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El 2020 fue un buen año para el águila filipina, pero no para sus defensores

A pesar de su lesión en el ojo izquierdo, el águila filipina ‘Balikatan’ es muy activa y prefiere cazar a su presa, según el PEF. Imagen cortesía del PEF

  • La cuarentena de Filipinas debido a la pandemia ha sido una de las más largas y estrictas del mundo. Ella redujo las expediciones de campo en la región sur de Mindanao, lo que afectó la conservación de las águilas filipinas (Phitecopaga jefferyi) en peligro crítico de extinción.
  • A pesar de las limitaciones, los conservacionistas de águilas filipinas y sus agencias asociadas rescataron siete aves y avistaron dos nuevas familias.

MINDANAO, Filipinas — Los esfuerzos para conservar el águila filipina en Peligro Crítico de extinción, una de las aves rapaces más raras del mundo, se dispararon incluso en medio de la pandemia de COVID-19.

A pesar del caos global causado por la crisis de salud, el año 2020 terminó con una nota alta para los conservacionistas de águilas, con al menos dos familias de estas aves avistadas en la región de Davao en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas.

El águila filipina (Pithecopaga jefferyi) goza de un estatus especial como ave nacional de Filipinas en el sudeste asiático, pero se enfrenta a la extinción debido a la caza y la pérdida de hábitat. Es difícil incrementar la población, ya que las aves tardan en reproducirse. Ellas maduran sexualmente entre los cinco y siete años, después de lo cual la hembra pone un solo huevo cada dos años.

Se estima que solo quedan unas 400 parejas reproductoras de águilas filipinas en estado salvaje, por lo que el avistamiento de nuevas familias es siempre un hito para celebrar para el Centro de Águila Filipina (PEF, por su sigla en inglés), una organización sin fines de lucro que ha trabajado durante más de 30 años en la conservación de la especie.

Dennis Joseph Salvador, director ejecutivo del PEF, dijo que se siente optimista de que la protección del águila filipina haya tenido un buen comienzo en el 2021, continuación de los logros de 2020 que se produjeron a pesar de los impactos debilitantes de la pandemia de COVID-19 y las amenazas que las aves enfrentan a diario debido a las actividades humanas como la caza y la tala ilegal.

“Durante los últimos 30 años hemos demostrado nuestro compromiso de conservar la poderosa águila filipina y, por las buenas o por las malas, seguiremos haciéndolo el próximo año y en los años venideros”, dijo Salvador a Mongabay.

Hitos de conservación

Además del avistamiento de nuevas familias, en los siete meses que siguieron al inicio de la cuarentena en Filipinas en marzo de 2020, la fundación rescató a siete aves con la ayuda de tecnología móvil y las redes sociales.

Más que a un aumento en el número de aves capturadas o heridas, el PEF atribuyó este número récord de rescates a una mayor conciencia pública y a la participación de los gobiernos locales en la conservación del águila.

La mayoría de las aves rescatadas habían sido capturadas por cazadores. Incluso, un águila se vendió por 8000 pesos (alrededor de USD 170) a un entusiasta de la naturaleza.

En algunos casos, los rescatistas tuvieron que trabajar en la oscuridad de la noche y atravesar terrenos accidentados para buscar a las angustiadas águilas a cientos de kilómetros de distancia en comunidades de montaña remotas.

De las siete águilas filipinas rescatadas desde el inicio de la cuarentena, una murió debido a la desnutrición, tres fueron devueltas a la naturaleza y tres permanecieron en el centro de rehabilitación del PEF.

“Estamos muy contentos de que, a pesar de las restricciones de viaje y movimiento de la pandemia, pudimos salvar seis de estas siete preciosas aves, tres de ellas curadas y liberadas con éxito de regreso a sus respectivos hogares en el bosque”, dijo Salvador.

El PEF dice que los rescates exitosos implican la colaboración de una amplia variedad de actores, incluidos ciudadanos preocupados que informan sobre águilas en peligro; funcionarios del Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales (DENR) y gobiernos locales; así como organizaciones que apoyan al PEF. Después de la liberación cada ave es monitoreada con la ayuda de voluntarios y sus respectivas comunidades.

Una de las liberaciones se produjo el 28 de julio de 2020, cuando el mundo celebró el Día Mundial de la Conservación de la Naturaleza. El águila rescatada, llamada “Makilala Hiraya”, fue devuelta a la naturaleza etiquetada con un rastreador GPS/GSM en la espalda. Este fue el primer evento de este tipo transmitido en vivo en Facebook.

Los avistamientos ofrecen esperanza

Lo que asombró a los conservacionistas de las águilas filipinas el año pasado fueron los avistamientos, separados por pocas semanas, de dos familias de aves rapaces: parejas y sus crías. La primera familia fue vista dentro del Área Clave de Biodiversidad del Monte Apo (KBA, por su sigla en inglés) en noviembre y la otra en diciembre dentro del KBA del Monte Kampalili-Putting Bato. Ambas KBA se encuentran en la isla de Mindanao.

