- Desde que la erosión del río Coca —donde se encontraba la cascada San Rafael— rompió tres oleoductos en el parque nacional Cayambe - Coca, la erosión avanza a un ritmo acelerado y ha llegado a otros ríos. Una vía nacional y la población Manuel Galindo podrían estar en riesgo.
- Estudios contratados por el gobierno ecuatoriano sugieren la construcción de obras de emergencia que mitiguen la erosión. Si no se actúa pronto, la presa de captación de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair y otras obras en la zona seguirán en grave amenaza.
- Las consultorías sugieren hacer estudios aguas abajo de la cascada pues la alta sedimentación del río podría causar inundaciones. Los indígenas kichwa siguen pidiendo acciones de la justicia luego de tres meses de que el petróleo contaminara el agua del río.
La desaparición de la cascada San Rafael —la más alta de Ecuador— el pasado 2 de febrero y la acelerada erosión regresiva que se empezó a generar en los bordes y el lecho del río Coca se convirtieron en un enorme problema para el gobierno ecuatoriano.
Desde el momento en que desapareció esta caída de agua de 150 metros, ubicada en el parque nacional Cayambe – Coca, entre las provincias de Napo y Sucumbíos, expertos consultados por Mongabay Latam advirtieron del enorme riesgo de este fenómeno para los oleoductos que pasan por la zona, una vía nacional, un asentamiento humano cercano y la presa de captación de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair.
Desafortunadamente, la catástrofe se hizo realidad entre el 7 y 8 de abril cuando la erosión rompió tres oleoductos que derramaron cerca de 15 000 galones de petróleo en el río, afectando a comunidades campesinas e indígenas kichwa aguas abajo. Las poblaciones siguen quejándose pues consideran que no han tenido una “reparación efectiva y oportuna” y hace más de dos meses demandaron al Estado y a las petroleras ante la justicia ecuatoriana.
A pesar de las advertencias, fue solo a partir del momento del derrame cuando el gobierno, encabezado por el Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, empezó a hacer un monitoreo riguroso de la erosión. En una rueda de prensa, el pasado 9 de julio, el ministro René Ortiz reconoció que “el monitoreo con más frecuencia lo empezamos a hacer después del caso fortuito del incidente del 7 de abril”.
El gobierno ecuatoriano, así como varios geólogos, se mantiene en su posición de que este fenómeno es de origen natural, a pesar de que otros expertos consultados por este medio han comentado que pudo acelerarse debido a la retención de sedimentos de Coca Codo Sinclair (CCS). Lo cierto es que la erosión avanza rápidamente y tiene en riesgo a toda la zona aguas arriba de la desaparecida cascada San Rafael.
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Una erosión de 4 kilómetros en solo cinco meses
Hasta el 6 de julio, la erosión regresiva del río Coca había avanzado 3,8 kilómetros. Durante varias semanas el afluente se encontró con material rocoso que impidió el avance de su erosión, pero esa contención fue temporal y el proceso ahora continúa con más fuerza. El fenómeno ha sido más rápido de lo que se imaginaron expertos como Alfredo Carrasco y Emilio Cobo, consultados por Mongabay Latam el pasado 9 de abril.
Una de las principales preocupaciones de Cobo y Carrasco es que, desde junio, ya se ha visto cómo la erosión no solo avanza por el río Coca sino por uno de sus afluentes: el río Montana. Esto ha puesto en peligro un puente de la vía Baeza – Lago Agrio, por lo que la carretera se encuentra cerrada preventivamente desde hace más de un mes.
Emilio Cobo, coordinador del Programa de Agua de la UICN para América del Sur, consultado nuevamente por Mongabay Latam para este artículo, asegura que el frente erosivo en el cauce principal del río Coca estuvo frenado por un mes y medio debido a la presencia de escombros rocosos del volcán Reventador que ayudaron a detener la erosión, pero las rocas han ido cediendo poco a poco.
“Con las lluvias de las últimas tres semanas el proceso ha vuelto a un ritmo rápido de erosión, hubo momentos en que avanzó más de 100 metros por día, lo cual es alarmante”, dice Cobo. Por su parte, Alfredo Carrasco, geólogo, consultor en gestión y manejo de recursos naturales y exsubsecretario de Capital Natural del Ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador (MAE), añade que “solo entre el 3 y el 6 de julio la erosión avanzó 540 metros”.
Carrasco ha visitado la zona en varias ocasiones y ha estado haciendo un minucioso seguimiento a la erosión. El geólogo recuerda que llegó al río Coca el 1 de julio y encontró que la erosión regresiva ya no estaba a la altura de la confluencia de los ríos Montana y Coca, sino 450 metros aguas arriba. Cuando dejó la región, el 3 de julio, el fenómeno había avanzado 475 metros más.
