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Comportamiento cauteloso de zífidos da pistas sobre el misterio de los varamientos masivos

  • Un nuevo estudio sugiere que los zífidos han evolucionado un comportamiento cauteloso y sincronizado para evadir a depredadores como las orcas.
  • Se sumergen a la vez para maximizar el tiempo de alimentación juntos y minimizar el tiempo en la superficie, donde es más fácil que las orcas los ataquen.

En marzo del año 2000, barcos destructores o destroyers de la marina de los Estados Unidos realizaban ejercicios rutinarios en las Bahamas, cuando rastrearon con un sonar a 265 decibelios un barranco submarino y localizaron dos submarinos señuelo. Menos de 36 horas después, 17 animales marinos, entre ellos 14 zífidos (de la familia Ziphiidae), se encontraron varados en las cercanas islas Ábaco. Más tarde, la Armada reconoció que el uso del sonar había causado la muerte de los zífidos. Lo que siguió siendo un misterio es  qué sucedió.

Un nuevo artículo publicado en Scientific Reports sugiere que las adaptaciones evolutivas de los zífidos durante millones de años para escapar de los depredadores podrían explicar por qué son propensos a los varamientos masivos. La investigación muestra que el comportamiento de inmersión de estos enigmáticos mamíferos está formado por la necesidad apabullante de evitar a las hambrientas orcas (Orcinus orca) que recorren las aguas poco profundas.

“Seguíamos sin entender qué parte del comportamiento de los zífidos explica por qué reaccionan de forma tan intensa a los sonidos de orcas y de sonares”, dijo la coautora del estudio Natacha Aguilar de Soto de la Universidad de La Laguna en las islas Canarias. “Ahora, este artículo resuelve el rompecabezas. Evitar la depredación ha sido una presión tan fuerte en la evolución del comportamiento de los zífidos que cualquier sonido que se parezca a una orca activa una respuesta de estrés intenso”.

Un zífido cerca de la costa de El Hierro, islas Canarias. Imagen cortesía de la Universidad de La Laguna.

Estos animales del tamaño de un elefante viven en áreas alejadas de la costa y pasan una parte significativa de su tiempo en las profundidades del mar. En los pocos minutos que pasan en la superficie, los zífidos inhalan suficiente oxígeno para aguantar las profundas inmersiones que pueden durar hasta dos horas. Pueden sumergirse a un kilómetro de profundidad —el equivalente a tres torres Eiffel una sobre otra— para buscar comida. Su cuerpo está creado para sobrevivir a las profundidades gélidas y la presión aplastante, que puede ser cien veces mayor de la que experimentan en la superficie.

En las oscuras profundidades, se orientan con el sonido, o ecolocalización. Su vocalización más común es un sonido de chasquido que permite a los zífidos crear una instantánea de su alrededor basada en los ecos que rebotan de vuelta. Estas ráfagas cortas de sonido se aceleran hasta ser un zumbido cuando hay algo interesante, lo cual, esencialmente, transforma las imágenes mentales en video.

Pero este ruido llama la atención de las ballenas, y las ballenas asesinas que se alimentan de zífidos tienen un oído fino que les permite acercarse a sus chasquidos desde kilómetros de distancia. Merodean en las aguas poco profundas y acechan a su presa en silencio. Los grupos de zífidos son pequeños, así que no tienen la capacidad de defenderse de un ataque. Si una orca detecta un zífido, es poco probable que el encuentro acabe bien para el más pequeño de los dos.

Hay 22 especies de zífidos pero solo se han visto con vida miembros de unas cuantas especies. Para mapear el comportamiento de inmersión de estos animales huidizos, los investigadores analizaron datos de los dispositivos que colocaron a 26 zífidos: 14 zifios de Blanville (Mesoplodon densirostris) y 12 zifios de Cuvier (Ziphius cavirostris). Fueron marcados en la costa de El Hierro en las islas Canarias, el golfo de Génova en el Mediterráneo y Terceira en las Azores, un archipiélago portugués en el océano Atlántico. Aguilar de Soto lideró el trabajo en las islas Canarias, y la coautora del estudio, Fleur Visser, en las Azores.

