- Cuestión Pública y Mongabay Latam rastrearon los barcos que pescan en el área protegida de Yuruparí, al lado de Malpelo en el Pacífico.
- La ausencia de protección estatal es aprovechada por la flota de Seatech -del atún Van Camps- y barcos panameños que aparentemente pescan allí a pesar de sus antecedentes de pesca ilegal. Familia Gerlein también está salpicada.
Esta publicación forma parte del Especial Pesca ilegal: la gran amenaza a los santuarios marinos de Latinoamérica coordinado por Mongabay Latam en alianza con Ciper de Chile, Cuestión Pública de Colombia y El Universo de Ecuador.
Tres años después de su creación en 2017, el distrito de Yuruparí —un área marina protegida de amortiguación para el Santuario de Flora y Fauna (SFF) de Malpelo—, aún no cuenta con un plan de manejo que regule la pesca. Pese a ello, la resolución que creó Yuruparí dejó claro que la pesca industrial no tiene cabida allí. Es decir, que los aparentes casos de pesca que revelamos en esta investigación serían ilegales. La pasividad de Parques Nacionales (PNN), la Autoridad Nacional de Pesca (AUNAP) y el Ministerio de Ambiente (MinAmbiente) para diseñar el plan de manejo ha permitido pesca a escala industrial posiblemente ilegal en Yuruparí, donde habitan tiburones en peligro de extinción.
Esta pesquisa, realizada con la plataforma de posicionamiento satelital de embarcaciones Global Fishing Watch, arrojó que en Yuruparí, desde junio de 2018 hasta hoy, se realizaron diez aparentes esfuerzos de pesca por parte de tres barcos colombianos, dos panameños y uno ecuatoriano. También hallamos un aparente evento de pesca ilegal en el Santuario de Malpelo en 2017.
En el mapa, el rectángulo vertical corresponde a Yurupari-Malpelo. Pulsa play para reproducir el video y usa los botones + y – para alejar o acerca el mapa. Cada línea de color representa el trayecto de una nave.
Hablamos de ‘aparente pesca’ puesto que, para afirmar con absoluta seguridad que se extrajeron recursos del área protegida, es necesario complementar los hallazgos hechos a partir de los sistemas satelitales, con una inspección en terreno que confirme presencialmente la pesca ilegal. De ahí, unas de las dificultades para rastrear este delito.
Las actividades detectadas en esta investigación fueron confirmadas por dos analistas de sistemas especializados en la visualización satelital de barcos y, según nos dijo Nicolás del Castillo, director de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP), serán revisadas y de confirmarse, se abrirán investigaciones.
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Riqueza en riesgo
El distrito de Yuruparí es un área protegida marina de 2,6 millones de hectáreas —similar al tamaño de Haití o Bélgica— contigua en su extremo oeste al SFF Malpelo, ubicado a 500 kilómetros de Buenaventura mar adentro. Fue creado como área de amortiguación para proteger las especies y la biodiversidad de Malpelo. Este SFF es una isla hermana del archipiélago ecuatoriano de Galápagos y conforman con Yuruparí un corredor vital para la conservación de la biodiversidad que va hasta la isla de Coiba en Panamá y la de Cocos en Costa Rica.
“Es una ruta migratoria para especies de mar abierto o depredadores pelágicos, entre ellos están los tiburones y las ballenas. La mayoría de estos tiburones están listados en categorías de amenaza. Proteger estos corredores biológicos es de gran importancia para conservar sus poblaciones”, nos dijo Diego Cardeñosa, biólogo, investigador y director de la Fundación Colombia Azul.
Desde 2006, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a Malpelo como patrimonio de la humanidad. Sus formaciones coralinas, paredes rocosas verticales, túneles y cuevas son admiradas por los aficionados al buceo. Es habitado por 1500 especies de animales —aves, reptiles, cangrejos, delfines, entre otros—, nueve de las cuales no se encuentran en otra parte del mundo. También viven o migran en la zona 40 especies amenazadas o vulnerables, como los tiburones martillo, en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), los tiburones zorro, sedoso y el pez mero, todos ellos catalogados como vulnerables.
Especialistas le confirmaron a este medio que Yuruparí y Malpelo son habitados por las mismas especies en peligro de extinción. Y que si estas se pescan en Yuruparí se capturan, en definitiva, las mismas de Malpelo.
Un distrito de manejo integrado como Yuruparí es diferente a un santuario de flora y fauna como Malpelo a pesar de que tengan objetivos de conservación similares. En Malpelo, toda actividad pesquera está prohibida. En distritos como Yuruparí se permite el “aprovechamiento racional” de los recursos y se prohíben las actividades diferentes a las del uso sostenible, preservación y restauración. En pocas palabras, en Yuruparí se podrá pescar, pero bajo condiciones que serán definidas por el plan de manejo. El problema es que dicho plan de manejo aún no ha sido creado.
Por lo mismo no se han definido las actividades y artes de pesquería permitidas en el sector, las cuotas de pesca por especie, las medidas para proteger aquellas que están en peligro de extinción ni el personal y presupuesto de vigilancia.
Pero lo que sí está claro es que en Yurupari no está permitida la pesca industrial.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible —a través de la Resolución 1908 de 2017— clasificó a Yuruparí en la categoría VI de áreas protegidas de la IUCN. Esta categoría “no está designada para permitir cosecha (pesca) industrial a gran escala”, dice el organismo internacional.
De hecho, la Armada y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) fueron más lejos y nos aseguraron que toda la pesca está prohibida en áreas reservadas como Yuruparí por el artículo 54 de la Ley 13 de 1990.
Para Melany Villate, bióloga especializada en tiburones, es irónico que existan áreas con una normativa tan estricta como Malpelo junto a zonas atrasadas en la definición de una normatividad clara. Al no existir la reglamentación de Yuruparí, “finalmente estás pescando las especies que viven en Malpelo. Esas especies no tienen un registro de a dónde pueden y no pueden ir”, afirmó Villate.
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Y la pesca sigue con la flota colombiana
Mientras llega el plan de manejo, Yuruparí es una especie de viejo oeste oceánico, en el que barcos con antecedentes aprovechan para pescar en mar revuelto.
Cuestión Pública confirmó que tres embarcaciones operadas por Seatech —productora del atún Van Camps— han realizado cuatro aparentes esfuerzos de pesca en Yuruparí, según información de la base de datos de Global Fishing Watch. Las tres embarcaciones son operadas por Seatech, de acuerdo con una investigación periodística de La Liga Contra el Silencio —alianza de medios independientes colombianos a la que Cuestión Pública pertenece— y, en el Registro Nacional Pesquero, es Diego Canelos, gerente de esta empresa, quien aparece como operador de las tres naves. La operación de un barco significa que una compañía tiene un permiso con el fin de usarlo para la pesca, comercialización, transformación y extracción, como nos aseguró el director de la AUNAP.