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Perú: el proyecto de puerto que tiene en vilo a la Reserva Nacional de Paracas 

  • SENACE, la autoridad ambiental peruana encargada de revisar los estudios de impacto ambiental, debe decidir en unos días si aprueba o no la construcción de un polémico proyecto portuario, ubicado en la Reserva Nacional de Paracas, que busca movilizar y acopiar concentrado de cobre y zinc. 
  • Según científicos y expertos en conservación, el proyecto pondría en grave peligro a las más de 216 especies de aves que habitan Paracas, un lugar reconocido a nivel mundial por su importancia biológica. 

Cuando en Paracas corre viento, los habitantes de esta bahía peruana, ubicada a 250 kilómetros al sur de Lima, se refugian en sus casas a esperar que pase la tormenta. Las ráfagas pueden llegar a los 100 kilómetros por hora y es mejor estar al resguardo porque la arena se mete a los ojos y a la boca. “No puedes caminar, es tremendo”, dice Patricia Majluf, vicepresidenta de Oceana en Perú.

Cuando los habitantes de Paracas supieron que el terminal portuario de la zona estaba tramitando un permiso para instalar un almacén de concentrado de minerales, pusieron el grito en el cielo. ¿Cómo evitarían que el viento no disperse esos minerales, altamente tóxicos, como lo hace con la arena?

La propuesta de un almacén de concentrado de minerales resultaba ser particularmente preocupante, ya que el terminal portuario donde se construiría se encuentra en la zona de amortiguamiento de una de las áreas marinas protegidas más importantes del Perú: la Reserva Nacional de Paracas.

Los paraquenses tenían razón en preocuparse porque, de hecho, la misma autoridad ambiental reparó en varios problemas. En febrero del 2019, el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace), organismo público encargado de evaluar los Estudios de Impacto Ambiental, rechazó el proyecto por considerar que este podría tener impactos negativos sobre el área protegida. En respuesta, la empresa apeló y el Senace declaró nulo su primer fallo.

Miles de aves marinas se congregan en las islas guaneras del Perú en la Reserva Nacional Paracas. Foto: Unidad de Investigación de Ecosistemas Marinos-Grupo Aves Marinas de la Universidad Científica del Sur

Es por eso que, el 3 julio 2019, este organismo decidió que el proyecto tendría que volver a evaluarse. Un año después, el plazo para que el Senace entregue su veredicto final está por cumplirse. La tensión es alta ya que, según indicó en un informe la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) “hay justificadas razones para preocuparse seriamente por el impacto que generaría este proyecto en la Reserva Nacional de Paracas”.

La Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afro-Peruanos, Ambiente y Ecología del Congreso peruano convocó a una sesión extraordinaria urgente que se realizará el próximo viernes 17 de julio. “La construcción de este megapuerto ya es cuestionable y añadirle un depósito de concentrados de mineral es peor todavía el daño que se va a ocasionar”, dijo a Mongabay Latam el congresista Lenin Bazán, presidente de la Comisión y agregó que, por lo mismo, “vamos a oficiar a Senace para rechazar este pedido del concesionario”.

¿Cuáles son esas amenazas que acechan a la Reserva Nacional de Paracas?

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Un proyecto con múltiples observaciones

 

En abril de 2014, el Consorcio Terminal Portuario de Paracas (TPP), de capitales españoles y brasileños, ganó la concesión para modernizar el Terminal Portuario General San Martín, un pequeño puerto creado en 1969, seis años antes que se declarara la Reserva Nacional Paracas, desde donde se embarcan principalmente granos, cereales y fertilizantes.

El 26 julio de 2016, el Ministerio de Transporte y Comunicaciones aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que había presentado la empresa y en el que la compañía aseguraba no tener previsto mover concentrados de minerales. “En caso a futuro los clientes del puerto requieran mover este tipo de material, estos se regirán acorde a la normativa ambiental existente, para lo cual dichos clientes tendrán que realizar los estudios respectivos y solicitar los permisos ambientales que sean necesarios”, señala el EIA.

