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¿Qué tiene que ver la carne que exporta Nicaragua al mundo con la deforestación?

  • Un análisis de Mongabay muestra que compañías internacionales importantes, incluidas Nestlé y Cargill, están en riesgo de obtener carne nicaragüense de regiones indígenas consumidas por ocupaciones y deforestación masiva. Ambas compañías admiten que solo pueden rastrear el origen de su carne nicaragüense hasta los mataderos, no los ranchos.
  • Más de 100 indígenas que viven en las regiones indígenas autónomas del país han sido asesinados, secuestrados o heridos desde 2015 en medio de conflictos causados por la migración de ocupantes y apropiación de tierras.

TIKTIK KAANU, Nicaragua.- Eduardo Solano no dijo mucho al volver a casa. Compró naranjas de un vendedor de frutas en un muelle improvisado en Bluefields, la capital de la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, y se acomodó para el viaje en bote de tres horas que lo llevaría cerca de su casa a Tiktik Kaanu, una comunidad indígena Rama que lidera.

Los otros pasajeros seguían el viaje después de Tiktik Kaanu a un asentamiento ilegal en donde nicaragüenses no indígenas han invadido tierras comunitarias, han deforestado y han llevado ganado para pastar. Viajando por medio del territorio indígena, el bote pasó manglares imponentes y tramos de bosques que bordean el Río Kukra, en donde tortugas, garzas y mariposas morfo azules dejaban destellos de color en los muros verdes. Por todas partes el bosque cedía lugar a zonas deforestadas y pastura a lo largo de la ribera.

“Nuestras tierras se redujeron”, explica Solano luego de desembarcar e ir caminando por un sendero que conduce a casa. “Vienen con la idea de destruir el bosque. No son como nosotros, los Rama, lo protegemos. Pero vienen a cortar árboles, sembrar pastura y luego traer ganado”.

Tiktik Kaanu es una de las nueve comunidades —seis comunidades indígenas Rama y tres Kriol afrodescendientes— que administran las tierras comunitarias Rama-Kriol. Luego de años de lucha y presión internacional, el gobierno nicaragüense concedió un título de propiedad colectivo apenas una década atrás que cubría más de 4400 kilómetros cuadrados (1700 millas cuadradas) de tierra y casi la misma cantidad de mar. Pero medidas subsecuentes para garantizar los derechos de propiedad dentro del título flaquearon y aumentaron las invasiones de personas ajenas y ganado a tierras comunitarias.

“Después de recibir nuestro título [de propiedad], vinieron muchas personas”, relató Solano a Mongabay durante una visita a la región. “Estamos invadidos por todos lados”.

El acceso a las zonas autónomas indígenas del este en Nicaragua es limitado, a muchas áreas solo se puede acceder por bote o a pie. Foto de Sandra Cuffe para Mongabay.

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La disposición de la tierra

La mayoría de los indígenas en Nicaragua viven en dos regiones densamente forestadas a lo largo de la fértil costa caribeña, la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS) y la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN), que fueron creadas en 1987 durante la “guerra de los Contras” llevada a cabo por fuerzas respaldadas por EE. UU. contra el gobierno posrevolucionario liderado por Daniel Ortega. A estas regiones se les permitió tener autonomía en cierta medida. Pero luego de la elección de Violeta Chamorro en 1990, se otorgaron concesiones a compañías de tala y mineras, y se alentó a los combatientes desmovilizados a que se instalaran allí, lo que creó tensiones que persisten al día de hoy.

Una señal ribereña en la comunidad Rama de Tiktik Kaanu explica que las tierras comunitarias indígenas no pueden ser compradas ni vendidas. Foto de Sandra Cuffe para Mongabay.

Una ley que establece un proceso de cinco pasos para asegurar títulos de propiedad colectivos en la RAAS y en la RAAN fue aprobada en 2003, la ley 445, luego de que comunidades indígenas Mayangna dos años antes llevaran a una compañía de tala surcoreana a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ganaran. La ley obligó al gobierno a retirar a los ocupantes no indígenas y  las concesiones de tierra comunitaria. A pesar de que se emitieron muchos títulos de propiedad luego de la reelección del presidente Ortega en 2006, los grupos indígenas afirman que su administración todavía debe implementar esta fase fundamental del plan, conocida como saneamiento.