“Fue tan acelerado el proceso que quedé sorprendido, las cascadas que había visto en junio [que se han ido formando a medida que avanza la erosión] ya desaparecieron y es probable que haya un proceso de profundización erosiva en aquellos lugares de cerca de 35 metros. La erosión podría llegar al poblado de Manuel Galindo en los próximos 15 días si se mantiene la energía del río provocada por las lluvias”, asegura Carrasco.
El geólogo afirma que es importante monitorear constantemente el río Coca pero también al río Montana y otros cuerpos de agua a los que podría extenderse la erosión: río Loco, río Marker, quebrada Piedras Finas y río Malo.
Varios geólogos señalan que a la altura del río Malo, unos 5 km arriba de donde está actualmente el frente erosivo, podría existir una zona de lava volcánica que actuaría de punto de anclaje estable en un largo plazo. Sin embargo, “si no es así sería preocupante porque la erosión seguiría avanzando. No creo que alcance a la represa [de Coca Codo Sinclair] en menos de un año, pero tanto los oleoductos como la carretera van a estar expuestos. El río Montana ya está sufriendo las consecuencias y es posible que el río Marker inicie un proceso de erosión en las próximas semanas”, señala Emilio Cobo.
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El plan de acción para enfrentar la erosión regresiva
Según información oficial del Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, para el 24 de abril la erosión ya había avanzado 1,7 kilómetros. A pesar de esto, un día antes Coca Codo Sinclair (CCS) emitió un comunicado donde el viceministro de Electricidad, Luis Vintimilla, indicó que “tenemos casi el 100 por ciento la confianza de que la central hidroeléctrica no corre un riesgo inminente, ni a mediano o largo plazo con este problema que ocurre en la cuenca del río Coca”, aseveró.
Sin embargo, meses después esa hipótesis es diferente y el ministro de Energía y Recursos Naturales No Renovables, René Ortiz, reconoció el pasado 9 de julio que la presa de captación de CCS podría verse en peligro. “Estamos tomando las medidas preventivas ahora, antes de que se ponga en riesgo este tipo de obra [CCS]”, dijo Ortiz. Por su parte, Gonzalo Uquillas, gerente de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), aseguró que “los riesgos de afectación a CCS existen y por eso es indispensable que tomemos todas las previsiones. La variable fundamental es cuál será la velocidad del proceso de erosión regresivo, lo que nos mostrará las ventanas de tiempo que tenemos para intervenir”.
A pesar de las advertencias que expertos como Emilio Cobo y Alfredo Carrasco han hecho desde febrero por la desaparición de la cascada San Rafael y la erosión del río Coca, solo hasta el 11 de mayo el gobierno ecuatoriano firmó la declaratoria oficial de la emergencia en esta importante zona del parque nacional Cayambe – Coca. Diez días después (21 de mayo) se contrataron tres consultorías: una para estudios hidrogeológicos y definición de obras emergentes, otra para estudios topográficos y una tercera más pequeña para estudios geológicos de detalle.
El 9 de julio, el Ministerio de Energía dio a conocer los avances de las consultorías y anunció que las obras emergentes para hacerle frente a este problema comenzarán a mediados de este mes. “A partir del 15 de julio empieza la construcción de unas rampas enrocadas en el río y se hará la ampliación del cauce para aliviar la fuerza del caudal”, dijo el ministro Ortiz.
Esa sería solo la primera fase del plan de acción. Al tiempo que esto ocurre, comenzaría una segunda fase que consta de varias etapas: la primera es la contratación de estudios complementarios, que deberán entregarse máximo el 15 de septiembre; la segunda es el diseño de obras definitivas el 1 de agosto, las cuales deberán entregarse el 1 de octubre y, finalmente, la construcción de dichas obras en el mes de octubre, las cuales podrían tardar entre siete y ocho meses en concluirse.
Hasta el momento se estima que toda esta estrategia para enfrentar la erosión regresiva del río Coca costará 20 millones de dólares. Sin embargo, Gonzalo Uquillas, gerente de Celec, cree que ese presupuesto se modificará y los costos serán más elevados.
Además, Uquillas reveló algunos de los resultados y sugerencias de las consultorías. Uno de los datos más relevantes fue que hasta ahora se han desprendido entre 40 y 60 millones de m3 de sedimentos y que “la acumulación de sedimentos aguas abajo podría representar riesgos de inundaciones para poblaciones cercanas y para Coca Codo Sinclair en el túnel de descarga y eventualmente en la casa de máquinas”, dijo Uquillas.
La historia en 1 minuto: San Rafael: ¿Cómo la cascada más alta de Ecuador desapareció repentinamente el 2 de febrero?. Video: Mongabay Latam.
El gobierno ecuatoriano tiene grandes retos por delante, entre ellos, determinar la velocidad del proceso erosivo y la búsqueda de formaciones de roca en el río que puedan ayudar a contener el fenómeno. “Eso no es sencillo y debemos hacer cientos de pruebas de laboratorio. En muchos puntos esas formaciones se ubican hasta 200 metros debajo del cauce del río Coca”, comentó Uquillas.
