America’s most endangered ecosystem. Island Press.

El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.

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Artículo publicado por Maria Salazar
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