No alcanzaron a pasar dos años y ese requerimiento, el de mover concentrados de minerales, se concretó. El 12 de abril de 2018 la empresa presentó ante el Senace, responsable ahora de otorgar los permisos ambientales, una modificación del EIA. Esta nueva propuesta planteaba la instalación en el puerto de un almacén de concentrados de mineral, cobre y zinc, además de una planta para tratar las aguas residuales domésticas generadas en el puerto, y una planta desalinizadora para abastecer de agua las operaciones y reducir la presión sobre el acuífero que abastece a la población.

Reserva Nacional Paracas. Foto: Michelle Carrere

La evaluación del proyecto duró poco más de un año. Durante todo ese tiempo los evaluadores solicitaron información complementaria a la empresa para que esta pudiera subsanar las observaciones que se iban levantando. Finalmente, en febrero de 2019, el Senace rechazó el proyecto, ya que la empresa no pudo responder 33 de sus observaciones.

El 15 de marzo, el consorcio Terminal Portuario de Paracas (TPP) le pidió al Senace que reconsiderara su decisión, pero el organismo no echó pie atrás por lo que el 22 de mayo la empresa apeló. Si esa vía tampoco resultaba favorable para TPP, Jorge Arce, el presidente ejecutivo de la empresa, aseguró que acudirían al Poder Judicial o al Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones, perteneciente al Banco Mundial).

Finalmente, el 3 de julio 2019, el Senace reconoció que se habían cometido equivocaciones formales en el proceso de evaluación y decidió declarar nula la certificación que había rechazado el proyecto y determinó que la Modificación al Estudio de Impacto Ambiental (MEIA) tendría que volver a evaluarse. Habitantes de Paracas, conservacionistas y algunas organizaciones ambientales cuestionaron la decisión considerando que esta había sido motivada por las advertencias de la empresa de llevar el caso a instancias mayores.

El piquero peruano o alcatraz chileno (Sula variegata) se encuentra en toda la costa peruana y chilena. Es una de las principales aves guaneras en Sudamérica. Fotos: Antonio Escalante.
El piquero peruano (Sula variegata) en la Reserva Nacional Paracas. Es una de las principales aves guaneras en Sudamérica. Fotos: Antonio Escalante.

En opinión de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), la decisión del Senace fue acertada, sin embargo, Carol Mora, directora de Política y Gobernanza Ambiental de SPDA, precisa que la decisión de reevaluar el proyecto “no quiere decir que se vaya a aprobar”.

Es más, la empresa todavía debe responder a las 33 observaciones que siguen pendientes de las cuales 17 fueron hechas por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp). Estas últimas son las más importantes, ya que sin una opinión técnica favorable por parte del organismo que vela por las áreas naturales protegidas del Perú, el Senace no puede aprobar la Modificación al Estudio de Impacto Ambiental, asegura Mora.

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Contaminación por metales pesados

 

Una de las observaciones que realizó el Sernanp tiene que ver con la acción del viento y la contaminación de metales pesados que puede darse en la zona.

Según la empresa, cada vez que se realice una descarga de concentrados de mineral, los residuos que queden en los bordes de los contenedores serán aspirados. De acuerdo a los cálculos de TPP de esa manera se recolectarán entre 5 y 10 Kg de concentrado por cada contenedor.

Sin embargo, el Sernanp precisa que la empresa no tomó en cuenta los eventos extremos, es decir,  los fuertes vientos que suelen haber en Paracas. El proyecto no precisa cuáles serían las acciones que se implementarían para evitar que los concentrados de minerales sean esparcidos por una tormenta. Ni siquiera se estaría contemplando el viento promedio que sopla en la zona, por lo que “no se estaría garantizando un control eficiente de emisiones durante el embarque de concentrado de minerales”, señala el organismo.