A pesar de las reglas nuevas, miles de ocupantes siguieron llegando a las zonas autónomas; muchos afirmaron haber adquirido títulos de propiedad. Como resultado, han persistido los conflictos violentos por la tierra, fueron desplazados miles de indígenas y hubo decenas de asesinatos.

En los últimos cinco años, 40 indígenas han sido asesinados, más de 40 heridos y más de 40 secuestrados en casos relacionados con invasiones de tierra, según el Centro para la Justicia y los Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua, una ONG que ofrece ayuda y asistencia legal a pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes.

La mayoría de los ataques han tenido lugar en la región norteña, donde habitan indígenas Miskito y Mayangna, cuya lucha ha llevado al fallo histórico de 2001. Pero luego de la decisión, el gobierno ha pospuesto el proceso de demarcación ordenado por la Corte por años.

Más recientemente, las comunidades Mayangna dentro y alrededor de la Reserva de la Biósfera Bosawás han estado sujetas a ataques e incursiones violentas de civiles armados que buscaban explotar sus bosques y tierras, lo que generaba pánico y desplazamiento masivo. El 29 de enero, decenas de hombres armados invadieron la comunidad Mayangna de Alal, ubicada dentro de la reserva Bosawás, quemaron hogares y mataron al menos a cuatro residentes indígenas. Un informe publicado el mes pasado por el Instituto Oakland acusó al presidente Ortega de minimizar la crisis y no proteger a las comunidades indígenas.

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‘Vienen con perros y armas’

Tiktik Kaanu, o colina de hormiga corta hojas en la lengua Rama, es una aldea de alrededor de 130 personas que viven a los lados de una curva del río. Los residentes subsisten con la agricultura a pequeña escala, producen lo suficiente para alimentarse y un excedente modesto para vender en Bluefields, la capital regional. A la comunidad solo se accede por bote o a pie, pero su proximidad relativa a Bluefields y a una carretera que conecta Bluefields con Nueva Guinea, el centro ganadero de la región, hace que Tiktik Kaanu sea más que accesible que muchas otras partes del territorio Rama-Kriol.

Dentro de las tierras con título de los Rama-Kriol, Mongabay vio pruebas de incursiones de personas ajenas: áreas deforestadas, áreas recientemente arrasadas y ganado, con y sin caravanas, una señal que indica que el ganado ha sido trasladado al área en un proceso conocido como lavado de ganado.

Los llamados de los lobos aulladores se oyen desde el porche de la casa de Eduardo Solano, levantada sobre pilotes de madera. También hay monos araña, capuchinos de cara blanca, coatíes y otros mamíferos en el área. Pero la vida salvaje es menor en comparación con lo que Solano afirma que vio de niño creciendo en la reserva, cuando no era inusual ver tapires bañándose en el río.

“Cuando no había mucha gente alrededor, teníamos todo tipo de animales porque había mucho bosque, pero cuando las personas ajenas, los no indígenas, venían, los animales huían”, explicó. “Vienen con perros y armas. Arrasan todo y es preocupante para nosotros como pueblos indígenas porque es nuestro sustento”.

Solano es el representante de Tiktik Kaanu en el Gobierno Territorial de Rama-Kriol (GTRK), que comprende líderes de cada una de las nueve comunidades, quienes son elegidos por las asambleas locales. El GTRK tiene la tarea de administrar este vasto territorio con prácticamente nada de ayuda del gobierno central, a pesar de la obligación legal del gobierno de proteger los derechos de propiedad de las comunidades. Tiktik Kaanu dista de estar solo en el enfrentamiento a la amenaza impuesta por las comunidades que se asientan.

El presidente de la comunidad Tiktik Kaanu, Eduardo Solano, afirma que los ocupantes trajeron ganado a tierras indígenas de forma ilegal. Foto de Sandra Cuffe para Mongabay.

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Falsificación de documentos de propiedad

Los nicaragüenses no indígenas llegan a Chontales, Juigalpa y otras áreas al oeste de las regiones autónomas del Caribe, explicó Dalila Padilla, la secretaria del GTRK, a Mongabay en su oficina en Bluefields en octubre pasado. Algunos son productores ganaderos importantes. Otros son familias humildes que tratan de subsistir a duras penas. De cualquier manera, no pueden tener propiedad de manera legal en el territorio de Rama-Kriol.

