- En Ixtlán de Juárez, Oaxaca, el aprovechamiento forestal va de la mano con la conservación de la biodiversidad. Además de realizar monitoreo de la fauna que habita en su territorio, también buscan crear una reserva de germoplasma de orquídeas.
Cada una de ellas tiene formas particulares, tiempos diferentes de floración y colores variados. Todas son distintas. Pero hay una característica en la que coinciden: nacieron en los bosques de Ixtlán de Juárez, en Oaxaca, al sur de México. Las orquídeas son una pequeña muestra de la variedad de especies de flora y fauna que es posible encontrar en este territorio, en donde el aprovechamiento forestal es la base de la economía de la región y, al mismo tiempo, es lo que asegura que se conserve y conozca su biodiversidad.
Desde hace poco más de tres décadas, la comunidad de Ixtlán de Juárez aprovecha en forma sostenible sus bosques, es decir, produce madera siguiendo un plan de manejo que les permite generar fuentes de empleo, así como garantizar la salud de sus recursos forestales y conservar las especies de flora y fauna que viven en ellos. Es por ello que cuentan con el certificado otorgado por el Forest Stewardship Council (FSC).
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Además de tener bosques de pino y encino, en el territorio comunitario de Ixtlán de Juárez es posible encontrar bosque mesófilo de Montaña que “por su distribución, muy restringida a nivel mundial, está catalogado como un bosque de alto valor de conservación”, explica Elías Santiago García, director de servicios técnicos forestales de la comunidad. Este bosque forma parte de las 11 mil hectáreas —de un total de 19 mil 300— que Ixtlán de Juárez ha destinado solo a la conservación.
Además de esta zona, en las áreas donde realizan aprovechamiento forestal también se realizan iniciativas enfocadas a la conservación y al conocimiento de la biodiversidad de su territorio. Por ejemplo, cuentan con un equipo de monitoreo de orquídeas y han instalado varias cámaras trampa con las que han corroborado la presencia de especies como el puma (Puma concolor), el tigrillo (Leopardus wiedii) o el tapir (Tapirus bairdii).
Un proyecto que retoña
Diego Pérez Sánchez, responsable del orquideario comunitario y del centro ecoturístico de Ixtlán, explica que cuando se realiza el aprovechamiento forestal, se revisan los árboles que son seleccionados para ser talados. En caso de que tengan orquídeas, se recolectan y clasifican.
En el orquideario comunitario ya tienen identificadas 70 especies de la zona, varias de ellas endémicas y protegidas por la Norma Oficial Mexicana 059, la cual enlista especies de flora y fauna que están bajo alguna categoría de riesgo.
En el Centro Ecoturístico de Ixtlán, una de las siete empresas forestales comunitarias que se han creado desde que el poblado comenzó a realizar aprovechamiento de la madera, se encuentra el orquidario comunitario, creado en 2009 cuando la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) otorgó a la comunidad permiso para una Unidad de Manejo Ambiental (UMA). Ese año comenzaron los trabajos con auspicio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
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Diego Pérez Sánchez explica el proceso que se sigue para la selección de estas flores: se recolectan la plantas, se limpia la raíz para verificar que no tenga ningún insecto y se coloca en cuarentena. “En el orquideario —detalla Pérez— estamos haciendo pequeños microclimas. La idea es que la orquídea no se estrese tanto para poder establecerla en el lugar”.
El orquideario comunitario funcionó en forma continua desde el 2009 hasta el 2012; ese año el proyecto se abandonó, como consecuencia de la reestructuración de la empresa comunitaria ecoturística. En 2019, explica Diego Pérez, se retomaron los trabajos y ahora trabajan en el monitoreo, sistematización e identificación de todas las especies de orquídeas, pero también de las bromelias que es posible encontrar en el territorio forestal comunitario de Ixtlán de Juárez.
Con el monitoreo —explica Diego Pérez— buscan crear una reserva de germoplasma de orquídeas, para contribuir en la conservación de estas especies, pero también para que la comunidad pueda reproducir estas flores y venderlas. En este proyecto participan egresadas de las carreras de ingeniería forestal y ambiental de la Universidad de la Sierra de Juárez.
La empresa comunitaria ecoturística de Ixtlán también tiene un Centro de Interpretación Ambiental, en donde los visitantes reciben pláticas sobre los musgos, líquenes o helechos que es posible encontrar en los bosques de la comunidad.
El orquideario comunitario y el centro de interpretación ambiental permiten explicar a los visitantes cómo el aprovechamiento forestal ha impulsado la creación de diversas empresas comunitarias —con lo cual se han generado 180 empleos directos y 1000 indirectos—, pero también mantener la flora y la fauna del lugar, ya que parte de las ganancias que se obtienen por la venta de la madera se invierten en acciones para conservar el bosque.
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Cámaras para conocer la vida del bosque
En la comunidad de Ixtlán saben que el tigrillo (Leopardus wiedii) y el pecarí de collar (Dicotyles angulatus) son especies de hábitos nocturnos. En el día es común ver al venado de cola blanca (Odocoileus virginianus) paseando por el bosque.