Además, aunque la compañía presentó un protocolo para responder ante un posible derrame, tanto en la tierra como en el mar, el Sernanp señala que no están descritas cuáles serían las acciones concretas y específicas que se llevarían a cabo.

Foto: Unidad de Investigación de Ecosistemas Marinos-Grupo Aves Marinas de la Universidad Científica del Sur.

Sumado a esto, aunque TPP asegura que el almacén de concentrado de minerales no funcionará con plomo, este componente sí está presente tanto en el cobre como en el zinc. No solo eso, también están presentes el arsénico y el mercurio, dos elementos que tienen efectos cancerígenos y de envenenamiento, asegura la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA). Por eso, esta última advierte que “la posibilidad de vertimientos o filtraciones de dichos materiales en la Bahía de Paracas representa un enorme riesgo para la fauna que la reserva protege”.

En la Reserva Nacional Paracas hay unas 216 especies de aves que utilizan este lugar como una zona de refugio y descanso, alimentación y nidificación. Algunas de ellas son el flamenco sudamericano (Phoenicopterus chilensis), la gaviota peruana (Larus belcheri), el pato cuervo (Phalacrocorax olivaceus), el piquero peruano (Sula variegata), el playero blanco (Calidris alba) o el playerito semipalmado (Calidris pusilla).

Además, en esta reserva habitan 36 especies de mamíferos, entre los cuales se encuentran los lobos marinos fino (Arctophoca australis) y chusco (Otaria flavescens), la nutria marina (Lontra felina); así como delfines como el nariz de botella (Tursiops truncatus), el común (Delphinus capensis) y el oscuro (Lagenorhynchus obscurus).

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El impacto de 100 mil camiones

 

Otro de los impactos en los que el Sernanp reparó, fue el aumento del tránsito vehicular y las perturbaciones que esto podría causar en la fauna.

Según la Modificación al Estudio de Impacto Ambiental (MEIA), el puerto generará un tráfico de 103 597 vehículos al año, es decir, 8633 mensuales. Si esa cifra se divide en la cantidad de días que tiene un mes, el promedio diario es de 283 vehículos que circularían por la Reserva.

Aunque Bruno Monteferri, director de Conservamos por Naturaleza y miembro del equipo de SPDA, estima que se trata de un número alto, sobre todo para un área protegida. El problema mayor radica en que esta cifra se contradice con la que señalan otros documentos y voceros de la empresa.

“El número [de vehículos] que menciona la empresa no cuadra con los datos contenidos en el estudio de impacto vial en el MEIA, ni con lo que se observa en la realidad, ni con los datos proyectados por organizaciones de la sociedad civil”, asegura Monteforri. El problema de esto, es que sin una proyección real de la cantidad de vehículos, no es posible generar estrategias que mitiguen los impactos por el tránsito vehicular y estos no son pocos.

Entre diciembre 2019 y enero 2020, los científicos Stefan Autermühle y Diego Ardiles, de la asociación Mundo Azul, midieron los sonidos que hacen los camiones cuando pasan por la carretera que atraviesa la reserva y que lleva al puerto. El resultado fue que los niveles de ruido son 60 veces más altos que los límites máximos permitidos en la zona.

El estudio dio cuenta de que “un alto porcentaje de aves demuestra reacciones de estrés y huída cuando pasan los camiones”, asegura Autermühle. El científico  agrega que la función de área de descanso y nidificación de la bahía de Paracas se desvalorizará aún más si aumenta el tránsito vehicular. Dado que la Reserva Nacional Paracas está reconocida a nivel mundial como una importante área de descanso para las aves migratorias, “este resultado indica un preocupante peligro para su conservación a nivel internacional”, asegura la SPDA.

Reserva Nacional Paracas. Foto: Alexa Vélez.
Reserva Nacional Paracas. Foto: Alexa Vélez.