Algunos nicaragüenses no indígenas no saben que están invadiendo tierras indígenas comunitarias. Sus abogados en general están al tanto de la situación, pero eso no evita que elaboren documentos de venta de tierras, según Padilla. “La expansión de establecimientos ganaderos en el territorio es uno de los mayores desafíos que enfrentamos”, afirma. “Cuando las [personas ajenas] invaden, invaden tierras y las convierten en pasturas. La convierten en un rancho para ganado. En todo el territorio, solo se concentran en los establecimientos ganaderos.

“Muchos abogados hacen cosas por dinero”, agregó. “Si un abogado les da un documento, piensan que es legal, pero la verdad es que no lo es”.

La secretaria del Gobierno Territorial Rama-Kriol, Dalila Padilla, sostiene que las firmas de abogados a menudo les dan documentos falsos a los ocupantes. Foto de Sandra Cuffe para Mongabay.

Las comunidades indígenas y el GTRK han elaborado políticas para solucionar el problema. En virtud de los acuerdos, las comunidades pueden votar para permitir quedarse a las personas ajenas, pero los ocupantes no pueden vender ni expandir las propiedades, traer más ocupantes ni explotar recursos comunitarios y deben respetar la autoridad de los líderes indígenas y las decisiones tomadas en las asambleas comunitarias.

No obstante, sin la voluntad policial y los recursos de las autoridades nicaragüenses para cumplir con su obligación de aplicar los derechos propietarios dentro del título, el proceso depende de la participación voluntaria de los ocupantes. Tampoco se aplica a la Reserva de la Biósfera Indio Maíz, mucha de la cual está dentro del título de los Rama-Kriol. Como la última parte restante significativa de bosque protegido en la región del sur, su destrucción en aumento por las incursiones, la expansión de los establecimientos ganaderos y los incendios forestales han causado alarma extendida en Nicaragua. “Indio Maíz está en peligro, y no solo el bosque, sino también las personas porque hay amenazas contra los Rama”, explicó Padilla.

Tres de las nueve comunidades en las tierras de los Rama-Kriol están ubicadas dentro de la reserva Indio Maíz. El Río Corn, una comunidad Kriol, y Greytown, una comunidad mixta, están ubicadas en la costa. Pero el Río Indio, una pequeña comunidad Rama, está justo en el corazón de Indio Maíz, y sus residentes y líderes han enfrentado amenazas de personas ajenas que invaden la biósfera a fin de desforestar la tierra para el ganado.

“Los líderes indígenas de Río Indio han ido a donde están los no indígenas para decirles que las tierras son comunitarias, que las tierras les pertenecen y que deben volver de donde vinieron”, relató Padilla. “Los no indígenas comenzaron a amenazar a los Rama, tratando de desplazarlos para poder tener toda la tierra”.

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Arco de deforestación de Nicaragua

Ningún otro país de América Central ha perdido bosque tan rápido como Nicaragua desde 2000. Según Global Forest Watch, la cobertura forestal total en Nicaragua disminuyó en un 18 % entre 2001 y 2018, y toda esa pérdida forestal ocurrió en vegetación natural. Dentro de las zonas autónomas indígenas, la tasa de deforestación era incluso más alta. La zona norte perdió 20 % de su cubierta forestal y la zona sur perdió el 27 % durante ese período.

Un análisis de los datos de deforestación proporcionados a Mongabay por el Laboratorio Ambiental de Uso de la Tierra Gibbs de la Universidad de Wisconsin–Madison muestra cómo la deforestación se ha expandido hacia el este a los territorios indígenas en línea con denuncias de usurpación en aumento de ocupantes.

Mapa creado por Ian Schelly, del Laboratorio Ambiental de Uso de la Tierra Gibbs de la Universidad de Wisconsin–Madison.

En la RAAN, la deforestación a gran escala comenzó en 2007 a lo largo de la ruta de Matagalpa y aumentó de manera significativa después de 2010, y la Reserva de la Biósfera Bosawás en la región noroeste fue en particular muy afectada. Se estima que Bosawás ha perdido alrededor de 100 000 hectáreas (250 000 acres) de cobertura forestal desde 2011.

Mapa creado por Ian Schelly, del Laboratorio Ambiental de Uso de la Tierra Gibbs de la Universidad de Wisconsin–Madison. El morado representa deforestación cumulativa.

En el RAAS, la deforestación parece haberse acelerado rápidamente después de 2010 en un avance al este hacia la Costa Mosquito, en particular en la Reserva Biológica Indio Maíz al sur de Bluefields —en donde la tala a gran escala en 2017 y 2018, también impulsada por invasiones de ocupantes para establecimientos ganaderos, ha diezmado las reservas forestales— y en la Reserva Natural Cerro Wawashang en el norte.

