- Hace 31 años se creó la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecos-Chinantecos (Uzachi), en la Sierra Juárez de Oaxaca. Se trata de organización que hoy es referente cuando se habla de manejo forestal comunitario en México.
- La bióloga, maestra en desarrollo rural y subdirectora técnica de la Uzachi explica cómo es que las cuatro comunidades que integran la unión han logrado el equilibrio entre la producción de madera y la conservación de los bosques de la Sierra Juárez, al sur de México.
Laura Jiménez Bautista nació en 1985, tiempo en el que la gente de su tierra comenzaba a escribir la historia del manejo forestal comunitario. En esos años, la lucha que las comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca comenzaron, desde finales de los setenta, ya comenzaba a tener frutos.
Durante el primer lustro de los años ochenta, el Estado dejó de otorgar concesiones forestales a empresas privadas (entre ellas la Fábrica Papelera de Tuxtepec) y reconoció el derecho de las comunidades a realizar el manejo de sus bosques. Santiago Xiacuí, el lugar donde nació Laura Jiménez, fue uno de los varios poblados que tomó el futuro de sus recursos forestales en sus manos.
El padre de Laura Jiménez es comunero de Santiago Xiacuí; uno de los poblados que en septiembre de 1989 decidió unirse a Trinidad Ixtlán, Capulálpam de Méndez y Santiago Comaltepec para crear la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecos-Chinantecos de la Sierra Juárez (Uzachi).
El objetivo de la unión es trabajar en conjunto para hacer un buen manejo de las 24 mil hectáreas que integran el territorio de los cuatro poblados y tener sus propios equipos técnicos, formados por profesionales originarios de las comunidades.
Treinta y un años después de comenzar su historia, estos son algunos de sus logros: 14 mil hectáreas de su territorio están destinadas a la conservación; alrededor de 4450 a la producción de madera. Cada una de las comunidades tiene su propio aserradero y su centro ecoturístico; dos comunidades han creado empresas envasadoras de agua; una de ellas cuenta con una integradora de muebles y las otras tienen carpinterías comunitarias.
El manejo forestal en la Sierra Juárez ha permitido crear fuentes de trabajo, contar con recursos para construir caminos, escuelas, otorgar becas a estudiantes, entre otras cosas. Además, 60 por ciento de las utilidades se reinvierten en acciones de regeneración y protección del bosque.
Si de niña, Laura Jiménez Bautista trepaba árboles con sus hermanos, hoy recorre los bosques de la Sierra Juárez como subdirectora técnica de la Uzachi.
La maestra en desarrollo social por el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), y especialista en orquídeas, habló con Mongabay Latam del trabajo en Uzachi y del esfuerzo colectivo que ha permitido la conservación de los bosques templados y mesófilos que se encuentran en la Sierra Juárez de Oaxaca, al sur de México.
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Durante tu infancia, ¿cómo fue tu relación con el bosque?
Gracias al bosque vivimos. Cuando era niña, la situación económica de la familia fue muy complicada. Mi papá trabajaba en el monte y mi mamá nos mandaba a traer leña. Somos tres hermanos; yo soy la única mujer. A uno de ellos no le gustaba el bosque; al otro, le encantaba. Con él, me subía a los árboles y andábamos de aquí para allá. Era parte de nuestra cotidianidad ir al bosque.
En la comunidad, por construcción social, la mujer tiene ciertas limitantes. Mis papás no lo vieron así y se lo agradezco. Ellos nunca me dijeron: “tú eres mujer y no haces esto”. Así que mi hermano me decía: “súbete al árbol”. Y yo me subía, observaba todo y sentía el olor del musgo.
¿Ese contacto que tuviste con el bosque influyó en tu decisión de estudiar biología?
