- Desde hace 17 años un grupo de biólogos marinos y veterinarios investigan durante el verano a la población de lobo fino austral que habita la isla.
- Los investigadores han estado dispuestos a aguantar el aislamiento y las rudas condiciones de vida en Guafo por tener el privilegio de ser testigos de uno de los lugares más biodiversos y vírgenes del Chile.
- Los científicos y conservacionistas temen que esa biodiversidad pueda verse en riesgo si es que no es protegida por el Estado.
En el Golfo del Corcovado, al sur de Chile, se encuentra isla Guafo. Un lugar donde los ecosistemas han logrado mantenerse prácticamente intactos debido a su aislamiento. Acceder a Guafo implica una travesía que no todos están dispuestos a hacer, ya que no solo es necesario viajar ocho horas para llegar hasta allí, sino que a veces el Corcovado puede sorprender a los navegantes con inmensas olas y violentos temporales.
Aun así, desde hace 17 años un grupo de veterinarios y biólogos marinos se internan durante meses a las tierras inexploradas de esta isla para estudiar a la población de lobo fino austral (Arctocephaus australis australis) que allí habita y que conforma la lobera reproductiva de esta especie más grande e importante en Chile. Los científicos viven en extremas condiciones, aislados, durmiendo en tiendas de campaña, usando letrinas y casi sin acceso al agua potable.
Estos son los tres puntos clave para conocer de cerca el trabajo de los investigadores que hacen ciencia extrema en isla Guafo.
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1.Las rudas condiciones
Fue en 2003 que los investigadores de Guafo Island Science comenzaron a ir a la isla cada verano. El campamento se levanta en una bodega en desuso de la Armada. Como la isla no tiene lagunas ni ríos, el agua dulce para beber y cocinar la recolectan de la lluvia. Para lavarse acuden al mar y el baño es una letrina que ellos mismos cavaron.
Con el tiempo han podido mejorar las condiciones y hoy cuentan con un generador eléctrico, un teléfono satelital y una sala para hacer los análisis de las muestras. Cuando miran hacia atrás, sin embargo, los primeros cinco años, recuerdan las condiciones precarias en las que vivían, dice Héctor Pavés, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Santo Tomás y uno de los fundadores de este grupo multidisciplinario de científicos.
El aislamiento era prácticamente total y cada vez que necesitaban analizar una muestra debían visitar el faro que la Armada tiene en la cima de una colina. Ello significaba una agotadora caminata de 45 minutos, solo de ida, por un camino zigzagueante, al borde de un acantilado, no apto para personas con vértigo.
Los fareros fueron, sobre todo durante este tiempo, un apoyo importante para los científicos. Gracias a ellos podían comunicarse con sus familias ante cualquier emergencia, “cuando venía un temporal y quedaba la escoba, nos ayudaban para poder seguir trabajando”, cuenta Pavés e incluso en ocasiones les prestaban la cocina para hacer pan o preparar otras comidas que requerían de un horno.
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2. Los resultados
Los científicos de Guafo Island Science han estado siempre dispuestos a trabajar durante meses en esas rudas condiciones a cambio de poder ser testigos de la abundante y prístina biodiversidad de la isla.
Solo en el mar habitan, además del lobo fino austral, delfines australes (Lagenorhynchus australis) y nariz de botella (Tursiops truncatus), pingüinos magallánicos (Spheniscus magellanicus), elefantes y lobos marinos, orcas (Orcinus orca), chungungos (Lontra felina), cachalotes (Physeter macrocephalus) y “en el período estival —cuenta Pavés— es posible ver ballenas azules (Balaenoptera musculus) cruzando y también a ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) con sus crías y ballenas francas (Eubalaena australis)”.
En el bosque, que se ha mantenido intacto por milenios, nidifican cuatro millones de parejas de fardelas negras (Puffinus griseus), la colonia más grande del mundo de esta ave marina que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se encuentra Casi Amenazada.
Además, históricamente pescadores artesanales e indígenas han llegado hasta esta isla para recolectar erizos (Loxechinus albus) y algas luga (Gigartina skottsbergii).
Los años de esfuerzo han valido la pena ya que los investigadores han logrado entender aspectos importantes en la conservación del lobo fino austral. Los resultados han demostrado que estos animales ingieren microplásticos de manera indirecta en su dieta ya que sus presas estarían consumiendo plástico; además, el cambio climático está afectando su salud, especialmente la de los cachorros.
- Cachorro lobo fino austral. Foto: Guafo Island Science
Diego Pérez, biólogo marino e investigador de Guafo Island Science, explica que el aumento de la temperatura superficial del mar afecta la disponibilidad de alimento para las hembras, lo que a su vez ha alterado sus costumbres alimenticias como, por ejemplo, los lugares donde comen y el tiempo que pasan buscando alimento. “Esto afectaría el tiempo que las madres pueden pasar con sus crías y la calidad de leche que les estarían entregando”, dice Pérez. El problema es que los cachorros podrían no recibir la alimentación óptima que les permita defenderse de la infección del parásito anquilostoma (Uncinaria sp.) que puede provocar su muerte.
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3.La necesidad de proteger isla Guafo
En septiembre, medios de comunicación nacionales e internacionales dieron a conocer la noticia de que esta isla y su extraordinaria biodiversidad estaba a la venta por US$20 millones en un portal inmobiliario.
Que la isla sea adquirida por un comprador que decida realizar allí actividades que perjudiquen la naturaleza, como por ejemplo activar una concesión minera que allí existe para la explotación de carbón, no es una preocupación nueva para quienes intentan desde hace años proteger Guafo. Sin embargo, la publicación del anuncio vino a reforzar la idea de que dicha protección se haga cuanto antes, asegura Yacqueline Montecinos, encargada de Biodiversidad Marina de WWF Chile.
En 2018, una asociación de 11 comunidades indígenas solicitó a la Subsecretaría de Pesca un Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios (ECMPO). Se trata de una figura de protección que le entrega la administración de los territorios marítimos a las comunidades indígenas que hayan podido demostrar usos ancestrales sobre ellos. Según Montesinos, esta sería la figura más apropiada para proteger Guafo ya que “es la isla la que es privada, pero no el mar”, precisa.
*Si quieres saber más sobre isla Guafo lee aquí la historia completa.
*Imagen principal: Científicos haciendo trabajo de campo en isla Guafo. Foto: Héctor Pavés
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