La presencia de estos animales en los terrenos forestales de Ixtlán se ha confirmado gracias a las cámaras trampa con sensores de movimiento, instaladas por iniciativa de la misma comunidad para conocer a los habitantes de sus bosques y también para cumplir con uno de los requisitos que les pide la certificación FSC: el monitoreo de la biodiversidad.
Elías Santiago García, director de servicios técnicos forestales de Ixtlán de Juárez, explica que las cámaras trampa no solo se instalan en la zona dedicada a la conservación, también lo hacen en áreas de aprovechamiento maderable.
De esta forma, explica el técnico forestal, pueden “diferenciar las especies que conviven más con las actividades de manejo forestal de aquellas que prefieren ambientes más aislados o que son de hábitos más nocturnos o diurnos”.
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Algunas imágenes sobre la biodiversidad que se encuentra en la zona forestal de Ixtlán de Juárez se pueden encontrar en catálogos de la Universidad de la Sierra Juárez, gracias al proyecto “Manejo Forestal Comunitario y sustentabilidad en Sierra de Juárez Oaxaca”, que se realizó del 2012 a 2014 y fue financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Esta iniciativa permitió que se colocaran cámaras trampa en el ejido. Este fue el primer estudio con cámaras trampa que se realizó en los bosques de la comunidad.
El biólogo Sergio Pérez Contreras, originario de la comunidad, participó en esta investigación como parte de su tesis de licenciatura. El recorrido que hacía cuando era niño y acompañaba al bosque a su padre, Lorenzo Pérez —comunero de Ixtlán—, lo repitió años después colocando cámaras trampa para monitorear la flora y fauna.
Con la tutoría de María Delfina Luna Krauletz, académica de la Universidad de la Sierra Juárez, Sergio Pérez quería investigar el impacto del aprovechamiento forestal sobre la fauna. Su estudio concluyó que cualquier actividad humana (desde caminar por senderos no abiertos o el aprovechamiento maderable) genera algún efecto sobre las comunidades biológicas. Sin embargo, “en las zonas de manejo forestal encontramos un número alto de registros de especies más adaptables a los impactos”.
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Las imágenes que Sergio Pérez registró con las cámaras trampa confirmaron la presencia de especies como el venado cola blanca, tigrillo, pecarí de collar, puma, así como armadillos (Dasypus novemcinctus), tejón (Nasua narica), zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) y gallina de monte (Dendrortyx sp.).
Las conclusiones de este estudio integran la tesis de Pérez, así como parte del libro Manejo forestal comunitario y sustentabilidad en Sierra Juárez, Oaxaca, editado por Fontamara.
Después de esta investigación, se han realizado otros monitoreos en la zona. Estas experiencias confirman la importancia de “combinar el conocimiento técnico-científico con los conocimiento locales de las personas relacionadas con los bosques”, para lograr empatar el aprovechamiento forestal con la conservación de la biodiversidad, explica Pérez.
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Un territorio que alberga al tapir
El tapir es llamado el “jardinero del bosque” porque esparce las semillas y, a su vez, permite regular la estructura de los bosques y de las selvas. Su presencia se ha confirmado en la zona Norte de Oaxaca, donde está presente el bosque nublado y une a diferentes comunidades, entre ellas Ixtlán de Juárez.
Fue en 2012, cuando investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizaron un monitoreo con fototrampeo. Los hallazgos fueron publicados en el artículo Registros notables del tapir centroamericano (Tapirus bairdii) en la sierra Mixe, Oaxaca, México.
Esta investigación se inició con fondos de la organización civil Conservación Biológica y Desarrollo Social (Conbiodes), lo cual les permitió colocar cuatro cámaras. La pregunta científica que motivó colocar estos equipos fue conocer si en el lugar había tapires y si se reproducían. El monitoreo confirmó la presencia de esta especie protegida por la NOM-059: “Registramos una madre tapir que estaba amamantando a su cría, esto fue bastante interesante porque podíamos asegurar que no solamente se encontraba en el sitio, sino que se está reproduciendo”, explica el investigador Francisco Botello, del Instituto de Biología de la UNAM.
Después, en colaboración con Conbiodes y con apoyo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), los científicos continuaron el monitoreo durante tres años. Para ello duplicaron el número de cámaras. Francisco Botello explica que para hacer esta investigación firmaron un convenio de colaboración con la comunidad.
El material obtenido forma parte de la Colección Nacional de Fotocolectas Biológicas —a cargo del investigador Francisco Botello—, donde se almacenan fotografías y videos obtenidos de las cámaras trampa. Científicos y comuneros comparten créditos de los hallazgos.
El vínculo respetuoso entre comunidad y ciencia —explica el académico— permite la “generación de conocimiento, el incremento del arraigo y el interés por el territorio y lo que este contiene”. Este grupo científico ahora realiza un monitoreo de aves en la Sierra Mixe, esta información permitirá a las comunidades de la zona desarrollar proyectos ecoturísticos de bajo impacto para observadores de aves.