Mis papás también me permitieron seguir en la escuela; yo tenía en mente estudiar biología o médico veterinario. El decidirme por la biología se dio por un asunto más práctico: al salir de la secundaria, mis padres se dan cuenta de que había un error en mi acta de nacimiento; para arreglarla tenía que hacer una serie de trámites en la ciudad de Oaxaca. Y la mejor opción era quedarme en el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca, donde tenían la carrera de biología; me especialicé en agroecología
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¿Cómo es que llegas al manejo forestal?
Fue por casualidad. Tuve que ir al municipio para atender unos asuntos. Tenía como 22 años; aún no me titulaba, estaba haciendo mi tesis. En el municipio necesitaban a alguien de la comunidad que realizara el Plan de Desarrollo Municipal, me preguntaron si me interesaba. Yo conocía mi pueblo, pero no sabía de herramientas de diagnóstico y no tenía mucha idea de planes de acción comunitaria. La escuela te forma para otra cosa. Pero decidí hacerlo.
De mi hermano, con el que subía a los árboles, aprendí a investigar y a leer. Así que cuando me asignan esa tarea, me dediqué a investigar y leer sobre mi comunidad. Fue ahí cuando me empezó a gustar la planeación participativa.
La persona que entonces estaba como comisariado de mi comunidad, Santiago Xiacuí, el señor Melitón, me habló sobre el trabajo que realizaban en Uzachi y me invitó a integrarme. Me dijo que de mi comunidad no había ninguna persona participando en los servicios técnicos; en Uzachi se busca que los profesionistas de las comunidades trabajen en la unión. Así comencé a integrarme, primero lo hice como externa; hasta que terminé mi tesis, fue que me integré al equipo de Uzachi.
Uzachi cumplió 31 años. Cuando llegas a la organización, ¿en qué etapa se encontraba?
Llegué como en el 2008, cuando se comenzaba con los proyectos ecoturísticos. En ese momento no lo veía así, pero con el tiempo entendí que impulsar el ecoturismo fue un gran desafío.
Llegar a Uzachi significó un proceso de formación intenso, era leer mucho y aprender de todo: de manejo forestal, del aprovechamiento de los no maderables, de implementar proyectos de capacitación, de planeación comunitaria.
Y es en esa etapa cuando decides hacer tu maestría sobre el manejo forestal y orquídeas. ¿Cuáles fueron tus hallazgos?
Me interesaba profundizar más en temas como la conservación biológica y el manejo forestal. Cuando comencé a trabajar en Uzachi, me llevaron a una parcela, donde se realizaba aprovechamiento (corta de árboles). Cuando fui al lugar donde realizaban la corta, mi primer pensamiento fue: “se van a terminar las orquídeas y los árboles de este bosque”. Ahí surgió el tema de investigación.
El estudio lo realicé en áreas donde se hace el aprovechamiento forestal, en lugares con reforestación y en zonas donde está el bosque que se destina solo a conservación, donde no hay aprovechamiento. Lo que encontré es que en las zonas con reforestaciones, que tienen entre 16 y 18 años, hay plántulas de orquídeas en los árboles. Es decir, las orquídeas se restablecen en esas áreas.
Una de mis conclusiones fue que, para garantizar la conservación de las orquídeas y de otras especies de flora y fauna, lo ideal es realizar las cortas de árboles por franjas, respetar los corredores de bosque que, al final, se convierten en corredores biológicos. Al dejar esos corredores permanecen las especies y se mantiene el germoplasma. Así que cuando tienes una parcela nueva (un área de corta), en donde se trabaja la reforestación y regeneración del bosque, con el tiempo esa zona vuelve a poblarse con el germoplasma que dejaste en el área aledaña.
¿Y eso lo realizan los técnicos de Uzachi en los bosques comunitarios donde se realizan aprovechamiento forestal?
Sí, ese es uno de los métodos que se utilizan para la conservación.
En términos ecológicos hablamos de un proceso de sucesión vegetal: hay plantas pioneras y luego comienza a repoblarse la zona con otras especies.
