Habitantes de la comunidad nativa de Santa Martha, en Huánuco, estiman que más de 200 hectáreas de bosques primarios han sido deforestadas por invasores para introducir sembríos ilegales de coca y pozas de maceración.Según la plataforma Global Forest Watch, entre enero y octubre del 2020 se detectaron 2535 alertas de deforestación dentro de este territorio cacataibo. En el perímetro de la comunidad, esta cifra se duplica a 5040 alertas. Una serie de alertas de deforestación detectadas por una plataforma de monitoreo satelital fueron el punto de partida para esta historia. Más de 2 mil eran un indicador suficiente para saber que algo estaba ocurriendo en la comunidad nativa Santa Martha, en Codo del Pozuzo, Puerto Inca (Huánuco). Una región donde los cultivos ilegales de coca, la aparición de narcopistas y la violencia criminal han cobrado por lo menos la vida de un líder indígena este año. Lo primero que se percibe al buscar testimonios en una comunidad que soporta presiones como las descritas es temor y una gran incertidumbre. Fue así como llegamos a un comunero al que por seguridad solo identificaremos como Mario. Su nerviosismo es evidente del otro lado del teléfono cuando narra que, hace apenas unas semanas, tres hombres intentaron acuchillarlo y que hoy se siente desprotegido. Él sabe quiénes lo atacaron y sospecha que buscaban hacer pasar su muerte como el saldo de una pelea callejera en Santa Martha. Pero aquella tarde sus familiares corrieron a auxiliarlo y los tres sujetos huyeron. Hace más de un año, Mario enfrenta hostigamientos y amenazas por denunciar una incesante deforestación en su comunidad, situada en la selva central de Perú. Él ha reportado varias veces ante la Federación Nativa de Comunidades Cacataibo (Fenacoca) el avasallador incremento de cocales sobre lo que eran amplias extensiones de bosque primario. Mario destaca en la conversación que ha recibido ataques continuos. A mediados de 2019, por ejemplo, un grupo de desconocidos lo interceptó cuando caminaba por unas chacras y, tras arrinconarlo, le lanzó la advertencia que hasta ahora lo atormenta. “Vamos a matar a toda tu familia”, le gritaron. Sin proponérselo, Mario había estado cerca de una pista de aterrizaje utilizada por los narcotraficantes que procesan droga. Esta imagen registrada desde un teléfono celular muestra cómo los cultivos de coca se van extendiendo desde los bordes de la comunidad nativa Santa Martha. En el curso de la pandemia esto se ha agravado. Foto: Comuneros de Santa Martha. Cada cierto tiempo, el comunero recibía llamadas anónimas: le increpaban que estaba siendo vigilado, que no vuelva a denunciar nada sobre la depredación y los cultivos ilegales. Así, en sobresaltos, llegó a la tarde en que intentaron acuchillarlo. Algunos cacataibos de Santa Martha creen que la muerte de Mario iba a ser como una suerte de advertencia para que el resto permanezca en silencio ante la devastación de sus bosques. Este comunero vive en una casa de madera frente a sus chacras de maíz. A veces ve grupos de extraños merodeando entre esos sembríos y aquello lo aterra. Incluso, horas antes de que brindara su testimonio a Mongabay Latam, había encontrado latas de atún y bolsas de galletas entre el maizal y los platanales contiguos. Está seguro de que habían estado esperándolo por horas –acaso días- a que salga de su vivienda para matarlo. Llora de impotencia y miedo mientras su voz rota describe el trance que vive: “Yo estoy buscado y temo bastante. Mis hermanas, mis cuñados, casi toda mi familia está amenazada. Quizás nos hemos metido a pelear contra ellos pero ya son demasiados. Cada día van aumentando de a cinco, seis. No puedo salir, no tengo confianza, no sé qué hacer”. Lee más | Menonitas en Perú: fiscalía sorprende a grupo talando sin autorización y ordena paralizar deforestación en Loreto Deforestación en alza Santa Martha es una de las nueve comunidades indígenas cacataibo que existen entre Huánuco y Ucayali. El pueblo tiene dos anexos: Campo Verde y Nueva Alianza. Unas 150 familias o, aproximadamente, 500 comuneros viven dentro de las 14.485 hectáreas que abarca la comunidad. La investigadora del Instituto del Bien Común (IBC) Sandra Ríos explica a Mongabay Latam que, según la ley de comunidades y el documento de titulación otorgado, Santa Martha cuenta con 5.400 hectáreas para que los comuneros las empleen en agricultura o pastos para ganadería. El resto es territorio de bosques que deben ser conservados.