Mapa creado por Ian Schelly, del Laboratorio Ambiental de Uso de la Tierra Gibbs de la Universidad de Wisconsin–Madison. El morado representa deforestación cumulativa.

Si bien Nicaragua es un productor relativamente pequeño de carne en comparación con exportadores importantes como Brasil, sus ventas han aumentado de manera sostenida en los últimos años. Las exportaciones de carne aumentaron del 60 % de la producción total en 2006 a más del 95 % en 2019, una proporción mayor que cualquier otro país, según el Servicio Agrícola Exterior de Estados Unidos. Estados Unidos es el principal destino de exportaciones de carne congelada de Nicaragua, representa casi dos tercios del total. Se espera que se levante una cuota de importación asignada en virtud del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana y con eso las cifras pueden aumentar incluso más.

La mayoría de la carne importada de Nicaragua no es comprada directamente por compañías destinadas a consumidores. En realidad es adquirida por firmas comerciales de tamaño mediano como Gurrentz International, Northwestern Meat, ASC–Meyners y Export Packers. Se cree que la carne nicaragüense es usada mayormente para productos ultraprocesados como hamburguesas y alimento para mascotas.

Las compañías intermediarias listadas en los datos de aduana de Estados Unidos como destinatarias de carne de Nicaragua en 2019 no respondieron preguntas sobre su cadena de suministro, pero los datos de exportaciones muestran que las cuatro compañías compraron carne de Industrial Comercial San Martín, el segundo mayor exportador de carne en Nicaragua. Dos otros mataderos de Nicaragua, Nuevo Carnic y Matadero Central, tampoco respondieron las preguntas de Mongabay.

Si bien pocos de los mataderos proveedores de las firmas estadounidenses estaban dispuestos a hablar de manera oficial, un empleado de Industrial Comercial San Martín informó a Mongabay que hasta un 70 % de su carne viene solo de la RAAN. El proveedor más importante es la municipalidad de Siuna, que también es una de las tres municipalidades principales en términos de deforestación. Según Salvador Flores, el gerente de exportaciones de Industrial Comercial San Martín, el origen de la carne dentro de Nicaragua se indica en las etiquetas de las cajas.

La falta de trazabilidad hace imposible diferenciar entre carne relacionada con la deforestación y abusos de derechos humanos, y la producida de manera legal y más sustentable. Eso lleva a problemas para compradores importantes.

Tanto Nestlé como Cargill, dos de las compañías que procesan carne de Nicaragua, confirmaron en declaraciones a Mongabay que solo pueden rastrear la carne hasta su matadero, no a su origen. Un vocero de McDonald indicó que la compañía actualmente no recibe carne de Nicaragua. Un vocero de JBS, la mayor compañía empaquetadora de productos cárnicos del mundo, no respondió las consultas al momento de la publicación.

Nestlé afirmó que si bien solo un monto pequeño de su suministro de carne total estadounidense viene de Nicaragua, trabaja “en colaboración con nuestro proveedor para asegurar que pueden demostrar que la carne puede ser rastreada incluso hasta más lejos, al establecimiento de origen, y que no está relacionada con la deforestación y las violaciones a los derechos humanos”. Nestlé no es la única compañía que obtiene y vende carne de Nicaragua que puede venir de las reservas de biósferas o tierras indígenas con títulos de propiedad. No obstante, otras compañías son menos transparentes en relación con el origen de su carne y no publican listas de proveedores.

En respuesta a las preguntas sobre su cadena de suministro, Cargill indicó que obtiene “cantidades pequeñas” de carne de Nicaragua y si bien también tiene una política para eliminar la deforestación de su cadena de suministro, solo puede rastrear carne nicaragüense hasta el establecimiento de producción.

 

El lavado de carne bovina

Hay 135 000 rancheros registrados en Nicaragua, según Ronald Blandón, gerente general de la Comisión Nacional Ganadera de Nicaragua. Alrededor del 85 % de sus propiedades están registradas en el programa de trazabilidad bovina del país y ahí es donde Nicaragua ha hecho mayor progreso. “Un programa de trazabilildad bovina es un proceso que no sucede de un año a otro. Es difícil”, indicó Blandón.