Además, hemos monitoreado las especies animales que están relacionadas a cada una de las etapas del proceso de sucesión vegetal. Cuando en las zonas donde se hizo aprovechamiento comienzan a crecer hierbas específicas, llegan cierto tipo de pájaros y mamíferos. Y así, conforme el bosque va madurando, se va repoblando.
Si hay un buen manejo, el bosque se recupera. Y uno de los indicadores de que el bosque está bien es la presencia de orquídeas. Si hay abundancia y diversidad de orquídeas es una señal de que el bosque está en buen estado.
¿En tu investigación encontraste algún aspecto del manejo forestal que afectara en forma negativa a las orquídeas?
Algo que encontré es que, si bien no desaparecen especies, lo que sí sucede es que se disminuye la abundancia en las poblaciones. Es decir, si tienes 25 especies, mantienes las 25, pero si de alguna especie tenías 50 individuos, con el manejo forestal si llegan a perderse 20 individuos y sobreviven 30.
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¿Cómo es que Uzachi implementa los conocimientos científicos que surgen de investigaciones como la que realizaste? ¿Cómo hacen para que la producción de madera no se coloque por encima de la conservación de la biodiversidad?
Eso, desde mi punto de visa, se logra gracias a una de las cosas más interesantes que tiene Uzachi: su conformación interdisciplinaria. En la Unión no solo hay gente que tiene conocimientos forestales y eso es una gran ventaja. A los ingenieros forestales lo forman con un enfoque productivo: “tú cosechas madera, siembras madera y produces madera”. Y a nosotros, los biólogos, nos forman con un enfoque conservacionista. Hemos aprendido a escucharnos y encontrar el equilibrio para tener producción de madera sin olvidar la conservación.
Por ejemplo, cuando se hacen los recorridos para seleccionar el sitio en donde se realizará la corta, vamos un equipo multidisciplinario. Si nosotros, los biólogos, vemos que es un área en donde, por ejemplo, hay una gran concentración de bromelias, les decimos que no, que ahí no se puede hacer la corta. Se busca que no se ocasione un alto impacto en los lugares donde se realice la corta para obtener la madera. Una prioridad es conservar áreas en donde se tienen elementos biológicos importantes.
Pero, lo más importante, lo que te permite tener esa conservación de la biodiversidad, es la decisión de las comunidades. Si las comunidades no se involucraran, si no existiera esa responsabilidad con el bosque, no se podrían implementar las recomendaciones que realizamos. Quienes hacen el trabajo, quienes lo implementan, son las comunidades. Para tener un manejo forestal en equilibrio con la conservación es vital la participación de la comunidad, que ellos estén conscientes de la importancia de conservar la biodiversidad.
¿Cómo se ha logrado eso?
Es muy complejo explicarlo, pero tiene que ver con el bienestar social a largo plazo: en las asambleas se habla de la importancia de conservar el bosque para que exista agua, para que existan empleos.
Es pensar como sociedad y no como individuo. Es pensar en el bienestar de toda la comunidad no en el bienestar de una sola persona. Ellos mismos dicen: “si cortamos árboles tenemos que sembrar, porque cuando los otros quieran cosechar, no van a tener”. Es buscar un bienestar colectivo; lo que se logra, lo que se conserva, es para todos.
Uzachi es pionera en el país cuando se habla de manejo forestal comunitario, ¿lo ha sido también en el tema de conjuntar la conservación de la biodiversidad con la producción de madera?
No sé si la Unión fue pionera en eso. Pero cuando la unión ya implementaba acciones para la conservación de la biodiversidad, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) publicó un manual de buenas prácticas para el manejo forestal. Lo que está en ese manual, ya lo hacía Uzachi.
En Uzachi reconocemos que una de las deficiencias que tenemos es que no desarrollamos documentos a partir de lo que hacemos. Innovamos en las prácticas de manejo, pero no escribimos sobre eso. Solo lo hacemos en el terreno. No hemos sido celosos en compartir y dar a conocer lo que hacemos, y eso ha permitido que otros escriban sobre nuestro trabajo. Pero nosotros no lo hemos hecho.