Los datos de los dispositivos mostraron una imagen de comportamiento cauteloso y sincronizado guiado por una sola motivación: evitar la depredación.

Los datos revelaron que los zífidos que van en grupo sincronizan sus inmersiones y solo empiezan a vocalizar una vez alcanzan la profundidad de 500 metros. Planifican sus inmersiones de forma que se solapan en casi un 99 % con su búsqueda de comida, y así el tiempo que están haciendo ruido se limita a unas 5 horas al día. Si cada uno comiera a una hora diferente e hicieran ruido todo el rato, serían una presa fácil para cualquier orca cercana.




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En los terrenos submarinos donde se alimentan están a salvo de las orcas, que no pueden cazar a esa profundidad. Aquí, los zífidos pueden comer y comunicarse libremente. Cuando llega el momento de volver a la superficie, porque acaban de comer o porque se quedan sin oxígeno, se reagrupan en las profundidades y empiezan su ascenso. En el camino hacia arriba, dejan de emitir sonidos desde una profundidad de 700 metros hasta que llegan a la superficie.

Eso no es todo. En las profundidades puede que estén lejos del alcance de un ataque, pero si revelan su posición, un depredador puede quedarse esperando mientras ascienden e interceptarlos. Sin embargo, los datos muestran que los zífidos no suben de forma vertical. En lugar de eso, ascienden en un ángulo impredecible y salen a la superficie en un punto que puede estar a un kilómetro de distancia del punto en el que empezaron a subir. Los investigadores sospechan que lo hacen para asegurarse de que haya menos posibilidades de que los depredadores adivinen por dónde van a salir.

Toda esta coordinación y cautela tiene un precio. La eficiencia de los zífidos para alimentarse es reducida a causa de la cantidad de tiempo que necesitan para ascender y por el hecho de que cuando comen están unidos por una especie de “correa acústica” a los otros miembros del grupo, entre ellos los más jóvenes, que tienen una capacidad limitada de inmersión.Tienen que comunicarse y reagruparse antes de ascender silenciosamente. La inmersión les afecta y deben intentar maximizar lo que obtienen en su búsqueda de alimento. No obstante, estos animales pasan 35 % menos tiempo buscando comida por sus hábitos particulares de inmersión.

Este comportamiento hizo que los investigadores concluyeran que la necesidad de los zífidos de escapar de la depredación es apremiante, lo cual da una pista de por qué reaccionan de forma tan drástica ante el mínimo indicio de que pueda haber un depredador. Los investigadores dicen que los sonares navales son una señal de peligro para estos animales y reaccionan a ellos con fuerza. Entre 1874 y 2004, se informó de 136 varamientos masivos de zífidos; de ellos 126 habían ocurrido entre 1950 y 2004. En 2009, un estudio descubrió que este aumento en los varamientos coincidía con la llegada y el uso de sonares activos de media frecuencia con mucha potencia —el mismo tipo que se utilizó en las Bahamas en el 2000. Aún hay preguntas sin resolver sobre cómo los sonares podrían llevar a los zífidos a la muerte y cómo hacen específicamente que se pierdan y acaben en la playa. Lo que sí muestra es que incluso en las profundidades del océano, donde han evolucionado estrategias ingeniosas para evadir a un depredador del tamaño de un autobús, los zífidos son vulnerables a las interferencias humanas.

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Referencias:

Aguilar de Soto, N., Visser, F., Tyack, P. L., Alcazar, J., Ruxton, G., Arranz, P., … Johnson, M. (2020). Fear of killer whales drives extreme synchrony in deep diving beaked whales. Scientific Reports10(1). doi:10.1038/s41598-019-55911-3

Schrope, M. (2002). Whale deaths caused by U.S. Navy’s sonar. Nature415(6868), 106-106. doi:10.1038/415106a

El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.

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