Manejo forestal con enfoque de paisaje
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es una de las instancias que ha impulsado en México iniciativas para ayudar a las comunidades forestales a conocer y resguardar su flora y fauna.
Edgar González, director del área de ambiente, energía y resiliencia del PNUD en México, explica que en coordinación con la Comisión Nacional Forestal (Conafor), entre 2011 y 2017 se desarrolló el programa “Biodiversidad en Bosques de Producción y Mercados Certificados”, con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
A través de este programa, asegura, se logró que 2 millones de hectáreas donde se realiza aprovechamiento forestal, y que pertenecen a comunidades y ejidos de 11 estados del país, se certificaran para garantizar que han implementado prácticas para la conservación de su biodiversidad.
En la actualidad, el PNUD impulsa el “Manejo Forestal Sustentable con enfoque de paisaje”, el cual desarrolla con recursos del Banco Mundial, y que también impulsa la conservación de la biodiversidad en las comunidades forestales a través de capacitaciones para que los ejidatarios y comuneros conozcan sobre prácticas de conservación de biodiversidad.
González explica que las comunidades establecen zonas prioritarias para la conservación de la biodiversidad, en donde se monitorea la presencia de aves y algunos mamíferos, especies que son indicadores de la salud del ecosistema.
Por su parte, la organización Rainforest en México, junto la Universidad Tecnológica de la Zona Maya, tienen planes de desarrollar una investigación sobre la conservación de la biodiversidad en bosques comunitarios con certificación de aprovechamiento forestal sostenible.
Con este proyecto también se busca conocer si en los bosques que están certificados es posible encontrar una mayor biodiversidad, tanto de flora como de fauna, si se comparan con las zonas forestales que no cuentan con alguna certificación, detalla Édgar González Godoy, director de Rainforest en México.
Las comunidades no siempre tienen la infraestructura para el monitoreo de la biodiversidad. Benny Lavalle, responsable de la unidad de vinculación de la Unión Nacional de Organizaciones de Forestería Comunal (Unofoc), comenta que para realizar monitoreo biológico se “requiere una inversión y acompañamiento técnico”. Las comunidades, resalta, “muchas veces no tienen las condiciones para destinar recurso económico para monitoreo”, por lo que se requiere del apoyo de las dependencias federales.
Por su parte, el investigador del Instituto de Ecología UNAM, Daniel Piñero, explica que es necesario que el monitoreo biológico “no dependa de las comunidades”. Esa tarea, dice, debe ser responsabilidad del gobierno federal. Piñero resalta que el monitoreo biológico no solo permite conocer la salud de un ecosistema, también permitiría contar con datos sobre a qué velocidad, y en qué partes del país se está perdiendo biodiversidad.
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Iniciativa comunitaria
A partir del 2017, sin apoyo de gobiernos ni de organizaciones civiles, la comunidad de Ixtlán de Juárez instaló ocho cámaras para el monitoreo de flora y fauna en sus bosques. Lo han hecho sin capacitación especializada, han aprendido a través de tutoriales de Youtube, leyendo el manual de las cámaras y ubicando artículos de otros casos de monitoreo.
Cada cámara implica una inversión de ocho mil pesos por equipo. “Es un poco costoso, porque cada cámara ocupa 12 baterías que hay que comprar, más la memoria”, detalla Elías Santiago García, director de servicios técnicos forestales de la comunidad.
La comunidad eligió los lugares para colocar las cámaras, tomando en cuenta los sitios en donde ya habían visto huellas de animales, así como áreas cercanas a los arroyos.
Aunque les robaron dos cámaras, esta comunidad no desiste y sigue monitoreando a través de esta tecnología. García explica que los equipos que les robaron los colocaron en linderos con una comunidad vecina, “donde entran algunos cazadores de manera ilegal y seguramente vieron las cámaras”.
Uno de los planes de la comunidad es integrar un catálogo de especies, con las imágenes de las cámaras trampa, y subir ese material a una plataforma digital donde también se pueda consultar información sobre sus distintas empresas comunitarias, entre ellas la planta purificadora de agua.
Los comuneros también tienen planes de colocar cámaras en la zona de su bosque mesófilo, porque saben que ahí habitan especies emblemáticas como el tapir y el jaguar (Panthera onca). Sin embargo, para acceder a esa zona deben caminar durante dos días, “hay más especies porque son zonas aisladas, más conservadas”, explica Elías Santiago.
Para la gente de Ixtlán de Juárez, la conservación y monitoreo de la biodiversidad que habita en sus bosques, no es solo un motivo de orgullo, es también la muestra de que realizar un manejo forestal sostenible permite fundar empresas comunitarias, crear empleos para la comunidad y, sobre todo, mantener un bosque sano en donde sigan presentes diferentes especies de fauna y flora como las orquídeas.
* Imagen principal: La ingeniera ambiental Sandra Bretado y el guía comunitario Erick Arce identifican las orquídeas, registran su geolocalización, las características de la planta y tipo de vegetación que la acompaña. Foto: cortesía Diego Pérez Sánchez y Hernán Méndez.
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