Y son varias las tesis que se han escrito sobre el manejo forestal y las especies que se encuentra en las comunidades que integran la Uzachi…
Un estudiante de doctorado de la UNAM, Marcos Rubén Ortega Álvarez, realizó una investigación sobre aves y evalúo su patrón de distribución. Encontró que el manejo forestal no afecta a las aves, siempre y cuando las zonas forestales se recuperen; además, sí es necesario resguardar las áreas de conservación, porque hay especies que solo se distribuyen ahí. Una de esas especies es el águila elegante (Spizaetus ornatus), solo se le encuentra en zonas donde no se realiza manejo forestal.
También se realizó una tesis en la que se documenta que el manejo forestal no afecta la calidad del agua que se produce en los bosques comunitarios. Aún nos falta evaluar si hay cambios en el caudal de los mantos acuíferos que están cercanos a las áreas de manejo o en donde se cambia la cobertura del bosque. Ya teníamos datos de casi año y medio, pero se detuvo el monitoreo por la pandemia. Esperamos retomar esos estudios.
¿Las comunidades que integran Uzachi realizan un monitoreo biológico constante?
Sí, es un monitoreo comunitario participativo y, desde hace cuatro años, se realiza con la técnica de foto trampeo. Tenemos instaladas cámaras en los bosques de las cuatro comunidades en diferentes estratos: áreas que están bajo conservación, zonas con reforestaciones de unos 20 años, otras que tienen entre ocho y diez años, y en parcelas donde recientemente se ha realizado la corta.
Hemos logrado integrar mucha información sobre la fauna silvestre, pero no la hemos sistematizado aún. Lo que hemos podido generar son listados, pero falta que hagamos análisis más a fondo. Esos listados nos han permitido documentar que en los bosques de las comunidades hay especies que se encuentran en alguna categoría de riesgo, como el viejo de monte (Eira barbara). A este mamífero lo hemos encontrado en áreas con reforestaciones jóvenes. En las zonas del bosque mesófilo se ha registrado la presencia de tapir (Tapirus); aunque también se han encontrado en bosques con manejo forestal.
Si consideramos las especies que se han registrado en todo el territorio forestal de las cuatro comunidades —considerando los bosques templados, los mesófilos y las selvas altas— tenemos contabilizadas 76 especies de mamíferos, 16 reptiles, 26 anfibios y 527 aves. Este listado se realizó a partir de los diferentes estudios, entre ellos foto trampeo y tesis que han realizado en la zona.
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Eso es en cuanto a fauna, pero si hablamos de flora, ¿cómo cuidan que se mantenga una diversidad de árboles?
El proceso de manejo en Uzachi ha sido adaptativo. En un principio, en algunas áreas se dio mucha prioridad al pino. Pero eso comenzó a cambiar. En las asambleas, la gente comenzó a decir: “no queremos solo pino. Nuestros bosques son mixtos y queremos que se mantengan así”.
Es por eso que durante los procesos de reforestación ya no se chapea (cortar la maleza o hierba con machete) con tanta intensidad a partir del segundo año. El pino es intolerante a la sombra, por lo que se debe chapear para que pueda crecer y sobrevivir. Entonces se chapea el primer año, pero para el segundo ya se deja que crezcan otras especies de plantas.
La ventaja de algunas especies hojosas es que tienen una regeneración vegetativa. Eso quiere decir que no, necesariamente, tienes que sembrar una semilla para que vuelvan a nacer. Por eso, a partir del año dos, pero sobre todo a partir del año tres y cuatro, ya se deja que el pino compita con otras especies. Así que se va integrando un bosque con una mezcla de otras especies. Eso es lo que hemos implementado.
¿Ese es uno de los retos del manejo forestal: tener bosques con diversidad de especies de árboles?