Jayson Ibañez, director de investigación y conservación del PEF, dijo que la organización ha estado buscando durante años los sitios de anidación de águilas, particularmente en Mindanao, donde se cree que viven la mitad de las 400 parejas reproductoras de águilas filipinas registradas hasta el momento.

“Los avistamientos recientes de dos familias de águilas filipinas indican que los bosques donde se vieron todavía son vírgenes y ricos en presas como macacos, lémures voladores, cálaos, civetas de las palmares y serpientes, entre otros”, dijo Ibañez a Mongabay.

A menos que sean perturbados o destruidos por actividades humanas, los nidos de águilas filipinas se consideran lugares de reproducción ancestrales, ya que generaciones de parejas de águilas ocuparán el nido una y otra vez.

“La conservación de estas áreas importantes de reproducción y la seguridad de la pareja reproductora y sus crías es fundamental para salvar a la especie de la extinción”, aseguró Ibañez.

Siocon, un águila filipina juvenil rescatada durante la cuarentena pandémica del país en abril pasado, fue la primera águila rescatada durante la pandemia. Siocon fue devuelto a la naturaleza con un rastreador GPS el mayo pasado. Imagen cortesía de la Philippine Eagle Foundation

En noviembre de 2020, el equipo de PEF, en colaboración con la Corporación de Desarrollo de Energía estatal, que opera una planta de energía geotérmica en Mount Apo, lanzó en el área la campaña “En Busca del Rey de los Pájaros”.

El equipo pasó 192 horas observando en lo profundo del bosque y salió victorioso después de al menos ocho avistamientos de parejas de águilas filipinas y sus crías.

Ron Taraya, biólogo principal y líder de expediciones en el PEF, contó cómo su equipo y él se acercaron a 200-300 metros de un águila filipina juvenil en la naturaleza. El ave exhibía características típicas de un joven de 2 años de la especie: movimientos de caza raros, menos confianza y duración limitada del vuelo.

“Nos divirtió ver al pájaro enfrentarse a un grupo de macacos cangrejeros que buscaban alimento en un acantilado justo frente a las cascadas”, dijo Taraya.

El joven rapaz no pudo matar al macaco, ya que el grupo se enfrentó al pájaro y gruñeron de manera amenazante, lo que provocó que el águila retrocediera y volara hacia un árbol cerca del borde del acantilado.

Unos días antes de este encuentro con el ave, gracias a las llamadas de hambre de una cría, el equipo vio a un par de águilas alimentándola con presas recién cazadas. Durante la expedición, el equipo también documentó los rituales aéreos de los padres que parecían ser una rutina de cortejo.

“Las dos águilas presentaron mutuamente sus garras en el aire, lo que se llama ‘presentación de garra'”, dijo Taraya. “En otras ocasiones también volaron juntas en espirales, o ‘vuelo mutuo’. Luego volaron en diferentes direcciones; una desapareció dentro de la quebrada profunda, mientras que la otra aterrizó en un árbol emergente. El águila permaneció en su percha limpiando sus plumas con su pico, acicalándose. También se le vio rascando, estirando y moviendo la cabeza. Después de realizar estos comportamientos generales de acicalamiento, el águila finalmente voló y fue más allá de las cascadas hasta que desapareció detrás de la línea de árboles”, agregó.

El águila filipina es considerada el águila más larga del mundo. Imagen cortesía del Philippine Eagle Foundation (PEF)

En Mindanao, de septiembre a enero suele ser la temporada de anidación de las águilas filipinas, y las exhibiciones de cortejo preceden a cada evento de puesta de huevos. Las parejas comienzan sus rituales de cortejo en julio y la rutina puede persistir, incluso, después de que la pareja haya comenzado a criar un polluelo.

El segundo avistamiento de una familia de águilas filipinas, a principios de diciembre, fue en la ciudad de Lupon, en la provincia de Davao Oriental, dentro del KBA del Monte Kampalili-Putting Bato. Un equipo del gobierno provincial estaba evaluando los posibles sitios turísticos de la zona cuando vio a las aves.

Las imágenes del ave joven sentado en un árbol y dos águilas más grandes fueron capturadas por Eden Jhan Licayan, fotógrafo del gobierno. Ibáñez del PEF confirmó más tarde que fueron águilas filipinas y dijo que una sola pareja de águilas necesita de 4000 a 11 000 hectáreas de bosque para prosperar y reproducirse.

Si bien se cree que unas 200 parejas de águilas sobreviven en Mindanao, Ibañez aseguró que solo se han documentado 39. Esto significa que se necesitan más expediciones para obtener los números reales, dijo.

“Estamos muy felices cada vez que descubrimos nuevas parejas”, expresó Ibañez. “Es importante ubicar los sitios de anidación para que podamos implementar medidas de protección para garantizar que estén fuera de peligro, para que la especie pueda reproducirse y no se extinga”, agregó.

El sitio de anidación más antiguo dentro del Monte Apo fue descubierto en la década de 1970, cerca del pie de monte. Una pareja de águilas sigue frecuentando la zona hoy, según dice Ibañez ya que las aves pueden vivir hasta 40 años.

