- De acuerdo con el informe Planeta Vivo, esta región ha sufrido una reducción del 94 % de las poblaciones de animales analizadas para este estudio.
- La mayor parte de las pérdidas de poblaciones se está registrando en anfibios, reptiles y peces de agua dulce.
El planeta se está transformando más rápido que nunca. Las cifras de pérdida de ecosistemas, biodiversidad y degradación que se acaban de presentar en el informe Planeta Vivo 2020 son, nuevamente, una alerta que evidencia cómo se están sobreexplotando los recursos en todo el mundo.
De acuerdo con este informe, de las casi 21 000 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios analizados en todo el planeta, el 68 % en promedio muestra un declive, un descenso registrado entre 1970 y 2016.
En este escenario, las poblaciones de las especies de América Latina y el Caribe están entre las más golpeadas, según el índice de Planeta Vivo. Para ser más exactos, el 94 % ha sufrido una reducción. “La alteración de praderas, sabanas, bosques y humedales, la sobreexplotación de especies, el cambio climático y la introducción de especies exóticas constituyen las principales amenazas”, señala el informe.
“Estamos llegando a un punto de no retorno”, señala Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia y uno de los editores del informe, quien además agrega que la situación más grave se presenta en las especies de agua dulce, anfibios y reptiles.
El informe Planeta Vivo es un estudio bianual elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) que cuenta con la cooperación de la Sociedad Zoológica de Londres (SZL por sus siglas en inglés). “Es un informe que hacemos desde hace 22 años. Empezamos en 1988, buscando obtener una medida de cómo le está yendo a la biodiversidad en el planeta”, aclara María José Villanueva, directora de Conservación de WWF México.
Una región en problemas
“La biodiversidad de los ecosistemas dulceacuícolas está disminuyendo a un ritmo más rápido que en los mares o los bosques”, precisa Naranjo y explica que la declinación de los reptiles y peces se debe a la destrucción y fragmentación de sus hábitats, principalmente por el cambio de uso de suelo. “América Latina —indica— ha tenido una transformación acelerada a partir de finales de la década de 1960, y esa transformación de los ecosistemas no ha cesado desde entonces”.
Según el informe de WWF, de las 3471 poblaciones de agua dulce evaluadas por el índice Planeta Vivo, el 84 % en promedio se ha reducido desde el año 1970, es decir, alrededor de un por año. “La mayor parte de estas pérdidas se están dando entre los anfibios, reptiles y peces de agua dulce en todas las regiones del planeta, pero especialmente en Latinoamérica y el Caribe”, se lee en el documento.
El informe también precisa que, desde el siglo XVIII, casi el 90 % de los humedales del planeta ha desaparecido. “Al afectarse los sistemas de agua dulce no solo afectamos a las especies sino principalmente a nosotros mismos”, comenta Naranjo.
El índice de Planeta Vivo solo recoge datos de especies de vertebrados, debido a que han recibido mayor seguimiento. Sin embargo, los investigadores a cargo de esta evaluación proponen incorporar datos sobre especies de invertebrados. En comparación con el informe de 2018, el reporte de este año toma en cuenta a casi 400 especies nuevas, especialmente anfibios, y 4870 nuevas poblaciones.
“La pérdida de biodiversidad no es una mera cuestión ambiental, sino un auténtico desafío para la economía, el desarrollo y la seguridad global […]. Se trata de una cuestión de autoprotección”, precisa el reporte.
Fanny Cornejo, coordinadora regional del Grupo de Especialistas en Primates para la sección del Neotrópico de la UICN, considera que la reducción de las poblaciones es “una pérdida gravísima, entre otras cosas, por los roles de estas especies en la salud de los ecosistemas”.
Cornejo menciona que algunos de estos efectos no serán visibles de forma inmediata. “Muchas especies pueden haber perdido poblaciones importantes que en estos momentos no pareciera tener un efecto serio, pero está ocurriendo lo que se conoce como ‘deuda de extinción’. Y es cuestión de tiempo para su desaparición”, explica la también directora de Yunkawasi, una organización dedicada a la conservación de especies y hábitats en Perú.
Renzo Piana, director de ciencia y conservación de la Sociedad de Conservación del Oso de Anteojos de Perú (SBC por sus siglas en inglés), explica que esta reducción de la diversidad biológica afecta también la provisión de los servicios ambientales que son fundamentales para la supervivencia del ser humano.
“Las personas que viven en zonas rurales dependen directamente de estos recursos cada vez más escasos”, comenta Piana, quien señala que, en general, todas las personas dependen de los servicios ambientales. Piana cita como ejemplo la costa peruana que depende directamente del agua de los glaciares de los Andes —actualmente en retroceso— que se traducirá en millones de habitantes con serios problemas para acceder a los servicios de agua.
“Todo está relacionado con los servicios ambientales, la provisión de agua, la industria, la agricultura. Y estos servicios ambientales están conectados con el mantenimiento de un ambiente saludable”, precisa Piana, quien también se refiere a la importancia de la polinización.