Los problemas no acaban ahí. El estudio que realizó la empresa para medir el impacto del ruido en las aves no llegó a las mismas conclusiones que Mundo Azul y según TPP, “el tráfico vehicular no impacta de manera significativa la vía”.

El Sernanp, sin embargo, reparó en que “existe inconsistencia en la información empleada para medir y proyectar el tráfico vehicular”, y le pidió a la empresa entregar más información. Además, el organismo precisó que el análisis “no considera la generación de ruido de forma continua, en horario nocturno y cerca de áreas biológicamente sensibles”. Tampoco propone estrategias de manejo para especies de importancia biológica, como el Gecko de Paracas (Phyllodactylus angustidigi) o el Gaviotín Peruano (Sternula lorata). Y se resaltó que no se identificaron los impactos que el proyecto tendría sobre los humedales costeros.

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Riqueza de Paracas en riesgo

 

Además de los riesgos por contaminación de metales pesados y las perturbaciones a la fauna que puede significar el aumento del tráfico vehicular, la SPDA repara en otros problemas.

Tanto la planta desalinizadora como la de tratamiento de aguas arrojarán sus efluentes al mar por medio de un emisor submarino lo que, según los análisis realizados por los científicos de la asociación Mundo Azul, produciría serios impactos.

Al desalinizar el agua de mar, la planta de tratamiento “generará agua súper salina de, al menos, dos veces la salinidad normal del mar”, dice el informe de SPDA lo que muy probablemente produciría daños a la biota alrededor del emisor. Además, “las emisiones diarias por muchos años producirán impactos acumulativos, inclusive sobre la biota alejada del emisario”, agrega el documento. Como consecuencia, se podría generar incluso una mortandad en los criaderos de concha de abanico cercanos, que son, de hecho, una importante actividad económica de la zona.

Reserva Nacional Paracas. Foto: Michelle Carrere

A pesar de esto, esos impactos no fueron mencionados en la Modificación al Estudio de Impacto Ambiental, asegura la SPDA.

En opinión de Patricia Majluf, vicepresidenta de Oceana en Perú, sobre la Reserva Nacional Paracas se han venido acumulando presiones que la exponen, cada vez más, a un riesgo mayor.

La primera fue la Planta de Fraccionamiento de Líquidos de Gas Natural del Proyecto Gas de Camisea que opera desde 2004. En su terminal portuario, ubicado también en la bahía de Paracas, se embarca butano, propano y diesel y, según Majluf, desde que entró en funcionamiento, el número de embarcaciones se ha triplicado.

Si a eso se le suman las plantas pesqueras que hay en la zona, el aumento del tránsito de barcos en el Puerto de Paracas y la multiplicación del tráfico de camiones que transportarán materiales contaminantes, “lo que se está haciendo es aumentar las posibilidades de riesgo”, asegura la experta. Riesgos que se agudizan si se consideran los fuertes vientos que, cuando soplan, “no hay cómo controlarlos, son temibles y ningún barco puede estar cerca del terminal”, dice Majluf. De hacerlo, la embarcación podría sufrir daños al golpearse y cualquier derrame, debido a las corrientes marinas presentes en la bahía de Paracas, terminaría inevitablemente impactando las áreas de mayor biodiversidad de la Reserva.

El plazo para que el Senace entregue su veredicto final sobre la Modificación al Estudio de Impacto Ambiental y por ende a la construcción del almacén de concentrado de minerales, está por cumplirse.

Mongabay Latam se puso en contacto con TPP y Ecsa, la empresa que elaboró el Estudio de Impacto ambiental y la modificación, para saber si a la fecha las observaciones hechas al MEIA habían sido subsanadas. Sin embargo, hasta la publicación de este artículo, ninguna de las dos empresas entregó una respuesta. Mongabay también busco al Senace y al Sernanp, pero ninguno de los dos organismos accedió a adelantar declaraciones.

*Imagen principal: Terminal Portuario Paracas. Foto: TPP.

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