- El Sindicato de Pescadores de Chimbote y Anexos, que representa a pescadores de la flota pesquera industrial del Perú, asegura que 12 trabajadores del mar han muerto por COVID-19.
- Además, acusan que los protocolos de prevención impuestos por el Ministerio de la Producción, como el distanciamiento social, no son posibles de cumplir.
Desde que el 13 de mayo comenzó la temporada de pesca de anchovetas, al menos 12 pescadores han muerto a causa del Covid-19 a bordo o después de desembarcar de los buques pesqueros en Perú, indican dirigentes sindicales. El Ministerio de la Producción, que supervisa la pesca, emitió protocolos de seguridad para los trabajadores, pero los representantes sindicales dicen que los espacios reducidos en las embarcaciones complicaron el cumplimiento de las normas.
La pesca ha sido buena, según Lorenzo Macedonio Vásquez Contreras, secretario general del Sindicato de Pescadores de Chimbote y Anexos, que representa a pescadores de la flota pesquera industrial del Perú, “pero no puedo celebrar la buena pesca porque el costo [en vidas perdidas por la Covid-19] es muy alto”.
Durante la temporada de pesca de anchoveta —que empezó en mayo y terminó a finales de julio— se registraron al menos 184 contagios en 18 embarcaciones pertenecientes a nueve empresas pesqueras y hubo 12 muertes entre las tripulaciones de 11 embarcaciones, según un informe del sindicato. Según Vásquez, la cifra real sería más alta, porque algunos tripulantes que se enfermaron no quisieron informar por temor a represalias por parte de sus empleadores.
Mongabay Latam buscó la versión del Ministerio de la Producción, pero éste no respondió a las solicitudes de entrevista.
Lee más| La ruta de las flotas chinas pesqueras y sus antecedentes ilegales
Los impactos de la pandemia en el sector pesquero
El sindicato de Vásquez pidió al gobierno que suspendiera la temporada de pesca, pero asegura que no recibió respuesta. Esta suele durar hasta finales de julio o principios de agosto, cuando las empresas que operan las embarcaciones capturan su parte de una cuota estacional de anchoveta peruana (Engraulis ringens) y anchoveta blanca (Anchoa nasus), que se convierte principalmente en harina de pescado para la exportación.
Chimbote, el principal puerto de la flota pesquera industrial, está en la región norcentral de Ancash, que hasta el 8 de agosto había reportado más de 13 400 casos de Covid-19 y 875 muertes, según las cifras oficiales del Ministerio de Salud.
Las regiones norteñas de La Libertad, Lambayeque y Piura, donde tienen su base la mayoría de las embarcaciones pesqueras más pequeñas o artesanales, también han sido duramente afectadas por el coronavirus. En conjunto, estas regiones reportaron más de 57 000 casos y casi 4000 muertes al 8 de agosto.
Más recientemente, la costa sur, incluyendo la región de Ica, donde está el puerto pesquero de Pisco, está experimentando un pico de contagios, con más de 14 000 casos y 951 muertes para el 8 de agosto.
Es probable que haya un subregistro, tanto de cifras como de mortalidad, según las autoridades sanitarias. Las cifras oficiales solo incluyen casos confirmados, pero muchas personas han fallecido con síntomas de Covid-19 sin un diagnóstico comprobado por un análisis.
Para el sector pesquero, la pandemia también ha tenido un costo económico, tanto para las grandes empresas como para los pescadores artesanales que proveen al mercado de consumo local. China, el principal importador de harina de pescado y otros productos marinos del Perú, cerró sus puertos a causa de la pandemia generando al país una disminución de más del 56 % en las exportaciones durante en el primer trimestre de este año, según la Sociedad Nacional de Pesquería. El golpe más duro fue a partir del 15 de marzo, cuando Perú declaró el estado de emergencia, cerró sus fronteras e impuso una cuarentena obligatoria para contener la pandemia.
Durante ese período, solo se permitió la operación de sectores esenciales. La pesca estaba entre ellos, pero los artesanales igual se vieron afectados. Dentro del Perú, el mercado principal para el consumo humano de pescados son los restaurantes, especialmente en zonas turísticas. Con la cuarentena, se cerraron los restaurantes y se esfumó el turismo. Los precios bajaron en casi el 50 %, según Luis Pilco, presidente del Frente de Defensa de Pescadores Artesanales y Maricultores de Atenas en Pisco, en la costa sur.
El cierre del mercado chino afectó fuertemente a los pescadores artesanales y a los buzos que recolectan moluscos para exportación, según Jesús Pablo Galán Samillán, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales y Maricultores San Pablo en Lambayeque, en la costa norte del Perú. Al principio, muchos pescadores de pequeña escala en los varios puertos a lo largo de la costa cumplieron con la cuarentena por seguridad, pero sentían la presión de salir a pescar para pagar deudas y el mantenimiento de sus embarcaciones, según cuentan los dirigentes.
Con el paso de las semanas se organizaron poco a poco, permitiendo que solo los barcos de pesca locales entraran en sus puertos e implementando sus propias medidas de seguridad. Según los dirigentes, la mayoría no recibió los subsidios gubernamentales emitidos para personas de bajos ingresos o pequeñas empresas, y tuvieron que comprar sus propios equipos de protección y pagar sus propias pruebas para descartar un posible contagio por Covid-19. “Uno mismo tiene que cuidarse”, dijo Galán.