El asunto es tan complejo que la empresa Kawsus, contratada para hacer el levantamiento topográfico aguas arriba de la antigua cascada San Rafael, manifestó la necesidad de extender el tramo de estudio 50 km aguas abajo, casi hasta la confluencia del río Coca con el río Napo, considerando un ancho de 600 metros. Según el gerente de Celec, esto es indispensable para hacer seguimiento y monitoreo en tiempo real de los niveles de sedimentos.
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Las afectaciones del derrame de petróleo
Mongabay Latam reportó cómo el derrame de petróleo ocurrido entre el 7 y el 8 de abril afectó a cerca de 27 000 indígenas kichwa aguas abajo de la antigua cascada San Rafael. Los indígenas, y otros pobladores de la zona, han denunciado presuntas afectaciones a la salud como consecuencia del derrame así como impactos negativos sobre la pesca y el acceso a agua para consumo. Por eso, el 29 de abril, interpusieron una demanda solicitando medidas cautelares, pero hasta el momento la justicia no ha avanzado en el tema.
El pasado 9 de julio, representantes de la Federación de Comunas Unión de Nativos de la Amazonía Ecuatoriana (Fcunae), de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae), se movilizaron hasta el Consejo de la Judicatura de la ciudad de Orellana para denunciar la grave situación que enfrentan sus comunas ante “el peor derrame petrolero de los últimos 15 años en la Amazonía ecuatoriana”.
En un documento, los indígenas kichwa solicitaron la reinstalación de la audiencia de acción de protección con medidas cautelares —que se encuentra suspendida hace más de un mes— y recalcaron la necesidad de respetar el debido proceso y actuar con celeridad.
Según el dirigente indígena Carlos Jipa, con la acción de protección con medidas cautelares presentada por las comunidades afectadas junto a organizaciones religiosas y de derechos humanos, busca la reparación integral de los daños causados. No obstante, “han transcurrido casi tres meses de la presentación de la acción y no se ha dado ninguna resolución”, precisa Jipa.
Miguel Grefa, adulto mayor de la comunidad de Huataraco, asegura que esta no será la primera marcha y explica que “hoy nos ha tocado salir a los dirigentes de las comunidades, viajar por varias horas en canoa, dejando a nuestras familias, para exigir atención y justicia al Estado y las empresas Petroecuador y OCP, pero si no nos atienden, volveremos comunidades enteras. No tenemos agua, los botellones no alcanzan [los cuales son repartidos por las petroleras], tenemos que usar el agua del río aunque esté contaminada”.
Roberto Grijalva, gerente de Operaciones de OCP, asegura que se ha avanzado con más del 60 % de la remediación ambiental. “Ello implica que aún hay trabajo por hacer y para ello contamos con más de 1200 personas para alcanzar una reparación integral. OCP Ecuador lo está haciendo comprometidamente, sin escatimar recursos y continuará haciéndolo hasta el final”.
Grijalva manifiesta que la compañía ha entregado más de 1.3 millones de litros de agua, más de 18 000 kits alimenticios y atendido a más de 112 comunidades y más de 5000 pacientes gracias a las brigadas médicas que recorrieron la zona. “Todas estas acciones las estamos ejecutando en conjunto con EP Petroecuador”, afirma.
Por su parte, la viceministra de Hidrocarburos, María Elisa Soledispa, resalta que Petroecuador ha construido dos variantes para sus dos tuberías colapsadas en abril —el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el Poliducto Shushufindi – Quito— lo que ha permitido alejarse entre 200 y 400 metros de las riberas del río Coca, especialmente en las confluencias de los ríos Marker y Montana. En cuanto al SOTE, la primera variante se construyó en abril y tuvo una longitud de 1,75 km; la segunda empezó construcción en mayo y tiene una longitud de 1,1 km. Por su parte, el poliducto tuvo una primera variante de 1,32 km y una segunda de 1,8 km. Así mismo, Soledispa asegura que se tiene pensada una tercera variante para el SOTE que tendrá una extensión de 786 metros.
Roberto Grijalva de OCP le dijo a Mongabay Latam que la empresa construyó una variante de 1.7 km en el sector de la rotura para restablecer la exportación de crudo.
A pesar de todo esto, Verónica Grefa, presidenta de la comunidad Toyuca, manifiesta que “somos cientos de comunidades que no solo vemos vulnerado nuestro derecho a un ambiente sano, a la salud, a la alimentación y a una vida digna, sino también a nuestro derecho a la defensa y acceso a la justicia, entre otros. Y aunque nos encontramos en esta situación de vulnerabilidad, las instituciones no llegan a las comunidades a ofrecernos atención médica continua y adecuada. Por esto nos movilizamos”.
*Imagen principal: Panorámica de la erosión del río Coca y cómo retrocede la cascada. En esta imagen del 14 de mayo 2020 se ve cómo se empieza a afectar el río Montana. Foto: Pedro Purtschert.
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