El programa de trazabilidad de Nicaragua es administrado por el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria, un organismo gubernamental del ministerio de agricultura. Los productores y sus propiedades reciben códigos únicos, se emiten números de identificación vinculados con propiedades registradas para caravanas de ganado y se proporciona documentación de transporte para rutas emitida por autoridades municipales.

“El objetivo principal de la trazabilidad es determinar el origen del producto, en otras palabras, saber si este animal fue producido en Matagalpa o en Managua o en tal propiedad, para que en caso que el consumidor tenga algún problema de salud, sea posible encontrar el lugar en donde se originó el producto”, afirmó Blandón.

Las autoridades no registrarán una propiedad dentro de un área protegida ni emitirán caravanas para ganado en una propiedad dentro un área protegida porque sería ilegal, agregó. Si hay ganado registrado con el programa de rastreabilidad pastando en un área protegida, como la Reserva de la Biósfera Indio Maíz en la región sur, la única explicación posible, según Blandón, sería una falla en el control de transporte, con movimientos no registrados.

“En mataderos y subastas, en donde está el mayor movimiento de ganado todos los días, no pueden recibir un camión con ganado para faenar si no está acompañado por la guía de transferencia, que es proporcionada por el gobierno municipal y revisado por la policía local. Sin eso, no pueden aceptar ganado”, indicó Blandón.

“Digamos que si vieras animales con las caravanas de rastreabilidad en áreas en donde no debería haber establecimientos ganaderos, es que algunos productores tomaron ganado de sus propiedades que estaba registrado en lugares en donde sí están permitidos estos establecimientos y lo enviaron a esa área. Esa es la única explicación que tengo. Y podría ser que los llevan allí, los engordan, los sacan y los ponen a la venta”, agregó.

Ganado visto dentro del área central de la Reserva Indio Maíz en 2017. Foto cortesía de Onda Local.

Amaru Ruíz es el director de Fundación del Río, una ONG ambientalista nicaragüense que ha controlado el comercio de ganado dentro de Indio Maíz durante varios años. El trabajo que Ruíz y sus colegas estaban haciendo atrajo la atención de los ganaderos y recibieron amenazas que lo llevaron huir a Costa Rica. Hablando por teléfono desde su nuevo hogar, afirmó que las pruebas que su equipo había reunido de ese ganado mostró que el ganado había sido lavado desde la Reserva de la Biósfera Indio Maíz antes de ser enviado al mercado.

El grupo publicó sus resultados el 5 de junio. La fundación ha hallado las ubicaciones de las escalas usadas para pesar los animales y una cantidad de intermediarios que negociaron la venta de ganado que venía de la reserva. Sus archivos muestran que hay escalas tanto dentro como a lo largo del límite de la reserva de la biósfera. Por medio de una red de decenas de intermediarios, el ganado que pasta dentro de Indio Maíz llega hasta los mataderos de algunas de las principales compañías de procesamiento de carne del país, indica la investigación.

“Creo que es importante decir que el mecanismo de rastreabilidad en Nicaragua no funciona”, afirmó Ruíz. “No puedes asegurarte de que el ganado en verdad viene de una determinada propiedad. No puedes asegurarte, incluso si está registrado. Así que al menos con la experiencia en Indio Maíz y en el sudeste, sabemos que el proceso de rastreabilidad no funciona porque no hay un proceso riguroso de inspección de lo que sucede. Si lo hubiera, no habría ganado dentro de Indio Maíz, y hay ganado dentro de Indio Maíz”.

Las asociaciones de ganaderos han reconocido el problema y prometieron evitar que sus miembros operaran en áreas protegidas. Pero no todos son miembros de las asociaciones, y las últimas no tienen control sobre los que no son miembros.

“La frontera agrícola ha avanzado de manera exponencial y eso se debe principalmente a la ganadería a gran escala”, explicó Ruíz a Mongabay. “El estado lo fomentó como una política pública. Obviamente eso tendrá repercusiones, y una de las repercusiones que ha tenido es la deforestación en la reserva [Indio Maíz]. En Bosawás, es lo mismo. El mismo fenómeno que ocurre en el sudeste ocurre en Bosawás”.

Reportaje adicional de Daniel Pye.

Imagen de portada: Vacas pastando en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua en octubre de 2019. Foto de Sandra Cuffe para Mongabay.

Tablas interactivas hechas con Flourish.

Artículo original: https://news.mongabay.com/2020/06/nicaraguan-beef-grazed-on-deforested-and-stolen-land-feeds-global-demand/

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