Así es. Si tenemos poblaciones de especies que están en alguna categoría de riesgo, lo que nosotros hacemos es que esas zonas se excluyen de las áreas de aprovechamiento. Si en un área de manejo, encontramos algún individuo de esas especies se implementan técnicas específicas, como el derribo direccional, para causar el menor impacto posible.
No puedes decir que tienes un bosque cuando solo tienes árboles de una sola especie. Se tiene un bosque cuando se miran claramente las hierbas, los arbustos y los árboles; no solo pino, sino que encuentras diferentes especies.
Las comunidades que forman la Uzachi han buscado diversificar el aprovechamiento forestal, al incluir no maderables. ¿Qué tan difícil ha sido?
Depende del área en que se quiera incursionar. Por ejemplo, en la parte de no maderables está la producción de orquídeas. Pero para desarrollar esta actividad, necesitas hacer una inversión, recorrer todo un camino de aprendizaje para lograr tener procesos de reproducción y, sobre todo, tener paciencia porque no vas a tener un ingreso económico de inmediato. En Uzachi no hemos logrado detonarla aún como una actividad económica; lo estamos haciendo, pero como una actividad de conservación.
¿Otro de los retos del manejo forestal comunitario es fortalecer la producción de no maderables?
Es necesario diseñar un plan para incursionar en los no maderables con un enfoque en donde se logre tener un aprovechamiento y, al mismo tiempo, garantizar la conservación. Creo que no hemos encontrado la ruta adecuada para el tema de los no maderables.
Donde hemos avanzado mucho es con el ecoturismo. Y ahí vemos que podemos tener dos cosas: ofrecemos un servicio y, al mismo tiempo, damos a conocer los elementos que distinguen nuestro territorio y el trabajo que hacemos con el manejo forestal.
¿Cuáles son otros de los desafíos que hoy enfrenta el manejo forestal?
La pandemia del COVID-19 nos ha pegado fuerte. Sin las fortalezas internas de las comunidades, el conocimiento local y las capacidades que se han creado, el golpe de la pandemia hubiera sido más fuerte. Por eso debemos seguir blindando esas fortalezas.
Sobre todo, porque esta crisis económica es usada por algunas empresas mineras como una oportunidad para entrar a las comunidades.
El reto es que las comunidades mantengan su postura de decir no a empresas extractivistas y que se siga cerrando la puerta a las empresas que quieren entrar a los territorios. Sobre todo en la zona de Calpulálpan de Méndez y Santiago Xiancuí, porque estamos sobre un yacimiento de oro y plata.
Otro reto es que las nuevas generaciones entendamos cómo se llegó a lo que hoy tenemos gracias al manejo forestal. Cómo se logró y cuál es el objetivo.
Por ejemplo, yo llegué a Uzachi y al manejo forestal cuando ya estaban construidas las bases. Pero es importante que se entienda el origen, que se conozca la historia y el esfuerzo que hicieron los fundadores para tener el manejo de los bosques.
Durante un curso en la maestría, el docente mostró un video de acción colectiva (la teoría de Elinor Ostrom), donde justo se presentaron casos de la Sierra de Oaxaca. Mis compañeros de clase (interdisciplinaria) comentaron que no era posible realizar un aprovechamiento colectivo de los recursos y contar con una estructura de organización que lo permitiera. Después de escucharlos recuerdo haberles dicho que eso es posible, pues yo crecí en una de esas comunidades. En ese entonces estaba aprendiendo, sin embargo, ahora corroboro que es posible y que las comunidades que integran la Uzachi son un ejemplo de ello.
Esto se logró porque fue un trabajo en equipo. Y así seguimos, trabajando en equipo las comunidades, los trabajadores que están en campo, quienes estamos en los servicios técnicos. Esto es un tema de colectividad. Y sin eso, no podemos seguir contando la historia.
* Imagen principal: Laura Jiménez, subdirectora técnica de Uzachi, en trabajo de campo en los bosques de Santiago Comaltepec. Foto: Cortesía Uzachi.
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