Lee más | Madre de Dios: nuevo foco de minería ilegal amenaza a indígenas del Pariamanu
Un protocolo difícil de cumplir
A principios de mayo, el gobierno publicó protocolos para que la flota pesquera industrial se preparara para la temporada de la anchoveta. Se le exigió a los empleadores que proporcionaran equipos de protección, se aseguraran de que las embarcaciones se desinfectaran y que realizaran pruebas a los empleados para detectar el virus. Los miembros de la tripulación debían cumplir con requisitos de salud como lavarse las manos, usar equipo de protección y distanciarse físicamente. Sin embargo, eso es prácticamente imposible en una embarcación, según los expertos.
“Los pescadores tienen muy poco espacio en las embarcaciones”, dijo Vásquez. “Todo el trabajo es en equipo. No se puede mantener una distancia de uno o dos metros”. Los tripulantes también comen y duermen en pequeños espacios cerrados que hacen más probable el contagio si una persona está infectada, precisó.
La desinfección de las embarcaciones también es difícil por la complejidad de los aparatos de pesca, señala Jesica Pino, consultora de Future of Fish, una organización sin fines de lucro con sede en la ciudad estadounidense de Seattle, Washington.
El protocolo emitido por el Ministerio de Producción estableció un período de cuarentena antes del comienzo de la temporada de pesca para asegurar que los tripulantes estuvieran libres del virus al momento de embarcar. Según las directrices, un tripulante que se enfermara en el mar debía desembarcar en el puerto más cercano para hacer una cuarentena y recibir asistencia médica. Sin embargo, esas medidas no han sido infalibles. Algunos pescadores se han enfermado en el mar y al menos uno murió antes de que la embarcación llegara a puerto, dice Vásquez.
Una de las razones puede deberse a que la precisión de las pruebas de Covid depende del tipo de test que se aplica y del momento en que se realiza, por lo que es posible que el resultado arroje falsos negativos o positivos, permitiendo que un tripulante con una infección no detectada subiera a la embarcación.
Según Pino, también es posible que las condiciones de cuarentena no hayan sido óptimas. Los tripulantes —precisa la especialista en pesca— se alojaban en diferentes hoteles en varias ciudades, con poco control sobre las desinfección de las instalaciones y los alimentos.
La falta de control hizo que la cuarentena de los tripulantes fuera “porosa”, según Juan Carlos Sueiro, director de pesquerías de Oceana Perú, una organización sin fines de lucro. “Lógicamente es bien difícil mantener control sobre esas personas”, durante 10 o 15 días sin que tengan interacciones entre sí, comentó. Por necesidad económica, explica, tanto las empresas como los mismos tripulantes presionaron para salir a pescar.
Además, según Vasquez, las empresas trasladaban a los pescadores de puerto en puerto, dependiendo de dónde abordaban las embarcaciones, aumentando la posibilidad de exposición. Agrega que los pescadores estaban en cuarentena en hoteles, pero no había una vigilancia independiente que garantizara una desinfección adecuada o la seguridad de la entrega de suministros, como los alimentos. Algunos pescadores que dieron negativo cuando entraron en cuarentena dieron positivo una semana después.
Carlos Enrique More, de 56 años, viajó con otros tripulantes desde la ciudad portuaria norteña de Paita a Piura y luego a Chimbote para hacer la cuarentena antes de que comenzara la temporada de pesca. Dio negativo durante todo ese tiempo y abordó un barco pesquero a principios de la temporada.
“Mi padre era muy cuidadoso”, dijo su hijo, Juan Carlos More. Pero un motorista en la embarcación, con quien su padre trabajaba estrechamente, se enfermó y desembarcó; y más tarde dio positivo al Covid-19. Carlos More se enfermó una semana después. Su familia le instó a buscar atención médica, pero el pescador se mostró reacio porque un presunto caso de Covid-19 hubiera obligado a toda la tripulación a bajar de la nave y guardar cuarentena.
Finalmente More desembarcó en Chimbote el 12 de junio, fue hospitalizado al día siguiente y murió el 18 de junio. Debido a que el certificado de defunción indicaba que la causa de su muerte era “Covid no confirmado” —indicando que fue diagnosticado en base a los síntomas y no a una prueba— la compañía de seguros negó los beneficios de entierro de la familia, un problema que otras familias también han enfrentado.
Después de la muerte de su padre, el resto de la tripulación se vio obligada a desembarcar y guardar cuarentena, dijo Juan Carlos More.
Cayetana Aljovín, presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería, un gremio de empresas pesqueras, declinó una solicitud de entrevista, pero en un mensaje por correo electrónico dijo que el protocolo Covid-19 del sector pesquero era “uno de los mejores del país”.
“Las condiciones a bordo no permiten [a los pescadores] seguir los protocolos” para la prevención del Covid-19, dijo Guillermo Martínez del Instituto Natura, una organización sin fines de lucro con sede en Chimbote. Tanto él como Vásquez dijeron que el gobierno debería dialogar con los pescadores para mejorar los protocolos de salud y seguridad antes de la próxima temporada de pesca de anchoveta, que generalmente se abre en noviembre. “Se necesita un consenso” para mejorar los protocolos, dijo Martínez, “no pensando solamente en el Covid, sino pensando en condiciones hacia el futuro”.
Imagen principal: pescadores del sector industrial. Foto: Andina