El informe recuerda que “la biodiversidad desempeña un papel crucial para el aprovisionamiento de comida, fibra, agua, energía, medicinas y otras materias primas”. El reporte precisa que la biodiversidad resulta clave para la regulación del clima, calidad del agua, la polinización, el control de inundaciones y de grandes mareas.
La vegetación que desaparece
El informe Planeta Vivo 2020 también alerta sobre la pérdida de vegetación. “El número de plantas extinguidas documentadas es el doble que la de mamíferos, aves y anfibios juntos”, se precisa en el documento.
El reporte también hace referencia al estudio Plantas verdes en rojo: una evaluación global de referencia para el Índice de Muestras de Plantas de la Lista Roja de la UICN, publicado en el año 2015, que analizó una muestra de miles de especies representativas de la biodiversidad vegetal global y demostró que una de cada cinco especies (22 %) estaba amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales.
“Existe el concepto denominado ‘plant blindness’, que se puede traducir como ceguera hacia las plantas”, comenta Reynaldo Linares, investigador del Instituto Smithsonian para la Biología de la Conservación, en referencia a que percibimos como biodiversidad principalmente a los animales y la mayoría de los estudios están enfocados en esta biodiversidad.
Linares explica que todo está basado en interrelaciones y en el intercambio de materia y energía entre las especies, por lo tanto, si se saca el componente vegetal clave en un ecosistema todo se cae. “La consecuencia última es el colapso”, precisa.
“Las actividades humanas han ido degradando y destruyendo de forma creciente los bosques, praderas, humedales y otros ecosistemas importantes, amenazando el propio bienestar humano. Hasta un 75 % de la superficie terrestre no cubierta de hielo ya ha sido significativamente alterada”, señala el informe Planeta Vivo 2020.
Iván Arnold, director de la Fundación Naturaleza Tierra y Vida (Nativa), señala que se trata de una realidad totalmente alarmante “por el deterioro del planeta”. Al igual que Linares, Arnold considera que las plantas, a pesar de su importancia, tienen menos protagonismo que otras especies, por lo tanto, destaca que en este informe se haga énfasis en la situación de las plantas silvestres y los bosques.
América Latina y el Caribe también es señalada como la región donde la deforestación y fragmentación del hábitat avanzan de manera acelerada. “La mitad de la causa de la pérdida de diversidad se debe a la pérdida de hábitat”, señala Villanueva de WWF México.
Naranjo de WWF Colombia señala que el cambio en los patrones de uso de la tierra y el avance de frontera agropecuaria son claves en la deforestación de los bosques y la Amazonía en América Latina.
“Los frentes de deforestación noroccidental y sur oriental de la Amazonía han estado activos. Estamos perdiendo la conectividad entre la Amazonía y Los Andes. La colonización del sur de Brasil también es alarmante. En Colombia, Bolivia, Perú y Venezuela también se han dado cambios drásticos por la deforestación”, señala Naranjo.
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Un poco de esperanza
Pese a las cifras alarmantes, el reporte también indica que existen ecosistemas que aún se mantienen prácticamente “sin huella humana”. Entre estos lugares se consideran algunos sectores de la Amazonía sudamericana, principalmente en Brasil. “Aún existen áreas de conservación muy grandes”, comenta Naranjo.
A esta esperanza se suma Villanueva, quien asegura que existen soluciones que pueden revertir estas pérdidas. “No se trata solo de un tema ambiental, ni de los conservacionistas y ministerios del ambiente, es un problema que involucra a todo el mundo”, agrega la directora de WWF México.
Según el informe, son tres los tipos de intervenciones centradas en revertir esta curva de pérdida de biodiversidad. La primera es el incremento del esfuerzo de conservación que incluye una mayor extensión y gestión de las áreas protegidas, así como más esfuerzos en restauración y planes de conservación a escala paisajística.
La segunda es una apuesta por una producción más sostenible, tanto en la producción como en el comercio de alimentos. Y la tercera se basa en un consumo más sostenible que contempla una reducción del desperdicio de alimentos e incluye cambios en la dieta, con miras a una menor ingesta de calorías de origen animal en los países con alto consumo de carne.
Villanueva recuerda que la pérdida de hábitats y biodiversidad, así como la modificación de ambientes naturales son factores que han propagado enfermedades como el COVID-19. “Para prevenir futuras pandemias tenemos que cambiar y restaurar la relación de la humanidad con la naturaleza”, señala la directora de Conservación de WWF México.
“Son cambios profundos pero esta pandemia ha demostrado que querer es poder, porque hemos visto un vuelco de acciones para atender la emergencia de manera inmediata. Hace años que pedimos acciones para enfrentar el cambio climático, pero estos son lentos. Sin embargo, con un poco de voluntad política se puede lograr”, concluye Villanueva.
* Imagen principal: Lobo de río. Foto: WWF
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