El monte Apo, el volcán y pico más alto de Filipinas, es el bastión de las águilas filipinas. Imagen de Robert Anton Pimentel Aparente vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

El rango más amplio del Monte Apo abarca al menos 90 000 hectáreas, de las cuales solo dos tercios están clasificadas como áreas protegidas, lo que agrega complejidad adicional a la tarea de proteger el hábitat del águila y los sitios de anidación.

Para ayudar con la conservación del bosque y las águilas filipinas en el KBA del Monte Apo, el gobierno de la ciudad de Davao involucra a las comunidades indígenas a través de su iniciativa “Bantay Bukid” (‘Guardabosque’). Se han reclutado 200 hombres indígenas como guardabosques voluntarios, y reciben una asignación mensual de 2000 pesos (USD 40) para patrullar cuatro sitios de anidación identificados. Juntos vigilan unas 25 000 hectáreas de bosque.

El programa Bantay Bukid ha aumentado significativamente la fuerza laboral de protección forestal del DENR en el área. De un guardabosques por cada 7000 hectáreas de bosque, el proyecto Bantay Bukid ha mejorado la presencia de guardias a un guardabosques por cada 200 hectáreas.

“Con muchos pares de ojos vigilando los bosques se pudieron disuadir las actividades de tal furtiva de madera y caza de vida silvestre”, dijo Ibañez, y señaló que las mujeres indígenas también se benefician a través de proyectos comunitarios alternativos.

Problemas de financiación

A pesar de los éxitos en el campo el año pasado, el PEF ha recibido una paliza financiera por la pandemia de COVID-19, según indicaron Ibáñez y Salvador. La fundación ha tenido que apelar al público en busca de donaciones para mantener su trabajo en medio de la crisis de salud.

Salvador dijo que el centro de rehabilitación del PEF, que generalmente recibe a unos 200 000 visitantes al año, perdió su principal fuente de ingresos cuando la pandemia lo obligó a cerrar al público a partir de marzo.

“Perdimos alrededor de un tercio de nuestros ingresos […] La gran parte del dinero de conservación provenía de los recibos de entrada del centro”, dijo, y agregó que el PEF ha recibido la mayor parte de su financiamiento de contribuyentes corporativos y privados en lugar del gobierno.

Ibañez comentó que el centro había perdido unos 2 millones de pesos (USD 40 000) por mes debido al cierre.

El águila (Mal’lambugok, un término mandaya para el águila filipina) fue entregada por un agricultor el julio pasado. Fue devuelta a la naturaleza dos meses después. El equipo de campo de PEF la vio perseguida por dos Milano brahmán (Haliastur indus) un mes después de su liberación, pero sobrevivió a la horrible experiencia, dice PEF. Imagen cortesía del PEF

Con la pandemia aún en desarrollo, Salvador destacó que los esfuerzos de conservación a corto plazo para el ave nacional representan un gran desafío.

“Estamos [financieramente] paralizados debido a la falta de recursos. Hasta que esta pandemia sea manejada de manera efectiva, el problema de la falta de recursos y las políticas asociadas para reducir esta pandemia nos mantendrán enraizados e incapaces de responder a las necesidades de las águilas en la naturaleza”, dijo.

A pesar del impacto debilitante del COVID-19 en el PEF, Salvador mencionó que la fundación hará todo lo posible para responder a las necesidades de las águilas filipinas en cautiverio y en la naturaleza. Hasta ahora no han tenido que despedir a ninguno de sus casi 50 trabajadores, gracias al apoyo continuo de sus patrocinadores corporativos, incluidas algunas de las empresas más grandes de Filipinas.

Para ayudar a superar la crisis del COVID-19, Salvador comentó que han lanzado iniciativas de crowdfunding a través de las redes sociales, pidiendo al público que ayude a proteger a las águilas filipinas.

El centro de rehabilitación reabrió al público en octubre, operando con una capacidad limitada y requiriendo que los visitantes reserven con al menos 24 horas de anticipación. Para ayudar a recuperar los meses de pérdidas, el centro aumentó su tarifa de entrada a 300 pesos (USD 6) y agregó actividades adicionales, incluida la visualización del cortometraje Kalayaan, sobre la vida de un águila filipina juvenil en la naturaleza. Los visitantes deben usar mascarillas y protectores faciales y mantener el distanciamiento físico mientras se encuentran en las instalaciones.

“Desde que reabrimos nuestras puertas al público, hemos recibido muy pocos visitantes. Algunos días, no hay nadie de visita”, dijo Ibáñez.

Imagen de portada: águila filipina Balikatan que fue entregada por residentes en la provincia de Surigao el septiembre pasado. Balikatan tiene un ojo dañado y no podrá ser devuelta la naturaleza, lo que lo convierte en un residente permanente del Centro de Águila Filipina en la ciudad de Davao. Imagen cortesía del Philippine Eagle Foundation (PEF)

 

Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 8 de enero de 2021.

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